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lunes, 25 de febrero de 2013

EL CIEMPIÉS HUMANO


EL CIEMPIÉS HUMANO
The Human Centipede (First Sequence)

Tom Six, 2010

Muchas películas de horror suelen hacer gala de una avalancha mediática, generalmente breve pero efectiva, para darse a conocer. Muchas otras, casi siempre las mejores, no. Recuerdo que cuando yo estaba en la secundaria, la forma viral en que las pelis de horror se daban a conocer (al igual que las porno) era a través de cintas piratas de VHS. Así las cosas, había algunas películas que llegaban a convertirse en una especie de leyenda urbana como Los Ghoulies (Albert Band, 1987), El sacristán del diablo (George Pavlou, 1986), El juguetero del diablo (Scmoeller, 1989)  o la mismísima Posesión satánica (The Evil Dead, también conocida en México como El despertar del Diablo y como La muerte maldita, Sam Raimi, 1982). El caso con El ciempiés humano es uno muy similar.
    No estoy completamente seguro de dónde o cuándo fue que escuché por primera vez acerca de esta película. Sólo recuerdo que para cuando mi amigo Mario Conde me mostró en Youtube el primer tráiler que vi de ella, yo ya conocía su argumento y su póster. Luego tuve oportunidad de verla por primera vez y fue mucho mejor de lo que esperaba. Desde ese momento, ha habido mucho rumor sobre El ciempiés humano entre personas a mi alrededor, mismo que la ha convertido en una especie de objeto arcano, ya no sólo de culto, sino en una especie de objeto maldito.

    Y es que quien la ve no la olvida fácilmente. La peli cuenta la historia de tres jóvenes, dos mujeres y un hombre, que son secuestrados por el Dr. Heiter (Dieter Laser), otrora brillante médico especialista en la separación de gemelos siameses y ahora científico enloquecido. El plan concebido por Heiter consiste en crear, de forma artificial, a un trillizo siamés a través de una serie de dolorosas y sangrientas cirugías que conectarán el tracto digestivo de tres personas volviéndolo uno solo (perturbador, ¿no?).
    De lo anterior se deduce que esta película es una reinterpretación del Mito de Frankenstein (que a su vez es una reinterpretación del Mito de Prometeo) con recursos importados del cine gore. Y sí, en realidad la película sí es tan sencilla como eso; pero son sus elementos característicos los que la alejan de una mera “variación sobre el mismo tema” y que, a gusto de un servidor, la colocan entre el Olimpo de las cintas gore, junto con Holocausto Caníbal (Deodato, 1980) o Nekromantik (1987).

    Por principio de cuentas, la cinta se anunciaba como “la primera película gore 100% médicamente exacta”. No lo es. Hay varios errores en toda ella, desde el color y consistencia de la sangre en varias escenas hasta acciones que son imposibles después de la supuesta atrofia causada por la horrenda cirugía realizada por el Dr. Heiter. También la película falla en el sentido de que está plagada de situaciones absurdas, lugares comunes… y lugares comunes absurdos, pero ya estando uno tan entrado en ella, casi ni los nota.
    Las actuaciones en general son malas, excepto por la de Laser… de cualquier modo, casi todos los otros miembros del elenco todo lo que hacen después de la primera media hora de peli es gemir. Sin embargo, la interpretación de Laser como el desquiciado médico es sin duda sobresaliente, aunque es justo señalar que mucho le ayuda su físico; su figura de una delgadez extrema y su rostro descarnado, enjuto y anguloso crean una imagen poderosa y aterradora. De verdad, ¿quién entraría a la casa del alguien que se ve así?

