LAS 10 PEORES PELÍCULAS QUE HE VISTO
Hace algunas semanas,
comentaba con un amigo sobre una película que yo no terminé de ver porque me
pareció increíblemente aburrida y que a él sólo le pareció mala (El exorcista
II: El hereje [Boorman, 1977], si mal no recuerdo). Él, sorprendido, me dijo: “¿Pero cómo? Si
tú aguantas ver unas películas tan malas que yo no soporto”, lo que me hizo
cuestionarme sobre mi resistencia.
Será para el conocimiento de quienes me siguen
desde hace tiempo que siento cierta afición por las películas malas, por lo que
me di a la tarea de rememorar aquellas películas tan, pero tan malas que ni
siquiera yo, el Cinéfilo Incurable, he soportado.
De tal suerte, presento aquí la lista de
las diez peores películas que he visto (y me atrevo a recordar), algunas de
ellas ni siquiera las terminé.
Así
que la próxima vez que suba algo al blog y ustedes piensen “Ah, no se ve
interesante, no lo leeré” recuerden, queridos lectores, que recibí esta bala
por ustedes.
1.-
Troll 2
Fragasso, bajo el seudónimo Drake Floyd, 1990
Ésta, junto con algunas
otras películas de la lista, se disputa entre los críticos el título de “La
peor película de la historia”. La primera película de Troll (Buechler, 1986) era absurda, tenía malos efectos especiales
y carecía completamente de lógica; pero por lo menos era entretenida. Esta
secuela carece de calidad en todos los sentidos… Es más: ¡Ésta ni siquiera es
la secuela de la Troll original! Los
productores filmaron una película completamente ajena a la obra de Buechler,
pero decidieron titularla Troll 2
para que vendiera más.
¡Y vaya si lo
lograron! En nuestros días esta película es conocida principalmente porque
venía como Bonus en la edición en DVD de Troll.
La película narra la historia del pequeño Joshua
Waits (Michael Stephenson) ¿Ustedes creían que los niños de Parque Jurásico (Spielberg, 1993) eran
odiosos? Los querrán como a sus hijos después de conocer a este mocoso y su
familia, quienes intercambian casas con otra familia del alejado pueblo de
Nilbog —O sea “Goblin” deletreado al revés ¡Órale, qué ingenio!— por unas
vacaciones. Poco saben ellos que el pueblo es habitado por goblins (así es, en Troll 2 no aparece ni un solo troll) sedientos
de… ¿Verduras? ¡Sí! Estos pequeños seres con cuerpo de costal de papas y cara
de máscara de jalogüín de Wal-Mart son vegetarianos... Por eso son ayudados por
una bruja con arrugas pintadas con delineador para convertir a los humanos en una masa verde
y vegetal que puedan comer y… ¿Qué carajos es esto?
¡Oh, claro! Olvidaba mencionar que la
familia Waits contará con la ayuda del fantasma del abuelo de Joshua, Seth
(Robert Ormsby). El final de la película es —además de predecible — un verdadero duelo de
actuación entre el niño y su abuelo ¡A ver cuál es peor! Las interpretaciones
de ambos son insoportables y de verdad ponen la voluntad de uno a prueba.
Esta
“película” además se lleva el premio a la escena erótica más extraña de la
historia, en la que la bruja seduce a un joven incauto y, a través de su
cachondez, lo asfixia en una montaña de palomitas de maíz. Lo juro. Es algo que
hay que ver… o no.
2.-
El increíble transplante de dos cabezas. (No pude terminar de verla…
de verdad, no pude)
The Incredible 2-Headed Transplant (Lanza, 1971)
En plena época del cine
Blacksploitation (aquél cine de explotación que tenía como objetivo sacarle su
dinerito al público afroamericano) esta película llegó a
la pantalla de cines y autocinemas de Estados Unidos... y desde entonces, nada
sería igual para el cine chafón.
