Translate

sábado, 31 de diciembre de 2016

INOCENTE PALOMITA... o algo así.


INOCENTES PALOMITAS…



Muchos de ustedes, queridos lectores, advirtieron que la publicación de ayer era una broma. Para aquéllos que no lo hicieron y a los que puse como locos a buscar una película llamada Mutación sinestésica, cayeron por inocentes. No existe, hasta donde sé, ninguna película con ese título o su título en inglés, Synesthesia, lo inventé todo.
    La trama la inventé combinando la trama de varias películas y episodios de Los expedientes secretos X.
    Los nombres de los actores, y de todos los involucrados en la dichosa película, son falsos. Los inventé todos excepto dos. “Tad Winslow” es el personaje que interpreta Moe Szyslack en la telenovela Jamás termina, en el episodio de Los Simpson cuando se hace una cirugía plástica en el rostro, y “Richard Brachman” es una deformación de “Richard Bachman”, el pseudónimo que usó Stephen King a principios de los 80, cuando sus novelas habían sobresaturado el mercado.
    Finalmente, los fotogramas e imágenes que utilicé para ilustrar el artículo pertenecen a películas poco conocidas de bajo presupuesto. El póster lo modifiqué del de una cinta alemana llamada The Being (Kong, 1983), y los fotogramas son de una escena eliminada de La mosca (Cronenberg, 1986), la infame película alemana de zombies The Dead Pit (Leonard, 1989), la copia de Alien (Scott, 1979) producida por Roger Corman Dead Space (Gallo, 1991) y la insufrible Especies III (Turner, 2004).

    Espero que les haya gustado el artículo y que se hayan divertido al leerlo tanto como yo al escribirlo. Éste fue el primer Especial de Día de los Inocentes del Cinéfilo Incurable.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

MUTACIÓN SINESTÉSICA. La leyenda urbana de los videoclubes.


MUTACIÓN SINESTÉSICA
Synesthesia



Tad Winslow, 1987
Supuestamente, existen dos versiones de esta película. La original que se comercializó en video en EE.UU. con 78 minutos de duración y la edición que circuló internacionalmente, con 93. La diferencia son alrededor de quince minutos escenas suprimidas que desarrollan una subtrama sobre una invasión extraterrestre y tomas extendidas, aún más sangrientas, de las escenas de muertes.

Quizá sea la nostalgia, quizá sea casualidad, quizá sea el hecho de que este año la cartelera de las salas de cine estuvo bastante floja, o quizá sea una combinación de todos estos factores; pero la cosa es que este año he reseñado más películas clásicas de videoclub que en cualquier otro. En esta ocasión, toca el turno a una cinta prácticamente desconocida.
    Recuerdo que en el videoclub al que iba cuando niño, esta película nunca estaba disponible. Por alguna razón, estaba como en préstamo permanente. El pequeño yo se sentía fascinado con la portada de la peli y me moría de ganas por verla. Ya después, de adulto, me enteré por qué: se trata de una película extremadamente rara y algún cinéfilo la había hecho perdediza ‒sí, cómo no‒ reteniéndola para su colección privada. Después de varios años, corrí con la suerte de que, cuando el videoclub estaba por cerrar, Mutación sinestésica apareció casi por arte de magia en el remate del catálogo de VHS que habían puesto a la venta.
    Y no me decepcionó en absoluto... digo, porque no esperaba ver una buena película, si ése hubiera sido el caso, me habría dolido pagar N$10 por ella.
    La trama de la cinta, o bueno, lo que se supone es una trama, gira en torno a Lisa Spencer (la bella Rebecca Sandhurst) una chica universitaria quien padece de sinestesia (una condición neurológica en la que los estímulos del medio ambiente son percibidos por un sentido que no les corresponde, por ejemplo, oler los colores o ver los sonidos), hija del Dr. Spencer (un William Carlson venido a menos), un importante neurobiólogo. El Dr. Bernhard (Richard Simon), colega de Spencer, está obsesionado con la condición de Lisa y comienza a hacer experimentos con ella. Sin embargo, los experimentos se salen de control y la chica muta en una criatura sedienta de sangre con una furia incontenible, además de desarrollar poderes psíquicos que le permiten controlar a los animales del laboratorio, que también empiezan a mutar, y cazar percibiendo el rastro bioquímico de sus presas ‒o algo así‒. Sólo Dan (Bill Samson), novio de Lisa, y Tracey (una joven Leslie Abbott, a quien quizá recuerden por sus apariciones en La Ley y el Orden [1990-2010]), su mejor amiga, podrán salvarla. ¿Mencioné que las víctimas de Lisa y su ejército de mutantes se convierten en zombies? Pues lo hacen.
    Es curioso como un planteamiento que podría haber sido original y que, de hecho, es ingenioso, deriva en una mala copia de Re-sonator (Gordon, 1986). Digo, de manera mucho menos inteligente, la trama es básicamente la misma; aunque esta cinta copia mucho de películas como La mosca (Cronenberg, 1986) y Phenomena (Argento, 1985). Por increíble que parezca, al igual que la sucesora espiritual de Re-Animator (Gordon, 1985), está basada en una fuente literaria.
    Así es, esta co-producción Estados Unidos-Italia-Alemania es la adaptación, no sé si fiel o no, de una novelita también prácticamente desconocida del escritor de Sci-Fi Richard Brachman. Según pude investigar en un par de sitios web, en la novela la transformación de Lisa es más bien psicológica y apenas si algunos rasgos físicos cambian. En la película, la transformación es total y termina en una cosa de horror corporal a la Cronenberg... pero de bajo presupuesto.
    Los efectos de maquillaje son interesantes, sobre todo si uno toma en cuenta que los hicieron como con tres pesos. De hecho, se nota bastante que toda la película es un pretexto para lucir escenas súper sangrientas y de mal gusto que pueden resultar hilarantes... aunque no estoy seguro de que ésa haya sido la intención de los realizadores.

