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sábado, 31 de octubre de 2015

LA SAGA DEL RE-ANIMADOR. Especial de Halloween 2015. Primera Parte.

ESPECIAL DE HALLOWEEN 2015
30 Aniversario de la Re-Animación original

¡Hola a todos! Como ya se ha vuelto una tradición, cada que llega el Samhain (o Jalogüín o Día de Muertos o como lo quieran llamar, sigue siendo la fiesta por el fin de la cosecha) dedico un artículo especial a alguna de las principales sagas cinematográficas de horror, generalmente en honor de algún aniversario importante —o sea, no soy su mamá para festejarles sus 7 años y medio, no manchen—. De tal suerte, este año celebramos treinta años de uno de los más grandes clásicos del gore: Re-Animator.




Herbert West: Re-Animador
Que oficialmente en México se tituló Re-Animación diabólica, que coloquialmente es conocida como The Re-Animator; pero que originalmente se llama H.P. Lovecraft’s Re-Animator.
Stuart Gordon, 1985.


La primera película de la trilogía es una adaptación muy libre (y recalco el “muy”) de una novela por entregas escrita por el Amo del Horror Cósmico, nuestro querido Howard Phillips Lovecraft, titulada precisamente Herbert West: Re-animador y que fue publicada entre Octubre de 1921 y Junio de 1922.
    La película narra la historia de un joven y ambicioso médico, Herbert West (Jeffrey Combs, quien se volvería el actor fetiche de Gordon) quien tiene que huir de Suiza tras la violenta e inexplicable muerte de su colega. West llega al Hospital Universitario de Arkham, Massachussetts, en el que encontrará no sólo la rivalidad de su profesor, el Dr. Carl Hill (David Gale), sino una morgue dispuesta a proveerlo de especímenes para sus experimentos con el Re-Agent: Un suero de su invención que es capaz de reanimar tejido muerto[1]. Para mantener la más absoluta discreción, West se muda a la casa de su compañero de clase, el Dr. Dave Cain (Bruce Abott) y acondiciona su sótano como laboratorio. Poco tiempo pasa antes de que Meg (la bella Barbara Crampton), la novia de Dave e hija del director de la Facultad de Medicina, se vea involucrada y acechada por el lascivo y ambicioso Dr. Hill quien lo único que desea más que el Re-Agent es a Meg, y hará lo que sea por conseguirla... aún si muere en el intento... varias veces.


    Me pregunto si existirá una película que sea más representativa de la era dorada de los videoclubes que ésta. Digo, le fue bastante bien en taquilla, pero donde realmente se escribió la leyenda de Re-Animator fue en los anaqueles de los locales donde se rentaban videos. Antes de que las cadenas grandes acapararan el mercado, esta película ayudó a levantar muchos negocios familiares.
    Y es fácil ver por qué. Quizá en nuestros tiempos se vea un tanto naïve, pero en su momento fue todo un escándalo. Un festín de sangre y tripas, de cadáveres espasmódicos psicóticos, de una atractiva rubia desnuda y, por supuesto, la escena insignia de la película. Muchas grandes películas tienen una escena que uno recordará por el resto de su vida y Re-Animator no es la excepción. Alien: El octavo pasajero (Scott, 1979) tiene la escena del chestburster, Parque Jurásico (Spielberg, 1993) tiene la escena del vasito de agua vibrando al ritmo de las pisadas del tiranosaurio y Re-Animator tiene “la infame escena en la que la cabeza de un doctor no-muerto intenta realizar un acto sexual contranatural con la heroína atada y desnuda.”[2]


    Sobre esta escena, la actriz Bárbara Crampton asegura: “Creí que era una escena divertida en el papel, y también determinaba qué tan siniestro el Dr. Hill se volvió después de ser reanimado. Estaba definitivamente nerviosa de hacerla, pero es la escena que todos recuerdan así que ahora tengo una especie de afecto perverso por ella.”[3]
    Por supuesto, como era de esperarse, semejante película tuvo serios problemas con la censura, que le otorgó inmediatamente una clasificación X (para mayores de 21 años, lo que básicamente la orillaba a ser proyectada sólo en cines porno). Una edición seriamente cortada fue clasificada R (para mayores de 18 años) y fue exhibida en cines, con una bastante buena aceptación del público. Poco tiempo pasó para que la versión sin censura se colara en los videoclubes y cadenas Premium de TV por cable especializadas en contenido exclusivo (entiéndase Showtime y Cinemax, HBO era más fresa en aquel entonces).


    Pero, ¿qué es lo que nos parece tan atractivo de Re-Animator? Quizá sea el hecho de que, en el fondo, sigue siendo una historia de Conocimiento Prohibido. Herbert West es un nuevo Fausto, un nuevo Frankenstein, un Prometeo de la era del VHS que se atreve a penetrar el secreto definitivo: Burlar a la muerte.
    Desde luego, la película tiene referencias al clásico Frankenstein de la Universal (Whale, 1931); pero en palabras de sus autores, en realidad bebe más de la fuente de las películas de Hammer e International. Empero, la principal influencia de Gordon para esta película fue el ciclo de adaptaciones cinematográficas de Edgar Allan Poe dirigidas por Roger Corman y estelarizadas por Vincent Price. La idea de los creadores fue que si Corman hizo un ciclo de cintas basadas —algunas de ellas solo en título, he de decir— en cuentos de Edgar Allan Poe, ellos harían uno de películas basadas en relatos de H.P Lovecraft.
    El productor, Brian Yuzna se refiere a su obra como “la película de horror que siempre quisiste ver” y algunos críticos la llamaron “la película de autocinemas de la década”. Digo, ¿cómo negar que Re-Animator tiene una influencia abrumadora de películas como La noche de los muertos vivientes (Romero, 1968) y El cerebro que no podía morir (Green, 1962)?