    La música es lacónica y minimalista, llegándose casi a prescindir de ella por completo, y se conjuga con los encuadres de las cámaras, la iluminación y las locaciones de la película para transmitir una sensación de vacío antiséptico. Es bastante perturbador y uno no lo nota de entrada, pero provoca más o menos el mismo tipo de sensación desagradable que los pasillos de un hospital.
    El poco maquillaje utilizado tampoco es particularmente bueno, pero precisamente ahí recae mucha de la fuerza de la película. Sabedores de que no tenían grandes presupuestos para mostrar tripas y todo, los creadores de esta peli dejan mucho a la imaginación del público. En verdad, otras películas son bastante más sangrientas (estoy pensando en Robocop [Verhoeven, 1987], por ejemplo. El ciempiés humano sustituye mucha de la violencia gráfica, que sí la tiene, por violencia implícita y se mueve en muchos momentos a un nivel más psicológico e íntimo.
    Y ahí podemos encontrar el segundo gran acierto de esta peli, el guión; mismo que sólo podría definir con una palabra: perverso. En todo momento, el guión juega con el espectador proponiéndole “piensa en lo más cruel que pueda pasar en la siguiente escena” y después lo supera. Claro que si uno tiene una imaginación lo suficientemente mórbida el juego se vuelve un tanto predecible; pero es ahí cuando uno se sorprende a sí mismo gritando “¡No es posible! ¡No puedo creer que realmente hayan hecho eso!”

    El éxito de la película generó dos secuelas: The Human Centipede II: Full Sequence (2011) y The Human Centipede III: Last Sequence (2013, en proceso de pre-producción). Y aunque no he tenido oportunidad de ver la segunda parte, me parece encomiable el que una peli cuya publicidad prácticamente se dio de boca en boca  llegara a desatar tal reacción.      
    No estamos frente a una obra de arte ni mucho menos, pero sí frente a una cinta honesta y transgresora hasta cierto punto, fallida en algunos aspectos, grandiosa en otros; pero única. Por supuesto, no es para todo el público, habrá a quienes no les guste sentirse asqueados con una película y habrá otros tantos con quienes nunca hará conexión.
    Ya para terminar sólo agregaré una cosa: Después de ver la ya mencionada Holocausto caníbal tuvieron que pasar algunos años para que una película gore volviera a impresionarme. El ciempiés humano fue esa película.



viernes, 22 de febrero de 2013

EL GATO NEGRO


MAESTROS DEL HORROR: EL GATO NEGRO
Masters of Horror: The Black Cat

Stuart Gordon, 2007

A mediados de la década pasada, el argumentista y guionista de cintas de fantasía y horror Mick Garris ideó un concepto para una serie de televisión. El proyecto producido por la casa Anchor Bay, otrora compañía del legendario Roger Corman, consistiría en trece películas para televisión con duración de una hora, dirigidas por los grandes talentos del cine de horror de las pasadas tres décadas. Los episodios, con altísimos valores de producción, fueron dirigidos por artistas del calibre de Dario Argento, John Carpenter, Takashi Miike, Don Coscarelli o John Landis, por mencionar algunos. Así nació la serie Masters Of Horror, cuyo éxito fue tal que se produjo una segunda temporada de trece episodios.
    En nuestro país la primera temporada se transmitió a través del canal de televisión por cable FX y fue comercializada ampliamente en DVD por la distribuidora Zima Entertainment (sólo la primera temporada, por desgracia).

    Uno de los directores convocados para este ambicioso proyecto fue Stuart Gordon, el creador de una de las películas más emblemáticas del cine gore de los 80´s: la adaptación de la novela por entregas de de H.P. Lovecraft Herbert West, reanimador (Re-Animator, 1985). El episodio que Gordon dirigió para la primera temporada, mismo que fue escrito por su guionista de cabecera Dennis Paoli, fue la adaptación de otro cuento de Lovecraft (pues la carrera de Gordon se ha basado casi exclusivamente en eso), Pesadillas en la casa sombrío (Dreams in the Witch House, 2005).
    Para su participación en la segunda temporada, Gordon y Paoli se decidieron por adaptar una de las obras maestras del Diospadre del Gótico Americano, Edgar Allan Poe: El gato negro.
    La adaptación sigue bastante fielmente el argumento del cuento de Poe, en el que un nervioso y desesperado hombre, amante de los animales, por culpa del alcohol se vuelca contra ellos, ensañándose con su gato Plutón, torturándolo hasta asesinarlo. A partir de este punto, la vida de nuestro protagonista se volverá miserable y terrible mientras un suceso infortunado sigue a otro en lo que parece ser la Maldición de Plutón.

