LA
SAGA DE FREDDY
A mediados de la década de
los ochenta, películas horribles como Halloween III: El imperio de las brujas (Wallace, 1982) o Viernes 13: El capítulo final (Zito, 1984) nos confirmaban que la
moda de las películas slasher
inaugurada por la quintaescencial Lamasacre de Texas (Hooper, 1984) había dado todo lo que tenía que dar. Sin
embargo, una película independiente y de bajísimo presupuesto —como la obra de
Hooper misma— vino a darle nueva vida al género; una que le duraría
prácticamente otro lustro.
Wes Craven, escritor y director de la
cinta, había comenzado su carrera fílmica como editor para, años después,
probar suerte como director. El horror no fue su primera elección, pero
demostró tener gran talento y sensibilidad para este género con el estreno de
su primera película: La última casa a la
izquierda (1972).
La trama de esta polémica película gira en
torno a una banda de delincuentes que torturan, violan y asesinan a dos jóvenes
inocentes para después, de manera fortuita, refugiarse en la casa de los padres
de una de ellas. La cinta se volvió un éxito inmediato en los círculos de cine
de serie B, y la controversia causada por su violencia explícita y su apología
de la venganza contribuyeron a elevarla
al estatus de obra de culto.
La siguiente película dirigida por Craven
fue otra de horror (bueno, hubo una entre estas dos, pero por ser prácticamente
pornografía la firmó con pseudónimo). La
colina de los ojos malditos (1977) —oficialmente, así se titula The Hills Have Eyes en México, me vengo
enterando— es, de hecho, una variación sobre el mismo tema. Me refiero a que
las tres primeras películas de horror del director hablan sobre la familia.
En La
colina de los ojos malditos una familia de vacacionistas se pierde en una
zona del desierto de Nuevo México donde el Ejército probó armas nucleares y
donde la radiación ha causado que los habitantes de la zona muten en caníbales
deformes. Que son una familia. Finalmente, el subtexto de esta cinta gira en
torno a la contraposición de los valores inculcados entre ambas familias.
PESADILLA
EN LA CALLE DEL INFIERNO
A Nightmare on Elm Street
Wes Craven, 1984
Finalmente, la tercera cinta
dirigida por Craven es, en cierto sentido, más oscura.
En esta peli nos cuentan la historia de
Nancy Thompson (Heather Langenkamp) y sus amigos del vecindario (y de la
escuela, incluyendo a un Johnny Depp de 20 años que nos demuestra que hasta él
tuvo que tomar clases de actuación), quienes empiezan a ser atacados en sus
sueños por un misterioso personaje que los asesina mientras duermen.
Uno a uno, los chicos de la calle Elm van cayendo presas del avatar onírico de Fred Krueger, un violador y asesino de niños que fue quemado vivo por los padres de familia de la calle Elm años atrás, y que ahora ha vuelto para vengarse de ellos atacando a sus hijos en el único sitio donde no pueden protegerlos: sus sueños.
Uno a uno, los chicos de la calle Elm van cayendo presas del avatar onírico de Fred Krueger, un violador y asesino de niños que fue quemado vivo por los padres de familia de la calle Elm años atrás, y que ahora ha vuelto para vengarse de ellos atacando a sus hijos en el único sitio donde no pueden protegerlos: sus sueños.
Como lo he dicho siempre: las buenas
películas de horror (o terror, según el caso) son en realidad metáforas de otra
cosa. Pesadilla en la calle del Infierno
habla de un tema muy particular que comúnmente llega en la adolescencia —bueno,
a unos antes y a otros después—: el momento en el que descubres que tus papás
te mienten. Y es por esto que digo que esta cinta es más oscura que sus predecesoras
en una lectura más profunda.
A final de cuentas, Nancy y sus amigos no
estarían muriendo si sus padres les hubieran contado la verdad sobre Krueger;
pero en vez de ello, intentaron ocultarlo todo y fingir que nunca pasó.
Asimismo, son los niños quienes están pagando por los crímenes de los padres.
La génesis de la película viene desde años
antes, cuando Wes Craven comenzaba a escribir guiones de horror y, mientras se
documentaba, se encontró con un artículo que hablaba sobre el caso de un niño
que evitaba dormir porque, según le dijo a sus padres, alguien en sus sueños lo
perseguía. Después de un tiempo, los padres sedaron al niño para que pudiese
dormir y evitar que sufriera un colapso nervioso; pero a la mañana siguiente,
el chico amaneció muerto, según reveló la necropsia, debido a un paro cardiaco
ocasionado por un profundo e intenso terror.