    Personalmente, puedo decir que lo que más me fascina de esta película y que no he vuelto a ver en ninguna otra —ni siquiera en sus secuelas— es la mezcla tan perfecta que logra de la comedia de pastelazo con el cine de horror más sangriento. Y éste es un elemento que hereda, principalmente, de El despertar del Diablo (Raimi, 1981)... pero no sé, como que el tono de Re-Animator es más de guasa, más socarrón. Y aunque otras películas logran esta mezcla con éxito, creo que el resultado que obtiene Re-Animator es muy único, sin duda, muy personal del humor negro pero cálido del genial Stuart Gordon.
    Y mención aparte merece el soundtrack de la película que quizá sea uno de los más controvertidos de la historia. El tema principal de la cinta es una variación, muy en el estilo de la música de los 80, del inmortal tema compuesto por Bernard Hermann para Psicosis (Hitchcock, 1960), lo que le ganó no pocos detractores y acusaciones de plagio; aunque el compositor de Re-Animator, Richard Band —hermano de Charles Band, dueño de Empire Entertainment, luego rebautizada Full Moon Pictures, la compañía que distribuyó la cinta y que literalmente construyó un imperio en la era del video— afirma que su intención siempre fue la de parodiar y homenajear la música de Hermann.


    Gordon mencionó alguna vez que estaba seguro de que Re-Animator eventualmente sería vista como una pieza de época[4] —refiriéndose a cómo envejecería su obra comparada con otras películas de horror—. Y la verdad es que le ha ido muy bien. Aún se mantiene fresca, salvaje y la escena de la cabeza aún sorprende al público. Se ha convertido en un icono de la cultura popular, quizá un poco más arcano que otros, eso sí,  y ha generado referencias en prácticamente todos los medios —particularmente recuerdo con cariño el reboot del videojuego Splatterhouse (2010), para Xbox360—, así como una serie de cómics alusivos, dos secuelas y, la cereza del pastel: Una obra de teatro musical estrenada en 2011 en Los Angeles... Digo, finalmente Stuart Gordon es por formación director de teatro y llevaba casi veinte años trabajando en los escenarios para cuando dirigió Re-Animator.



PARA LA TRIVIA: En varias escenas que transcurren en la habitación de Cain se puede ver un poster de la banda Talking Heads en la pared.





[1] El suero es de una consistencia espesa y un color verde intenso con luminiscencia propia, y quizá sea uno de los elementos más característicos de la película. Apenas al escribir este artículo pude saber cómo hicieron para que brillara en tiempo real frente a cámara (no es un efecto especial agregado en post-producción). Al igual que la sangre del cazador alienígena en Depredador (McTiernan, 1987), extrajeron el líquido de las barras luminosas que fueron inventadas para los buzos pero se volvieron populares entre los asistentes a conciertos.
[2] WIATER, Stanley, Dark Visions: Conversations with the Masters of Horror Film, Avon Books, New York, 1992. P.78. La traducciónde este texto y de todas las citas siguientes es mía.
[3] CRAMPTON, Barbara, “Stuart Gordon: Gentleman of Splatter”, publicada en Fangoria Núm. 317, Octubre de 2012. P. 38.
[4] Cfr. GORDON, Stuart citado en Wiater, Op.Cit. P.87.


jueves, 29 de octubre de 2015

LOS MONSTRUOS DE LA UNIVERSAL VI. El Hombre Lobo



EL HOMBRE LOBO
The Wolf-Man

George Waggner, 1941

“Aún un hombre puro de corazón y que dice sus oraciones por las noches puede convertirse por la noche en lobo cuando el acónito está en flor y la luna de otoño brilla”. Ésta es la rima que vez tras vez se repite a lo largo de El hombre lobo, la que es considerada la última película de monstruos de la era clásica de Universal y, al mismo tiempo, la que iniciaría el segundo ciclo de producciones que sobre esta temática realizarían los estudios. Aunque este texto ha pasado a formar parte de la cultura popular y comúnmente se da por hecho que es parte del folklor gitano de Europa Oriental, en realidad fue la creación del guionista Curt Siodmark para la cinta.
    En realidad, a diferencia de las películas anteriores de monstruos de la Universal, esta no se encuentra basada en ningún texto previo —bueno, La novia deFrankenstein (Whale, 1935) tampoco, pero saben a lo que me refiero— y la mayoría de los elementos de su universo son atribuidos a Siodmark. Empero, algunos de ellos sí son retomados de la tradición, como el que los licántropos son vulnerables a la plata —que, de hecho, es un elemento tomado de la mitología vampírica[1]—, o el pentagrama que aparece en las manos de sus víctimas.


