ESPECIAL
DE HALLOWEEN 2015
30
Aniversario de la Re-Animación original
¡Hola a todos! Como ya se ha
vuelto una tradición, cada que llega el Samhain (o Jalogüín o Día de Muertos o como
lo quieran llamar, sigue siendo la fiesta por el fin de la cosecha) dedico un
artículo especial a alguna de las principales sagas cinematográficas de horror,
generalmente en honor de algún aniversario importante —o sea, no soy su mamá
para festejarles sus 7 años y medio, no manchen—. De tal suerte, este año
celebramos treinta años de uno de los más grandes clásicos del gore: Re-Animator.
Herbert
West: Re-Animador
Que oficialmente en México se
tituló Re-Animación diabólica, que
coloquialmente es conocida como The
Re-Animator; pero que originalmente se llama H.P. Lovecraft’s Re-Animator.
Stuart Gordon, 1985.
La primera película de la
trilogía es una adaptación muy libre (y recalco el “muy”) de una novela por
entregas escrita por el Amo del Horror Cósmico, nuestro querido Howard Phillips
Lovecraft, titulada precisamente Herbert
West: Re-animador y que fue publicada entre Octubre de 1921 y Junio de 1922.
La película narra la historia de un joven y
ambicioso médico, Herbert West (Jeffrey Combs, quien se volvería el actor
fetiche de Gordon) quien tiene que huir de Suiza tras la violenta e
inexplicable muerte de su colega. West llega al Hospital Universitario de
Arkham, Massachussetts, en el que encontrará no sólo la rivalidad de su
profesor, el Dr. Carl Hill (David Gale), sino una morgue dispuesta a proveerlo
de especímenes para sus experimentos con el Re-Agent: Un suero de su invención
que es capaz de reanimar tejido muerto[1]. Para mantener la más
absoluta discreción, West se muda a la casa de su compañero de clase, el Dr.
Dave Cain (Bruce Abott) y acondiciona su sótano como laboratorio. Poco tiempo
pasa antes de que Meg (la bella Barbara Crampton), la novia de Dave e hija del director
de la Facultad de Medicina, se vea involucrada y acechada por el lascivo y
ambicioso Dr. Hill quien lo único que desea más que el Re-Agent es a Meg, y
hará lo que sea por conseguirla... aún si muere en el intento... varias veces.
Me pregunto si existirá una película que
sea más representativa de la era dorada de los videoclubes que ésta. Digo, le
fue bastante bien en taquilla, pero donde realmente se escribió la leyenda de Re-Animator fue en los anaqueles de los
locales donde se rentaban videos. Antes de que las cadenas grandes acapararan
el mercado, esta película ayudó a levantar muchos negocios familiares.
Y es fácil ver por qué. Quizá en nuestros
tiempos se vea un tanto naïve, pero
en su momento fue todo un escándalo. Un festín de sangre y tripas, de cadáveres
espasmódicos psicóticos, de una atractiva rubia desnuda y, por supuesto, la
escena insignia de la película. Muchas grandes películas tienen una escena que
uno recordará por el resto de su vida y Re-Animator
no es la excepción. Alien: El octavo pasajero (Scott, 1979) tiene la escena del chestburster, Parque Jurásico (Spielberg, 1993) tiene
la escena del vasito de agua vibrando al ritmo de las pisadas del tiranosaurio
y Re-Animator tiene “la infame escena
en la que la cabeza de un doctor no-muerto intenta realizar un acto sexual
contranatural con la heroína atada y desnuda.”[2]
Sobre esta escena, la actriz Bárbara Crampton
asegura: “Creí que era una escena divertida en el papel, y también determinaba
qué tan siniestro el Dr. Hill se volvió después de ser reanimado. Estaba
definitivamente nerviosa de hacerla, pero es la escena que todos recuerdan así
que ahora tengo una especie de afecto perverso por ella.”[3]
Por supuesto, como era de esperarse,
semejante película tuvo serios problemas con la censura, que le otorgó
inmediatamente una clasificación X (para mayores de 21 años, lo que básicamente
la orillaba a ser proyectada sólo en cines porno). Una edición seriamente
cortada fue clasificada R (para mayores de 18 años) y fue exhibida en cines,
con una bastante buena aceptación del público. Poco tiempo pasó para que la
versión sin censura se colara en los videoclubes y cadenas Premium de TV por
cable especializadas en contenido exclusivo (entiéndase Showtime y Cinemax, HBO
era más fresa en aquel entonces).