    El giro que renueva el cuento original y que hace esta película para televisión tan interesante es que los autores decidieron tomar como protagonista al mismísimo Poe. Así, la historia incorpora muchos elementos reales del periodo del trágico matrimonio del escritor con su prima, Virginia Clemm, y los mezcla con la ficción.
    Puedo decir que de esta película me gustó casi todo. Las actuaciones son formidables y la caracterización de Jeffrey Combs, el actor de cabecera de Gordon, como un Edgar Poe dominado por el alcohol, abatido por el dolor y la melancolía y atormentado por culpas y alucinaciones es simplemente formidable; además de que el parecido físico es más que notable.
    En general las actuaciones de todos los involucrados en este proyecto son más que encomiables, pues van de un realismo sobrio a un expresionismo grotesco, sin que en momento alguno esto se vea fuera de lugar.
    Los vestuarios son más que adecuados y la ambientación logra una atmósfera melancólica, lúgubre y romántica. Según me parece, utilizaron algún filtro especial para que las imágenes se vieran desteñidas y grisáceas, lo que logra transmitir mucho de la esencia del cuento de Poe a la película.  


    Siendo Stuart Gordon uno de los más reconocidos cineastas del gore estadounidense mis expectativas sobre las escenas de horror de esta peli eran bastante elevadas. Y la peli cumplió con ellas cabalmente. Los momentos de horror son en verdad magníficos, conjuntando tomas dinámicas y propositivas con efectos grandilocuentes y escandalosos que rayan en el gore, pero que no llegan a lo cómico. Simplemente son escenas sangrientas muy bien realizadas.
    Hubo un solo elemento de esta cinta que no me gustó en absoluto: El epílogo. Es completamente innecesario y le da al traste a la ficción que se había construido durante los 60 minutos de la película. Supongo que la función del epílogo era la de ser históricamente fieles, pero creo que en realidad eso no importaba y sí me pareció un poco decepcionante, al punto de prácticamente sentirme timado.
    En conclusión, esta película es sin duda una de las mejores adaptaciones a la pantalla de cualquier cuento de Edgar Allan Poe que haya visto, y creo también que es uno de los mejores episodios de la serie Maestros del Horror. Quedarán pendientes para otra ocasión las reseñas de otros episodios de esta adictiva serie que, aunque lleva cerca de cinco años sin producir un episodio nuevo, oficialmente no ha sido cancelada, y aún hay omisiones importantes entre los cineastas a cargo de ella… quiero decir, ni Wes craven ni George Romero han filmado un episodio para Maestros del Horror.
   

martes, 12 de febrero de 2013

HITCHCOK: EL MAESTRO DEL SUSPENSO


HITCHCOCK: EL MAESTRO DEL SUSPENSO
Hitchcock

Sascha Gervasi, 2012

Según parece, los genios también son seres humanos. También comen, duermen, se bañan y tienen esposas y matrimonios y conflictos matrimoniales. Aunque oriundos de diferentes temas han desacreditado el estudio de las biografías de los grandes autores por considerarlos ociosos; puesto que los grandes genios de la historia parecen ser humanos como otros cualesquiera, los hechos significativos en sus vidas necesariamente habrán de afectar su visión del mundo, sus emociones, sus sentimientos, sus pensamientos y, por consiguiente, sus obras. Drácula está plagada de referencias a la vida marital de Bram Stoker, el Macbeth de Roman Polanski está lleno de escenas que tratan de exorcizar los demonios del cineasta luego del asesinato de su esposa, etc.
    Bajo este precepto es que se plantea la película Hitchcock: el amo del suspenso. En esta obra, basada en la novela de Stephen Rebello, se relatan los conflictos en la vida personal del autor de Vértigo, principalmente en su relación de pareja, que lo llevan mediante la sublimación de los mismos, a la sensibilidad requerida para filmar su obra maestra (sólo por escoger una): Psicosis (1960).
    Toda la cinta es en sí un homenaje a la obra de Hitchcock lleno de referencias para los aficionados a ella. Incluso el tono mismo de la película en muchos momentos imita el tono de las pelis del Maestro del Suspenso, llegando a momentos de un humor fino, macabro y negro altamente efectivos.

