LEYENDA
URBANA
Urban
Legend
Jamie Blanks, 1998
Para la segunda mitad de los
90, el subgénero slasher[1]
tuvo un muy marcado repunte. Esto debido enormemente a la influencia de la obra
del maestro Wes Craven Scream: Grita
antes de morir (1996), que rendía homenaje a la vez que satirizaba las
películas slasher de los 70 y 80. El
legado de Scream… se extendió como la
varicela en un jardín de niños y engendró películas similares de diversas
calidades. Entre esta nutrida legión llama la atención la cinta de la que
hablaré en esta ocasión: Leyenda urbana.
Seguro todos hemos escuchado una leyenda
urbana alguna vez. ¿No? ¿No escucharon de ese niño que logró dar una vuelta de
360° en el columpio? ¿Y qué hay de ese circo que se ponía antes en el terreno
donde ahora está su escuela? Bueno, pero seguro conocen a alguien que conoce a
alguien a quien le sirvieron una hamburguesa de rata en Burger
King/McDonald’s/KFC... ¿No? ¿De verdad? ¡Vamos! Les apuesto a que en su
vecindario o unidad habitacional hay una casa que todos saben que en realidad
es un burdel, aunque a nadie le conste. Bueno, ya. Supongo que no creen en ese
tipo de patrañas, como que hay gente desalmada que pone navajas de rasurar
entre los dulces que regala a los niños en Halloween, ¿verdad? ¿Y qué tal los
que ponen hojas de afeitar en los pasamanos de los juegos infantiles en el
parque?
Éstas son leyendas urbanas. Rumores
llevados al plano casi mitológico que se encuentran profundamente arraigados en
la cultura popular y que, con mayor o menor grado de verdad, suelen tener algún
subtexto precautorio o moralizante y cuya autenticidad jamás puede verificarse
pues siempre le pasan al amigo de un amigo.
Pues así como Scream… es un tributo a los slasher
films, Leyenda urbana lo es ‒lo
juro, me lo contó el primo de un amigo‒ a las leyendas urbanas.
La peli narra la historia de Natalie (la
hermosa Alicia Witt, cuya carrera por alguna extraña razón nunca acabó de
repuntar), una estudiante en la prestigiosa Universidad Pendleton en la que los
alumnos comienzan a ser asesinados brutalmente. El asesino trata de recrear
leyendas urbanas populares entre los jóvenes y parece estar ligado a una
leyenda urbana nacida precisamente en Pendleton veinticinco años atrás. Los
cadáveres se acumulan y Natalie corre una carrera contra el tiempo para
descubrir al asesino ¿Será el profesor de folklore que solía estudiar en la
Universidad (nuestro querido Robert Englund, o Freddy Krueger pa' los cuates)? ¿O el estudiante de periodismo
cuya ambición parece sobrepasar los escrúpulos (Jared Leto)? ¿O será que el
culpable no es otro sino el decano Adams (John Neville, a quien quizá recuerden
como el líder del Sindicato en Los expedientes X: Combate al futuro [Bowman, 1998])? Será mejor que Natalie
detenga al asesino antes de que la escuela se quede sin plantilla estudiantil y
de que ella protagonice su propia leyenda urbana.
En general se trata de una película
entretenida y divertida que prácticamente calca la fórmula de Scream... supongo que por eso es tan
eficiente. Del mismo modo que la obra de Wes Craven, Leyenda urbana juega al whodunit[2]
retando al espectador a que descubra al asesino antes de que sea revelado, en
una dinámica completamente heredada del cine giallo[3].
Si Scream…
jugaba con los clichés de las películas clásicas de slashers, esta cinta nos pone a adivinar ¿De qué leyenda urbana se
trata? Y es un juego divertido que retoma varios clásicos, como el maniático
con un hacha escondido en el asiento trasero del auto, o el asesino que llama
por teléfono a la niñera sola desde el desván de la casa ‒si recuerdan, esta
leyenda urbana ya había inspirado la película Residencia macabra, clásico slasher
(Clark, 1974) setentero‒, o una interpretación más o menos libre de Bloody Mary.
Además, si bien en los 90 hubo un
resurgimiento del slasher, los slashers noventeros engendraron su
propia colección de clichés. Por ejemplo, el elenco conformado por jóvenes y
bellos talentos como Michael Rosenbaum o Tara Reid antes de su cirugía plástica
desastrosa y no olvidemos a nuestra 90’s sweetheart, Rebecca Gayheart (a quien
quizá recuerden por Juegos peligrosos
(Stein, 1999)... o quizá no, nunca fue una película muy popular), o la escena
en la que cualquier personaje canta muy emocionado mientras conduce su
automóvil
Asimismo,
hay apariciones de actores icónicos del cine de horror de los 70 y 80
interpretando personajes secundarios, como el mencionado Englund, Brad Dourif
(a quien quizá recuerden por su papel de Grimma Wormtongue en El Señor de los Anillos: Las dos torres
(Jackson, 2002), aunque ascendió al Olimpo del cine de horror por ser la voz de
Chucky, el muñeco diabólico) o la bella Danielle Harris (veterana de la saga Halloween).