    También hilarantes resultan las actuaciones. Mientras que algunos miembros del elenco, principalmente Carlson se avientan al ruedo y se esfuerzan por sacar el numerito adelante sin importar lo ridículo que sea, otros, como Samson apenas si pueden articular dos palabras. La actuación de Sandhurst es dispareja… pero realmente no importa mucho, no es lo que uno quiere ver.
    Y tampoco es que se pierda mucho. El guión está lleno de sinsentidos, lugares comunes y frases que rayan en lo oligofrénico, hay una subtrama sobre un romance entre Dan y Tracey que se nota metida con calzador, y el final tiene una vuelta de tuerca completamente inverosímil. Por no mencionar que en la edición extendida que se distribuyó internacionalmente ‒que fue la que a mí me tocó ver‒ hay una subtrama en la que se revela que Lisa en realidad es un híbrido humano-extraterrestre y que los animales que controla son parte de un arsenal biológico diseñado por alienígenas para colonizar la Tierra.


    Dicho lo anterior, ¿qué vale la pena de esta película? Bueno, pues que de verdad es muy divertida, de ésas en las que uno puede apagar el cerebro un ratito y sólo reír como energúmeno frente a la pantalla. El soundtrack SynthPop compuesto por Tyler Band es rescatable y tiene algunos temas interesantes. La colección de mutantes que aparecen en pantalla es variada y extensa y, por si todo esto fuera poco, es la única película en la que Sandhurst hace un desnudo completo. Hay un par de escenas topless gratuitas de Abbott que tampoco están mal.
    También investigando en la red, descubrí que es difícil encontrarla por una razón un tanto macabra. En la escena en la que Dan entra al laboratorio y uno de los tanques explota junto a él ‒porque ¿Qué necesita una película mala para ser genial? ¡Claro! Explosiones‒, algo salió mal con la pirotecnia y el actor que doblaba a Samson murió. De hecho, si uno pone atención a la escena, puede ver cómo el actor cae inconsciente hacia el lado izquierdo de la pantalla. Por alguna extraña razón, Goldman-Sibelius International, la compañía distribuidora, dejó la escena tal cual, por lo que fue demandada por la familia del actor. En consecuencia, tuvo que pagar una indemnización estratosférica que la llevó a la quiebra y la gran mayoría de las copias de la cinta fue retirada de la circulación.


Guión
0
Dirección
1
Actuación
0
Fotografía
1
Música
1
TOTAL
3

lunes, 26 de diciembre de 2016

UNA NAVIDAD CON TIM BURTON. Especial de Navidad 2016.

