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lunes, 31 de diciembre de 2012

ESPECIAL DE AÑO NUEVO

EL TOP 12 DE PELÍCULAS DE VAMPIROS

He aquí mi Top 12 de las películas de vampiros que he visto. Incluyo las 6 mejores y las 6 peores, sin ningún orden particular. Los más conocedores del tema notarán que hay omisiones importantes en la lista. Esto se debe a 3 razones: (1) No quise caer en obviedades. Si ya todos sabemos que Nosferatu (Murnau, 1922) y Drácula (Browning, 1931) son grandes películas de vampiros, ¿para qué repetirlo? (2) Es probable que aún no haya visto esa película que ustedes consideran tan buena (o mala). Y, finalmente, (3) tuve que escoger sólo 12 películas, necesariamente iban a quedar muchas fuera.

LAS MEJORES

 1.- Nosferatu: El vampiro (Nosferatu: Phantom der Nacht)  
Werner Herzog, 1979.
Remake del clásico silente de Murnau, pero esta vez con sonido y a todo color. Klaus Kinski interpreta a un conde Graf Orlock que lo mismo da miedo que causa repulsión, y la bella Isabelle Adjani es su víctima en una cinta que mezcla a la perfección lo macabro con lo grotesco y lo erótico.





2.- El ansia (The Hunger)
Tony Scott, 1983
Si un clásico aportó el fallecido hermano menor de Ridley Scott al cine, fue esta película. Basada en la novela de Whitley Strieber, esta película adapta elementos profundamente góticos a la estética Yupee y plantea cuestiones universales como la vanidad, la vejez y la soledad. Actuaciones simplemente geniales de los tres intérpretes principales: Catherine Deneuve, David Bowie y Susan Sarandon.




3.- Fuerza siniestra (Lifeforce)
Tobe Hooper, 1985
El legendario director de Masacre de Texas (1974) dirige esta producción británica para la que sólo tengo una palabra: Alucinante. Un grupo de astronautas descubre en una estrella distante a unas criaturas alienígenas que se alimentan de energía vital. Al volver a la Tierra, los astronautas atacados por los vampiros preparan el terreno para la próxima invasión. Aliens, vampiros, zombies, la actuación de Steve Railsback y desnudos de Mathilda May ¿qué no tiene esta película? ¡Ah, sí! También hay un incendio en Londres. 



4.- Déjame entrar (Låt den rätte komma in)
Tomas Alfredson, 2008
Basada en la popular novela sueca, esta película reinterpreta muchos de los cánones de la literatura vampírica con una mirada cruel y perversa. ¿Qué pasa cuando un puberto solitario y antisocial, fanático de los asesinos seriales y víctima de bullying, descubre que su nueva vecina, más o menos de su edad, es una vampira? Nada bueno, se los aseguro. Existe un remake estadounidense de esta cinta, de calidad muy inferior y tratamiento muy superficial.



5.- Cuando cae la oscuridad (Near Dark)
Kathryn Bigelow, 1987
¡Fuera el glamour y el refinamiento de los vampiros del Romanticismo! En esta película dirigida por la en ese entonces esposa de James Cameron (lo cual explica el casting) los no-muertos son parias, una banda de forajidos que no tiene reparo en provocar una masacre en un bar, batirse a tiros con la policía o secuestrar niñas a mitad de la noche para conseguir sangre. Junto con esta peli recomiendo también Los muchachos perdidos (The Lost Boys, Schumacher, 1987), la menciono en el mismo apartado porque son del mismo año y la trama es casi la misma.


6.- 30 días de noche (30 Days Of Night)
David Slade, 2007
Los vampiros se queman con la luz del sol, ¿cierto? (por lo menos en la tradición Romántica) ¿Qué pasaría entonces si hubiera un lugar en el que no saliera el sol durante 30 días? Precisamente eso es lo que descubre la población de una pequeña ciudad de Alaska cuando una jauría de vampiros decide atacar. Me gusta el planteamiento que se hace en esta peli de los vampiros, pues son retratados como depredadores voraces sedientos de sangre.



