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sábado, 31 de agosto de 2013

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES. La primera Chica del Dragón Tatuado



LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES

Män som hatar kvinnor


Niels Arden Oplev, 2009

La crítica se refirió a la trilogía de novelas detectivescas del sueco Stieg Larsson como “una especie de Harry Potter para adultos”… sea lo que sea que eso implique. El caso es que los condenados libritos (que son nomás mamotretos de 800 páginas cada uno) sí son endemoniadamente adictivos, y se convirtieron en un fenómeno literario a nivel mundial a finales de la década pasada. A la fecha se han adaptado a los medios más diversos: Está la trilogía de películas suecas, la primera entrega de los remakes estadounidenses, las novelas gráficas, una serie de televisión sueca y no estoy muy seguro, pero casi puedo apostar que en Europa hay juegos de rol sobre el tema.
    Pero ¿podrán las versiones fílmicas igualar el éxito de sus contrapartes impresas?
    Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist) es el exitoso periodistas estrella de la revista independiente Millenium, una publicación dedicada al análisis económico y político. Después de un fuerte escándalo que llevará a Blomkvist a los juzgados, éste es contratado por el multimillonario empresario Henrik Vanger (Sven-Bertil Taube) para una investigación particular: Harriet (Ewa Fröling), su sobrina, desapareció sin dejar rastro 40 años atrás. Las pesquisas policiales fueron un callejón sin salida y todos los miembros de la extensa familia Vanger, todos ellos socios de la millonaria empresa, tenían sus motivos para desaparecer a Harriet. En el transcurso de tan peculiar asignación, Blomkvist recibirá la insospechada ayuda de Lisbeth salander (Noomi Rapace en el papel que la lanzó a la fama), una hacker antisocial con un pasado tormentoso, quien lo ayudará a desvelar los misterios que rodean la desaparición de la chica y podrían desentrañar un terrible secreto familiar.

    Sólo por no dejar, iniciaré esta crítica con la misma pendejada que dicen los que leyeron un libro, se volvieron fans y luego vieron la película “basada en”: Yo me lo imaginé muy diferente. Ya. Lo dije… y he de decir también que nunca he ido a Suecia y, aparte de saber que en Estocolmo hay un museo dedicado a ABBA, soy bastante ignorante acerca de su cultura.
    Aclarado lo anterior, entraré en materia. Esta película es una adaptación casi literal de la novela de Larsson, y por eso es que funciona tan bien. Se trata de un thriller tipo Whodunit a lo Agatha Christie, pero lleno de giros de tuerca y de subtramas interesantes. Encuentra sus principales influencias en películas como Seven: Los siete pecados capitales (Fincher, 1995) y Resurrección (Mulcahy, 1999); así que por el lado de la historia podemos decir que la peli se encuentra cubierta.

    Continuando con mi tozudez de “en mi cabeza se veía mejor” confesaré que en una primera instancia no me gustó nada el casting. No lograba ver a los actores como sus personajes, principalmente en los casos de Nyqvist y Taube, la única que me parecía convincente en su papel fue la Rapace.
    Pero los actores se encargaron de taparme la boca.
    Las actuaciones son tan buenas que conforme fue avanzando la película, me ganaron; y dejé de comparando a los personajes en pantalla  con los que mi imaginación había creado primeramente. Ésos se fueron a tomar un receso. Lo que es más, lograron que me interesara sobremanera en la película, a pesar de que ya conocía la trama y la resolución del misterio de antemano.

    La producción no es nada fuera de lo ordinario y casi no hay efectos especiales. En realidad tiene pinta de haber sido una película bastante económica, y es que como lo dije arriba, su fuerte es la historia. El guión es bastante adecuado y condensa los acontecimientos de la película de forma eficiente y bien dirigida, eso sí, sacrificando algunas de las subtramas.
    A este respecto también añadiré que la película, por obvias razones, sólo se enfoca en desarrollar el carácter de los personajes centrales; y los personajes secundarios quedan bastante relegados. Algunos que en la novela son importantes, como Dragan Armanskij o Holger Palmgren, ni siquiera son nombrados en pantalla. También otros personajes que Larsson escribió como más complejos o con una colección bastante variopinta de  virtudes y defectos, como Henrik Vanger o su sobrina Christina, se sienten un poco acartonados.  Como compensación, los personajes centrales sí están muy bien delineados.
    Esta cinta cae además en la tentación de muchas pelis que buscan adaptar una obra del medio impreso al cinematográfico: se vuelve demasiado narrativa por momentos; y es que, honestamente, las imágenes sucediéndose unas a otras a través de fadings mientras una voz en off nos va narrando lo que sucedió siempre me ha parecido una resolución muy pobre para una secuencia. En especial cuando se trata de adaptar una obra que ya es narrativa desde su origen. A pesar de esto, el ritmo de la cinta es bastante bueno y casi ni se sienten las dos horas y media que dura.

