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lunes, 16 de junio de 2014

MALÉFICA. ¡Vaya! Yo pensé que Maléfica debía ser pues... maléfica...


MALÉFICA
Maleficent

Robert Stromberg, 2014

¿Recuerdan La Bella Durmiente (Geronimi, 1959) de Disney? En su año, y aún mucho tiempo después, fu el largometraje de dibujos animados más costoso jamás producido con un presupuesto que ascendió a los seis millones de dólares. La película es una obra de arte por donde se le vea. ¿Recuerdan esa animación meticulosa y esos fondos finamente detallados? Pero, sobre todo, ¿recuerdan a Maléfica, el hada malvada que no fue invitada al bautizo de la princesa Aurora y, en venganza, dejó caer sobre ella una maldición mortal? Estoy casi seguro que no soy el único al que le daban escalofríos cuando aparecía este personaje en pantalla por primera vez. ¿Recuerdan que, después de Chernabog en Fantasía (Ferguson et al, 1940), Maléfica es prácticamente la encarnación del Mal? Bueno, pues mejor vayan olvidándolo porque todo eso quedó fuera de esta versión.
    La película narra la historia de Maléfica, una bella y bondadosa hada —que curiosamente es una niña, a pesar de que las hadas ni envejecen ni tienen bebés, por eso se los roban a los humanos— que vive en el bosque encantado y que, cierto día por azares del destino traba una bella amistad con un niño humano llamado Stefan (Michael Higgins). Como cabría esperar, la amistad se convierte en otra cosa conforme los dos niños se convierten en adolescentes y posteriormente en jóvenes adultos.


    Y quiero hacer una pausa para hacer notar que esto apenas si es la tercera parte de la cinta y ya está plagado de incongruencias. Como ¿por qué Maléfica envejece? ¿Por qué es la única hada que tiene alas emplumadas y cuernos de cabra? ¿Por qué es la única hada que es de tamaño humano? Quizá la explicación sería que se trata en realidad de un híbrido —como Sookie Sotckhouse, la pobre—… pero nunca lo mencionan en la peli. Sea como fuere ¿por qué Maléfica siempre se llamó Maléfica? ¡No tiene sentido! Digo, Anakin Skywalker se cambió el nombre cuando se convirtió al Lado Oscuro... ¡Hasta Luzbel cambió de nombre cuando se volvió malvado!
    Volviendo a la película, Stefan (Sharlto Copley), ahora un joven campeón, ambiciona casarse con la princesa Leila (Hannah New) para heredar el reino. Con tal de conseguir dicho objetivo, Stefan cumple con el desafío del rey Henry (Kenneth Cranham) de matar al mayor enemigo del reino: el hada Maléfica (Angelina Jolie con pupilentes). Stefan seduce al hada para después traicionarla y cortarle las alas —representando una violación, según se entiende—.
    Y aquí recuerdo una escena donde Aurora (Elle Fanning, la hermana menor de Dakota) le pregunta a Maléfica “¿Todas las hadas tienen alas?” y no recuerdo qué le contesta el hada, pero según yo debió responder: “Sí, pero somos como las hormigas: las perdemos cuando nos desvirgan”.