     La película cuenta la historia de Larry Talbot (Lon Chaney Jr.), quien regresa a la mansión de su familia en el pueblo galés de Llanwelly después de estar ausente durante dieciocho años. Allí es recibido por su padre (el genial Claude Rains en una actuación bastante por debajo del nivel al que nos tiene acostumbrados), conoce a una bella chica del lugar (Evelyn Ankers) y, en una fatídica noche en la que visita un campamento de gitanos en compañía de unos amigos, es mordido por un gigantesco lobo en el bosque cercano. Después del ataque, el comportamiento de Larry es errático y comienza a escaparse por las noches sin poder recordar sus acciones. Mientras tanto, entre los pobladores de la zona se desata una ola de brutales asesinatos perpetrados por un enorme lobo...
    Esta película, sin embargo, no fue el primer acercamiento de Universal Pictures al cine de licántropos. En 1935 se estrenó El hombre lobo de Londres (Walker), estelarizada por Henry Hull, en la que un científico es mordido por un licántropo en un viaje al Tíbet y regresa a Inglaterra infectado por la maldición, buscando una cura para ella. Esta cinta retomaba muchos elementos de la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, tenía un tratamiento más cercano a la Ciencia Ficción y, hasta donde sé, es la primera película de hombres lobo.
    El primer tratamiento de guión para la versión de 1941, escrito por Robert Florey fue rechazado por los ejecutivos de Universal, pues mostraba una escena de un niño convirtiéndose en lobo en el confesionario de una iglesia, lo que les pareció que podía herir algunas susceptibilidades (Skal).


    Posteriormente, el escritor alemán exiliado Curt Siodmark escribió un guión más encaminado hacia el thriller psicológico, en el que jugaba con la ambigüedad sobre si Larry Talbot realmente se convertía en un hombre lobo o si todo sucedía dentro de su cabeza. Asimismo, Siodmark se aseguró de enfatizar el carácter de Lawrence como el de una víctima, pues finalmente él no tuvo la culpa de lo que le pasó y, en el momento en el que se da cuenta de que no puede curar la maldición, busca el suicidio (Landis, 49-50).
    Siodmark además sentía una cierta identificación con el personaje como una víctima de la sociedad. Talbot es perseguido en la película como Siodmark lo fue en su natal Alemania con el advenimiento del Tercer Reich. No es para nada coincidencia, sino un guiño a la crítica política, que el hombre lobo identifique a su próxima víctima al ver una estrella dibujada en la palma de la mano del condenado.
    Universal aceptó el guión escrito por Siodmark titulado Destiny, pero con algunos cambios. En el texto original del guionista, el licántropo sólo aparecía una vez en pantalla cuando, después de un asesinato, va a enjuagarse la boca en un arroyo y, siendo humano, ve reflejado en el agua el rostro del hombre lobo. Del mismo modo, esta versión del guión mostraba a Larry Gills como un técnico americano que viajaba a Inglaterra para instalar el telescopio de Sir John Talbot, con quien no tenía ninguna relación (Mallory, 90-95).


    El estudio eliminó la sutileza y ambigüedad del texto de Siodmark y convirtió el thriller en una película de terror tal cual. Volvió las apariciones del licántropo en pantalla más numerosas y más significativas, y convirtió a Larry Hill, el especialista americano, en Larry Talbot, el hijo pródigo que regresa a la mansión familiar tras la muerte de su hermano mayor, lo que lo convierte en el heredero de los bienes de Sir John.
    De tal suerte, muchos teóricos consideran que, de forma intencionada o no, El hombre lobo se convierte en una metáfora sobre la adolescencia: Es la historia de un hijo distanciado de su padre con quien no puede entablar comunicación, que presenta repentinos cambios en su cuerpo que no puede controlar ni explicar y que incluyen el agrandamiento de miembros y el crecimiento de mucho pelo. Más aún, desde el principio de la película se nota en Larry una necesidad por exhibirse ante las mujeres.


    Así las cosas, debo confesar que ésta es mi película menos favorita de los monstruos de Universal, por no decir que francamente me gusta muy poco. No sé qué es lo que le hace falta. Quizá sea la grandilocuencia de Drácula (Browning, 1931), la melancolía de Frankenstein (Whale, 1931) o el romanticismo de La momia (Freund, 1932) o el nihilismo de El hombre invisible (Whale, 1933); pero siento que El hombre lobo simplemente no termina de cuajar.
    Creo que lo que más me disgusta de la cinta es el reparto. Claude Rains me parece genial, pero en esta peli no me acaba de convencer y Lon Chaney Jr. Me parece bastante competente, incluso cuando interpreta a otros monstruos —no sólo el Hombre lobo fue el único monstruo de Universal en ser interpretado siempre por el mismo actor, sino que Chaney Jr. También interpretó a la Momia y a la Creatura de Frankenstein—, pero en esta cinta simplemente no le creo nada.


    Me parece que eso es lo que no me permite entrar en la convención de la película, la barrera que me impide dejarme llevar por ella: Que en ningún momento Chaney Jr. Parece el hijo de Rains, pues se ven prácticamente de la misma edad. Y no sé qué sea más impactante, si la mala elección del reparto o el hecho de que Rains era traga-años y Chaney estaba muy avejentado para su edad, pues aquél le llevaba 17 años a éste, ¡por lo que sí tenía edad para ser su papá!
    Fuera de eso, la historia se cuenta bien y el monstruo es interesante. Nuevamente creado mayormente por Jack Pierce, el maquillaje del personaje tomaba alrededor de cuatro horas en ser aplicado y otras tres para removerse y estaba hecho principalmente de pelo de yak que Pierce chamuscaba todos los días con un rizador de cabello para darle una apariencia más hirsuta. Y digo que lo creó parcialmente porque no creía en la aplicación de prostéticos de hule en los rostros de los actores —que para este momento ya se encontraban disponibles, aunque no eran de muy buena calidad—, por lo que el hocico canino del hombre lobo tuvo que ser fabricado por el departamento de utilería de Universal.