    Se trata de una buena película, no excelente, pero sí un thriller bastante efectivo que logra mantenerlo a uno al borde del asiento. Su único gran defecto es precisamente su mayor virtud: Al ser una adaptación tan literal de una novela, difícilmente sobrepasa el nivel de ilustración del texto y, de hecho, ambas versiones podrían excluirse mutuamente. Si uno ya leyó la novela, puede obviar la película y viceversa. 

PARA LA TRIVIA: El periodista y escritor de ficción Stieg Larsson, creador de la trilogía Millenium, nunca llegó a disfrutar de las multimillonarias ganancias de sus libros. Larsson comía tres veces al día en McDonald’s, padecía insomnio, bebía compulsivamente café y fumaba tres cajetillas de cigarros diariamente. Como resultado, el infortunado autor falleció víctima de un poco sorpresivo (admitámoslo) infarto que lo atacó mientras subía las escaleras de su oficina, ubicada en un séptimo piso, pues el elevador se encontraba descompuesto. Justo regresaba de entregar a su editor el manuscrito del último libro de la trilogía. 


lunes, 26 de agosto de 2013

LA DAMA DE NEGRO. ¡Aaaaaay, mamachita!




LA DAMA DE NEGRO

The Woman in Black

James Watkins, 2012
La esperada adaptación al cine de la novela gótica de Susan Hill publicada en 1983 llega para complacer al público, y para ayudar a Daniel Radcliffe a quitarse de encima el estigma de Harry Potter. El resultado final no decepciona en absoluto y, de hecho, posee varios momentos de verdadera genialidad cinematográfica, construyendo un relato de terror en la más pura tradición de Horace Walpole y Anne Radcliffe.
    El abogado Arthur Kipps (Radcliffe… Daniel, no Anne) viaja a la remota aldea inglesa de Cryphin Gifford para arreglar los papeles de la antigua mansión de Eel Marsh (atinadamente “ciénaga de las anguilas” en inglés), propiedad de la Sra. Drablow, recientemente fallecida. Kipps trata de usar el viaje como distracción que le ayude a sobrellevar la muerte de su esposa; pero al llegar al lugar, y tras las advertencias y hostilidades de los lugareños, descubrirá que la mansión de Eel Marsh está embrujada por la aparición del vengativo fantasma de una misteriosa mujer vestida de negro.

    Desde su publicación, esta novela se ha adaptado ya varias veces a varios medios. Entre estas adaptaciones se encuentran una radionovela de 4 partes, una película para televisión de 1989 y una versión para teatro que ha sido la segunda puesta en escena de mayor duración en el West End de Londres (la primera es La ratonera de Agatha Christie, que ya superó los 60 años ininterrumpidos en escena). La adaptación al español de dicha obra de teatro lleva ya casi 20 años presentándose en los escenarios de nuestro país.
    Así pues, la película de Atkins tenía dos retos por cumplir: atraer a la audiencia mainstream y complacer a los fans, quienes alababan el tono de terror y suspenso del texto original. En ambos sentidos me parece que la cinta sale bien librada. Quizá no sea una obra maestra del cine de terror, pero en general me parece muy buena.
    Toda la primera mitad de la palícula está construida con recetario. Tal cual parece que los realizadores tomaron su formulario de “Cómo hacer una peli de terror” y trataron de seguirlo al pie de la letra, consiguiendo resultados académicamente impecables.

    Este factor podría ser considerado una falla, sin embargo, durante la segunda mitad de la cinta se convierte en una virtud. Y es que si durante toda la primera parte se plantearon las reglas de lo que es formalmente una película de terror, durante la segunda los realizadores se dieron vuelo rompiendo estas mismas reglas, resultando en varias secuencias de intenso terror, frenéticas y efectivas, que no dan descanso al público.
    Aunque sí hay un par de escenas de efectos especiales, en realidad esta cinta se basa más en el suspenso y el terror. Es mucho más efectivo lo que no se ve que lo que sí aparece a plena vista. Siguiendo lo propuesto por el inmortal Stanley Kubrick en su inmortal El resplandor (1980), la película está llena de sutilezas que funcionan en muy diversos niveles; tanto en la actuación como en las partes auditiva y visual. El reflejo de la Dama de Negro en las ventanas es verdaderamente escalofriante.