LAS PEORES

1.- Bloodrayne: Venganza de sangre (Bloodrayne)
Uwe Boll, 2005
Basada en el moderadamente popular videojuego del mismo nombre y dirigida por el inepto profesional Uwe Boll, esta película es un desastre por todos lados. Pésimas actuaciones, un guión escrito con las patas, un diseño de vestuario terrible, un casting de pena ajena (¿de verdad es posible que una mujer con el fenotipo de Michelle Rodriguez viviera en Europa en el siglo XVIII? ¿Kristana Loken, con su bronceado artificial de verdad parece un vampiro?) y un ritmo soporífero vuelven a esta peli evitable como la peste. Les ahorraré el sufrimiento: En el minuto 53 hay una escena topless de la Loken. 


2.- Rise: Cazadora de sangre (Rise)
Sebastián Gutiérrez, 2007
Lucy Liu es una intrépida reportera que fue víctima de un ritual vampírico, convirtiéndose ella misma en un no-muerto. Luego ella se dedica a cazar a los vampiros que la volvieron lo que es. Debió cazar a los productores de este bodrio largo, lento, aburrido y con escenas lésbicas de lo más chafa.





3.- Los muchachos perdidos 3 (Lost Boys: The Thirst)
Dario Piana, 2010
La tercera entrega de la saga de Los muchachos perdidos retoma la historia de los nerds caza-vampiros de la primera cinta, los Hermanos Frog. El guión es malo, lleno de situaciones absurdas, largo, lento e inverosímil. Las actuaciones son malas y las coreografías de las peleas son lamentables. Una segunda parte que salió 20 años después que la primera directamente en video ya era tentar a la suerte, ¿por qué sacar una tercera?




4.- La Vampiresa (T. del A., Female Vampire)
Jess Franco, 1973
Una de las numerosas “películas” de explotación en las que el infame director español Jess Franco trata de mezclar terror y erotismo. El resultado es una cinta en la que la esposa de Franco, Lina Romay, no permanece con ropa en una sola escena. La terrible edición apenas puede darle sentido a un guión prácticamente inexistente. Es demasiado complicada y aburrida para ser una película porno, y demasiado absurda para ser una peli de verdad.



5.- Drácula 2001 (Dracula 2000)
Patrick Lussier, 2000
Es que sencillamente una película que se llame así no puede ser buena. De verdad que no. Una trama inverosímil transporta la acción a Nueva Orleans y que se centra en la lucha entre Drácula y Van Helsing. A un planteamiento absurdo se unen malas actuaciones, un guión de lo más paleto y efectos especiales de pena ajena. Actúan los en ese entonces desconocidos Gerard Butler y Omar Epps (Foreman en House, M.D.). Por cierto, el cambio de año al traducir el título se debió a que en México esta cinta se estrenó al año siguiente que en EE.UU.


6.- Vampirella
Jim Wynorski, 1996
Producida por la leyenda de las películas de ínfima calidad, Roger Corman, llega esta mal lograda adaptación del cómic creado por Forrest J. Ackerman a finales de los 60’s. Como casi todo lo que hace Corman, esta producción se regodea exhibiendo su fabricación barata con un guión que parece escrito por un chavo de secundaria, actuaciones que sonrojarían a la mayoría de las estrellas porno y efectos especiales que producen una extraña mezcla entre risa y lástima. Lo peor de todo, sin duda, es la elección de Talisa Soto para interpretar a Vampirella; aunque es una mujer muy atractiva, ni de chiste se parece a la curvilínea vampira de los cómics (muchos nos hemos rehusado a ver la peli de Live Action de The King Of Fighters [Chan, 2010] nomás por evitarnos la decepción de ver a quién pusieron en el papel de Mai Shiranui).