     Como la gran mayoría de las personas que trabajaron con Jack Pierce, Lon Chaney Jr. Tuvo diferencias con él. Pero, a pesar de eso, y de que utilizar el nombre de su padre fue idea del estudio aunque él se resistió hasta donde pudo, Chaney se sentía orgulloso de su trabajo con el licántropo y desarrolló un gran cariño por el personaje.
     El hombre lobo fue la película de transición que marcó el final de la era de oro de Universal y el inicio de su decadencia... por lo menos en cuanto a películas de terror y ciencia ficción se refiere. Y aun cuando no acaba de encantarme, reconozco que tiene una cierta magia, un cierto encanto innegable que la convierte en un clásico. Y parece mucho mejor película cuando uno ve el espantoso remake dirigido por Joe Johnston (2010) y protagonizado por Benicio Del Toro... Pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.

PARA LA TRIVIA: La escena en la que Larry y John Talbot van a la iglesia fue filmada en las escalinatas de la fachada de la catedral de Notre Dame que se construyó como parte de los sets del clásico silente de Universal El jorobado de Notre Dame (Worsley, 1923), estelarizada por Lon Chaney Sr.




Bibliografía
LANDIS, John, Monsters in the Movies: 100 Years of Cinematic Nightmares, DK Publishing, US, 2011.
MALLORY, Michael, Universal Studios Monsters. A Legacy of Horror, Universe Publishing, New York, 2009.

Otras fuentes
Skal, David J. Monsters by Moonlight! The Inmortal Saga of The Wolf Man, Universal Home Video, 1999.     





[1] La idea de la plata como metal purificador tiene una base real. Debido a sus poderes antibióticos, se sabe que varias culturas la usaban como antiséptico. Por ejemplo, colocando piezas de plata en los recipientes que contenían leche para que no se agriara tan pronto.
    Asimismo, uno de los hombres lobo más famosos de la historia, la Bestia de Gevaudin, fue muerto al dispararle con una bala de plata.


sábado, 17 de octubre de 2015

PSICÓPATA AMERICANO. 15 años después, los yuppies también lloran.


PSICÓPATA AMERICANO
American Psycho

Mary Harron, 2000

¿Qué sucede cuando se adapta una versión fílmica de la que probablemente sea la novela —estadounidense, al menos— más controvertida de la década? Si se adapta bien, quiero decir. Pues se obtiene una de las películas más controvertidas de la década. He de decir, eso sí, que en el momento de su estreno esta cinta dividió al público, pero que conforme ha pasado el tiempo ha encontrado su lugar.
    La novela original American Psycho fue escrita en 1989 por el enfant terrible de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, Bret Easton Ellis. Sin embargo, el texto resultó tan escandaloso que la editorial con la que trabajaba Ellis, Simon & Shuster, se negó a publicarlo argumentando “diferencias estéticas”; por lo que fue rescatado por Vintage Books y publicado finalmente en 1991 en medio de la polémica. El libro recibió duras críticas que lo tacharon de misógino, pornográfico y violento sin sentido, e incluso fue prohibido en Canadá a mediados de los 90 cuando se descubrió que el asesino serial Paul Bernardo poseía una copia.


    Pero lo que la crítica no vio, deslumbrada por los pasajes francamente gorno, es la maravillosa y sutil pieza de humor negro escrita por Ellis. A través de una narrativa completamente caótica que transmite la personalidad obsesiva y el deterioro mental del protagonista Patrick Bateman, el autor construye una ácida y filosa sátira social que se burla del consumismo, de la frivolidad y, sobre todo, de la subcultura yuppie. Es una comedia de costumbres y de equivocaciones.
    La película es una adaptación bastante fiel al libro, aunque bastante resumida y un poco más ordenada, que narra la historia de un ejecutivo de Wall Street, Patrick Bateman (Christian Bale en el papel que lo lanzó al estrellato), a quien su existencia vacía y sin propósito saturada con las presiones sociales de estar siempre a la moda y llevar una vida chic llena de opulencia han llevado más allá del límite de la cordura. Sus ejemplos a seguir son Donald Trump, Ted Bundy y Ed Gein. Bateman es adicto a los medicamentos de prescripción, a la pornografía y a los Talk Shows... por no mencionar que es un asesino serial que gusta de torturar y asesinar salvajemente a indigentes, prostitutas, compañeros de trabajo y citas fallidas al compás de música pop de los ochenta.
    El primer interesado en llevar a la pantalla grande el texto de Ellis fue el director de cine gore que nos trajo Herbert West: Re-Animador (1985), el legendario Stuart Gordon, quien pretendía convertir la novela en una película de horror filmada en blanco y negro. Más tarde, el director canadiense David Cronenberg, maestro del Horror Corporal mostró interés en dirigir la adaptación e incluso Norman Snider, quien escribió el guión de Pacto de amor (1988), había escrito un guión. El mismo Bret Easton Ellis había escrito un guión.