UNA NAVIDAD CON TIM BURTON

Había una vez... en una década conocida como los sesenta, en un lejano reino conocido como Burbank, California, un niño raro y antisocial, hijo de la dueña de una tienda de regalos con temática de gatos, que pasaba los días recluido en su casa dibujando y viendo películas de Vincent Price. Su talento fue reconocido por una compañía local de recolección de basura, que seleccionó el póster diseñado por el chico como ganador de un concurso. Luego de terminar la prepa, el muchacho estudió en el California Institute of the Arts y, tras graduarse, consiguió trabajo como animador para Disney.
    Su talento, su extraña y pueril afición por lo macabro y lo extravagante, su particular visión del mundo, y un montón de buena suerte lo llevaron a sobresalir entre sus colegas y a forjarse una carrera como director de cine por mérito propio, para convertirse en uno de los cineastas más influyentes de los últimos treinta años.
    No tengo reparo en decir que, hasta principios de la década pasada, Tim Burton fue uno de mis directores favoritos. Y si ha dirigido cintas insufribles como El planeta de los simios (2001) o Sombras tenebrosas (2012), lo compensa con obras maestras como Ed Wood (1994), El gran pez (2003) o Frankenweenie (2012).
    Y no es secreto para nadie que uno de los eventos más atesorados por el niño grande que era Tim Burton en su etapa de autor era la Navidad, por lo que es parte fundamental de muchas de sus películas. Por alguna extraña razón, sus cintas rara vez son incluidas dentro de la programación navideña de las cadenas de televisión, lo que me parece una lástima. Así que, como una especie de tributo, reivindicación o lo que sea que un humilde servidor pueda hacer en favor de Tim Burton, aquí presento comentarios sobre tres de sus películas que suceden en Navidad.


1.- El joven manos de tijera (Edward Scissorhands, 1990)
El cuarto largometraje de Burton y el primero producido por 20th Century Fox es un cuento de hadas contemporáneo inspirado en un dibujo que hiciera Burton cuando adolescente y que definirá elementos clave en la propuesta del director. La estética es tan sólida que hasta el logotipo de la Fox se ve influido por ella.


    La cinta cuenta la historia de una encantadora familia de la idílica, plástica y uniforme suburbia estadounidense de color pastel cuya madre, la bonachona Peg (Dianne Wiest en un papel que yo juraría que hizo Diane Keaton), es una vendedora de cosméticos de puerta en puerta (OK, OK, específicamente de Avon) que está teniendo un mal día. Agotados todos los recursos, Peg decide explorar una olvidada y tétrica mansión en los límites del vecindario. Allí encontrará a Edward (Johnny Depp en el papel con el que empezó a jugar en las “Ligas Mayores”), un peculiar y cándido hombre artificial con tijeras en vez de manos, y lo llevará a vivir con ella. Edward será la estrella del vecindario; pero poco a poco la frívola e hipócrita suburbia mostrará su verdadera cara y el único consuelo de Edward será la joven hija de Peg, Kim (Winona Ryder en su segunda colaboración con el director)... si es que logran estar juntos.


     La influencia de Frankenstein es más que clara en esta película; pero más clara aún es la figura del Héroe Romántico Burtoniano (en adelante, HRB) que termina de tomar forma en ella. El protagonista de las historias dirigidas por Burton será un soñador y un idealista cuyos sueños lo han convertido en un marginado social que difícilmente puede funcionar en el mundo real. La proyección del autor es evidente.
    En el caso particular de esta cinta, Edward se convierte en un intruso en el mundo perfecto ‒filmado en locación en Tampa, Florida‒ lleno de color y música de Tom Jones, en el que los vecinos se reúnen en amenas parrilladas hawaianas en sus patios traseros. Edward parece encajar muy bien; pero todo es una ilusión que pronto se resquebrajará gracias a los chismes y las maledicencias. Así, la suburbia sacará lo peor de Edward, cuando es forzado a encajar en el molde, obligado a pensar y a sentir como una persona “normal” y a llevar la rutina clasemediera.


    Está también muy presente la influencia de otras cintas como El gabinete del Dr. Caligari (Wiene, 1920), Las mujeres perfectas (Forbes, 1975) o el ciclo de Edgar Allan Poe dirigido por Roger Corman y protagonizado por el inmortal Vincent Price. Y como sentido tributo a Price, Burton lo invitó a participar en esta película, que sería la última que harían antes de morir, en el papel del inventor.
    También me gusta el guiño a La novia de Frankenstein (Whale, 1935). En la cinta de Whale, la ropa de la Creatura de Frankenstein se va deteriorando con el tiempo. En esta película, la ropa de “civil” de Edward también se va destruyendo conforme regresa al mundo en el que se encontraba recluido y hasta las esculturas de jardín que creara empiezan a crecer sin control adquiriendo un aspecto feral.


    La película es encantadora, la música de Danny Elfman insuperable, los efectos especiales bastante buenos y la fotografía, excelente. Burton retoma la obsesión con las maquetas que le conociéramos en Beetlejuice, el súper fantasma (1988) y los efectos logrados con pintura mate lucen convincentes.