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domingo, 30 de diciembre de 2012

EL HOBBIT

EL HOBBIT:
UN VIAJE INESPERADO

The Hobbit:
An Unexpected Journey

Peter Jackson, 2012

Cuando una saga se ha agotado y la historia no puede avanzar más sólo puede retroceder. El recurso de las “precuelas” no es nuevo en el cine en absoluto; como tampoco lo es, según lo ha demostrado George Lucas, el que sean productos meramente comerciales y carentes de espíritu. De veras, ni siquiera Valmont (Forman, 1989), la precuela de Relaciones peligrosas (Frears, 1988), le llega siquiera a los talones a la original; y eso que es bastante buena.
    Bilbo Baggins (Martin Freeman), un hobbit de la Comarca, debe abandonar su vida sencilla y cómoda en La Comarca para, azuzado por el mago Gandalf (Ian McKellen), embarcarse en una aventura con un grupo de enanos que buscan recuperar su reino de las garras del terrible dragón Smaug.
    La idea original de hacer una película basada en la primera novela de J.R.R. Tolkien surgió inmediatamente después de que Peter Jackson y su equipo terminaran con la Trilogía de El Señor de los Anillos. Por muchos contratiempos, siendo el principal de ellos el incumplimiento en el pago de regalías a Jackson por La Comunidad del Anillo, el proyecto se fue retrasando y apenas ahora, más de diez años después, pudo concretarse.

    Aún me acuerdo hace algunos años, cuando se suponía que El Hobbit iban a ser dos películas, producidas por Jackson y dirigidas por el mexicano Guillermo Del Toro. Por tantos retrasos, Del Toro salió del proyecto y el mismo Peter Jackson tomó las riendas. La otra decisión que se tomó casi de última hora y que afectaba directamente a la producción de las cintas fue que, en vez de adaptar la novela e dos películas, lo harían en tres.
    He de admitir que esta decisión de convertir El Hobbit en una trilogía me hizo desconfiar de inicio y me llenó de escepticismo. Quiero decir, El Señor de los Anillos fue un libro de 1250 páginas que se dividió en tres por razones comerciales; así la división de las películas resultaba natural. El Hobbit tiene apenas alrededor de 400 páginas, ¿y quieren hacer 3 películas de 3 horas con eso?
    Ahora que por fin pude ver esta película me doy cuenta de que mis sospechas eran fundadas. Con tal de que la historia diera para 3 películas, el guión fue alargado de forma artificial. Por principio de cuentas no tendría objeción al respecto, de no ser porque se notan las costuras y los parches por todos lados.
    Las escenas que fueron añadidas, así como sus personajes (algunas de las cuales incluyen pasajes de El Señor de los Anillos que fueron desechados de la primera Trilogía, como el de Radagast) se notan añadidos y mal integrados al conjunto y, en general, el ritmo suele disminuir en ellos. Transmiten ese desagradable sentimiento de que están pasando muchas cosas, pero en realidad no pasa nada.

    Con tanto tiempo extra, pudieron aprovechar para desarrollar a los personajes, porque en realidad la película sobrevive perfectamente con tres: Gandalf, Bilbo (Martin Freeman) y, por momentos, Thorin (Richard Armitage). El resto de los enanos, que son trece en total, son grises y poco interesantes y sólo están en escena haciendo bulto, a pesar de sus acertados y extravagantes diseños.
    Uno de los aciertos de la película es el planteamiento, el cual por cierto, fue una sorpresa para mí. La historia no está planteada como “lo que dará origen a El Señor de los Anillos (como lo hiciera Lucas con Star Wars)” sino que se plantea a partir de la trilogía original. Es decir, El Hobbit se nos presenta como un larguísimo flashback que Bilbo Baggins (Ian Holm) tiene justo momentos antes de que inicie la secuencia con la que abre La Comunidad del Anillo (Jackson, 2001).
    En el apartado de los personajes CGI, que en esta película son varios, quiero hacer notar el contraste entre el querido Gollum, magistralmente interpretado por Andy Serkis y el Gran Goblin, uno de los casos más lamentables de un casting de voz que he visto. El diseño del personaje es bueno, la interpretación del actor Barry Humphries es buena; lo que no funciona es el conjunto. Nunca pude aceptar que ésa era la voz del rey de los goblins.

    Finalmente, me agradó bastante cómo se manejó el formato 3D en esta cinta. Realmente creo que la experiencia de verla sí queda trunca si no es en este formato. Por otro lado, el revolucionario formato de HD en 48 cuadros por segundo no me convenció del todo. Quizás sea yo demasiado retrógrada, pero me gusta que las películas se vean como películas.
    En conclusión, no se trata de una mala película en absoluto; simplemente es una apuesta mucho más comercial (sí, según parece, eso es posible) e inferior sin duda alguna a cualquier entrega de la Trilogía original de El Señor de los Anillos. Es como oír un disco de un artista famoso cantando sus grandes éxitos, pero veinte años después. Habrá que esperar a ver qué le añaden a la edición extendida de esta película ya de por sí extendida innecesariamente.