Parte esencial de un buen slasher es, por supuesto, la tradición
del asesino enmascarado iniciada por Leatherface en La masacre de Texas (Hooper, 1973) y que fue seguida con fervor por
películas como Halloween (Carpenter,
1978), El tren del terror (Spottiswoode,
1980) o Sangriento San Valentín
(Mihalka, 1981). En el caso de Leyenda
urbana, el homicida se siente un tanto falto de inspiración con su chamarra
encapuchada y googles para esquiar. Como una versión sin personalidad del
asesino de Sé lo que hicieron el verano pasado (Gillespie, 1997).
Y por supuesto, ¿qué película slasher se jacta de serlo sin una
secuencia de una chica pechugona corriendo en camiseta/escote? En este caso ese
honor le corresponde a la Reid.
Y ahora, quisiera hacer un comentario sobre
el contexto de la película. No me cansaré de decir que las películas de horror
son termómetros sociales muy confiables. De tal suerte, ¿notan que la mayoría
de los slasher de los 90 se
desarrollan en escuelas? ‒H20: Halloween20 años después (Miner, 1998) me viene a la mente‒. Los chicos de aquella
época estaban aterrados de ir a la escuela. Y no me refiero al miedo que nos da
la escuela a todos en algún momento u otro de la vida; sino a miedo de verdad.
Y es que en aquella época se dio mucha difusión a un problema que llevaba
tiempo cocinándose: los tiroteos en escuelas. Quiero decir, finalmente, estamos
hablando de la década que culminó con la Masacre de Columbine.
En un
sentido más profundo, esta película, al igual que la ya mencionada Scream o su cinta hermana Sé lo que hicieron el verano pasado,
hablan de un miedo mucho más universal: El miedo a la Universidad. Seamos
honestos, ¿quién durmió la víspera antes de su primer día en la Facultad?
Además, con esas universidades pijas que aún mantienen el sistema de internado
y que tan populares son en las películas estadounidenses, me imagino que la
experiencia debe ser bastante más aterradora.
En conclusión, ésta es una película
divertida y sin mayores pretensiones que lo mantiene a uno bastante entretenido
durante una hora y cuarenta minutos. Los asesinatos son más o menos ingeniosos
y con escenas bien logradas, y la dinámica de Scooby Doo que siguen la mayoría de las películas de la época fluye
de manera orgánica. Digo, sí es bastante malita ‒y no me hagan hablar de la
secuencia en la que el “cadáver” del personaje de Harris parpadea‒; pero
entretiene.
La popularidad de la cinta fue suficiente
como para engendrar dos secuelas Leyenda
urbana 2 (Urban Legends: Final Cut
[Ottman, 2000]) y Leyenda urbana 3 (Urban Legends: Bloody Mary [Lambert,
2005]) que más drásticamente que poco a poco, disminuyen su calidad y se alejan
del concepto original de la primera. Creo que un poco la idea detrás de las
secuelas era similar a la que tenía John Carpenter para la saga de Halloween: que cada peli fuera una
historia independiente que girara en torno a una leyenda urbana... sólo que a
nadie pareció importarle.
A modo de cierre: Las actuaciones son
mediocres en general ‒Gayheart raya en la caricatura en la escena climática de
la cinta‒ y quizá la mayor desventaja de esta película es que, cuando se la
compara con otras producciones como las que mencioné arriba, resulta bastante
inferior e incluso a uno le dan ganas de dejar esta película y ver las otras
y... ¿Saben qué? ¡Al demonio! Voy a ver Scream…
PARA
LA TRIVIA: No es casualidad que Alicia Witt, una actriz
mayormente de televisión (aunque era la hija de Cybill Shepherd en su sitcom y
cuando niña interpretó a Alia en la desafortunada Dunas [1984] de David Lynch), terminara con el rol protagónico de
esta película. El papel fue ofrecido a prácticamente todas las actrices
juveniles populares del momento, quienes lo rechazaron por una u otra razón. Así, una vez que Sarah Michelle
Gellar, Reese Whiterspoon y Melissa Joan Hart se negaron a interpretar a
Natalie, el personaje le fue ofrecido a Witt.
PARA
LA TRIVIA GEEK: Danielle Harris y Brad Dourif volverían a
compartir créditos, esta vez como padre e hija, en las Halloween de Rob Zombie.
EL
SPOILER: En realidad, la identidad del asesino se revela varias
veces a lo largo de la película si uno se fija en los apellidos de los
personajes o si sabe latín.
[1]
Término con el que se denomina a las películas de asesinos psicópatas,
generalmente enmascarados, que matan a sus víctimas de formas brutales y
creativas.
[2]
“¿Quién lo hizo?” En inglés. Se refiere a las obras en las que el chiste es
descubrir al asesino.
[3]
Subgénero del cine de horror que mezcla el thriller detectivesco con elementos
del horror. Se produjo principalmente en Italia con exponentes como Mario Bava
o Dario Argento.
hi
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