    Otro gran acierto que ayuda a que las apariciones de la espectral mujer sean más efectivas es el tono que en ellas se maneja. En vez de escenas grandilocuentes, efectistas o ilustrativas, el director se decidió por usar un tono parco y lacónico que acentúa el efecto de lo sobrenatural.
    Del mismo modo, la película está filmada en tonos grises y deslavados y colores fríos que le dan una atmósfera melancólica, digna de todo buen relato gótico, que refleja el carácter de Kipps; desmoralizado por completo tras la pérdida de su esposa.
    Las actuaciones son excelentes. Aunque la gran mayoría del peso de la película recae en la actuación de Radcliffe, todos los involucrados se desempeñan magistralmente. Y Radcliffe cumple muy bien con su papel de guía por esta casa embrujada, pues además de la atmósfera y las breves imágenes sobrenaturales que nos son presentadas, son sus reacciones ante lo que experimenta lo que nos provoca terror. Y, alabado sea Cthulhu, ni rastro de Harry Potter.

    Puedo decir que realmente disfruté esta película. Es todo un banquete para los fobocinéfilos, y una película ejemplar desde un punto de vista académico. Es además una película inteligente y cautivadora que, a pesar de estar enfocada a un público más general, podría muy bien convertirse en objeto de culto en el transcurso de los próximos años. 

PARA LA TRIVIA: Daniel Radcliffe y Robert Pattinson se conocieron durante la filmación de Harry Potter y el Cáliz de Fuego (Newell, 2005) y trabaron gran amistad hasta que Pattinson comenzó a interpretar a Edward Cullen en las películas de la saga Crepúsculo. Radcliffe se daba vuelo burlándose de Pattinson por su participación en dicha serie de películas, lo que ocasionó la ruptura de la amistad. Años más tarde, en el Especial de Noche de Brujas de los Simpson XXI se hace una parodia de Crepúsculo en la que Radcliffe, como para continuar con el bullying, prestó su voz para interpretar al vampiro preadolescente.


sábado, 17 de agosto de 2013

BALADA TRISTE DE TROMPETA. La irreverente mirada del irreverente Álex de la Iglesia sobre la no tan irreverente dictadura de Franco.



BALADA TRISTE DE TROMPETA

Conocida en EE.UU. como The Last Circus

Pero que en su natal España se tituló Balada triste de trompeta.


Álex de la Iglesia, 2010


Desde que vi El Día de la Bestia (1995) me convertí en fan de Álex de la Iglesia. Años antes ya había leído sobre él, pero en aquel entonces no era tan fácil conseguir sus películas y uno tenía que andarlas cazando en los festivales y convenciones (¿alguien recuerda la MECyF?). Su cine me gusta por auténtico, porque cuando uno ve una peli de de la Iglesia sabe que es de él, sabe que hay una tesis y una propuesta detrás de la acción grandguiñolesca que se presenta en pantalla. Uno sabe, pues, que el hombre está haciendo esa película, ésa específicamente y no ninguna otra, porque le gusta hacer películas como ésa: irreverentes, grandilocuentes, absurdas y fársicas. Y ése es precisamente el lenguaje de esta cinta.
    Durante el inicio de la Guerra Civil Española, el padre de Javier, el Payaso Tonto (Santiago Segura, tan bueno como siempre) de un circo, es reclutado contra su voluntad por el Ejército Popular Nacionalista y posteriormente encerrado en un campo de trabajos forzados. Javier (Carlos Areces que ni mandado a hacer para el papel) jura venganza, pero todo sale mal. Treinta años después, Javier trata de llevar la tradición familiar y es contratado en un circo como el Payaso Triste. Ahí conocerá a la hermosa acróbata Natalia (la hermosa actriz Carolina Bang) quien tendrá que decidir entre el amor sincero pero trastornado de Javier o el amor violento, salvaje y trastornado de su esposo Sergio (Antonio de la Torre), el Payaso Listo del circo; todo esto ambientado en la década de los 70 en los alrededores de Madrid.
    Quizá después de la mencionada El día de la Bestia, ésta sea la película más lograda de de la Iglesia. Bien es cierto que se nota un presupuesto mayor que en sus otras realizaciones, pero también es cierto que el sustento de la peli, su alma digamos, está ahí: se trata de un discurso muy personal; de un Álex de la Iglesia, de ascendencia éuscara, recordando su niñez en los últimos años de la dictadura franquista.