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sábado, 29 de diciembre de 2012

FEROZ 2


FEROZ 2
Ginger Snaps: Unleashed

Brett Sullivan, 2004

Pesadilla en la calle del Infierno Parte 2: La venganza de Freddy (Sholder, 1985) me enseñó a mantener mis expectativas bajas ante la secuela de una película exitosa. Bien dicen que “segundas partes nunca fueron buenas”, y con la película mencionada anteriormente lo aprendí a la mala. Por suerte, Feroz 2 sigue la línea de El padrino II (Coppola, 1974), Aliens: El regreso (Cameron, 1986) o Terminator 2: El juicio Final (Cameron, 1992) al ser una secuela tan buena o incluso, por momentos, superior a la original.
    Brigitte Fitzgerald (Emily Perkins) se ha vuelto adicta a la infusión de acónito que previene su transformación en mujer lobo, se escapó de su casa y ha caído en una debacle autodestructiva que incluye automutilaciones y alucinaciones con su hermana muerta. Brigitte es internada en una clínica de rehabilitación en la que se enfrentará a la incredulidad de todos, al desprecio de sus compañeras internas y a un custodio abusador sexual. Por si todo esto fuera poco, deberá intentar detener su transformación y escapar de la institución antes de que el licántropo que la busca para aparearse con ella la encuentre.

    A pesar de que ese tono irreverente que tanto me agradó de la primera parte desaparece en esta segunda, ésta es una pieza de horror muy disfrutable que combina elementos góticos, de suspenso y terror. La influencia de cuatro películas (las cuatro se encuentran entre las consentidas de un servidor) es perceptible: Hay en esta cinta elementos de La mosca (Cronenberg, 1986) y La mosca II (Walas, 1990), Alien 3 (Fincher, 1992) y, quizá la más obvia, Pesadilla en la calle del Infierno Parte 3: Los guerreros del sueño (Russell, 1987).
    En esta cinta el tono es siniestro y lúgubre, con atmósferas escalofriantes logradas gracias a la eficaz combinación de diversos elementos como una iluminación de corte expresionista y un soundtrack espeluznante con inspiración de la música concreta. La saga de Ginger Snaps deja atrás el tono irreverente y juvenil, buscando evolucionar en una obra más seria y madura.

    Al igual que en su predecesora, en esta película es más que destacable la actuación de Perkins, quien en general logra desenvolverse con un aire natural en el papel de una adolescente perturbada. De repente, en algunas escenas la joven actriz tiende a sobreactuar, particularmente en parlamentos largos de ritmos más lentos. Sin embargo, en el resto de la película su interpretación es más que adecuada.
    Un punto en el que esta secuela es indiscutiblemente superior a su original es el maquillaje. Quienes hayan leído mi crítica sobre la primera película recordarán que precisamente en ese apartado encontré uno de sus principales puntos flacos. En esta segunda parte los efectos de maquillaje están mucho mejor cuidados y su diseño es más interesante.
    Me gustó sobre todo el licántropo completamente transformado, muy inspirado en la bestia cuadrúpeda de Un hombre lobo americano en Londres (Landis, 1980), que gracias a un diseño inteligente, una iluminación eficaz y un manejo correcto por parte de sus titiriteros, proyecta una imagen amenazadora y aterradora.

    Aunque no es nada sobresaliente, el guión de esta película es bastante decente. Sus principales virtudes son algunos momentos de humor negro y el apoyarse más en la creación de imágenes poderosas, dejando un tanto de lado los diálogos innecesarios.
    Al final de la película encontramos una perversa vuelta de tuerca que convierte Feroz 2 en una fábula macabra y retorcida, cuya moraleja es que hay monstruos peores que los hombres lobo… porque no tienen garras ni colmillos que los distingan.    
    En conclusión, ésta es una secuela que cumple el objetivo de las secuelas: Evolucionar lo planteado en la primera parte y explorar elementos nuevos que puedan ayudar a la construcción de una saga sólida e interesante.

