MALÉFICA
Maleficent
Robert Stromberg, 2014
¿Recuerdan La Bella Durmiente (Geronimi, 1959) de
Disney? En su año, y aún mucho tiempo después, fu el largometraje de dibujos
animados más costoso jamás producido con un presupuesto que ascendió a los seis
millones de dólares. La película es una obra de arte por donde se le vea.
¿Recuerdan esa animación meticulosa y esos fondos finamente detallados? Pero,
sobre todo, ¿recuerdan a Maléfica, el hada malvada que no fue invitada al
bautizo de la princesa Aurora y, en venganza, dejó caer sobre ella una
maldición mortal? Estoy casi seguro que no soy el único al que le daban
escalofríos cuando aparecía este personaje en pantalla por primera vez.
¿Recuerdan que, después de Chernabog en Fantasía
(Ferguson et al, 1940), Maléfica es prácticamente la encarnación del Mal?
Bueno, pues mejor vayan olvidándolo porque todo eso quedó fuera de esta
versión.
La película narra la historia de Maléfica,
una bella y bondadosa hada —que curiosamente es una niña, a pesar de que las
hadas ni envejecen ni tienen bebés, por eso se los roban a los humanos— que
vive en el bosque encantado y que, cierto día por azares del destino traba una
bella amistad con un niño humano llamado Stefan (Michael Higgins). Como cabría
esperar, la amistad se convierte en otra cosa conforme los dos niños se
convierten en adolescentes y posteriormente en jóvenes adultos.
Y quiero hacer una pausa para hacer notar
que esto apenas si es la tercera parte de la cinta y ya está plagado de
incongruencias. Como ¿por qué Maléfica envejece? ¿Por qué es la única hada que
tiene alas emplumadas y cuernos de cabra? ¿Por qué es la única hada que es de
tamaño humano? Quizá la explicación sería que se trata en realidad de un
híbrido —como Sookie Sotckhouse, la pobre—… pero nunca lo mencionan en la peli.
Sea como fuere ¿por qué Maléfica siempre se llamó Maléfica? ¡No tiene sentido!
Digo, Anakin Skywalker se cambió el nombre cuando se convirtió al Lado
Oscuro... ¡Hasta Luzbel cambió de nombre cuando se volvió malvado!
Volviendo a la película, Stefan (Sharlto
Copley), ahora un joven campeón, ambiciona casarse con la princesa Leila
(Hannah New) para heredar el reino. Con tal de conseguir dicho objetivo, Stefan
cumple con el desafío del rey Henry (Kenneth Cranham) de matar al mayor enemigo
del reino: el hada Maléfica (Angelina Jolie con pupilentes). Stefan seduce al
hada para después traicionarla y cortarle las alas —representando una
violación, según se entiende—.
Y aquí recuerdo una escena donde Aurora
(Elle Fanning, la hermana menor de Dakota) le pregunta a Maléfica “¿Todas las
hadas tienen alas?” y no recuerdo qué le contesta el hada, pero según yo debió
responder: “Sí, pero somos como las hormigas: las perdemos cuando nos
desvirgan”.
Pero estoy divagando de nuevo. Una vez que
Stefan se casa con Leila y hereda el reino, tienen una hija llamada Aurora.
Maléfica asiste al bautizo de la niña —o supongo que eso era, pues en las
películas de Disney está estrictamente prohibido hacer cualquier alusión a
religión alguna— y deja caer sobre ella la maldición de que al cumplir los
dieciséis años se pinchará el dedo con el huso de una rueca y morirá... sólo
para arrepentirse un minuto más tarde y condenarla a un sueño del que sólo
podrá despertar con un beso de amor verdadero —sí, sí, olvídense de que fue el
regalo de Primavera lo que la salvó—. Y de ahí pa’l real la historia es la
misma de La Bella Durmiente, pero mal contada.