    Las actuaciones son excelentes y todos los involucrados logran hacernos olvidar que son actores interpretando un papel. Uno rápidamente se olvida de que no es Alfred Hitchcock quien saca a pasear a sus perros en pantalla, sino Sir Anthony Hopkins con un insuperable maquillaje de prostéticos de espuma de látex. Por supuesto que ver la actuación de Hopkins (o no verla, que ésa es la meta ideal del actor) es el evento principal de este filme, pero no opaca las actuaciones sobresalientes del resto del equipo, el guión sólido y bien construido y la maravillosa partitura musical.
    Hablando a este respecto, el soundtrack es realmente bueno. Se trata de un score compuesto por Danny Elfmann, el compositor de cabecera de Tim Burton, quien imprime su sello característico y personal a la música de esta película, dotándola de un sentido de extrañeza y otredad que van más que de acuerdo con el carácter de la peli. La película, cual debe, abre con el tema del programa de TV de Hitchcok, Funeral para una marioneta.
    Ya lo mencioné de refilón más arriba, pero quiero volver al punto de la caracterización pues es uno de los fuertes de esta peli. Éste es un ejemplo magistral de cómo se logra una buena caracterización: si el maquillaje es buenísimo, pero no hay un verdadero actor que lo sustente, por más Dragon Skin que se le ponga no va a funcionar. Por el otro lado, cuando se está interpretando a personas reales de las que abundan películas y fotografías, como Alfred Hitchcock o Janet Leigh (digo, cuántos Luis XIV ha habido en el cine y a nadie le importa cómo se vean porque, irónicamente, las imágenes del Rey Sol son escasas), aunque el actor sea muy bueno siempre queda la espinita de que nos hubiera gustado que físicamente se pareciera más a la persona real.

    En esta cinta, tanto actuaciones excelentes como un meticuloso y convincente maquillaje se conjugan para traer de nuevo a la vida a Alfred Hitchcok y las personas que lo rodearon mientras se enfrascaba más y más en su obsesivo rodaje de Psicosis. El único punto débil en este rubro quizá sea la peluca de Helen Mirren, quien interpreta a Alma Reville, esposa del cineasta… digo, tanto como que noté que era una peluca. Pero mención aparte merecen las caracterizaciones de James D’Arcy, quien interpreta a Anthony Perkins; y Michael Wincott en el papel de Ed Gein, el asesino en serie de la vida real que inspiró la novela Psicosis, y cuya voz característica le da una dimensión insospechada al personaje. Pero es que uno los ve en pantalla y ¡son idénticos a sus contrapartes de la vida real! En el caso de D’Arcy/Perkins el parecido llega a ser un poco escalofriante.
    La verdad es que disfruté enormemente esta película y la recomiendo con todo a gusto a todos aquéllos interesados en ver un delicioso ejercicio de metacine, en ver una interesante ficcionalización sobre la filmación de uno de los pilares del cine estadounidense o, simplemente, quienes quieran ver una condenada buena película. Lo que sí ha de aclararse antes es que no se trata de una cinta con espíritu documentalista ni biográfico sobre Psicosis ni sobre su autor, sino simplemente de una cinta de entretenimiento.
    He de decir que uno no necesita ser experto en la obra de Alfred Hitchcock para disfrutar esta cinta; sin embargo, sí es verdad que se vuelve mucho más disfrutable cuando uno participa del montón de guiños para los fans y chistes locales de la peli.