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miércoles, 26 de diciembre de 2012

FEROZ

FEROZ
Ginger Snaps

John Fawcett, 2000

Varias veces me habían recomendado esta película canadiense, pero apenas tuve oportunidad de verla. He de decir que no me decepcionó en absoluto. Es ácida, sangrienta y sexy, y como todas las buenas películas de horror, es una metáfora deun miedo mucho más profundo y mucho más inmediato.
    Las hermanas Fitzgerald, Ginger (Katharine Isabelle) y Brigitte (Emily Perkins), son un par de adolescentes inadaptadas y antisociales con gusto por lo macabro y lo sangriento, cuyas aburridas existencias discurren en un típico (por lo menos en las películas) suburbio estadounidense. Sus peculiares aficiones son incomprendidas igualmente por sus compañeros de clase y profesores, y las hermanas no pueden sino refugiarse una en la otra. Una noche de luna llena cuando planeaban jugarle una broma siniestra a una compañera de la escuela, y que coincide con la noche de la primera regla de Ginger, ésta es atacada por un hombre lobo. A los cambios producidos por las hormonas se sumarán otros, causados por la maldición del licántropo.
     Aunque esta propuesta retoma muchos lugares comunes y situaciones típicas de películas de hombres lobo, lo hace con una mirada irreverente y con un delicioso mal gusto. Un guión interesante, acompañado de una edición dinámica y de una dirección eficiente y propositiva, dan como resultado una cinta con un tono explosivo y mordaz, que se mueve cómodamente entre el horror visceral y la comedia negra.
    Son también destacables las actuaciones de las jóvenes protagonistas que, ayudadas por un casting casi ideal, interpretan a sus personajes de forma tan convincente que uno logra olvidarse de que se trata de actrices. Para cerrar este conjunto, en el papel de Pamela Fitzgerald, madre de las perturbadas muchachas, tenemos a la siempre excelente Mimi Rogers.
     La multifacética y experimentada actriz se siente en su elemento interpretando a una madre clasemediera que busca ser comprensiva y “buena onda” con sus hijas, única satisfacción que puede ya obtener de  su decadente matrimonio. Finalmente, el amor de Pamela por sus hijas la llevará a considerar las soluciones más heterodoxas para ayudarlas a salir adelante ante la crisis que se desencadena cuando Ginger asesina a una de sus víctimas.    
    Algo que me llamó la atención de esta película es que, retomando mucho de películas como La mosca (Cronenberg, 1986), la transformación de Ginger en un licántropo hambriento de carne humana no se da en una sola noche de luna llena. Por el contrario, es una transformación paulatina que dura alrededor de un mes y que, como en la obra maestra de Cronenberg ya citada, no sólo representa un cambio físico, sino toda una metamorfosis psicológica. Así, la chica blanco de las burlas de sus compañeros termina convirtiéndose en una agresiva depredadora sexual.
    En el apartado de los efectos especiales la cinta no ganará premio alguno. Los efectos de maquillaje son, en general, bastante malos. Se nota a leguas dónde comienzan los prostéticos y que usaron plastas de base para taparlos.
    ¿Recuerdan que en alguna crítica anterior me preguntaba por qué en las películas las mujeres lobo no aparecían con senos? Bueno, en esta cinta sí lo hacen… Y se ven terribles. No porque el diseño o el concepto sean malos, sino porque el maquillaje es de una realización en verdad pobre. En general, casi todos los efectos de maquillaje de Ginger son apenas cumplidores.
    No obstante, los efectos de sangre y destripamientos, en su mayoría, están llevados a cabo con maestría y cumplen con su cometido de causar repulsión (o fascinación, supongo que dependerá del espectador) en el público.
    Algo que agradezco infinitamente es que los realizadores decidieran no usar efectos por computadora en ningún momento. La última transformación de Ginger, cuando por fin se convierte en una mujer lobo en toda la extensión de la palabra, aunque breve, es una escena sumamente eficaz que recuerda los años dorados de las películas de licántropos a principios de la década de los 80.