    Perteneciente a la nueva generación de directores hispanos, que incluye a Guillermo Del Toro y Robert Rodríguez entre otros, el discurso de de la Iglesia sobre la dictadura del Generalísimo es muy diferente al de sus contemporáneos que han abordado este tema (aún queda pendiente la conclusión de la trilogía de Del toro sobre la Guerra Civil Española, que se inició con El espinazo del Diablo [2001] y continuó en El Laberinto del Fauno [2006]).
    En Balada triste… de la Iglesia presenta una película que es un collage de géneros, una historia que toma elementos del melodrama televisivo español, o del cine musical de Raphael y Rocío Durcal, o del cine de acción ochentero de Hollywood o de la nueva ola del gore europeo iniciada en Francia. Este gigantesco pastiche, que incluye además múltiples hilos narrativos, sirve para reflejar el carácter prácticamente esquizofrénico de los personajes; pero no sólo eso, sino el carácter prácticamente esquizofrénico del franquismo.
    Utilizando varios niveles de lectura, el director usa esta película a un mismo tiempo como sublimación personal, y también como una sátira y una metáfora y es que ¿qué fue el franquismo sino un monstruo psicópata y posesivo creado por el ejército y la Iglesia? Eso es precisamente lo que, en un nivel más profundo, está representando Javier. No a la dictadura en sí, sino al día a día; a la España que se convirtió en una olla a presión que no pudo contenerse por más tiempo.
    El tono es grandilocuente y grotesco en todo momento, irreverente y lleno de humor negro, como lo es siempre el cine de Álex de la Iglesia. Sin embargo, en esta ocasión, el estilo se vuelve parte del discurso: se trata del payaso triste, del Pierrot que cuando más sufre es cuando más gracia causa. Así percibe el autor de esta cinta a su personaje y así percibe el absurdo nacido de las contradicciones del gobierno franquista.
    Las actuaciones son bastante decentes, pues los actores logran llevar a sus personajes al nivel de una caricatura. Ayuda sobre todo el hecho de que el casting fue muy minucioso, y cada actor está en el personaje que debe, y todos los personajes, principales y secundarios, están bien caracterizados (incluso Juan Viadas como un anciano Francisco Franco). Eso sí, en esta cinta, de la Iglesia deja un poco de lado su filosofía de trabajar casi exclusivamente con actores poco agraciados físicamente. Su película anterior, Crimen ferpecto (2004), es el epítome de esta forma de pensar.

    El maquillaje es sobresaliente, sobre todo para crear los efectos sangrientos de la cinta. Las muestras más interesantes se ven al final, cuando un par de personajes quedan deformes.
    Un presupuesto más holgado, como el que se advierte en esta película, permitió a su director una puesta en escena más dinámica, si bien el punto fuerte de la peli siguen siendo guión y dirección. La inclusión de efectos CGI ayuda al creador a expandir las tomas y a acercarse aún más a esa estética, tan particular del director vasco, influida fuertemente por los cómics.
    En esta película, además del cine español de los setenta (atención a los guiños que hace el director a La semana del asesino, drama con elementos de slasher producido en España en 1973 que en los autocinemas de EE.UU. se conoció como Cannibal Man), de la Iglesia se dio tiempo de homenajear películas de Hollywood hacia el último tercio de la  historia. Principalmente, se notan escenas similares a La masacre de Texas 2 (Hooper, 1986), y la pelea climática es súper parecida a la de Batman (Burton, 1989).

    En conclusión, se trata de una película divertida y provocativa; aunque bien es cierto que podría no ser del agrado del público general. Las películas de Álex de la Iglesia siguen conservando ese tono underground que las de Del Toro y Rodríguez han perdido, y ésta no es la excepción. Quizá se queda corta como reflexión sobre la época de la dictadura en España o sobre la Guerra Civil; pero es sin duda un ejercicio bien llevado a término por su realizador, aun con su violencia gratuita, sus situaciones inverosímiles y su historia dispersa… pero eso no hace sino acentuar su firma autoral.  

PARA LA TRIVIA: A mediados de la década de los 90 se planeaba adaptar al cine la exitosa saga de videojuegos Doom. En esa ocasión se pretendía que Álex de la Iglesia dirigiera la película que sería protagonizada por Arnold Schwarzenegger, sin embargo, el proyecto fue cancelado.


miércoles, 14 de agosto de 2013

BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE. El Hombre Murciélago sí cayó con gracia esta vez.



BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE

The Dark Knight Rises

 

Christopher Nolan, 2012

 
Cuando un proyecto fílmico es planteado desde un inicio como una trilogía, generalmente sigue una estructura en la que cada una de las entregas es como un acto de una obra dramática más grande. Casi siempre, lo que se procura en la segunda parte es explorar líneas argumentales y elementos radicalmente opuestos a los de la primera parte; por esta razón en El Imperio contraataca (Kershner, 1980) el Imperio Galáctico triunfa sobre la Alianza Rebelde, en X-Men 2 (Synger, 2003) los X-Men se alían con la Hermandad del Mal, y una nutrida cantidad de etcéteras. Del mismo modo, las terceras partes suelen ser una especie de síntesis de las dos primeras y, por lo general, retoman elementos expuestos en la primera entrega; por esa razón es que Casey Jones regresa en Tortugas Ninja III (Gillard, 1993), Luke Skywalker vuelve a Tatooine en El regreso del Jedi (Marquand, 1983), y el alien en Alien 3 (Fincher, 1992) vuelve a ser sólo uno. La tercera parte de la trilogía de El Caballero de la Noche cumple exactamente con esta fórmula.
    Han pasado ocho años desde la muerte de Harvet Dent (Aaron Eckhart), por la cual Batman (Christian Bale) fue incriminado y obligado a desaparecer. Durante ese tiempo, Gotham City ha avanzado enormemente en la guerra contra el crimen, implantando leyes y penas más severas inspiradas por la figura de Dent; durante ese periodo, mientras tanto, Bruce Wayne se ha convertido en un ermitaño recluido en su mansión. Por su parte, el comisionado de policía Jim Gordon (Gary Oldman) sigue la pista del mercenario Bane (Tom Hardy), quien se ha refugiado en el subterráneo de Gotham junto con un ejército listo para dar un golpe de Estado a la ciudad. A la par, la caída de las acciones de Wayne Enterprises debida a un supuesto error de Bruce Wayne, el nombramiento de Miranda Tate (Marion Cotillard) como directora de la compañía y la aparición de la esquiva ladrona profesional, Selina Kyle (Anne Hathaway), son sólo más alicientes para convencer a Batman de volver a la ciudad.
 