PARA LA TRIVIA: La película originalmente se titularía Hitchcock and The Creation of Psycho (Hitchcock y la creación de Psicosis); pero a Anthony Hopkins le pareció un título terrible, por lo que se la pasó fastidiando a Sacha Gervasi hasta que el director accedió a cambiarlo (de cualquier modo, es Sir Anthony Hopkins, dudo que haya tenido que insistir demasiado).

jueves, 7 de febrero de 2013

VIRUS

VIRUS
Virus

John Bruno, 1998

Basada en una serie de cómics publicada por la editorial Dark Horse, esta cinta gozó de un reparto multiestelar que incluía a la scream queen Jamie Lee Curtis, Donald Sutherland (quienes a pesar de ser buenos actores han hecho muy pocas buenas películas) y Billy Baldwin. Sin embargo, poco pudo hacer el reparto para aumentar el interés en este proyecto que en Estados Unidos tuvo un recibimiento muy tibio en taquilla y en México, donde se estrenó hasta un año y medio después, su corrida por las salas de cine fue más bien gélida. El merchandising de esta cinta incluyó una adaptación en cómic (sí, un cómic basado en la película basada en el cómic…), una línea de figuras de acción de muy poco éxito y un videojuego mediocre para la consola PlayStation (PSX).
    Un barco científico ruso que funciona como torre de control para la (hoy extinta) estación espacial MIR recibe una extraña señal del espacio exterior y pierde toda comunicación con el resto del mundo. Una semana después un pequeño barco remolcador, el Sea Star, tras haber perdido su cargamento en medio de un huracán, se encuentra con el navío ruso abandonado en el ojo de la tormenta. Movidos por la ambición, los tripulantes del Sea Star abordan el barco fantasma, sólo para descubrir que una forma de vida inteligente venida del espacio exterior ha convertido a toda la tripulación en un ejército de zombies/cyborgs asesinos (vaya, ahora que lo leo sí suena bastante mal…).

    Recuerdo que la semana de estreno de esta película justo coincidió con mi cumpleaños, así que mi madre me invitó a comer y luego al cine. Las opciones más llamativas eran esta película y otra con Mira Srovino y Val Kilmer. Preferí ver la segunda. Y nunca me arrepentí de la decisión, pero la curiosidad sobre Virus me estuvo picando durante más de diez años; particularmente porque, por alguna razón, el DVD de esta película es increíblemente difícil de conseguir. Ahora que por fin pude verla, tras haber encontrado el DVD (nuevo y empacado) en un botadero de descuentos de una tienda de discos usados en San Diego, me alegro de haber escogido la peliculita rosa con Sorvino y Kilmer.
    En general, toda esta cinta es como una especie de cruza entre Aliens: El regreso (Cameron, 1986) y el remake de Barco fantasma (Beck, 1992). Aunque no por eso deja de ser entretenida… siempre y cuando uno no se ponga quisquilloso con el guión lleno de agujeros, las actuaciones apenas decentes, los efectos especiales si acaso cumplidores y el guión ramplón con todos los clichés del melodrama de acción.
    Los personajes están apenas delineados y más que nada son bocetos de personajes simples con los que actores de demostrada calidad como Curtis y Sutherland apenas si pueden trabajar. También hay entre la tripulación un montón de personajes sacrificables que, para darle diversidad étnica al asunto cual comercial de las muñecas Barbie, incluye a un supuesto cubano, a un supuesto indígena maorí y a una supuesta científica rusa. Por momentos las actuaciones de los cyborgs son mejores que las de sus contrapartes humanas.

    Y a ese respecto, debo decir que los animatrónicos utilizados en esta cinta son algo decepcionantes. Es decir, son robots que deben verse como robots, así que por ese lado no hay mucho pierde, pero en realidad se ven bastante limitados en sus acciones, como si en realidad los productores no hubieran tenido el presupuesto suficiente para el departamento de efectos especiales. También creo que, aunque el diseño de todos los biomecanoides es interesante, pudo haber sido mucho más elaborado… o quizá lo era y la escasa iluminación no permite apreciarlo en toda su gloria.
    La música corre a cargo de Joel McNeely, quien se había desempeñado más como compositor de temas musicales para programas de televisión como Pato Darkwing (1991) y Las aventuras de los Tiny Toons(1990) y para videojuegos como el clásico Star Wars: Shadows of the Empire (1996). Para esta película, la partitura de McNeely bebe principalmente de dos fuentes y, de hecho, por momentos las frases musicales que emplea son exactamente las mismas que en el soundtrack compuesto por James Horner para Aliens: El regreso y el compuesto por Christopher Young para Las mosca II (Walas, 1989).
    Por otro lado, se nota a leguas que el guión fue escrito por el mismo autor de los cómics; quiero decir, que lo único más inverosímil en esta película que las situaciones y las formas en las que Baldwin logra salir ileso de las más aparatosas demoliciones, por no decir bien peinado, son los diálogos. ¿Quién rayos habla así? Cuando uno lee esos parlamentos dentro de las páginas de un cómic quizá no se vean tan mal, pero de eso a poner a actores de carne y hueso a interpretarlos creo que hay una gran diferencia.

