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lunes, 30 de diciembre de 2013

LOS MUERTOS. La alabada película africana de zombies.


LOS MUERTOS

The Dead


Howard J. Ford y Jonathan Ford, 2010


Dice por ahí uno de esos secretos a voces que una película de producción tercermundista (no lo digo en sentido peyorativo, sino literal) triunfará en los festivales internacionales siempre y cuando hable mal del Tercer Mundo ‒Amores perros (Iñárritu, 2000) y Heli (Escalante, 2013) me saltan a la mente‒. Eso no sólo explicaría el despunte del cine mexicano en el extranjero durante los últimos tres lustros, sino que también explicaría por qué esta cinta se vendió en los festivales como una producción africana. Sin embargo, en realidad la película fue escrita y producida en el Reino Unido, y filmada y prácticamente “maquilada” en Burkina Faso.
    En la cinta se cuenta la historia del Tte. Brian Murphy (Rob Freeman), ingeniero mecánico militar, quien sobrevive luego de estrellarse su avión en los territorios cercanos a Sierra Leona justo cuando intentaba evacuar. ¿La razón? Por si la guerra civil no fuera suficiente, una plaga de zombies se ha desatado en la región, convirtiendo a sus habitantes (sólo a los de raza negra, según parece) en cadáveres ambulantes hambrientos de carne humana.
    Había escuchado muy buenos comentarios sobre esta película, pero apenas tuve oportunidad de verla. Y debo decir que no me gustó casi nada. Al principio me pareció interesante, pero conforme fue avanzando me fue decepcionando más y más hasta volvérseme odiosa ya para el final.
    A su favor diré que durante la primera mitad, su narrativa es bastante sólida y ésta, trabajando en conjunto con una fotografía majestuosa, llena de texturas y claroscuros, va llevando la historia bastante bien… por lo menos hasta que uno se da cuenta de que lo que está viendo prácticamente es un loop.

    Lo digo porque después de un rato uno empieza a sentir el tedio de una película cuyo guión tiene muy pocos diálogos y está llena de escenas de “rock climbing”: término usado por los fobocinéfilos para referirse a aquellas escenas en las que los personajes sólo caminan y caminan y caminan (o trepan riscos, de ahí el nombre) sin que algo pase realmente. Así pues, luego de una tercera parte de la cinta, ésta se convierte en “puras escenas de ese güey caminando”.
    Los efectos especiales son bastante disparejos. Hay escenas muy padres, como ésa en la que le abren un boquete a la cabeza de un zombie con una escopeta; pero también otras que francamente tientan su suerte, por no decir que hasta llegan a ofender la inteligencia del público, como aquélla en la que una mujer va cargando a su bebé para salvarlo... y confiando en que el público no notará que es sólo un muñeco.
    Hay algunas escenas bastante bien logradas con actores mutilados haciendo papel de muertos vivientes y, en el otro extremo, hay escenas de balazos donde borbotones de sangre salpican por todos lados pero las balas no hacen herida alguna.

    En cuanto a la apariencia general de los no-muertos, la película toma fortísimas influencias de dos fuentes principalmente: por un lado el videojuego Resident Evil 5 (Capcom, 2009) y, por el otro, las películas italianas de zombies producidas en los 70 y 80. A este respecto también tengo opiniones divididas. En algunas secuencias, las imágenes de los muertos vivientes, con sus miradas de pupilentes blancos perdidas y su falta de tono muscular,  son aterradoras; pero en general, los zombies son el típico cadáver reanimado vestido con costal de papas tan popular en las cintas de Lucio Fulci como las ya clásicas Zombie (1979) o La ciudad de los muertos vivientes (1980). Es decir, se ven bien, pero la verdad es que los italianos (incluso en ocasiones en coproducción con los mexicanos) estaban haciendo películas como ésta hace treinta años.
    Hasta aquí, la cinta tendría todo para ser solamente una película mediocre del subgénero de zombies, y ojalá se quedara en eso. Lo que realmente me molestó de esta peli es que al final, el subtexto resulta ser marcadamente racista. Como Cinéfilo Incurable ni rechazo ni apruebo el racismo, pero como discurso cinematográfico me parece muy pasado de moda.
    Lo anterior se hace patente en las escenas en las que Murphy hace equipo con el Sgto. Daniel Dembele (Prince David Oseia), un miembro del ejército local que ha dejado su puesto para buscar a su familia en medio de la crisis zombie. Resulta sorprendente que, a pesar de ser un militar nativo de la zona, el conocimiento de Dembele sobre el terreno sea prácticamente nulo, y siempre inferior al de Murphy. Vamos, al final del día esto termina siendo una especie de Robinson Crusoe con zombies.