    A ocho años de haberse estrenado la primera parte de la trilogía, Nolan se despide con un cierre espectacular que, como ya hizo costumbre en esta saga, es una crítica a la sociedad contemporánea. En esta ocasión el director británico pasa a cuchillo temas como los contratos sociales, los mecanismos del poder, el terrorismo y las revoluciones sociales. En esta película, las bases de la sociedad capitalista como la conocemos son cimbradas en el microcosmos que es Gotham City, pero que por momentos recuerda a Roma.
    Esta cinta, por lo menos en su primer acto, sigue más o menos fielmente la primera mitad de la saga de cómics de La caída del Murciélago (1993-1994); mientras el segundo y tercer actos están un poco más inspirados por la saga del Terremoto de Ciudad Gótica que apareció dentro de la serie regular del Hombre Murciélago.
    A gusto de un servidor, esta cinta es la que tiene el guión más fuerte de toda la trilogía. La historia está muy bien planteada y, gracias a una narrativa ágil, el ritmo es bastante bueno, tanto que ni se sienten las dos horas y cuarenta y cinco minutos que dura. En esta cinta se cierran muchas de las líneas argumentales y cabos sueltos que se habían planteado desde la primera cinta (como por qué Ra’s Al Ghul era interpretado por un japonés); pero lo hace de forma sutil y orgánica, dando tiempo a que todo termine, no como George Lucas que quiso resolver toda la nueva trilogía de Star Wars en los últimos 20 minutos del Episodio III (2005).
 
    Al respecto de los personajes, todos ellos son complejos y uno que otro incluso tienen una predecible vuelta de tuerca en la película, lo que los vuelve muy ricos. Nuevamente, el apabullante Michael Cane se avienta una escena de antología en la que el fiel mayordomo Alfred Pennyworth discute con Bruce Wayne (nuevamente Christian Bale, a quien ya se le empieza a notar el peso de los años). Todas las interpretaciones son geniales, y en este caso ninguna queda a deber. La caracterización de todo el elenco es más que convincente.
    Y ya entrados en ese rubro, es más que conocida la enorme cantidad de licencias que se toma Nolan con respecto a los personajes del Batiuniverso. Sin embargo, suele salir venturoso de estos experimentos, y este caso no es la excepción.
    Por principio de cuentas tenemos a Selina Kyle, que no es Gatúbela (Catwoman pa’ los cuates). De hecho, Nolan prohibió a los miembros del elenco y del staff que se refirieran al personaje con dicho nombre, pues quería evitar a toda costa cualquier asociación con la versión camp de la serie de televisión protagonizada por Adam West. Ironías aparte, el diseño de vestuario que escogieron para Hathaway es un referente directo al utilizado por Julie Newmar, la primera (y mejor, a mi gusto) Catwoman de la serie de los 60.
 
    Esta No-Catwoman (jajaja, recordé ese episodio de Los padrinos Mágicos cuando Cosmo se convierte en Súper-No-Es-Cosmo) está muy inspirada por la aproximación que del personaje escribió Jeff Loeb para la saga de cómics Hush (2002-2003). Asimismo, se enfatiza el carácter de Selina Kyle como una superviviente, cínica y pragmática, que cae más en la categoría de súper antihéroe que en la de villano. Se hacen también varios guiños a la ambigüedad sexual de Catwoman que tanto ha sido explotada en los cómics desde finales del siglo pasado.
    El resultado es una No-Catwoman bastante cercana a la idea original de la Catwoman de los cómics y que además se ve increíble en ese traje de spandex.
    En el equipo de los villanos tenemos a Bane. Esta interpretación del personaje está muy lejos, alabados sean los dioses quienesquiera que sean, del matón descerebrado y ridículo que trabajaba como esbirro de Poison Ivy (una Uma Thurman de pena ajena) en la insufrible Batman & Robin (Schumacher, 1997); pero, y también hay que decirlo, por lo menos en forma también se aleja bastante del terrorista y narcotraficante cubano vestido de luchador que venció a mano limpia a Killer Croc a su llegada a Gotham City en la mencionada Caída del Murciélago.
 