    Esta película quizá no es la joya que me habían platicado, pero por supuesto es una cinta interesante y divertida. Sobre todo, se agradece una visión “alternativa” de los hombres lobo. Tratando temas horrorizantes e incluso traumáticos como el despertar sexual, las enfermedades venéreas, el uso de drogas y la marginación social, si Lobo (Nichols, 1994) fue la película de licántropos para adultos, Feroz es la película de licántropos para adolescentes.   
PARA LA TRIVIA: El título original Ginger Snaps es un juego de palabras en inglés. Como expresión, significaría algo así como “Ginger revienta” o “Ginger se truena”; y también es el nombre de unas galletas sabor jengibre muy populares en Estados Unidos.

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viernes, 21 de diciembre de 2012

EL SACRISTÁN DEL DIABLO

EL SACRISTÁN DEL DIABLO
También conocida como
EL APÓSTOL DE LUCIFER
Y en otras regiones como
EL ACÓLITO DEL DIABLO
Pero que en realidad se llama
Rawhead Rex
George Pavlou, 1986

Al ver esta cinta me pareció que se trataba de la película de los “apenas”. Es una peli de cuando Clive Barker apenas había escrito un par de cortometrajes, apenas la terminé de ver completa, la historia apenas si es interesante y, sobre todo, cuando el demonio Rawhead Rex aparece en pantalla apenas pude aguantar la risa. Bueno, no es verdad; liberé una sonora carcajada.
    En la campiña irlandesa, un granjero que hace trabajos de remodelación en una iglesia de la comunidad derriba un monolito pre-cristiano. Lo que el granjero no sabe es que dicho monolito en  realidad el sello que mantiene cerrada la prisión mágica en la que se había enterrado al demonio Rawhead Rex (qué curioso, siempre creí que los demonios tenían nombres en hebreo o latín, no en una combinación inglés-latín). Rwahead Rex despierta de su sueño para descuartizar a todo el que se le ponga enfrente y así reclamar el territorio que antaño fuera suyo.

    Recuerdo que mi primer contacto con esta cinta fue hace como veinte años en el Museo de Cera de la Ciudad de México. En el sótano, área dedicada a personajes emblemáticos del cine de horror y ciencia ficción, tenían la figura de Rawhead. Recuerdo muy bien que en cuanto la vi me pareció una de las cosas más feas que había visto; no porque diera miedo, sino porque en verdad era muy fea. 
    Como bien dicen por ahí, “también los enanos empezaron desde chicos”. Y lo digo porque antes de escribir y dirigir su obra maestra Hellraiser, puerta al Infierno (Hellraiser, 1987) basada a su vez en su propia novela The Hellbound Heart, el maestro del horror Clive Barker escribió el guión de esta... cosa. Quizá estoy siendo muy despectivo, pero en verdad, este guión está más aguado que la salsa agridulce de un café de chinos.

    Las actuaciones son apenas decentes durante la mayor parte de la película, a veces decaen, a veces mejoran, pero en general no son nada sobresaliente. Si a esto le sumamos el ya mencionado guión fallido, tenemos escenas de los más inverosímiles, aderezadas con diálogos hilarantes y cliché tras cliché, tras cliché, tras cliché que hacen que uno sienta que ya ah visto esta película varias veces aun si es la primera vez que se expone a ella. En suma, esta cinta parece una desafortunada mezcla entre El despertar del Diablo (Raimi, 1982) y Viernes 13 (Cunningham, 1980).
    Por supuesto, reservé lo mejor para el final: ¿Quién rayos diseñó a Rawhead Rex? ¿En qué universo un monstruo como ése y el concepto “película de horror” van juntos? En verdad esta criatura causa una oleada de carcajadas apenas al aparecer en pantalla… luego causa un poco de tristeza el pensar que alguien en serio creyó que era un buen monstruo. Finalmente, Rawhead Rex es un ser más adecuado para enfrentarse a Eulalio González “Piporro” en La nave de los monstruos (González, 1960) que para decapitar salvajemente campesinos irlandeses.