    En realidad, conforme la película va avanzando, uno no puede evitar sentir cada vez más y más que está viendo una mala copia de Aliens: El regreso… Pero esperen, esta cinta fue producida por Gale Anne Hurd ¡la exesposa de James Cameron que produjo Aliens: El regreso! ¡Rayos! ¿No es triste cuando la gente tarta de piratearse a sí misma y no lo consigue?
    En fin, en realidad si uno no tiene nada mejor qué hacer, esta película no es mala opción. No es una mala opción como película dominguera o camionera, pero no mucho más allá de eso. Si un legado puede reconocérsele, sin embargo, es que de cierta manera parece haber servido como inspiración para el genial videojuego Dead Space.

lunes, 4 de febrero de 2013

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, TERCERA PARTE


EL RETORNO DEL REY
The Return of The King
Peter Jackson, 2003

Al igual que sus predecesoras, esta película tiene tres cortes diferentes: El corte para cines (201 minutos), la edición extendida para DVD (251 minutos) y la edición extendida para Blu-Ray (263 minutos). Cabe señalar que en el caso específico de esta cinta más que una edición extendida podríamos hablar de una edición alternativa, ya que no sólo muchas escenas fueron extendidas y reintegradas, sino que algunas incluso fueron cambiadas por completo.
En su edición extendida para Blu-Ray, la conclusión de esta epopeya contemporánea es una película de 4 horas de extensión, incluyendo el infame final de 25 minutos. Como dije en la conclusión de mi reseña sobre la entrega anterior de esta trilogía, conviene más ver esta saga como una película muy larga dividida en tres partes. De tal suerte, el final de 25 minutos es el cierre de una película de alrededor de 12 horas de duración.
    El viaje de Frodo (Elijah Wood) y Sam (Sean Astin) para destruir el Anillo Único llega a su fin en las desoladas tierras de Mordor. Del mismo modo, Minas Tirith, capital del reino de Gondor y último bastión de la defensa en contra de Sauron, el Señor Oscuro (Voz de Allan Howard), está por librar la batalla decisiva contra las Fuerzas del Mal. Mientras tanto, Aragorn (Viggo Mortensen) cabalga junto con los Jinetes de Rohan en una carrera por llegar a tiempo a defender Minas Tirith y recuperar el trono que le corresponde.

    Esta película es la adaptación más libre del texto de Tolkien, pues juega con los tiempos y la simultaneidad de algunas situaciones, además de que manda a pasear la segunda mitad del libro. Con todo, a pesar de estos detalles y su excesiva duración, es la culminación perfecta para la Trilogía y, sin dudas, es la más bélica de las tres.
    Al tomarse las licencias antes mencionadas, en realidad la película incluye los últimos capítulos de Las Dos Torres; como el enfrentamiento con Ella-Laraña (Shelob), una araña  gigantesca y muy ponzoñosa que según El Silmarillion, la obra cosmogónica de Tolkien, es más vieja aún que el mismo Sauron.
    El inicio de esta tercera película es mucho más oscuro que el de las anteriores, incluso el prólogo cuenta la trágica historia de cómo Sméagol se convierte en Gollum.  Jackson logra un efecto de paralelismo entre la narrativa de la cinta y las emociones de los personajes que, para este momento, se encuentran cercanos a su hora crítica. Frodo está siendo consumido por el poder del Anillo único, la relación entre Sam y Sméagol se torna más áspera, Gandalf (Ian McKellen) debe salvar a Minas Tirith a pesar de su gobernante y Aragorn debe enfrentar su pasado, aceptar su presente y tomar las riendas de su futuro para poder reclamar el trono que por derecho le pertenece, pero que todos temen que tome.