Pero, ¿qué es lo que nos parece tan
atractivo de Re-Animator? Quizá sea
el hecho de que, en el fondo, sigue siendo una historia de Conocimiento
Prohibido. Herbert West es un nuevo Fausto, un nuevo Frankenstein, un Prometeo
de la era del VHS que se atreve a penetrar el secreto definitivo: Burlar a la
muerte.
Desde luego, la película tiene referencias
al clásico Frankenstein de la
Universal (Whale, 1931); pero en palabras de sus autores, en realidad bebe más
de la fuente de las películas de Hammer e International. Empero, la principal
influencia de Gordon para esta película fue el ciclo de adaptaciones
cinematográficas de Edgar Allan Poe dirigidas por Roger Corman y estelarizadas
por Vincent Price. La idea de los creadores fue que si Corman hizo un ciclo de
cintas basadas —algunas de ellas solo en título, he de decir— en cuentos de
Edgar Allan Poe, ellos harían uno de películas basadas en relatos de H.P
Lovecraft.
El productor, Brian Yuzna se refiere a su
obra como “la película de horror que siempre quisiste ver” y algunos críticos
la llamaron “la película de autocinemas de la década”. Digo, ¿cómo negar que Re-Animator tiene una influencia
abrumadora de películas como La noche de
los muertos vivientes (Romero, 1968) y El
cerebro que no podía morir (Green, 1962)?
Personalmente, puedo decir que lo que más
me fascina de esta película y que no he vuelto a ver en ninguna otra —ni
siquiera en sus secuelas— es la mezcla tan perfecta que logra de la comedia de
pastelazo con el cine de horror más sangriento. Y éste es un elemento que
hereda, principalmente, de El despertar
del Diablo (Raimi, 1981)... pero no sé, como que el tono de Re-Animator es más de guasa, más
socarrón. Y aunque otras películas logran esta mezcla con éxito, creo que el
resultado que obtiene Re-Animator es
muy único, sin duda, muy personal del humor negro pero cálido del genial Stuart
Gordon.
Y mención aparte merece el soundtrack de la
película que quizá sea uno de los más controvertidos de la historia. El tema
principal de la cinta es una variación, muy en el estilo de la música de los
80, del inmortal tema compuesto por Bernard Hermann para Psicosis (Hitchcock, 1960), lo que le ganó no pocos detractores y
acusaciones de plagio; aunque el compositor de Re-Animator, Richard Band —hermano de Charles Band, dueño de Empire
Entertainment, luego rebautizada Full Moon Pictures, la compañía que distribuyó
la cinta y que literalmente construyó un imperio en la era del video— afirma
que su intención siempre fue la de parodiar y homenajear la música de Hermann.
Gordon mencionó alguna vez que estaba
seguro de que Re-Animator eventualmente
sería vista como una pieza de época[4] —refiriéndose a cómo
envejecería su obra comparada con otras películas de horror—. Y la verdad es
que le ha ido muy bien. Aún se mantiene fresca, salvaje y la escena de la cabeza
aún sorprende al público. Se ha convertido en un icono de la cultura popular,
quizá un poco más arcano que otros, eso sí, y ha generado referencias en prácticamente
todos los medios —particularmente recuerdo con cariño el reboot del videojuego Splatterhouse (2010), para Xbox360—, así
como una serie de cómics alusivos, dos secuelas y, la cereza del pastel: Una
obra de teatro musical estrenada en 2011 en Los Angeles... Digo, finalmente Stuart
Gordon es por formación director de teatro y llevaba casi veinte años
trabajando en los escenarios para cuando dirigió Re-Animator.
[1] El
suero es de una consistencia espesa y un color verde intenso con luminiscencia
propia, y quizá sea uno de los elementos más característicos de la película. Apenas
al escribir este artículo pude saber cómo hicieron para que brillara en tiempo
real frente a cámara (no es un efecto especial agregado en post-producción). Al
igual que la sangre del cazador alienígena en Depredador (McTiernan, 1987), extrajeron el líquido de las barras
luminosas que fueron inventadas para los buzos pero se volvieron populares
entre los asistentes a conciertos.
[2] WIATER, Stanley, Dark Visions: Conversations with the
Masters of Horror Film, Avon Books, New York, 1992. P.78. La traducciónde
este texto y de todas las citas siguientes es mía.
[3]
CRAMPTON, Barbara, “Stuart Gordon: Gentleman of Splatter”, publicada en Fangoria Núm. 317, Octubre de 2012. P.
38.