    Por lo general no suelo tomarme este tipo de películas demasiado en serio; pero una cosa es reírse con una película y otra, muy distinta, reírse de la película. He de admitir que sí me divertí viendo esta peli, pero al final me quedé con esa desagradable sensación de “me acaban de jugar una broma pesada” que tardó un rato en desaparecer del todo.
    En conclusión, se trata de una cinta bastante olvidable, sobre todo para quienes tienen endiosado a Clive Barker como un verdadero Maestro del Horror; podrían hacerse un favor y no verla jamás. De cualquier modo, es bastante difícil conseguirla en video y hace más de quince años que no he sabido que sea transmitida por televisión en México (por lo menos en televisión abierta).

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miércoles, 19 de diciembre de 2012

DRÁCULA: PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS

DRÁCULA: PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS
Dark Prince: The True Story Of Dracula

Joe Chappelle, 2000

Bien dijo Dante Alighieri que “el camino al Infierno está empedrado de buenas intenciones”, y para muestra esta película. No es mala completamente, pero tampoco es una joya del séptimo arte. Por principio de cuentas, cabe aclarar que no se trata de una película de vampiros, sino más bien de una dramatización de la vida de Vlad II de Valaquia (en la película llamado Vlad Dracula de Rumanía… ya empezamos mal). Por los valores e producción y los encuadres de cámara, me parece que esta cinta salió directamente en video.
    El príncipe Vlad Dracula, heredero al trono de Rumanía, y su hermano Radu son secuestrados por el sultán durante la defensa de las fronteras de su patria en contra de los turcos. Con el paso del tiempo, Vlad es liberado y acogido en la corte del Rey de Hungría a cambio de convertirse a la fe católica romana. Los años siguen pasando y Vlad Dracul se va haciendo de enemigos entre la nobleza de su reino y los reinos aledaños, a lo cual sólo puede responder con medidas represivas y monstruosas para mantener la paz.

    La principal fortaleza de esta película es el guión, que busca retratar a Drácula como un idealista político cuyas férreas convicciones lo llevan a la debacle moral. Se trata de un guión con potencial dramático, bien documentado y que maneja diálogos sencillos y directos. Por desgracia, es arruinado en la mayor parte de la película por la incompetencia de los actores que lo interpretan.  Principalmente, he de acusar de lo anterior a la pareja protagónica.
    Por principio de cuentas tenemos a Rudolph Martin, quien ya había interpretado a Drácula en varios episodios de Buffy la Cazavampiros. Por desgracia, parece que nadie se tomó la molestia de decirle que interpretar a un vampiro de cómics e interpretar a un personaje histórico son cosas diferentes. Además, francamente me parece que el casting es más bien desafortunado, pues aunque Martin tiene el tipo físico idóneo para interpretar al clásico vampiro romántico, no se parece en absoluto al príncipe valaco de la vida real.
    En segundo lugar tenemos a Jane March, quien intenta furiosamente interpretar a Lidia, la esposa del príncipe Drácula. En un segundo ejemplo de un casting desafortunado, el físico anguloso y huesudo de March poco luce enfundado en los vestidos de época requeridos por la producción. Este efecto sólo acrecienta la falsedad en toda la actuación de March, quien no pierde la oportunidad de sobreactuar o de recitar diálogos lo más planos posibles.
    El diseño de producción, refiriéndome con esto específicamente a vestuarios, utilería y escenografía es adecuado y cumplidor; nada sobresaliente ni exento de los anacronismos y errores tan comunes en películas que buscan retratar el Medioevo. El aspecto que sí cabe resaltar es la iluminación, que hace lucir todos los elementos antes mencionados y ocultar la que muy probablemente era una manufactura pobre.
    Por el otro lado, el maquillaje es infame.

    La cinta además tiene su buena dosis de escenas de acción. La mayoría no son demasiado espectaculares y están filmadas con cámara en mano para darle un dinamismo artificial a las coreografías, pero entretienen. Lo que sí me parece muy rescatable de dichas es cenas es la falta de timidez para mostrar violencia explícita; decapitaciones, desmembramientos y empalamientos son recreados con mayor o menor verosimilitud, pero siempre con espectacularidad. Algo que llamó mi atención al respecto de esto es que la película es mucho más violenta en la primera mitad, sin que haya una explicación satisfactoria para ello.
    En cuanto al guión, cuyas virtudes ya había expuesto tiene también sus fallas. La principal de ellas, que se conjuga además con una edición apresurada, es la extensión. Tratar de contar esta historia en tan sólo noventa minutos obliga a un tratamiento superficial y que exige demasiada atención del público para no perder el hilo de lo que se está contando.   