De inmediato Craven supo que en esta
historia había potencial para una gran película de terror y no se equivocó. El
director hizo suya la idea y la convirtió en algo personal, nombrando a su
villano Fred Krueger, que era el nombre del niño que lo buleaba en la escuela
(de hecho, este elemento se encuentra también presente en La última casa a la
izquierda, donde el nombre del líder de la banda de criminales es Krug y el de
su hijo, Fred).
Por desgracia, una cosa es tener una gran
idea para una película y otra, muy diferente, vender esa idea. El guión de
Craven fue rechazado por prácticamente todos los grandes estudios por
considerarlo demasiado extraño y confuso.
El único productor interesado en realizar
el guión era Robert Shaye, quien representaba a la productora independiente New
Line Cinema (en ese momento Craven no lo sabía, pero la compañía eran en
realidad Shaye y su esposa trabajando desde la oficina montada en su garage). Y
por desgracia, aunque el productor estaba muy interesado en el proyecto, no
tenía el dinero para financiarlo; así que se pasó más de un año dándole largas
a Craven en lo que lograba reunir fondos.
La preocupación de Shaye no era para menos,
pues la cinta contaba con casi una escena de efectos especiales por página del
guión que, a la postre, acabaron con el presupuesto. Para el momento de
terminar el rodaje Shaye afirma que se despedía de todo el crew pensando para
sus adentros: “Dios mío, que por favor no se enteren de que no tengo dinero
para pagarles mañana.” Los últimos días de filmación fueron pagados gracias al
dinero que Shaye le pidió prestado a un amigo suyo (quien, por cierto, jamás
creyó que recuperaría dicho dinero).
Por
supuesto, gran parte del éxito de la película se debe a la actuación de Robert
Englund como Fred Krugger. El actor llevaba más de diez años de carrera frente
a las cámaras cuando hizo esta película, y sus créditos incluían la película de
horror de Tobee Hooper Trampa mortal (1977,
el redneck dueño de un hotel en las
carreteras de Texas es en realidad un asesino serial que tiene de mascota un
cocodrilo al que alimenta con los restos de sus víctimas… ¡Eso es cine, chingá!)
y la serie de televisión V: Invasión
extraterrestre (1983-1984), con la que había ganado cierta fama. Sin
embargo, fue su trabajo en Pesadilla…
lo que lo elevó al Olimpo del cine.
Y precisamente fue el trabajo de Englund el
que supo sacar provecho de dos elementos que caracterizarían a Kueger y que lo
convirtieron en el icono del cine de horror que es ahora.
Por principio de cuentas está el maquillaje
creado por David H. Miller. El artista se documentó exhaustivamente revisando
fotos de víctimas reales de quemaduras e ideó un maquillaje innovador compuesto
por más de una decena de prostéticos que se aplicaban en dos capas. La primera
representaba los músculos expuestos de la cara del actor y la segunda, que se
colocaba sobre la primera, representaba la piel chamuscada; así, ambas capas se
movían de forma independiente, dando un efecto único al rostro de Freddy.
El segundo elemento es la terrorífica garra
de acero que Freddy utiliza en la mano derecha. Este prop se diseñó para que
realmente pareciera algo que un asesino serial fabricaría en su cochera y se
convirtió en el símbolo del personaje desde el poster de la película.
La producción fabricó tres garras
diferentes: una de plástico para las escenas de acción, una de metal sin filo
para las tomas abiertas y una más, de acero afilado, para los primeros planos. Sin
embargo, como lo relata Langenkamp, con frecuencia se les olvidaba hacer los
cambios y justo al terminar de filmar una escena se daban cuenta que todo el
tiempo Englund trajo puesta la garra afilada.[1]
La película se convirtió rápidamente en un
éxito y en todo un referente de la cultura popular. Generó cinco secuelas, un
spin-off, un crossover con la saga de Viernes
13 y un remake (aunque ninguna de estas películas alcanzó la calidad de la
primera), dos videojuegos (uno para arcadia bastante decente y otro para NES,
muy malo), cinco series de cómics y una serie de televisión de 3 temporadas,
además de toneladas y toneladas de merchandising.
PARA
LA TRIVIA: La primera vez que Robert Englund se probó el guante de
Freddy se hizo una profunda cortada en un dedo.
PESADILLA
EN LA CALLE DEL INFIERNO 2: LA VENGANZA DE FREDDY
A Nightmare on Elm Street 2:
Freddy’s Revenge
Jack Sholder, 1985
Una amiga mía decía que en
tu colección de Pesadilla en la calle del
infierno podías tener Freddy contra
Jason (Yu, 2003), quizá podías tener Lamuerte de Freddy: La pesadilla final(Talalay, 1991)... Pero no había justificación para tener Pesadilla… 2. Y es que si de películas malas hablamos, ésta seguro
perdería la competencia ¡Por mala!