    Mención aparte merece el mismo Edward, cuyas manos fueron creadas por el Gurú de los Animatrónicos, Stan Winston. Para Winston, crear al personaje representó todo un reto, pues sus diseños siempre habían buscado ser realistas y funcioanles; pero en el caso de Edawrd, debía verse fantástico y estilizado. Un acertijo en sí mismas representaron las manos de tijeras, que Winston resolvió así:
Normalmente, cuando haces el movimiento de una tijera, lo haces de costado, con tu mano y los dos primeros dedos paralelos al piso. Pero mientras más veía mis dedos, me di cuenta de que para hacer que las hojas se movieran más libremente, tendrián que hacer ese movimiento de tijeras apuntando hacia arriba, perpendicular al piso. Ése era un movimiento mucho más natural para los dedos y sería un movimiento mucho más orgánico para las cuchillas.[1]     
    Aunque en términos generales me parece una buena película, nunca ha dejado de estar entre mis favoritas y la escena de Kim bailando en la nieve está de antología, la cinta tiene sus fallos.


     La narrativa es redundante y en más de una ocasión se siente que la cinta, de dos horas de duración, podría ser más corta. Además, la historia se siente fragmentada. La escena de la muerte del inventor funciona mucho mejor como una escena aislada que como parte del todo además de que, aunque es clara la intención de relacionarla con la escena que sucede en el presente, siempre me ha parecido que entra tarde a la película.


     Las actuaciones son un tanto disparejas. En términos generales, la caracterización de todos los personajes es buena; pero las interpretaciones no lo son siempre. Tanto Ryder como Depp dejan qué desear en algunas escenas, mientras que en otras están increíbles. La breve intervención de Price es memorable y Wiest está maravillosa.


    Del mismo modo, la puesta en escena creo que es poco afortunada y la gran mayoría de los stunts apenas si funcionan. Prácticamente todas las escenas de acción tienen un aire de inverosimilitud que es muy apropiado para ambientar la suburbia; pero no para secuencias en las que debe parecer que los personajes se encuentran en peligro. También es interesante que, apenas con cuatro películas, Burton ya comenzara a repetirse a sí mismo y que la escena climática de la cinta suceda en lo alto de una torre ruinosa, al igual que pasara en Batman (1989).


    Finalmente, la aventura (o desventura) de Edward en el mundo del consumismo, la burocracia y la doble moral resulta en una fábula para toda la familia cuya moraleja la coloca atinadamente en el repertorio navideño del Cinéfilo Incurable. En este cuento, la Navidad se presenta como una época de ilusión e integración en la que los sueños podrían hacerse realidad.




 2. Batman regresa (Batman Returns, 1992)
Recuerdo muy bien el enorme éxito de la primera adaptación fílmica del Hombre Murciélago. En gran medida, puede entenderse como un antecedente del boom de películas de superhéroes que vivimos actualmente. También recuerdo que fue muy criticado el que la película prácticamente mandaba a la goma el tono camp de la serie de TV de los 60 que, si bien es repudiada por muchos, fue el medio a través del cual Batman se convirtió en parte de la cultura popular.


     Así pues, esta segunda entrada en la saga cinematográfica del Caballero Oscuro es, en mi opinión y con perdón del videojuego Arkham City (Rocksteady, 2011), el intento mejor logrado de mezclar el tono oscuro y la atmósfera noir de los cómics originales de Batman con el tono camp e infantiloide de la serie de TV. Y de ahí que uno de los villanos de la cinta tenga un ejército de pingüinos equipados con lanzamisiles a control remoto, esbirros disfrazados de payasosque salen de una caja de regalo gigante, un paraguas-ametralladora o un vehículo con forma de patito de hule gigante. También, aunque es menos notorio, la cinta tiene bastante influencia del serial cinematográfico Batman & Robin de 1949.


    La temporada navideña lleva a Ciudad Gótica (que era como le llamábamos en mis tiempos a Gotham City) y el ambicioso empresario Max Shreck (una obvia referencia a Nosferatu, interpretado por Christopher Walken) trata de manipular al alcalde para que apruebe la construcción de una planta energética que le traerá enormes beneficios a su empresa. Ante la negativa del alcalde, Shreck saca de las sombras a una leyenda urbana: un fenómeno de circo psicótico conocido como el Pingüino (Danny DeVito en el papel que nació para interpretar) quien, como líder de la banda criminal del Circo del Triángulo Rojo aterroriza Gotham en una campaña de desprestigio contra el alcalde. La secretaria de Shreck, la nerda y perdedora Selina Kyle (Michelle Pfeiffer) descubre los planes de su patrón, por lo que éste la asesina. Con lo que no contaba Shreck era con que Kyle sería inexplicablemente (y de verdad quiero decir inexplicablemente) resucitada por gatos callejeros para convertirse en la vengativa y letal Gatúbela (así le decíamos a Catwoman, quien hasta Enchantress en Escuadrón suicida [Ayer, 2016], el único personaje auténticamente sobrenatural en el universo fílmico de Batman). Ahora, sólo Batman podrá salvar a Gotham City de este caos argumental.
    Y sí, si leen la sinopsis anterior con un ojo crítico, notarán que algo falta... ¡Acertaron! Sólo Burton con su habilidad narrativa de niño de cuatro años sería capaz de dirigir una película de Batman en la que sale sobrando Batman. Claro que también se necesita el genio del Burton pre-Sleepy Hollow para hacerla funcionar.