    En si, en el fondo, el personaje de Bane que aparece en esta peli sí es cercano al de los cómics. Sin embargo, éste tiene un carisma mucho mayor. Bane arma una revolución en Gotham, pero no para hacerse con el poder, sino para otorgar el poder a la ciudadanía. En este sentido, Nolan aborda una faceta poco discutida del terrorismo: es el último recurso de las voces que no son escuchadas. Sin embargo, conforme la película avanza, se revela que esta revolución es en realidad parte de un plan mucho más grande.
    A pesar de que le quitaron la máscara de luchador, el diseño de Bane me parece bastante afortunado. Lo único que sí no me gustó mucho fue ¿dónde quedó el Bane? En los cómics se suponía que la fuerza sobrehumana de este supervillano provenía de la droga llamada Bane, de la que siempre llevaba una dotación que constantemente se inyectaba en su torrente sanguíneo (vaya, pues sí, como en la insufrible Batman & Robin…). Sin embargo, en esta cinta, dicho elemento quedó fuera por completo.
    También como fanático aferrado de Batman creo que hablo por muchos más al decir que sí echamos un poco en falta la aparición de Azrael; sin embargo, el incluirlo en esta película la habría alargado innecesariamente. La saga completa en los cómics se compone de 4 partes: La espada de Azrael, La caída del Murciélago, La Cruzada del Murciélago y Duelo de Murciélagos.
    En general se trata de una gran película y un gran cierre de trilogía. Son bastante evidentes los esfuerzos de Nolan porque no se pudiera continuar con la línea argumental planteada en esta saga, así que la próxima aparición del Hombre Murciélago tendrá que empezar desde cero.
    Como lo mencioné antes, en términos de guión me parece la mejor lograda de las tres partes, es más redonda y más equilibrada. Sin embargo, también he de decirlo, es la que tiene el peor final.
    Para empezar, la muerte de Bane es completamente anticlimática; incluso creo que llega a ser indigna de un personaje de tal talla como se construyó durante el resto de la película. Por otro lado, el epílogo es completamente innecesario; es ocioso y sobre explicativo, pero, sobre todo y eso sí me parece imperdonable, es complaciente. Esta película puede disfrutarse perfectamente y, de hecho creo que se disfruta más, sin los últimos cinco minutos. En la segunda película de los Expedientes X, Quiero creer (Carter, 2008),  SPOILER el epílogo muestra un final feliz en el que Mulder y Scully terminan juntos; justo lo que los fans esperamos 15 años para ver, pero que nadie se había atrevido a mostrar; TERMINA EL SPOILER  empero, en este caso, el epílogo aparece hasta que los créditos finales han avanzado 5 minutos, así que uno puede no verlo si no quiere… o si se sale de la sala de cine justo después de que acaba la película.  

PARA LA TRIVIA: Las tres finalistas entre las actrices que audicionaron para el rol de Selina Kyle fueron Anne Hathaway, Keira Knightley y Jessica Biel. Mientras tanto, la terna finalista para interpretar a Miranda Tate estaba compuesta por Marion Cotillard, Naomi Watts y Rachel Weisz.

PARA LA TRIVIA GEEK: Hace varios años, cuando la línea argumental que tomaría esta cinta era aún incierta, muchos rumores circulaban por aquí y por allá. Entre los más fuertes estaban los villanos que aparecerían en la cinta: Se habló muy fuertemente de la aparición de The Riddler, interpretado por Heath Ledger; e incluso en fechas ya muy cercanas al inicio de la filmación se aseguraba la aparición del Dr. Hugo Strange interpretado por Robin Williams, y de Harley Quinn. De hecho, mientras audicionaba, Anne Hathaway creyó que lo hacía para el personaje de Quinn.

jueves, 1 de agosto de 2013

BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE. Porque segundas partes no siempre son malas.



BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE

The Dark Knight


Christopher Nolan, 2008


Considerada una de las mejores películas de la década pasada y probablemente la mejor película de superhéroes jamás hecha, esta cinta vuelve a confrontar a los dos archienemigos del Batiuniverso: Batman y El Guasón (The Joker, para los más puristas). Así pues, el Hombre Murciélago y El Príncipe Payaso del Crimen representan dos fuerzas opuestas y complementarias que corren el riesgo de, fatalmente, encontrarse en un punto intermedio. En un momento dado, no es The Joker quien se preocupa por ser eliminado por Batman, sino Batman quien teme convertirse en The Joker.