    Si el final de la cinta anterior fue épico y magnánimo, esta cinta lo supera con creces. Más de la tercera parte de la peli son batallas. Podría parecer que tal extensión daría al traste con el ritmo de la cinta, pero la verdad es que Jackson logra manejar la edición y la dirección de escena con una maestría y un timing impecables, haciendo de la Batalla de Pelennor, por ejemplo, la escena épica más grande que he visto hasta ahora. Es entretenida y es de un gran peso dramático.
    Precisamente en esta batalla viene otra de las referencias de Tolkien a Macbeth. Según le vaticinan las brujas al guerrero escocés, no podrá ser derrotado por ningún hombre parido por mujer. Finalmente, el confiado Macbeth encuentra la muerte a manos de quien fue extraído por cesárea del vientre de su madre muerta. Rindiendo homenaje a este pasaje de la obra de Shakespeare, en El Retorno del Rey se menciona que el Rey Brujo de Angmar, líder de los Nâzgul, no puede ser vencido por ningún hombre. El guerrero espectral es derrotado por Eowyn (Miranda Otto), sobrina de Théoden, quien se disfrazó de soldado para poder luchar.
    Los efectos especiales, que de por sí eran buenos ya en la primera entrega, en esta última se ven mejorados y refinados; al grado de que Gollum casi parece un ser de carne y hueso. A excepción de algunas escenas donde todavía se ve el montaje de los actores sobre escenarios virtuales, la mayoría de los efectos son impactantes, pues cumplen con la función ideal de los efectos especiales: que nadie note que están ahí.

    El soundtrack corre una vez más a cargo de Howard Shore, quien experimenta con variaciones de los temas planteados en las cintas anteriores para expandir el universo de la cinta, logrando dimensiones monumentales, adecuadas para las complejas secuencias que se presentan en pantalla. El tema cantado de esta película, ganador del Oscar a Mejor Canción (injustificadamente, según un servidor), es interpretado por la siempre soporífera Annie Lennox. Me parece mucho más interesante la canción interpretada a capella por Billy Boyd.
    Como señalé anteriormente, la segunda mitad del último libro de la novela de Tolkien quedó fuera de la película. En el texto original, una vez que Frodo y Sam regresan a La Comarca, se encuentran con que ésta ha sido conquistada por Saruman y Grimma. De tal suerte, Frodo y Sam deben organizar una revuelta de hobbits para expulsar a Saruman. En la edición extendida de El Retorno del Rey se incluye la escena de la muerte de Saruman, la cual es casi tal cual como sucede en el libro, sólo que en un momento y una locación diferentes.
        Así, con el Anillo Único destruido y Aragorn coronado en una escena que mucho nos recuerda al final de Star Wars (Lucas, 1977), concluye la que ha sido la epopeya fílmica más grande hasta el momento. Una obra de proporciones titánicas con, según un servidor, más aciertos que errores y que ha aportado un par de iconos a la cultura popular. Su única debilidad sigue siendo el hecho de que quizá no sea tan atractiva para todo el público, y que aún hay personas que consideran que no vale la pena pasar doce horas de sus vidas viendo una película.

PARA LA TRIVIA: Para cuando terminó el proceso de filmación de la Trilogía, luego de 18 meses, el elenco y los miembros del staff tenían derecho a recibir la ciudadanía neozelandesa.

viernes, 1 de febrero de 2013

SEIS MUJERES PARA EL ASESINO


SEIS MUJERES PARA EL ASESINO
Que en Estados Unidos se llamó
BLOOD AND BLACK LACE(o sea, Sangre y encaje negro)
Pero que originalmente se llama
Sei donne per l’assassino