    Sin embargo, el proyecto finalmente cayó en las manos de la directora novel Mary Harron, quien había conseguido bastante notoriedad en el Festival de Sundance con su primer largometraje Yo le disparé a Andy Warhol (1996). La directora tomó la película como un reto, pues no estaba segura de que pudiera adaptarse el libro de Ellis y, al mismo tiempo, como un vehículo para definir su postura como artista independiente y alejarse del cine mainstream.
     Todo iba más o menos bien hasta que alguien le dio el pitazo de que el proyecto se estaba cocinando a Leonardo DiCaprio, quien se encontraba en la cima de la popularidad tras protagonizar Titanic (Cameron, 1997), y de inmediato se interesó en producir la película y protagonizarla. Harron creyó que era una de las peores ideas que había escuchado y se rehusó a incorporar a DiCarpio en la producción, por lo que fue despedida.
    El proyecto quedó a la deriva mientras se barajaban nombres de directores reconocidos para reemplazar a la directora. Martin Scorcesse y Danny Boyle fueron considerados para el puesto; pero fue hasta que Oliver Stone hizo la primera lectura del guión con Leo y Cameron Diaz, en la que los tres sugirieron infinidad de cambios, cuando se dieron cuenta de que la nueva dirección del proyecto no iba a funcionar. Finalmente, DiCaprio se desesperó y se fue a filmar La playa (Boyle, 2000).


    La casa productora (Lionsgate) recontrató a Mary con la condición de que no llamara a Bale para el papel de Bateman. Hábilmente, la directora le dio al estudio una lista de posibles reemplazos que sabía que no aceptarían el papel: Ewan McGregor —quien era amigo personal de Bale, por lo que una llamada telefónica de éste pidiéndole que no aceptara el proyecto lo resolvió todo—, Vince Vaughn —que no pudo porque estaba ocupado filmando el penoso remake de Psicosis (Van Sant, 1998)— y Edward Norton, quien simplemente dijo que no. Sin más opción, Lionsgate aceptó a Bale en el papel.
    La producción, que ya de por sí había sido complicada, no estuvo exenta de contratiempos, siendo el principal de ellos una campaña de desprestigio. Harron decidió filmar en Toronto —Así es, esta película ambientada en Nueva York y que todos creímos que se filmó en la Gran Manzana en realidad se filmó en Canadá—, lo que desató la indignación de una asociación civil canadiense contra la violencia en el entretenimiento. Esta asociación logró que la gran mayoría de las locaciones en las que la película iba a ser filmada se echaran para atrás, por lo que Psicópata americano no sólo no se filmó en Manhattan; sino que se filmó mayormente en estudio.


    En un primer visionado uno podría pensar que quien escribió el guión de la cinta simplemente se limitó a cortar y pegar fragmentos del libro y a darles un orden más coherente; pero no es así. En ciertos momentos pareciera que la película es una parodia de la novela, que a su vez ya es una especie de parodia... lo que vuelve todo esto una metaparodia... o algo así.
    Uno de los grandes logros de esta película es que precisamente conserva el tono del texto en el que está basada. La novela de Ellis mezcla de manera magistral pasajes de horror puro con el gore más estrafalario y otros pasajes de lo más cómico. Recuerdo ir en el transporte público y sentirme asqueado mientras leía, sólo para carcajearme al llegar a la siguiente estación del Metro entre las miradas de las demás personas —me pregunto si el objetivo de Ellis era que el lector pareciera psicópata—. Esta cinta es un chiste macabro y de pésimo gusto que no sólo se burla de los yuppies y su estilo de vida, sino de las películas de asesinos seriales en general.


    Precisamente una de las consignas de Harron al adaptar la cinta fue la de no caer en la tentación de convertir la película en un estudio de personaje dándole un background psicológico y profundo a Bateman. ¡El tipo está loco y ya! Y el círculo social a su alrededor está tan enajenado con el consumismo que nadie parece percatarse de ello. Es más, como todos sus amigos siguen las mismas tendencias de la moda e incluso tienen más o menos el mismo tipo físico, les es prácticamente imposible reconocerse unos a los otros, por lo que cuando Patrick comienza a dar cuenta de ellos, nadie lo nota.
    Si algún fallo tiene esta película  es que es demasiado fresa comparada con el libro, pero... ¿no lo son todas? Me refiero a que las escenas de asesinatos son mucho más espectaculares en la novela —¿Dónde quedó la escena en la que Patrick mete una rata en la vagina de una de sus víctimas?— y en la peli nunca mencionan el canibalismo del protagonista. Y por cierto, uno de mis pasajes favoritos quedó fuera: el del niño que Bateman mata en el estanque de los pingüinos en el zoológico de Central Park. Y es de mis favoritos porque creo que en él Ellis alcanzó el tono grotesco por excelencia. La escena es horrorosa, pero terriblemente cómica al mismo tiempo.
    Creo que esta cinta es un nuevo clásico del cine de asesinos y, aunque en su momento quizá no fue valorada justamente, se ha afianzado como un referente de la cultura pop de nuestros días. Por no mencionar que su legado sentó las bases de una de mis series de televisión favoritas: Dexter (2006-2013).


A PARTIR DE AQUÍ EL TEXTO CONTIENE SPOILERS
Sin embargo, el mayor acierto de esta película es que conserva la ambigüedad del libro. Cuando uno termina de ver la cinta persiste la duda: ¿Realmente es Patrick Bateman esta bestia sádica sedienta de sangre? ¿O es este Alter Ego simplemente el producto de una imaginación frenética que encuentra en fantasías depravadas la única válvula de escape de una existencia completamente insatisfactoria? Es decir, como sea, Bateman está loco; pero quizás el horror no está en el espectador que es testigo de sus actos atroces, sino en el que alguna vez se ha sentido tan aburrido o tan frustrado que ha tenido fantasías similares... y nadie se percató de ello.