    Una vez que el teniente Jim Gordon (el camaleónico Gary Oldman en uno de sus mejores papeles) ha depositado su confianza en Batman (Christian Bale) y ha trabajado en conjunto con él para limpiar Gotham City de criminales, las fuerzas del orden y el sistema judicial están listos para dar el tiro de gracia a la mafia. Los gangsters de la ciudad, desesperados, acuden a su último recurso: The Joker (Heath Ledger en el papel que le valió un Oscar y que le costó la vida), un misterioso criminal psicópata que se ofrece a eliminar a Batman… o a ellos, realmente no importa. En este enemigo no sólo Batman, sino toda Gotham City, encontrará una fuerza destructiva que la hará cimbrarse hasta sus cimientos.
    Creerán que escribo esto sólo para crear controversia, pero no es así… al menos no de forma consciente, jaja: No me parece la mejor película de la trilogía. Sí, es genial y sí, tiene algunos de las mejores escenas de todas las películas de superhéroes, es sólo que ya en todo su conjunto, y no por sus elementos por separado, me parece que es inferior a la tercera entrega. En mi particular punto de vista, en este caso, las partes son superiores a la suma del todo.

    Me refiero a que toda la película está al servicio del personaje, y todos los demás elementos en el guión son apenas engranajes de la máquina que sustenta al monstruo que es The Joker. Esto es mucho más notorio hacia la última media hora de la película (que es bastante extensa con 153 minutos de duración), con la inserción tardía y casi sobrante del villano Two-Face... aunque no puede haber peor Two-Face que el de Tommy Lee Jones.

    Quizá Nolan sintió que en la película anterior se dedicó ya bastante tiempo a desarrollar al personaje de Batman/Bruce Wayne y decidió que en esta cinta quería desarrollar a The Joker. Aunque, con un personaje como éste, no hay desarrollo posible, pues se trata de un ente fuera de toda lógica ordinaria, y ésa es su particularidad. The Joker no avanza, ni retrocede, ni progresa, ni tiene múltiples capas pues, como él mismo lo dice: “simplemente actúa” y si construye es simplemente porque sabe que esa construcción llevará a una destrucción mayor.
    Este Guasón, que está más basado en el planteamiento que del personaje hace el genio de los cómics independientes, Alan Moore, en su novela gráfica The Killing Joke y que está bien lejos del payaso con bigote maquillado de César Romero, es en sí mismo un agente del caos. Y es que si la primera cinta de de Nolan era un tratado sobre la dicotomía miedo-valor; la segunda es un estudio sobre la oposición orden-caos.

    Durante toda la película se maneja dicha confrontación, pues el caos se apodera tanto del microcosmos como del macrocosmos de los personajes. Por ejemplo, la vida amorosa de Bruce Wayne se vuelve caótica al rivalizar con él Harvey Dent (Aaron Eckhart, que ni mandado hacer pues su mandíbula parece de la serie animada de Batman de los 90); Jim Gordon ve su vida familiar convertida en un caos por su compromiso con el deber y, finalmente, la misma Gotham City se ha convertido en un caos con la guerra de mafias desatada tras la desaparición de Carmine Falcone y el surgimiento de vigilantes enmascarados imitadores de Batman.
    Otra de las fallas que encuentro en esta cinta está en el personaje de Rachel Dawes, interés romántico de Bruce Wayne y Harvey Dent. Katie Holmes, quien interpretó al personaje en la primera película, por prohibición de su entonces esposo Tom Cruise, tuvo que rechazar participar en este proyecto. En esta ocasión la tenaz fiscal es interpretada por Maggie Gylenhaall y, si bien es cierto que su nivel actoral sobrepasa por mucho al de Holmes (aun así, me sigue pareciendo el eslabón más débil de la cadena), también lo es el hecho de que físicamente no sea tan atractiva. Llámenme superficial, pero de repente sí es un tanto inverosímil el hecho de que dos galanes de la talla de Christian Bale y Aaron Eckhart se quieran sacar los ojos el uno al otro por esta chica.

    A gusto de un servidor, Michael Cane y Gary Oldman, en ese orden, ofrecieron las actuaciones más sobresalientes de la primera película. Sobre todo Cane se robó la película en su papel del sabio consejero de Bruce Wayne, el mayordomo Alfred Pennyworth. Quizá este hecho fue demasiado notorio, y por eso el tiempo de Cane en pantalla fue drásticamente reducido para esta entrega; sin embargo, sí se echa de menos en lagunas partes de la película.

     Los efectos especiales mejoraron en comparación con la peli anterior pues, de hecho, se redujo el uso del CGI. En esta cinta casi todo son efectos físicos ya que prácticamente todo lo que se ve en pantalla se grabó en vivo en el set y eso, por supuesto, le da un sabor diferente a la cinta. Incluso la capa del Cruzado de ciudad Gótica en las escenas en que montaba su moto (ahora elegantemente llamada Batpod) era la capa real del vestuario.
    El apartado del diseño nuevamente es espectacular… por no ser espectacular. Todos los diseños de los personajes, particularmente de los villanos, dejan fuera las modas estrafalarias y las mallas ajustadas para explotar al máximo el uso de colores y texturas que evocan un maltrato. La apariencia de los “trajes de batalla” de The Joker y Two Face es más casera y hechiza, y sí se ve más cercana a la selección de un desequilibrado mental que a la de una prima ballerina (¿Se acuerdan del espantoso vestuario de The Riddler en Batman Eternamente [Schumacher, 1995]?).

