EL CIEMPIÉS HUMANO
The Human Centipede (First Sequence)
Tom Six, 2010
Muchas películas de horror suelen hacer gala de una avalancha mediática, generalmente breve pero efectiva, para darse a conocer. Muchas otras, casi siempre las mejores, no. Recuerdo que cuando yo estaba en la secundaria, la forma viral en que las pelis de horror se daban a conocer (al igual que las porno) era a través de cintas piratas de VHS. Así las cosas, había algunas películas que llegaban a convertirse en una especie de leyenda urbana como Los Ghoulies (Albert Band, 1987), El sacristán del diablo (George Pavlou, 1986), El juguetero del diablo (Scmoeller, 1989) o la mismísima Posesión satánica (The Evil Dead, también conocida en México como El despertar del Diablo y como La muerte maldita, Sam Raimi, 1982). El caso con El ciempiés humano es uno muy similar.
No estoy completamente seguro de dónde o cuándo fue que escuché por primera vez acerca de esta película. Sólo recuerdo que para cuando mi amigo Mario Conde me mostró en Youtube el primer tráiler que vi de ella, yo ya conocía su argumento y su póster. Luego tuve oportunidad de verla por primera vez y fue mucho mejor de lo que esperaba. Desde ese momento, ha habido mucho rumor sobre El ciempiés humano entre personas a mi alrededor, mismo que la ha convertido en una especie de objeto arcano, ya no sólo de culto, sino en una especie de objeto maldito.
Y es que quien la ve no la olvida fácilmente. La peli cuenta la historia de tres jóvenes, dos mujeres y un hombre, que son secuestrados por el Dr. Heiter (Dieter Laser), otrora brillante médico especialista en la separación de gemelos siameses y ahora científico enloquecido. El plan concebido por Heiter consiste en crear, de forma artificial, a un trillizo siamés a través de una serie de dolorosas y sangrientas cirugías que conectarán el tracto digestivo de tres personas volviéndolo uno solo (perturbador, ¿no?).
De lo anterior se deduce que esta película es una reinterpretación del Mito de Frankenstein (que a su vez es una reinterpretación del Mito de Prometeo) con recursos importados del cine gore. Y sí, en realidad la película sí es tan sencilla como eso; pero son sus elementos característicos los que la alejan de una mera “variación sobre el mismo tema” y que, a gusto de un servidor, la colocan entre el Olimpo de las cintas gore, junto con Holocausto Caníbal (Deodato, 1980) o Nekromantik (1987).
Por principio de cuentas, la cinta se anunciaba como “la primera película gore 100% médicamente exacta”. No lo es. Hay varios errores en toda ella, desde el color y consistencia de la sangre en varias escenas hasta acciones que son imposibles después de la supuesta atrofia causada por la horrenda cirugía realizada por el Dr. Heiter. También la película falla en el sentido de que está plagada de situaciones absurdas, lugares comunes… y lugares comunes absurdos, pero ya estando uno tan entrado en ella, casi ni los nota.
Las actuaciones en general son malas, excepto por la de Laser… de cualquier modo, casi todos los otros miembros del elenco todo lo que hacen después de la primera media hora de peli es gemir. Sin embargo, la interpretación de Laser como el desquiciado médico es sin duda sobresaliente, aunque es justo señalar que mucho le ayuda su físico; su figura de una delgadez extrema y su rostro descarnado, enjuto y anguloso crean una imagen poderosa y aterradora. De verdad, ¿quién entraría a la casa del alguien que se ve así?
La música es lacónica y minimalista, llegándose casi a prescindir de ella por completo, y se conjuga con los encuadres de las cámaras, la iluminación y las locaciones de la película para transmitir una sensación de vacío antiséptico. Es bastante perturbador y uno no lo nota de entrada, pero provoca más o menos el mismo tipo de sensación desagradable que los pasillos de un hospital.
El poco maquillaje utilizado tampoco es particularmente bueno, pero precisamente ahí recae mucha de la fuerza de la película. Sabedores de que no tenían grandes presupuestos para mostrar tripas y todo, los creadores de esta peli dejan mucho a la imaginación del público. En verdad, otras películas son bastante más sangrientas (estoy pensando en Robocop [Verhoeven, 1987], por ejemplo. El ciempiés humano sustituye mucha de la violencia gráfica, que sí la tiene, por violencia implícita y se mueve en muchos momentos a un nivel más psicológico e íntimo.
Y ahí podemos encontrar el segundo gran acierto de esta peli, el guión; mismo que sólo podría definir con una palabra: perverso. En todo momento, el guión juega con el espectador proponiéndole “piensa en lo más cruel que pueda pasar en la siguiente escena” y después lo supera. Claro que si uno tiene una imaginación lo suficientemente mórbida el juego se vuelve un tanto predecible; pero es ahí cuando uno se sorprende a sí mismo gritando “¡No es posible! ¡No puedo creer que realmente hayan hecho eso!”
El éxito de la película generó dos secuelas: The Human Centipede II: Full Sequence (2011) y The Human Centipede III: Last Sequence (2013, en proceso de pre-producción). Y aunque no he tenido oportunidad de ver la segunda parte, me parece encomiable el que una peli cuya publicidad prácticamente se dio de boca en boca llegara a desatar tal reacción.
No estamos frente a una obra de arte ni mucho menos, pero sí frente a una cinta honesta y transgresora hasta cierto punto, fallida en algunos aspectos, grandiosa en otros; pero única. Por supuesto, no es para todo el público, habrá a quienes no les guste sentirse asqueados con una película y habrá otros tantos con quienes nunca hará conexión.
Ya para terminar sólo agregaré una cosa: Después de ver la ya mencionada Holocausto caníbal tuvieron que pasar algunos años para que una película gore volviera a impresionarme. El ciempiés humano fue esa película.