PARA LA TRIVIA: Tanto Jared Leto como Robert Sean Leonard (mejor conocido como el Dr. James Wilson en House M.D.) audicionaron para el papel de Patrick Bateman. Leonard fue rechazado, pero Leto obtuvo el papel de Paul Allen en la cinta.
PARA LA TRIVIA GEEK: En la novela, las amigas de Bateman se refieren a él con el apodo de “Batman”, lo que es curioso porque Bale interpretaría al Hombre Murciélago cinco años después en Batman inicia (Nolan, 2005).

Fuente:

Rue Morgue Núm. 157, Julio de 2015. Pp.16-22.



viernes, 9 de octubre de 2015

ESPECIES. Una de las peores películas de la historia cumple 20 años también.


ESPECIES
Species

Roger Donaldson, 1995

¿Recuerdan cuando hice mi crítica de Congo (Marshall, 1995) y que dije que algunos críticos la consideraron la peor película del año pero que yo creí que habían sido injustos? Bueno, pues Especies es un serio contendiente para ese “reconocimiento”. De hecho, quizá sea una de las peores películas que haya visto en mi vida, pero aun así le tengo un cierto cariño y la disfruto de principio a fin cada vez que la veo.
    En 1993 el equipo del programa SETI (Search for Extra-Terrestrial Intelligence o “Búsqueda de Inteligencia Extra-Terrestre” en español) recibió una respuesta a su mensaje enviado veinte años atrás en el que detallaban nuestro código genético y nuestra ubicación en el Sistema Solar. La respuesta incluía una fórmula para producir energía limpia inagotable e instrucciones para mezclar una secuencia de ADN extraterrestre con la nuestra. Y claro, no tenían nada mejor qué hacer y les pareció que era buena idea, un grupo de científicos sigue la receta y crea una hembra de híbrido humano-extraterrestre con habilidades sobrehumanas que, como era de esperarse, se escapa de un laboratorio secreto cuando pretenden exterminarla.


    Una vez en libertad, el híbrido llamado Sil (la hermosa modelo canadiense Natasha Henstridge, quien debutó en la pantalla grande con esta película), que resulta ser un depredador diseñado para exterminar a la raza humana, llega a la ciudad de Los Angeles en estado de madurez sexual buscando un macho humano viable para reproducirse... Y al que no cumple con sus estándares, lo asesina brutalmente. Xavier Fitch (Sir Ben Kingsley, quien tiene un tino increíble para escoger malos proyectos), director del proyecto, reúne a un grupo de expertos para cazar a Sil y detenerla antes de que logre aparearse.   
    Como bien puede advertirse, el argumento no es ni particularmente original ni particularmente interesante —excepto por lo del apareamiento, claro—. Y el guión está apenas pasable, plagado de clichés, parlamentos malos y situaciones tan absurdas que llegan a lo jocoso. En general toda la peli tiene un aire de inverosimilitud que la hacen simplemente delciosa... si uno es de los que disfrutan con la desgracia ajena; si no, se vuelve insoportable bastante rápido.


    ¿Pero cómo pasó esto? Quiero decir... quizá el guión no es un Shakespeare, pero se sostiene. Y hablando de Shakespeare, ¿ya vieron quiénes están en el reparto? Michael Madsen, que no es tan buen actor, pero los papeles de matón le salían bien; y está también un Forest Whitaker completamente desperdiciado en un papel que creo que pretende despertar nuestra simpatía, pero que termina pareciendo un gran lelo. Del lado de los británicos está el ya mencionado Ben Kingsley que... de verdad, ¿cómo escoge sus películas? ¿Hay una agencia de representantes artísticos especializada en proyectos piteros? ¿Quién se la recomendó, Michael Cane? Y Alfred Molina que sí, aún estaba a más de un lustro de volverse verdaderamente famoso, pero llevaba toda la vida trabajando en teatro. ¿Cómo puedes hacer una mala película con ese reparto?
    Y si el reparto fallaba, no se preocupen, que tenemos al que probablemente sea el artista plástico más influyente en el cine de la segunda mitad del siglo XX trabajando en esta película: el suizo H. R. Giger. Así es, el artista que diseñó al xenomorfo de Alien: el octavo pasajero (Scott, 1979) y que recibió un Oscar por ello diseñó también a Sil, al macho de su especie y al tren espectral que la atormenta en sus pesadillas.


    Empero, el diseño falla. Y no es tanto culpa de Giger, quien se sabe que quedó muy poco complacido con el resultado de esta película, sino de quien se lo encargó. El tren está padre, pero es una lástima que se muestre tan poco de él en pantalla. Y Sil... pues termina siendo Giger queriendo copiarse a sí mismo, digo... todos sabemos que eso es simplemente un alien pero con cuernitos, ojos de gato y enormes tetas, ¿cierto?
     Bueno, pero seguramente los efectos especiales salvan la película, ¿no? ¿No? ¡No! ¡Son espantosos! Los capullos alienígenas se nota a leguas que son viles bolsas de plástico embarradas con látex. El CGI es inmundo —digo, en esta época apenas empezaba, pero ya habían salido Parque Jurásico (Spielberg, 1993) y Terminator 2: El Juicio Final (Cameron, 1991)—, incluso en algunas tomas los modelos por computadora tienen dientes de sierra y saltos entre cuadros. Las escenas de Sil de cuerpo completo están mejor logradas, quizá porque todas son oscuras, y aun así no pueden tapar el efecto “Guy-In-A-Rubber-Suit”. Para acabar pronto, el efecto mejor logrado en la película son los medios planos de Sil porque los hicieron con una marioneta, pero estaba chida... lástima que las tres versiones de la alienígena no se parecían en nada.