    Como resultado de dicha narrtiva, el ritmo de la cinta es frenético. Todo el tiempo están sucediendo cosas en la pantalla, todo el tiempo está pasando algo y da la impresión, quizá bien fundada, de que si uno despega la vista de la pantalla por un par de minutos se perderá de algo. Aun así, el guión llega a ser flojo en algunas partes.


    Los personajes son muy interesantes. Cómo Burton toma a dos de los villanos más populares del Hombre Murciélago y los transforma en su propia fauna es digno de mención. Además, hay un factor nuevo que no había aparecido en la cinta anterior: el de la identificación. Batman se siente identificado con sus enemigos, lo cual le hace más difícil vencerlos. Por un lado, se identifica con Gatúbela en cuanto a que ambos necesitan usar máscaras para llevar a cabo sus respectivas venganzas y con el Pingüino en cuanto a que viene de una familia acaudalada y tuvo que crecer sin sus padres; de hecho, me parece que en esta peli, Batman ve al Pingüino como un alter ego, como el Batman que no fue.


    Por no mencionar que los tres personajes son inadaptados sociales que rayan en lo psicopático. Más aún que en la cinta anterior, Bruce Wayne es presentado como una persona disfuncional en sociedad, por no mencionar que es completamente incompetente en una relación romántica. El Pingüino es una criatura deforme, cruel y salaz cuya lascivia lo vuelve fácilmente manipulable, y Selina Kyle es una mujer subyugada que vive con miedo de alzar la voz más allá de un susurro.


    En esta ocasión, las caracterizaciones mandan a la goma el realismo ‒sólo hay que ver la peluca y las cejas “encanecidas” de Walken‒ y son completamente expresionistas. Llama sobre todo la atención el maquillaje del Pingüino, cuyo diseño es una referencia clara al Dr. Caligari. Este maquillaje fue creación del Stan Winston Studio, quienes también crearon botargas animatrónicas de pingüinos para ser utilizadas al lado de aves reales en varias secuencias de la película… los pingüinos piloto son reales, los pingüinos emperador, actores disfrazados.


    Aunque siempre me pregunté ¿Por qué hay animales en el zoológico abandonado?
    El zoológico, así como otras tantas locaciones de Gotham City fueron creados gracias a la magia de las maquetas, a la que tan afecto era Burton. Y aunque algunas tomas de establecimiento sí se ven muy de estudio, en general Gotham City luce bien y con la Gotham Plaza, que es una referencia obvia al Centro Rockefeller de Nueva York, se ve aún más metropolitana. Mucho debate ha habido en torno a cuál película es más oscura, si ésta o la primera. Personalmente, creo que la primera es más oscura en cuanto a la temática; mientras que en esta segunda parte la estética es más oscura. Esta propuesta estética sería retomada por la serie de TV Batman, la serie animada (1992-1995) y sería conocida cariñosamente como Dark Decó.


    Batman regresa es una gran película y durante mucho tiempo fue considerado el epítome de las películas de superhéroes... aunque en realidad es bastante trágica y se toma bastantes licencias con los personajes y la historia, y entre ella y la primera no creo que pueda escoger una favorita. Es mucho mejor si uno obvia huecos argumentales como la ya mencionada resurrección de Selina Kyle, la pistola que aparece mágicamente en el fondo del estanque de los pingüinos, que la sangre del Pingüino es verde, o que la banda del Circo del Triángulo Rojo posea los conocimientos y las herramientas para armar y desarmar el Batimovil... y si uno ignora que en la escena en la que visita el cementerio, el Pingüino patea una lápida y ésta se tambalea porque seguramente la hicieron de espuma de poliuretano.


    Pero es que también hay escenas memorables como el baile de máscaras ‒porque no puede ser una película de Batman si no hay una escena de una fiesta, ¿cierto?‒ en la que ocurre la anagnórisis de Kyle y Wayne al ritmo del tema musical Face To Face, de Siouxie and the Banshees, o aquélla en la que Gatúbela se come un canario ‒por cierto Pfeiffer, por pura improvisación, sí se metió un ave en la boca durante la filmación de la escena‒, o frases memorables como “El muérdago puede ser mortal si los comes. / Un beso puede ser más mortal si viene del corazón.” O el Pingüino gritando enloquecido “¡No soy un ser humano! ¡Soy un animal!” en una parodia de El hombre elefante (Lynch, 1980).
    En esta cinta, la Navidad aparece como la materialización del espíritu consumista y el ansia de poder.