    Pero estoy divagando de nuevo. Una vez que Stefan se casa con Leila y hereda el reino, tienen una hija llamada Aurora. Maléfica asiste al bautizo de la niña —o supongo que eso era, pues en las películas de Disney está estrictamente prohibido hacer cualquier alusión a religión alguna— y deja caer sobre ella la maldición de que al cumplir los dieciséis años se pinchará el dedo con el huso de una rueca y morirá... sólo para arrepentirse un minuto más tarde y condenarla a un sueño del que sólo podrá despertar con un beso de amor verdadero —sí, sí, olvídense de que fue el regalo de Primavera lo que la salvó—. Y de ahí pa’l real la historia es la misma de La Bella Durmiente, pero mal contada.
    De hecho, toda la película da esa impresión: como si alguien estuviera tratando de contar el cuento de La Della durmiente de memoria, pero olvidara pasajes enteros y los rellenara con cosas sacadas de la manga. Sí, la narración se centra en el punto de vista de Maléfica, pero le quitan todo lo que hacía interesante al personaje. Ya no es la encarnación del Mal cuya mera presencia ensombrece el cielo, sino una persona bastante corriente en busca de lo que todos conocemos como venganza,  pero cuando es llevada a cabo por una feminazi —como es éste el caso— se llama justicia... por lo menos hasta que descubrimos que en realidad tiene corazón de pollo ¡Bah!
    Toda la película me recordó a la infame novela Drácula: el no muerto (2009). Este libro, escrito por Ian Holt, historiador y guionista experto en Drácula, y Dacre Stoker, sobrino nieto del célebre escritor irlandés, pretende ser una secuela —no sólo eso, sino que se jacta de ser la secuela oficial— de la novela original pero con una vuelta de tuerca. Se explica pues que Drácula no era el malo, sino que la verdadera villana era Erzsebet Bathory y todo fue un malentendido. No, en verdad, de eso se trata el libro.


    Odio cuando hacen eso. Odio que expliquen “los motivos del lobo” porque suelen darle en la madre. Si el monstruo tiene una justificación para hacer lo que hace, entonces deja de ser un monstruo. Es como en Hannibal: el origen del mal (Webber, 2007), cuando nos explican que el pobrecito Hannibal Lecter tuvo que convertirse en caníbal y después le agarró el gusto a fuerza de costumbre, lo que humaniza al personaje y, ultimadamente, le da al traste.
    Lo mismo pasa con Maléfica en esta película. Todas las “maldades” que hace están plenamente justificadas y ni maldades son. Caray, los malos ratos que hace pasar a las hadas madrinas de Aurora, Knotgrass (Imelda Staunton), Flittle (Lesley Manville) y Thistletwit (Juno Temple) —otrora conocidas como Flora Fauna y Primavera o Merryweather en inglés, aunque para como salen de mensas en esta película bien pudieron llamarse Moe, Curly y Larry— son si acaso travesuras. En verdad, parece que uno está viendo un mal episodio de Hechizada (1964-1972)… o peor aún, la vomitiva película de Hechizada (Ephron, 2005).
    Además de esto, la película tiene un discurso claramente misándrico, en el que los hombres del mundo son los malos y los tontos, y las feminazis rulean; excepto por Diaval (Sam Riley), el esbirro metrosexual de Maléfica... que ultimadamente ni era humano, sino que fue transformado en tal a partir de un cuervo.
    Además, sí se llega a advertir una cierta relación lésbica entre Maléfica y Aurora. Por la falta de maldad verdadera, el corazón de pollo de Maléfica y su sexualidad dudosa  propongo que el título de esta película se cambie de Maleficent a Ambivalent.


    Y la historia sigue más o menos así en escenarios que se ven grabados en estudio cuando no son CGI. Por cierto que algo que sí me provocó esta cinta fue una terrible nostalgia por la obra de Jim Henson. Con todas las hadas y criaturitas que aparecen en pantalla creadas gracias a la magia de las computadoras, no pude dejar de remitirme a obras como El cristal encantado (Henson y Oz, 1982) o Laberinto (Henson, 1986) e imaginar cómo se hubieran visto si el legendario creador de los Muppets hubiese sido el encargado de darles vida.
    Y hablando de las criaturas... ¿qué pasa con el dragón? Pasó de ser tal en la versión original a una especie de pollo desplumado en esta versión y, como para rematar, ni siquiera es la propia Maléfica quien se transforma en el monstruo. Y es cuando terminé preguntándome ¿Cómo resultó que el dragón de Live Action se ve tan chafa en comparación con el de dibujos animados? Incluso en Fantasmic, el show en vivo de Disney World, cuando Maléfica se convertía en dragón (completamente en vivo, por cierto) y lanzaba bocanadas de fuego se sentían escalofríos.
    Finalmente, para terminar con mis quejas, señalaré que esta cinta fue producida por Angelina Jolie... ¡Y se nota! Se nota que todo el numerito está armado para que la Jolie se luzca —aunque eso sí, ¿quién mejor para interpretar a un hada que roba niños que una señora que los colecciona en la vida real?—. Se castearon actores apenas decentes para que no le roben foco a la “actuación” de la Jolie —la escena en la que se duele por sus alas perdidas debería ser censurada por mala— y, lo que es muy importante, que Aurora no sea ni remotamente bonita. Y, por si no quedara claro que la hija de John Voight es la estrella del show este, durante los créditos finales se puede escuchar su melodiosa voz interpretando la ya de por sí dudosa versión cantada del waltz de La Bella Durmiente.
    Debo admitir, eso sí, que al menos por el tipo físico el casting está bien hecho. Según se comentó en algún momento de la producción, éste fue el factor decisivo para armar el reparto de la cinta.