    En general, se trata de una película decente. Olvidable y poco trascendente, pero de ésas que te dejan pensando “¿qué pasaría si alguien se animara a hacerla bien?” Porque como intento se agradece, pero el resultado final sí que queda a deber.
    ¡Ah, sí! casi lo olvido: Si quieren el consejo de un servidor, pulsen STOP en su control remoto por cuando el cronómetro esté marcando alrededor de 1:24. No quieren ver el final, en verdad es desastroso; echa por la borda todo el resto de la película en menos de cinco minutos.

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sábado, 15 de diciembre de 2012

EL ARTISTA


EL ARTISTA
The Artist

Michel Hazanavicius, 2011

Hay pocas películas que uno pueda considerar literalmente imperdibles, ésta es una de ellas. Cualquier persona que tenga interés en el cine o que lo crea un vehículo capaz de  transmitir emociones o sentimientos, o cualquier persona que crea que el cine es un arte, necesita ver esta cinta.
    Situada en la época de transición entre el cine silente y el hablado, esta película presenta la historia de George Valentin (Jean Dujardin), un exitoso actor de películas mudas en la cumbre de su carrera. De la noche a la mañana, la carrera de Valentin se encuentra en decadencia gracias a la aparición del cine sonoro, representado por la joven estrella en ascenso, la otrora fan de Valentin, Peppy Miller (Bérénice Brejo). Valentin se resiste a la transición, lo cual lo encaminará en una debacle artística y personal que lo llevará a enfrentarse, finalmente, consigo mismo.

    En este filme encontré un ejercicio de metacine poderoso, sensible y conmovedor que logró sacarme varias sonrisas genuinas y, honestamente, varias lágrimas de idéntica calidad. Este trabajo busca recuperar la inocencia que tuvo el cine en tiempos más honestos y más sencillos, y lo logra prescindiendo precisamente de un elemento de la narrativa cinematográfica que en nuestros días se da por sentado: el diálogo hablado.
    A este respecto, uno puede apreciar en cada toma la calidad del trabajo actoral y de dirección que logra transmitir emociones de manera tan o más eficiente incluso que el cine hablado. Si bien es cierto que la base de la narrativa de esta cinta proviene del cine silente de los años 20’s, me sorprendió gratamente el encontrar un lenguaje fresco y vigente.

    Esto se debe, en gran medida, al que considero que es el mayor logro de la cinta: Lejos de imitar, o incluso parodiar, las convenciones expresionistas y grandilocuentes del cine mudo, esta película retoma sus bases para sobre ellas construir algo enteramente nuevo. El artista no es una película de 2011 hecha “como si se hubiera filmado en 1927”, es una película de 2011 filmada como podrían filmarse las películas silentes en 2011.
    El personaje encarnado por Dujardin, George Valentin, es el arquetipo de la estrella de cine en Hollywood. Haciendo obvia referencia a figuras como Rodolfo Valentino y Clark Gable, George Valentin es un personaje humano, complejo y multidimensional, que en su resistencia a dejar atrás un idealismo obsoleto alcanza dimensiones quijotescas.

    El trabajo de musicalización es también excelente pues parte del mismo principio que la actuación y la puesta en escena. No busca imitar o copiar, sino tomar las mismas bases de la musicalización en vivo de los grandes cines del periodo interguerras y construir un nuevo lenguaje sobre ellas. Casi ninguna secuencia de la película se queda sin música, misma que funciona como una guía que nos lleva prácticamente de la mano a través de un sinfín de emociones.
    Así pues, esta obra retro, sencilla y directa, produjo en mí una impresión que había conocido antes con la cinta Originalmente pirata (Godry, 2008): El de una película hecha con amor por alguien a quien le apasiona el cine y que busca compartir esta pasión, a través de su trabajo, con el público.
    Finalmente, puedo decir que con esta cinta nos encontramos ante un clásico contemporáneo y que, probablemente, se sume a cintas como El padrino (Coppola, 1972) o Ciudadano Kane (Welles, 1941) como referente obligado en clases de cine y pláticas de cinéfilos alrededor del mundo.  

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