3. El extraño mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas, Henry Selick, 1993) 
Aunque como tal Tim Burton no dirigió esta cinta, escribió el poema original en el cual se basa, levantó todo el proyecto y lo mantuvo bajo su estricta supervisión desde el año 1990. No pudo dirigirla por su apretada agenda. Originalmente, la narración del principio la haría Vincent Price, pero el actor falleció antes de poder grabar la pista, por lo que la tarea recayó en Patrick Stewart.


     Ya habíamos dicho que a Tim Burton le gustaban las maquetas y vaya si lo demostró en esta cinta. La tarea de crear el primer largometraje completamente animado con la técnica de Stop-Motion ‒en realidad hay un par de tomas en Live-Action‒ fue una labor titánica sin precedentes que requirió del trabajo de 100 artistas durante 3 años y que inspiraría a muchos cineastas de nuestros días... y, por si esto fuera poco, además es una película musical con canciones originales escritas por Danny Elfman.


    La extraña película nos cuenta que existen diferentes reinos para las diferentes festividades del año. Un Reino para Pascua, uno para el Día de Acción de Gracias, etc. Luego de la magna celebración de Noche de Brujas, Jack Skellington (voz de Chris Sarandon cuando habla y de Danny Elfman cuando canta), el rey de Halloweentown, se siente harto y aburrido y, vagando por las afueras del reino, conoce la Tierra de Navidad. Jack queda maravillado con lo que ve y regresa a Halloweentown con la idea de celebrar la Navidad. Para tal fin, Skellington pondrá a trabajar a los habitantes del pueblo en no intencionalmente macabras versiones de regalos de Navidad, secuestrará a Santa Claus (voz de Ed Ivory) ‒cuyo nombre a él le suena a San Atroz‒ y usurpar su lugar. Por supuesto, las exóticas ideas de Jack no podrán terminar en nada bueno.


    Recuerdo haber dicho alguna vez que Donnie Darko (Kelly, 2001) era LA película de culto. Aún lo creo, pero me parece que sí se echa un tète a tète con El extraño mundo de Jack. Hasta donde yo recuerdo, si bien no fue un fracaso, esta película no tuvo éxito en taquilla, con todo y que en EE.UU. estuvo en exhibición durante prácticamente dos meses ‒dese Halloween hasta Navidad‒ y en nuestro país ni siquiera se proyectó en cines fuera de algunas salas de arte regadas por ahí. La película sí se distribuyó en video y recuerdo que en mi videoclub local primero la habían catalogado en la sección de Terror, luego la movieron a Infantiles y finalmente la ubicaron en Familiares. Si eso no es un ejemplo de una película a la que le cuesta trabajo encontrar su público, no sé qué lo haga.


    También, según recuerdo, esta película se hizo famosa hasta que salió el DVD conmemorativo del décimo aniversario, así como un montón de merchandising.   
    El protagonista de esta peli es un HRB que, como todos los que aparecen en esta lista, trata de hacer a los demás un bien que no son capaces de entender. Es así que termina convirtiéndose en un paria en una macabra parodia de Cómo el Grinch robó la Navidad (Jones y Washam, 1966). Ése es otro punto interesante: a pesar de que la cinta está más orientada hacia los niños, no por eso deja de ser oscura.


    Nuevamente, la deficiente narrativa de Burton termina convirtiéndose en un recurso estilístico de la cinta. La subtrama del romance entre Sally (voz de Catherine O’Hara, a quien seguro recuerdan como la mamá de Kevin McCallister en Mi pobre angelito [Columbus, 1990]) y Jack se siente fuera de lugar y algo gratuita, y el villano de la cinta, Oogie Boogie (voz de Ken Page) se siente forzado y su aparición es tardía. De hecho, la secuencia en la que Jack rescata a Santa Claus y a Sally de las garras de Oogie Boogie ‒¿Oogie Boogie es el Viejo del costal?‒ se siente añadida... y ahora que lo pienso... ni siquiera explican cómo se salvan de la máquina en la que están amarrados, sólo de repente son libres y ya. En realidad, la película termina cuando Jack es derribado en el cementerio y, francamente, lo que pasa después aporta poco. Casi parece que sintieron o que la película era demasiado corta, o que de verdad tenía que haber un villano. Sea como fuere, Oogie Boogie es un gran personaje, lástima que esté de “sobrino”.