    Se me quedó muy grabado de aquella época, cuando se estrenó esta cinta en México, el comentario de un crítico de cine que salió en la televisión —no recuerdo quién era ni en qué canal— que atinadamente dijo: “A la función que yo fui, en las escenas en las que la gente se supone que debía espantarse, se reía”. Tan cierto hoy, como cuando fue transmitido.
    Pero no nos hagamos. Nadie ve esta película por su guión tan elevado, por la calidad de las actuaciones de su reparto shakespeariano o por sus deslumbrantes efectos especiales. No, señores, esta película se vende, aún hoy día, por las sendas escenas topless de la Henstridge, cuya belleza raya en lo alienígena. Sólo así se entiende que uno aguante la hora y cuarenta minutos que dura esta madre que ahora que lo pienso, no tiene ningún sentido una vez que uno deja atrás la pubertad...


    Y con todo, la peli entretiene y al público le ha interesado lo suficiente como para generar tres secuelas: Especies II (Medak, 1998), que se estrenó en cines con moderado éxito y generó un par de figuras de acción producidas por McFarlane Toys; Especies III (Turner, 2004), que fue lanzada directamente al mercado de video y que brilla por su ausencia de desnudos gratuitos; y Especies IV: El despertar (Lyon, 2007) que fue filmada en la Ciudad de México y que sí trae montones de escenas de desnudos incluyendo unos bastante interesantes de Marelene Favela. ¿Quién dijo que el cine de explotación había muerto?



PARA LA TRIVIA: MGM había decidido no filmar la escena del tren para ahorrar presupuesto. Sin embargo, H.R. Giger ya había invertido mucho tiempo en la construcción de éste, por lo que financió la filmación de dicha secuencia con su propio dinero.





      

sábado, 3 de octubre de 2015

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS. La obra fallida de John Carpenter ¿realmente lo es?


EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS
Prince of Darkness

John Carpenter, 1987

Siempre he considerado a John  Carpenter un director eficiente. Es un autor muy inteligente que hace suyas las reglas de los géneros y sabe utilizarlas para sacar el mayor provecho posible de cada una de sus cintas. Halloween (1978), La cosa de otro mundo (1982) o Escape de Nueva York (1981) son ejemplos claros de esta maravillosa comprensión del director del cine de género. De tal suerte, aun cuando el material fuente sea malo, si la cinta es dirigida por Carpenter tendremos la garantía de que al menos será formalmente correcta. Es el caso de cintas menos afortunadas del director como El hombre de las estrellas (1984), Presas del diablo (2010) o El príncipe de las tinieblas (1987).
    Este proyecto fue el resultado de un trato que hizo Carpenter con Universal tras su no tan agradable experiencia al dirigir la cinta de acción y fantasía de alto presupuesto Rescate en el Barrio Chino (1986). El director aceptó un convenio para dirigir cuatro películas distribuidas por la Casa de los Monstruos y producidas con presupuestos bastante modestos por estudios subsidiarios a cambio de tener un control creativo absoluto.


    La película, tomando una profunda influencia lovecraftiana, narra la historia de un sacerdote (el inmortal Donald Pleasence) a quien le es encomendado el cuidado de una iglesia abandonada en cuyo sótano descubre un extraño tanque sellado, lleno con un misterioso líquido. Tras analizar las escrituras anexas, el cura convoca a un grupo de científicos de la Universidad de Berkeley, quienes confirman lo que tanto temía: El líquido es en realidad el Anticristo, encerrado hace miles de años, pero que ahora está a punto de liberarse para traer a su padre —que se entiende que sería el Diablo, pero a quien en la película se refieren como el Antidiós— a la Tierra para destruirla. ¿Podrán los científicos detenerlo antes de que sea demasiado tarde?
    Ahora bien, si tratar de explicar la religión desde la física cuántica es una causa perdida ¿Qué les parece explicar el satanismo? En realidad, la película se pone al servicio del discurso, que es esta disertación pseudocientífica y pseudoteológica de la que poco puede sacarse en claro. Por algunos momentos la cinta se ve muy similar a Infierno (1980), de Dario Argento, desde el punto de vista de que parecen una serie de eventos sobrenaturales que se suceden sin relación aparente... aunque uno tarda poco tiempo en encontrar una.


    Esta película me despierta sentimientos encontrados y me es difícil hablar de ella. Algunos de sus elementos me encantan, pero otros en verdad los detesto. Y cada que la vuelvo a ver quedo satisfecho, pero también un tanto confundido. Quizá no sea al único al que le pase y por eso es que esta película ha tardado más de veinticinco años en poder encontrar a su público.
    Las actuaciones en general son buenas y la película sí logra crear una atmósfera inquietante con muchas escenas de muertes interesantes… para derribarlo todo de pronto con anticlimáticas y largas escenas explicativas sobre algo que nos queda muy claro que a quien escribió el guión —que fue el mismo Carpenter bajo el seudónimo “Martin Quatermass”, a quien incluso se tomó la molestia de crearle una biografía falsa para los boletines de prensa— no le quedaba claro.
    Me gusta la idea de que los insectos y los vagabundos (liderados por Alice Cooper, por cierto) se sientan atraídos hacia la Iglesia y se conviertan en sirvientes del Anticristo —quizá porque me recuerda un poco a los cómics de Spawn, no lo sé, igual es una buena idea—. En general son escenas muy bien logradas.