Mario Bava, 1964

El Giallo (que significa “amarillo” en italiano) es un subgénero del cine de suspenso que toma prestados elementos del cine de horror con un refinado sentido estético. En estas películas lo importante son dos cosas: la primera, que las escenas de asesinatos sean espectaculares hasta llegar al punto del barroquismo; y la segunda, jugar con las expectativas del público y el suspenso por conocer la identidad del asesino hasta que de verdad sea imposible continuar, incluso si esto requiere de vueltas de tuerca truculentas al final de la cinta. Mario Bava, el legendario director italiano de terror y suspenso, dirige esta película que es una de las pioneras del Giallo.
    En la ciudad de Roma, las modelos de la casa de modas de la condesa Cristina Como (Eva Bartok) comienzan a aparecer misteriosa y brutalmente asesinadas. Todas las chicas y los hombres involucrados con ellas son sospechosos de ser el terrible asesino de la máscara blanca, todos tienen secretos y son víctimas de chantajes, pero mientras la policía investiga el caso los sospechosos van cayendo uno a uno.

    Este temprano ejercicio del Giallo resulta ser una entretenida obra de suspenso que, como las grandes de este subgénero, prueba al espectador invitándolo a que adivine quién es el asesino antes de que sea revelado. Como también se volvería clásico en el Giallo con el paso del tiempo, la película está plagada de un erotismo larvario, velado y subrepticio que es mucho más potente mientras es menos implícito.
    La fotografía de esta peli es simplemente espectacular. Las tomas buscan encuadres poco convencionales y que, frecuentemente, buscan ocultar más de lo que muestran. La iluminación logra realzar texturas y volúmenes, creando juegos de claroscuros, particularmente en las escenas de asesinatos, que casi parecen los de una pintura de la Escuela Flamenca. Finalmente, y esto se volvería un elemento recurrente en el Giallo, la iluminación expresionista toma inspiración fauvista y colorea los escenarios de colores irreales, principalmente densos, puros y primarios, para resaltar el impacto de las imágenes y de los estilizados homicidios.
    Aunado a este efecto de crear impacto por medio de una simplicidad aparente, se suma el asesino. Lo primero que noté al verlo fue la inspiración para Rorschach, el antihéroe de Los vigilantes (Snyder, 2009), pero en un análisis más concienzudo pude ver una genialidad del diseño por su simpleza. El asesino de esta película es un tipo con una gabardina corta de color negro, los correspondientes guantes de piel a tono y un sombrero Fedora de ala corta. Lo que más llama la atención de este personaje es la máscara que usa, una simple manta de color blanco ceñida a la cara, pues su imagen causa una sensación de desconcierto.

    El soundtrack es una cosa memorable y una epítome de la música kitsch en las películas. Tratando de crear una atmósfera sórdida, la partitura se apoya principalmente en sonidos metálicos que me recordaron mucho a las bandas sonoras de las películas mexicanas de rumberas.
    Otro aspecto interesante, que no necesariamente elogiable, es la práctica ausencia de un protagonista. En realidad, todos los personajes tienen su participación en la historia y la narración va saltando de uno a otro sin ahondar realmente en ninguno. No es sino hasta el final de la peli, cuando la vuelta de tuerca es revelada y todas las piezas del rompecabezas se acomodan, que un personaje recibe atención por sobre todos los demás, ya que es éste quien esclarecerá todo el misterio.
    En conclusión, contrario a lo que podría parecer, el Giallo no nació con Dario Argento y esta película es una prueba fehaciente de ello. Se trata de una obra de fina factura, aunque con tendencias hacia el cine de explotación. Su guión, genial y truculento, invita al espectador a desconfiar de todos los personajes y lo lleva por una espiral de suspenso que culmina con un final que raya en el deus ex machina, pero que no por eso se siente menos satisfactorio.

    Recomendable, sin duda, no es ninguna obra maestra del género; pero sí una de las pioneras. Algo que me parece encomiable es el hecho de que, a pesar de tener casi 50 años, la peli ha envejecido poco pues habla de temas que para su época debieron ser más que escandalosos. Si de algo no puede acusarse a esta cinta es de que, como muchas otras por el estilo y época, peque de naive.