    Al igual que en Batman regresa, en esta película suceden muchísimas cosas. La diferencia es que Batman regresa dura dos horas y esta película, 76 minutos.


    Del mismo modo que otras cintas de Burton, ésta está plagada de referencias cinéfilas que se dan vuelo con los habitantes de Halloweentown. Además de los vampiros, hombres-lobo, momias y otros monstruos, también hay un monstruo de la Laguna negra, un hombre derretible, una estatua de El grito y… ¿Ese cíclope es una referencia a Santo y Blue Demon contra los monstruos (Martínez Solares, 1970)?


    El extraño mundo de Jack es una película entrañable que en algunas regiones se ha convertido en un clásico de Navidad del calibre de Cómo el Grinch robó la Navidad o Una Navidad con Mickey (Mattinson, 1983), en la que el autor nos invita a ser niños de nuevo y re-descubrir esta festividad, no por aquello que simboliza; sino por lo que provoca. Nos comparte esa infantil capacidad de asombro que quizá ya hemos olvidado de la mano de personajes memorables ‒¿Quién no ama a Lock (Paul Reubens), Shock (Catherine O’Hara) y Barrel (Danny Elfman), los niños de Oogie Boogie?‒ y con pegajosas canciones.


    Hablando de pegajosas canciones, no dejen de echarle un ojo a Nightamre Revisited, un disco publicado en 2008 por Walt Disney Records con motivo del 15 aniversario de la cinta y que incluye covers de los temas de la película interpretados por artistas como Korn, Marilyn Manson, los Plain White T’s o Rise Against.







[1] WINSTON, Stan, citado en Duncan, Jody, The Winston Effect: The Art and History of the Stan Winston Studio, Titan Books, Londres, 2006. P.121. La traducción es mía.

martes, 13 de diciembre de 2016

TERROR EN EL CENTRO COMERCIAL. También conocida como "Robots asesinos"


TERROR EN EL CENTRO COMERCIAL (T. del A.)
Que es como me gustó llamarle a la película que en nuestro país no tiene título oficial, pero en España se tituló Robots asesinos y que, desde su re-estreno, se llama oficialmente Chopping Mall.

Jim Wynorski, 1986

Existen dos versiones de esta cinta. La versión original que se estrenó en cine y se distribuyó en video con una duración de 77 minutos, y la versión para TV con 95 minutos de duración. La diferencia son escenas extendidas ‒que le dan al traste al ritmo de la cinta‒ de los personajes de Ferdy y Alison conversando y mirando televisión, y tomas aéreas de establecimiento al exterior del centro comercial. La versión para TV nunca fue lanzada a la venta en formato casero.

¡Ah, las películas de videoclub tienen ese je ne sais quoi que me fascina! Sus portadas sugerentes pintadas con aerógrafo, sus títulos extraños prometiendo un nivel dudoso de calidad; sus creativos, aunque poco logrados monstruos, sus malas actuaciones y sus muy agradecidos desnudos gratuitos. Digo, porque claro que había muchas películas de gran presupuesto en los videoclubes; pero había muchas más que o se filmaban específicamente para ese “selecto” mercado o que se hacían famosas de renta en renta. Éste último es el caso de Terror en el centro comercial.


    Esta peli, producida por la compañía independiente Concorde, propiedad el Zar de la Serie B, Roger Corman, cuenta la historia del centro comercial Park Plaza Mall. El nuevo sistema de seguridad del Park Plaza consiste en una flotilla de robots provistos de armamento de alta tecnología que neutralizará a cualquier posible asaltante. La noche en que son puestos en funcionamiento los robots, un grupo de empleados decide quedarse después de la hora de cierre para armar una alocada fiesta. Por desgracia, un rayo alcanza la computadora central que controla los robots, convirtiéndolos en máquinas asesinas que identifican como amenaza a cualquiera que se les ponga enfrente.


    No hace falta mucho seso para darse cuenta de la evidente influencia de la obra maestra de James Cameron, El exterminador (1984), en esta cinta. Incluso la Final Girl, Alison (Kelli Maroney), tiene cierto parecido con Linda Hamilton y está vestida de manera similar a como lo hacía el personaje de Sarah Connor. Y quizá los Killbots no tengan el carisma de Arnold Schwarzenegger, pero su diseño está padre y se ve muy de los 80. Me recuerdan a Número 5, el robot de la película Corto circuito (Badham, 1986), pero malvados… y en bajo presupuesto. Y ambas películas se estrenaron el mismo año... interesante.