De hecho, toda la película da esa
impresión: como si alguien estuviera tratando de contar el cuento de La Della
durmiente de memoria, pero olvidara pasajes enteros y los rellenara con cosas
sacadas de la manga. Sí, la narración se centra en el punto de vista de
Maléfica, pero le quitan todo lo que hacía interesante al personaje. Ya no es
la encarnación del Mal cuya mera presencia ensombrece el cielo, sino una
persona bastante corriente en busca de lo que todos conocemos como
venganza, pero cuando es llevada a cabo
por una feminazi —como es éste el caso— se llama justicia... por lo menos hasta
que descubrimos que en realidad tiene corazón de pollo ¡Bah!
Toda la película me recordó a la infame
novela Drácula: el no muerto (2009). Este
libro, escrito por Ian Holt, historiador y guionista experto en Drácula, y
Dacre Stoker, sobrino nieto del célebre escritor irlandés, pretende ser una
secuela —no sólo eso, sino que se jacta de ser la secuela oficial— de la novela
original pero con una vuelta de tuerca. Se explica pues que Drácula no era el
malo, sino que la verdadera villana era Erzsebet Bathory y todo fue un
malentendido. No, en verdad, de eso se trata el libro.
Odio cuando hacen eso. Odio que expliquen
“los motivos del lobo” porque suelen darle en la madre. Si el monstruo tiene
una justificación para hacer lo que hace, entonces deja de ser un monstruo. Es
como en Hannibal: el origen del mal
(Webber, 2007), cuando nos explican que el pobrecito Hannibal Lecter tuvo que
convertirse en caníbal y después le agarró el gusto a fuerza de costumbre, lo
que humaniza al personaje y, ultimadamente, le da al traste.
Lo mismo pasa con Maléfica en esta
película. Todas las “maldades” que hace están plenamente justificadas y ni maldades
son. Caray, los malos ratos que hace pasar a las hadas madrinas de Aurora,
Knotgrass (Imelda Staunton), Flittle (Lesley Manville) y Thistletwit (Juno
Temple) —otrora conocidas como Flora Fauna y Primavera o Merryweather en inglés,
aunque para como salen de mensas en esta película bien pudieron llamarse Moe,
Curly y Larry— son si acaso travesuras. En verdad, parece que uno está viendo
un mal episodio de Hechizada
(1964-1972)… o peor aún, la vomitiva película de Hechizada (Ephron, 2005).
Además de esto, la película tiene un
discurso claramente misándrico, en el que los hombres del mundo son los malos y
los tontos, y las feminazis rulean; excepto por Diaval (Sam Riley), el esbirro
metrosexual de Maléfica... que ultimadamente ni era humano, sino que fue
transformado en tal a partir de un cuervo.
Además, sí se llega a advertir una cierta
relación lésbica entre Maléfica y Aurora. Por la falta de maldad verdadera, el
corazón de pollo de Maléfica y su sexualidad dudosa propongo que el título de esta película se
cambie de Maleficent a Ambivalent.
Y la historia sigue más o menos así en
escenarios que se ven grabados en estudio cuando no son CGI. Por cierto que
algo que sí me provocó esta cinta fue una terrible nostalgia por la obra de Jim
Henson. Con todas las hadas y criaturitas que aparecen en pantalla creadas
gracias a la magia de las computadoras, no pude dejar de remitirme a obras como El cristal encantado (Henson y Oz,
1982) o Laberinto (Henson, 1986) e
imaginar cómo se hubieran visto si el legendario creador de los Muppets hubiese
sido el encargado de darles vida.
Y hablando de las criaturas... ¿qué pasa
con el dragón? Pasó de ser tal en la versión original a una especie de pollo
desplumado en esta versión y, como para rematar, ni siquiera es la propia
Maléfica quien se transforma en el monstruo. Y es cuando terminé preguntándome
¿Cómo resultó que el dragón de Live Action se ve tan chafa en comparación con
el de dibujos animados? Incluso en Fantasmic, el show en vivo de Disney World,
cuando Maléfica se convertía en dragón (completamente en vivo, por cierto) y
lanzaba bocanadas de fuego se sentían escalofríos.