El éxito avasallador de la primera parte generó
prácticamente de inmediato esta continuación hecha al vapor que fue ofrecida
originalmente a Wes Craven, quien la rechazó por dos razones: primera, no le
gusta hacer secuelas —y si uno ve La
colina de los ojos malditos parte 2 (1985) se dará cuenta de que además, en
ese entonces, no le salían— y segunda, leyó el guión y le pareció una
porquería.
Así pues, la tarea de dirigir esta madre
fue de Jack Sholder quien antes de esta cinta había dirigido solo una más,
también de terror, titulada Solos en la
oscuridad (1982). La películita es bastante mala y su único mérito, atractivo
o gancho de venta es juntar a tres actores consagrados en el género: Donald
Pleasence, Martin Landau y Jack Palance.
Así las cosas, ni siquiera el mismo Sholder
tuvo fe en este proyecto que parece haber estado muerto desde el inicio y al
que consideró apenas una chambita para
hacer sus pininos en el estudio. Alguna vez en entrevista el director dijo que “Hay
directores que se pueden expresar a través de una película de terror, como Wes
[Craven] y hay otros, como yo, que pueden expresarse a pesar de una película de
terror.” [2]
La película cuenta —o eso intenta— la
historia de Jesse Walsh (Mark Patton, aunque se sabe que los productores
querían a Michael J. Fox para el papel y que Brad Pitt y Chsristian Slater
audicionaron para él), un adolescente que se muda junto con su familia a la
antigua casa de Nancy Thompson. Ahí, leyendo el diario de la chica, se enterará
de su terrible historia y comenzará a tener horribles pesadillas con Fred Krueger,
mismas que traerán al asesino onírico de vuelta. Empero, esta vez Freddy no se
quedará sólo en el mundo de los sueños, sino que poseerá el cuerpo de Jesse
para llegar a nuestro mundo y satisfacer su sed de sangre.
De entrada el argumento no suena tan mal —y
hago énfasis en el “tan”— pero la construcción de esta cinta es francamente
estúpida. Dice Sholder que “cuando hicimos la segunda parte no sabíamos que
estas películas iban a crear un universo propio con reglas propias”[3]
¡No mames, Sholder! ¡No se trata de reglas,
se trata de sentido común! Es como el programa de TV de Jackson Galaxy, que no
debería llamarse Mi gato endemoniado,
sino Mis humanos estúpidos. Es obvio
que si pones a Freddy a perseguir chavos musculosos que miden veinte centímetros de altura más que
él no va a dar miedo, va a dar risa.
Y ya que toqué el tema… La escena de la
piscina. ¡Oh, por Cthulhu! La escena de la piscina. ¿Por qué Freddy ataca en
una pool party? Con hielo seco y estrobos en el agua, como no podía ser de otro
modo. Y farolitos chinos, y Barbies y Kens en ceñidos trajes de baño. Ya de por
sí esta escena es el clímax de una película que iba cuesta abajo; pero si eso
no fuera suficiente, está la toma del zarpazo. Esa toma que me hizo odiar esta
cinta desde la primera vez que la vi.
Freddy está matando muchachitos —de esos
prepos treintones de las películas gringas— y logra acorralar a uno de ellos
contra una reja. Krugger tira un zarpazo con su mano derecha al muchacho que
está frente a él; en la siguiente toma, el chico cae muerto al suelo con una
herida sangrante ¡en el lado derecho del rostro!
Y
hablando de eso, la genial garra de acero que Freddy usa en la primera parte,
desaparece en esta segunda. En vez de eso, las navajas salen directamente de
los dedos de Krugger y el maquillaje de éste es bastante inferior al de la
película anterior.
A
todos estos fallos deben sumársele las pésimas actuaciones de los dos
protagonistas y un elemento vital que Craven notó desde que leyó el guión por
vez primera: ¿Por qué hay tantas escenas diurnas de Freddy? Gran parte del
chiste de la primera parte es que nunca se ve claramente al asesino, quizá sólo
hasta el final de la cinta; pero en esta segunda parece que Krugger fue
embelesado por la magia de los reflectores.
Por desgracia, sí hay una razón por la cual
uno tendría esta porquería en su colección de Freddy, y peor aún, es
ineludible: generalmente la venden en paquete con la primera o tercera partes,
o con toda la saga, para que no haya pierde.
PARA
LA TRIVIA: La película mexicana Dimensiones
ocultas (Galindo, 1988) cuyo reparto incluye a figuras como Gaby Hassell, Helena
Rojo, Jorge Luke y Roberto Palazuelos es un plagio de Pesadilla… 2 que buscó
aprovecharse de la fama de esta saga.
Sí, así fue. Particularmente se refería a Langenkamp y Depp, que tenían 18 y 20 años al momento de la filmación.
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