La película narra la historia de un
científico, el Dr. Girard (Bruce Dern) quien vive en una casa en el campo
apartado de la civilización junto con Danny (John Bloom), su hijo retrasado. Girard
realiza experimentos de transplantes humanos y se encuentra muy cerca de poder
realizar un transplante de cabeza completo. Cierto día, Ken (Casey Kasem), un
asesino psicópata recién fugado de una institución mental, asalta la casa del Dr.
Girard y lo hiere de muerte antes de ser abatido a tiros. Girard, con sus
últimas fuerzas —y de manera inexplicable, debo añadir— decide transplantar la
cabeza del asesino al cuerpo de Danny, creando un monstruo bicéfalo de fuerza
descomunal, inteligencia reducida —según parece, en esta película absolutamente
todo la tiene— que asesina gente de manera brutal en la campiña.
Debo decir que junto con la anteriormente
mencionada Troll 2 y la legendaria Plan 9 del espacio exterior (Wood, 1959),
esta película se disputa el reconocimiento a la peor película jamás filmada
según la opinión de un considerable número de críticos.
Un guión que raya en la oligofrenia,
efectos especiales que ni siquiera creo que deban ser llamados tales y
actuaciones tan malas que… ¡Oh, por Cthulhu! ¡Esas actuaciones! ¿Alguna vez les
ha pasado que están viendo una película tan pero tan mala que, aunque no sea de
terror, les da miedo? Bueno, pues eso me pasó con esta cinta. Algo en ella, en
su ínfima calidad, me atacó en los más profundo de mi ser. No sé qué haya sido,
pero no puedo volver a verla sin sentir cierta repulsión.
3.-
Snuff (No terminé de verla y eso que la compré)
Originalmente titulada Slaughter en 1971, Finlay, Fredriksson y
Nuchtern, 1976. Ninguno de los nombres de los directores aparece en los
créditos de la película, pero yo los pongo aquí para efectos de ignominia.
Por lo general, las
películas destinadas a ser proyectadas en los autocinemas no eran buenas… o
siquiera interesantes. Quiero decir ¿a quién le importaba? ¿Qué clase de
pervertido iba a un autocinema a ver la película? Estas condiciones propiciaron
la aparición de toda una pléyade de películas de calidad miserable durante las
décadas de los sesenta y setenta que, afortunadamente, cayeron en el olvido
rápidamente.
Pero algunas, por diversos motivos, se
convirtieron en “clásicos”. Uno de estos clásicos es Snuff.
La película cuenta la historia —o eso creo,
no queda muy claro— de Ana (Ana Carro), cuyo hermano fue secuestrado por un
culto de bikers en Brasil que asesinan gente para filmar sus muertes y vender
las películas. Disculpen cualquier omisión o equívoco, la verdad no recuerdo
bien esta película… ¡Y no la voy a ver de nuevo!
Las películas italianas de caníbales me
tienen mal acostumbrado, pues cuando una cinta de este estilo se ambientaba en
el Amazonas uno podía esperar escenas de lo más gore, desnudos injustificados y
música eurodisco. Digo, Snuff es
americana, pero yo tenía esperanzas.
Mhhh… y sí hay más o menos todo eso en la
película; pero la verdad es que la muy burda edición —¿Con qué cortaron la
película? ¿Con tijeras de jardinero?—, las pésimas actuaciones y los bajos
valores de producción llevan a esta cinta al terreno de lo insoportable.
Recuerdo mucho las escenas donde se supone
que los personajes están en el Carnaval de Rio de Janeiro, pero es más que
evidente que no lo están. Las tomas del desfile de samba son tomas de archivo,
mientras que los actores fueron filmados en un estudio con extras disfrazados
pasando por ahí.
¡Ah, y sí hay desnudos! Pero las actrices
son muy feas.
Según investigué después, esta película fue
filmada en 1971 y enlatada por los productores quienes no la vieron como
negocio. Así pues, un productor independiente “rescató” la cinta tras leer un
artículo en el New York Times sobre la leyenda urbana de las películas snuff.