Finalmente, para terminar con mis quejas,
señalaré que esta cinta fue producida por Angelina Jolie... ¡Y se nota! Se nota
que todo el numerito está armado para que la Jolie se luzca —aunque eso sí,
¿quién mejor para interpretar a un hada que roba niños que una señora que los
colecciona en la vida real?—. Se castearon actores apenas decentes para que no
le roben foco a la “actuación” de la Jolie —la escena en la que se duele por
sus alas perdidas debería ser censurada por mala— y, lo que es muy importante,
que Aurora no sea ni remotamente bonita. Y, por si no quedara claro que la hija
de John Voight es la estrella del show este, durante los créditos finales se
puede escuchar su melodiosa voz interpretando la ya de por sí dudosa versión
cantada del waltz de La Bella Durmiente.
Debo admitir, eso sí, que al menos por el
tipo físico el casting está bien hecho. Según se comentó en algún momento de la
producción, éste fue el factor decisivo para armar el reparto de la cinta.
En lo que sí se luce esta película, y que
resulta un festín en HD, es precisamente en el apartado del diseño de arte. Particularmente
los vestuarios de la Jolie son geniales, excéntricos y con un toquecito glam
que tan bien le va al mundo de las hadas —finalmente se supone que son ellas
las que poseen el glamour—.
Del mismo modo, el bosque de espinos y las
criaturas que lo habitan tienen formas y diseños interesantes... aun cuando el
reino de las hadas parece un fusilazo del planeta Pandora de Avatar (Cameron, 2009). En general todos
los elementos usados para darle vida a este universo están bastante bien
ubicados y tienen diseños padres.
Queda a deber el maquillaje, eso sí, que
corrió a cargo del genio en dicho arte Rick Baker (responsable de maquillajes
como los de Un hombre lobo americano en
Londres [Landis, 1981] o la infumable versión de Burton de El planeta de los simios [2001]); pero
que no aguantó el HD. Hay varias escenas donde se notan los bordes del prostético
que la actriz llevaba en el rostro... Y ahora que lo menciono, ¿por qué hay tal
cantidad de primeros planos en esta película? Bien pudieron armarla toda con
selfies...
Quizá consideren que he sido demasiado duro
al juzgar esta película, pero eso se ganan esos productores al meterse con mi
cuento de hadas favorito —ya puedo ver cómo les debe estar doliendo— y, francamente,
no me gustó esta película. Debo admitir que sí solté varias carcajadas, pero
fueron menos que las veces que me levanté de mi asiento a gritarle a la
pantalla —hay quienes lo hacen con los partidos de futbol, yo lo hago con las
películas—.
Así pues, se trata de una película
entretenida pero nada más. Si uno es fan del cuento o de las películas clásicas
de Disney, como en mi caso, la encontrará decepcionante. Además, nunca pude
definir exactamente a qué público iba dirigida esta cosa: me queda claro que no
es una peli cabalmente infantil, pero si iban a hacer una película más madura
pudieron darle un tono mucho más oscuro... Quizá sea una película de
quinceañeras, deberé preguntarle a las que conozco.
Y por todas estas razones, cambié de
opinión y propongo que esta película no se titulada Maleficent; sino Inefficient.
PARA
LA TRIVIA: En esta película, el cuervo sirviente de
Maléfica se llama Diaval, cuya pronunciación en inglés es parecida a “devil”
(diablo); mientras que en la versión de dibujos animados, su nombre es Diablo
(así en español).
Si es cierto, no había caído en cuenta de que parece un cuento contado por el payaso tenebrozo Y de hecho como dices, es la invocación de la filosofía feminazi: Soy mala y una desgraciada con los hombres porque un desgraciado me hizo sufrir, cuando en la vida real una mujer se vuelve asi porque quiere, nadie la obliga Si quedó mucho a deber la verdad...
ResponderBorrarPues es que más allá de las cuestiones de género, "La Bella Durmiente" como TODOS los cuentos de hadas es un melodrama, y en el melodrama los personajes representan sistemas de valores; por eso hay malos que son malos porque sí.
BorrarPara como es en esta versión, seguro lo pensó; pero después dijo "¡Ay, no! Pobrecitos".
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