    En lo que sí se luce esta película, y que resulta un festín en HD, es precisamente en el apartado del diseño de arte. Particularmente los vestuarios de la Jolie son geniales, excéntricos y con un toquecito glam que tan bien le va al mundo de las hadas —finalmente se supone que son ellas las que poseen el glamour—.
    Del mismo modo, el bosque de espinos y las criaturas que lo habitan tienen formas y diseños interesantes... aun cuando el reino de las hadas parece un fusilazo del planeta Pandora de Avatar (Cameron, 2009). En general todos los elementos usados para darle vida a este universo están bastante bien ubicados y tienen diseños padres.
    Queda a deber el maquillaje, eso sí, que corrió a cargo del genio en dicho arte Rick Baker (responsable de maquillajes como los de Un hombre lobo americano en Londres [Landis, 1981] o la infumable versión de Burton de El planeta de los simios [2001]); pero que no aguantó el HD. Hay varias escenas donde se notan los bordes del prostético que la actriz llevaba en el rostro... Y ahora que lo menciono, ¿por qué hay tal cantidad de primeros planos en esta película? Bien pudieron armarla toda con selfies...
    Quizá consideren que he sido demasiado duro al juzgar esta película, pero eso se ganan esos productores al meterse con mi cuento de hadas favorito —ya puedo ver cómo les debe estar doliendo— y, francamente, no me gustó esta película. Debo admitir que sí solté varias carcajadas, pero fueron menos que las veces que me levanté de mi asiento a gritarle a la pantalla —hay quienes lo hacen con los partidos de futbol, yo lo hago con las películas—.
    Así pues, se trata de una película entretenida pero nada más. Si uno es fan del cuento o de las películas clásicas de Disney, como en mi caso, la encontrará decepcionante. Además, nunca pude definir exactamente a qué público iba dirigida esta cosa: me queda claro que no es una peli cabalmente infantil, pero si iban a hacer una película más madura pudieron darle un tono mucho más oscuro... Quizá sea una película de quinceañeras, deberé preguntarle a las que conozco.
    Y por todas estas razones, cambié de opinión y propongo que esta película no se titulada Maleficent; sino Inefficient.

PARA LA TRIVIA: En esta película, el cuervo sirviente de Maléfica se llama Diaval, cuya pronunciación en inglés es parecida a “devil” (diablo); mientras que en la versión de dibujos animados, su nombre es Diablo (así en español).

4 comentarios:

  1. Además ¿por qué no durmió a todos desde el principio y ya? Si ese era su super poder nos hubiera evitado el mal rato.

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    1. Para como es en esta versión, seguro lo pensó; pero después dijo "¡Ay, no! Pobrecitos".

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  2. Si es cierto, no había caído en cuenta de que parece un cuento contado por el payaso tenebrozo Y de hecho como dices, es la invocación de la filosofía feminazi: Soy mala y una desgraciada con los hombres porque un desgraciado me hizo sufrir, cuando en la vida real una mujer se vuelve asi porque quiere, nadie la obliga Si quedó mucho a deber la verdad...

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    1. Pues es que más allá de las cuestiones de género, "La Bella Durmiente" como TODOS los cuentos de hadas es un melodrama, y en el melodrama los personajes representan sistemas de valores; por eso hay malos que son malos porque sí.

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