    Y ahora que lo pienso, creo que esta película es eso justamente: Una colección de escenas bien logradas con poca sustancia que las una... o con demasiada. Y si la propuesta fuera ésa, como en la citada película de Argento, no habría problema; pero no. La cinta está intentando otra cosa y me parece que fracasa.
    Uno de sus puntos más débiles está en sus personajes. Prácticamente no se toma ningún tiempo para desarrollarlos e incluso la relación dizque amorosa entre Catherine (Lisa Blount) y Brian (Jason Marsh) —quien con ese mostacho se parece increíblemente a Tom Atkins— se siente forzada, y se entiende que sólo la metieron para poder hacer el final más melodramático. Conforme la peli va avanzando, los personajes se empiezan a sentir demasiados y se vuelven tan anodinos que francamente a uno no le importa cuando los matan... SPOILER Es más, está tan pobre el asunto que uno se siente un tanto decepcionado cuando al final de la película sí logran salvar al mundo  TERMINA SPOILER.
    Con respecto a este final, es una especie de Carpenter tratando de copiar a Carpenter. Me refiero a que los finales agridulces son un poco un sello autoral del director, ese tipo de finales en los que el héroe gana pero no gana del todo —nuevamente vienen a mi mente Halloween y La cosa de otro mundo—; sólo que en esta cinta no se siente sincero.

    Los efectos especiales son bastante decentes —la secuencia de Catherine tomando la mano del Antidiós se ve increíble— y, de hecho, sí está padre que la película recurra más al desempeño de sus actores que a efectos para asustar al público. En general, la cinta recae más en la atmósfera y, si bien algunas muertes como al tipo al que se lo comen los insectos o la científica que es impregnada con un parásito demoniaco/extraterrestre son geniales, más que sustos lo que produce es una sensación de angustia, de claustrofobia y de desamparo ante los horrores cósmicos.
    Otro de los elementos de esta película que me encantan es el soundtrack. Compuesta por Carpenter y Alan Howarth, la música de la película mantiene ese sonido minimalista electrónico que resulta inquietante y que tanto le gusta a Carpenter. En su época, además, se usó la más alta tecnología digital para crearlo.
    En su estreno, El príncipe de las tinieblas tuvo una recepción decente en la taquilla; pero fue vapuleada por la crítica. Muchos la acusaron de que el guión era demasiado complicado y otros, de que la ciencia que presentaba era demasiado compleja. Pero oigan, recordemos que La cosa… fue un fracaso en taquilla, pero que con los años y el mercado de video-renta se ha convertido en un clásico del horror y el Sci-Fi moderno... Sin embargo, no fue el caso con El príncipe de las tinieblas.


    Sobre su película, Carpenter reflexionó en una entrevista:
    Tomé varias cosas de Lovecraft para El príncipe de las tinieblas, pero más que nada fue el tono.[1]
    […] Cuando estaba de viaje en Nueva York […], me detuve en una librería y simplemente sucedió que encontré The Cosmic Code de Heinz Pagels. Ese libro describía el mundo subatómico y sus propiedades físicas —y la falta de ellas— ¡Y mi mente voló! Pensé “¿Dónde ha estado esto? ¿Por qué nadie ha hablado de esto antes?” Sentí que había algo sobre la mecánica cuántica y la física de partículas que podría funcionar en una película de horror.[2]
Y cuando se le preguntó sobre si creía que El príncipe… era su película más subestimada, Carpenter contestó:
    Le fue bien en la taquilla, pero está subestimada artísticamente. Nuevamente, no creo que la gente la haya entendido del todo. Ciertamente no comparten mi entusiasmo por la mecánica cuántica y esas cosas, pero sí, sin duda, es uno de mis filmes más subestimados.[3]


    Al respecto sólo diré que se trata de una película muy honesta y eso siempre es encomiable. No es la típica película de horror, sino algo —o por lo menos eso pretende— más profundo. Sí resulta confusa y hasta desesperante en el primer visionado y al final se siente un tanto anticlimática y mal lograda, pero en lecturas posteriores es interesante. Me parece que su tono y su discurso son más apegados al Horror Cósmico de Lovecraft que otras películas directamente basadas en sus textos como Resurrección satánica (que es el título oficial en México de Re-Animator [Gordon, 1985], me vengo enterando) o El perfil del Diablo (título oficial en México de From Beyond [Gordon, 1986] ¿Quién traduce estas madres?). Ver esta película es una experiencia interesante pero creo que, irónicamente, se disfruta más si uno trata de no pensar demasiado mientras la ve.
    ¡Ah! Y encuentro muy curiosa la enorme influencia que toma del cine europeo, particularmente de la citada Infierno de Argento. Y más curioso y hasta sospechoso resulta la influencia que de El príncipe… toma la película producida por Argento y dirigida por Michele Soavi La iglesia (1989), cuyo argumento es increíblemente parecido.



PARA LA TRIVIA: La escena en la que el vagabundo interpretado por Alice Cooper empala a uno de los científicos con un triciclo es una especie de auto-homenaje, pues Cooper usaba este truco en sus shows. De hecho, el triciclo usado en la película era utilería suya.






[1] CARPENTER, John, citado en Michael Doyle, The Essence of Evil, publicado en Rue Morgue #128, Noviembre de 2012. P. 17. La traducción es mía.
[2] Idem. 
[3] Ibid. P.22. Traducción mía.