Este productor filmó un nuevo final, sin avisar al director original, y
rebautizó la película como Snuff,
haciendo publicidad barata al correr el rumor de que una de las escenas de
asesinato de la cinta era real.
4.-
La casa de los muertos (La terminé de ver pero adelantando
escenas).
House
of the Dead. Uwe Boll, 2003.
No es un secreto para nadie
que las películas basadas en videojuegos suelen decepcionar a cinéfilos y
a videojugadores por igual. Pero si esas
películas además van firmadas por el director alemán Uwe Boll entonces
“Abandonad toda esperanza los que aquí entráis”.
Los videojuegos de House of the Dead de Sega, fueron un hitazo en las arcadias a
finales de la década de los noventa y no era para menos. Se trataba de juegos
de disparos llenos de acción y de monstruos bizarros con una historia que, si
bien no iba a ganar ningún premio, sí lo atrapaba a uno y obligaba a quien
estuviera jugando a afinar su puntería, y hacer su máximo esfuerzo para vencer
a los zombies y mutantes que se lanzaban contra nosotros en la pantalla.
Incluso los videojuegos fueron relanzados
en un compendio para la Nintendo Wii y su éxito fue tal que Sega lanzó a la
venta una tercera parte en exclusiva para esta consola y fue genial.
Lo
que no fue para nada genial fue la película basada en el videojuego y cuya
historia pretende ser una precuela de la vista en las maquinitas.
En ella, un rave de universitarios que se
lleva a cabo en una supuestamente paradisiaca isla tropical se ve interrumpido
por una horda de zombies y monstruos hambrientos
de carne humana., pues la isla era el laboratorio de un científico loco, muerto
décadas atrás, que realizaba retorcidos experimentos para invocar a las fuerzas
del mal… o algo así.
Todo parece estar mal con esta cinta: Tiene
poca relación con el videojuego, las actuaciones son insufribles, la música es
monótona, los efectos especiales y la producción en general son como de tres
pesos, el guión es idiota y predecible y, por si todo esto fuera poco, la única
escena topless en toda la cinta (que
prometía varias) está en los primeros veinte minutos de película, por lo que no
evita que uno se duerma durante el resto.
¿Pero qué podíamos esperar del director de
“exitosas” películas de videojuegos como Solo
en la oscuridad (2005) y Bloodrayne
(2005)?
5.-
Sangre del castillo de Drácula
Blood of Dracula’s Castle. Al adamason, 1969.
Y volvemos con las películas
de autocinema. Y ésta, de hecho, fue dirigida por el así llamado “Rey de los
autocinemas”, Al Adamson. ¿Se acuerdan del Teatro
Fantástico de Enrique Alonso “Cachirulo”? Bueno, pues más o menos ésos son
los valores de producción de esta película. De verdad, la sangre parece pintura
Vinci, los decorados SE VE que son de cartón y el maquillaje lo hicieron como
con papel de baño mojado.
En la película, Drácula (Alexander D’Arcy)
y su esposa (Paula Raymond), junto con su mayordomo (John Carradine), y su
criado gigante y deforme (Ray Young), habitan un viejo castillo en el desierto,
convenientemente cerca de un camino que tiene toda la facha de carretera
gringa. Mango, el sirviente deforme del matrimonio Drácula sale a vagar por los
caminos para secuestrar jóvenes muchachas que serán sacrificadas para prolongar
la existencia del Rey de los Vampiros.
La falta de presupuesto de la película se
siente principalmente en la limitación de las locaciones —bueno, y en la
pobreza de éstas—, que en manos de un director bueno habría sido aprovechada
como un elemento más de la narrativa... Pero estamos hablando de Al Adamson.
Así, el público que vea esta película sentirá que los personajes no se
desplazan más de tres pasos en toda la cinta.