    Mención aparte merece la sensacional partitura compuesta por Hans Zimmer para esta película. La música es simplemente mágica, en un humor sutil y minimalista, con acentos metálicos en los momentos de acción y cuerdas en los momentos de suspenso. En general, Zimmer trató de crear un score que exteriorizara la perturbada psicología de The Joker. La música es la clave para que muchas escenas tengan la tensión que tienen.

    Retomando lo que había mencionado en la crítica de la película anterior, ¿se fijaron cómo fue difícil insertar a Two-Face en el universo hiperrealista del Batman de Chris Nolan? El diseño del personaje está muy padre y de verdad se preocuparon por construirlo de forma verosímil, pero apenas lo consiguen. Hay escenas en las que la existencia de este villano sí llega a volverse cuestionable de acuerdo a todo lo que se había planteado tanto en la cinta anterior como en ésta.
    Irónicamente, Two Face, cuya psicología está muy basada en lo planteado en la novela gráfica The Long Halloween, se vuelve un personaje mucho más simple cuando se convierte en villano. Todos los matices y conflictos logrados con el personaje de Harvey Dent se vienen para abajo cuando éste se convierte en Two-Face. Claro que es justificable por el hecho de que el sistema de valores de Dent se desmorona después de “accidente”, pero Nolan ya nos había mal acostumbrado a los villanos complejos… De hecho, a nivel dramático, esta cinta es la que tiene los villanos más simples de toda la trilogía; lo que hace memorable a The Joker es que está brillantemente interpretado.

    A este respecto sólo me queda agregar que Heath Ledger desaparece en The Joker. En muchas ocasiones, cuando un actor trabaja con un maquillaje tan cargado como éste, uno aún puede reconocerlo debajo de prostéticos y pintura, y como ejemplo me remito al Hellboy de Ron Perlman (Del Toro, 2004); pero no en este caso. Aun esforzándose, uno no puede reconocer a Ledger debajo del maquillaje.

    Como último comentario quiero resaltar lo que esta película, que probablemente sí sea la mejor de superhéroes jamás hecha (al respecto de Watchmen [Snyder, 2009] aún estaría por verse si es en verdad una peli de superhéroes), le debe a sus predecesores. La misma película lo sabe y, si uno pone atención, notará que hay muchas escenas en esta cinta que son muy parecidas a escenas de la Batman (Burton, 1989) original, como aquélla en la que The Joker está de pie a media calle retando a Batman a atropellarlo, que es sumamente parecida a la escena en la que The Joker (en aquella ocasión encarnado por Jack Nicholson) está de pie a media calle y dispara un revólver ridículamente grande contra la Batwing.


    Asimismo, mucho del carácter de este The Joker está influido por el personaje escrito por Paul Dini y Bruce Timm para la que, a mi gusto, es la mejor adaptación de Batman a los medios audiovisuales: Batman, la serie animada (1992-1995).  

PARA LA TRIVIA: El actor Heath Ledger falleció repentinamente víctima de una sobredosis luego de terminar la filmación de esta película, cuya actuación le valió el Oscar póstumo. Luego del trágico evento Mattel, la compañía juguetera encargada de producir las figuras de acción de la película, tuvo que cambiar el diseño de la cabeza en las figuras de The Joker, de manera que no se parecieran físicamente a Ledger.

PARA LA TRIVIA MUY GEEK: ¿Qué tienen en común Batman y Star Wars? En la mencionada serie animada de Batman, la voz de The Joker era interpretada, magistralmente por cierto, por el actor Mark Hamill, quien diera vida a Luke Skywalker en la trilogía de películas de George Lucas. A gusto de un servidor, Hamill ha sido el mejor Joker de todos, pues logró crear un personaje verdaderamente escalofriante con una gama increíblemente rica de risas y carcajadas. Actualmente, Hamill interpreta la voz del villano casi en cualquier aparición que tenga, incluidos los videojuegos Arkham Asylum y Arkham City.
    Por si esto fuera poco, ¿qué más tienen en común Batman y Star Wars? En la primera película de Batman, dirigida por Tim Burton en 1989, el fiscal de distrito de ciudad Gótica, Harvey Dent, hacía una breve aparición (de un solo parlamento si mal no recuerdo). En aquella ocasión, el personaje fue interpretado por el actor Billy Dee Williams, quien interpretó al personaje de Lando Calrissian en los (ahora convenientemente así llamados) episodios V y VI de la saga de Star Wars.