    La película originalmente se llamó Killbots, pero le cambiaron el título por el juego de palabras Chopping Mall después de re-estrenarla debido a una pésima recepción en taquilla. De hecho, en varias escenas, los personajes se refieren a los guardias de seguridad robóticos con el término “Killbots”. Éstos fueron construidos y operados por Robert Short, artista de efectos especiales que colaboró también en películas como Viaje a las estrellas (Wise, 1979) y E.T. el extraterrestre (Spielberg, 1982).
    Los efectos especiales son muy buenos en algunas escenas, como en la que le vuelan la cabeza a una chica con un disparo de plasma; en otras son terribles, como la muerte del personaje de Barbara Crampton dizque incinerado... ¡y se nota a leguas que es un doble!; o la muerte del personaje de Dick Miller, el actor fetiche de Roger Corman a quien seguro recuerdadn como el Sr. Futterman en Gremlins (Dante, 1984), que es verdaderamente hilarante. 


    Y, hablando de Roger Corman, esta película no tiene el mayor empacho en ser auto-referencial. En el restaurante de hamburguesas en el que trabajan dos de los personajes, las paredes están tapizadas con películas de Concorde, New Concorde y New World, compañías del mencionado Corman ¿Vieron el poster de La galaxia del terror (Clark, 1981)? Por si fuera poco, en una escena podemos observar que los personajes ven por televisión otra película de Corman: El ataque de los cangrejos gigantes (Corman, 1957). En otra escena, una de las víctimas de los Killbots trata de detener a su agresor gritándole “¡Klaatu barada nicto!”, una obvia referencia a El día en que paralizaron la Tierra (Wise, 1951)... en la que Corman no tuvo nada que ver, pero como chiste local está bueno.


    Como puede advertirse pues, esta película no se toma a sí misma demasiado en serio y creo que tampoco deberíamos hacerlo nosotros. Digo, aunque uno de verdad lo intentara, es difícil tomarse en serio una película en la que los robots disparan plasma acompañado por el cómico efecto de sonido que se usara para los rayos de las naves invasoras en La guerra de los mundos (Haskin, 1953). El efecto es tan hilarante que Tim Burton lo utilizó para las armas marcianas en su comedia Marcianos al ataque (1996).


    Además, la cinta tiene elementos abiertamente cómicos. Como el intro, que describe la frenética vida de la clase media estadounidense de los 1980 en un centro comercial y que me pareció de antología. Seamos justos, a pesar de su guión chafa, la película tiene un cierto subtexto. Bueno, básicamente se piratea la crítica social de El amanecer de los muertos (Romero, 1979), sobre el consumismo y que no necesitas nada más si estás en un centro comercial; pero aun así es efectiva... y un poco más light. Digo, creo que la edad de oro de los centros comerciales puede ubicarse desde finales de los 70 hasta finales de los 90, por lo que la crítica parece acertada.
    La mayor parte de la película fue filmada en locación en el centro comercial Sherman Oaks Galleria, en el centro de Los Ángeles. Algunas otras escenas fueron filmadas en estudio.


    Si el guión es malito, las actuaciones no son mucho mejores; pero al menos se dejan ver... o dan risa. Incluso la hermosa Barbara Crampton está mejor en otras películas malitas como Herbert West, Re-Animador (Gordon, 1985) o, la que a mi gusto fue la mejor actuación de su vida, El perfil del Diablo (AKA Re-Sonator, Gordon, 1986)). ¡Ah! ¿Qué sería de las películas de videoclub sin las escenas topless de Barbara Crampton?
    Lo que sí es muy bueno es el soundtrack. Compuesto por Chuck Ciriano en un estilo SynthPop que suena tan a película de serie B de los 80, con ciertos guiños al tema de El exterminador. Increíblemente, este soundtrack en su forma de álbum apenas fue lanzado a la venta como un LP en años recientes.



    Así pues, si uno no está en ánimos de ver una película densa; sino entretenida, Terror en el centro comercial es una gran opción. Es divertida, entretenida, alocada y algo ramplona; pero lo bueno de no prometer mucho es que no decepciona a nadie. Además, por si uno empezara a aburrirse, hay un par de desnudos casi interesantes. No es ninguna joya del Séptimo Arte, pero sin duda es una cura infalible contra el aburrimiento; en especial si uno no es tan quisquilloso como para que le moleste que en la escena de la tienda de mascotas, a pesar de escucharse una barahúnda de animales, las jaulas están vacías.

PARA LA TRIVIA: Los Killbots fueron construidos en su mayoría con piezas reutilizadas de sillas de ruedas y bandas transportadoras. Debido a las restricciones de presupuesto, pocos efectos visuales fueron usados para los robots; casi todas las acciones que realizan fueron ejecutadas en vivo frente a cámara. 

Guión
0
Dirección
1
Actuación
0
Fotografía
1
Música
2
TOTAL
4