    Y por si el mensaje colonialista no hubiera quedado claro, éste se acrecienta cuando Murphy por fin logra llegar a la base militar que sirve como campamento de refugiados. Para decepción del ingeniero/militar/mercenario (ya ni sé, la verdad), en el lugar no hay aeroplanos o medio de transporte alguno; pero sí un radio, descompuesto… pero eso no importa porque con un cautín y una elipsis, Murphy solito logra arreglar lo que trescientos negros no pudieron. Y ni qué decir de que en la película aparecen quizá uno o dos zombies caucásicos, el resto es de raza negra y Murphy se da vuelo acribillándolos a balazos o, en una escena impresionante (bien hecha, hasta eso), destazándolos con un machete.
    En conclusión, sí se trata de una cinta diferente y en cierto sentido hasta alternativa dentro del género. Sin embargo la alabada “frescura” que aporta al cine de zombies viene precisamente de retomar los muertos vivientes lentos, silenciosos y amenazadores que ya nos habían mostrado George A. Romero, padre del género, y su digno sucesor, Lucio Fulci. Asimismo, aunque la cinta se vanagloria de ser una propuesta realista, ésta se viene abajo gracias a sendos descuidos en los efectos especiales, el maquillaje o el vestuario (a pesar de que se supone que Murphy es miembro de la Fuerza Aérea de EE.UU., cuando se le muestra en uniforme de gala, éste es el de la Marina de EE.UU.). Se trata pues de una cinta bastante mediana y cuya fama creo que no es merecida, con un subtexto tan racista, pues ni siquiera llega a colonialista, que haría sonrojar a H. Rider Haggard. Como quien dice, mucho ruido y pocas nueces.

 

PARA LA TRIVIA: Debido a su ajustado presupuesto, la película debía filmarse en un periodo de seis semanas. Sin embargo, debido a diversos problemas como un retraso en el envío de material fílmico o el hecho de que Rob Freeman contrajo malaria durante la filmación, entre otros, la producción se completó en doce semanas.


domingo, 22 de diciembre de 2013

LOS HÉROES ANTES DE LOS SUPERHÉROES. De pulps, tiras cómicas y radionovelas.



LOS HÉROES ANTES DE LOS SUPER HÉROES 

Sin temor a equivocarme, puedo decir que el origen  de muchas de las formas de entretenimiento actuales puede rastrearse hasta la novela de folletín del siglo XIX. A su vez, las novelas por entregas evolucionaron hasta convertirse en la llamada Literatura Pulp; y ésta preparó el terreno para lo que posteriormente se convertiría en los cómics propiamente dichos, durante la primera década del siglo XX.
    Herederos del legado fantástico de autores como Julio Verne, H.G. Wells y Edgar Rice Burroughs, los cómics fueron estilizándose y creando un lenguaje cada vez más propio hasta alcanzar su gran apogeo en los albores de la Segunda Guerra Mundial.
    Durante esta etapa es que surgen los (como a mí me gusta llamarlos) Proto-Superhéroes. No son superhéroes propiamente dichos pues la mayoría no posee súper poder alguno; sin embargo, sí poseen habilidades atléticas o intelectuales sobrehumanas o algún poder místico.
    Anteriores o contemporáneos al Último Hijo de Kryptón, estos héroes empero han sufrido una suerte muy diferente a la del buen Kal-El al ser adaptados al cine. Y es que, aunque las películas de Superman nunca han sido realmente buenas, por lo menos son más memorables que cualquiera de las películas basadas en estos Proto-Súper héroes (sí, hasta esa mierda de Superman IV: En busca de la paz [Furie, 1987]) que casi invariablemente, dan pena ajena.
    Así pues, dedicaré este artículo a hablar de las poco venturosas adaptaciones al cine basadas en dichos personajes. Cabe hacer una aclaración, por supuesto: La gran mayoría de los personajes que enlistaré ya habían aparecido en la pantalla de plata en los famosos “seriales” (películas cortas que contaban las aventuras de algún héroe de manera fragmentada, antecesoras directas de las series de televisión, y que se proyectaban los sábados por la mañana en los cines); pero en esta ocasión sólo hablaré de los largometrajes recientes (que son los malos).

1.- FLASH GORDON
Hodges, 1980

Ya en alguna ocasión anterior he hablado sobre esta película; pero aún tengo más qué decir, porque parece que en esta cinta todo salió mal.
    El argumento de la película cuenta la historia de “Flash” Gordon (interpretado por Sam Jones y conocido en nuestro país como Roldán el temerario), futbolista estrella, y la reportera Dale Audrin (Melody Anderson), quienes accidentalmente viajan en compañía del Dr. Hans Zarkov (Topol) al planeta Mongo a través de un portal interestelar. En Mongo, Flash liderará una insurrección para derrocar al malvado emperador Ming (Max Von Sydow).

    El legendario productor italiano Dino De Laurentiis presenta esta película en la que (creo que) quiso rendir un homenaje al serial de los años 30... O sólo usó eso como pretexto para justificar la pobre manufactura y los bajos valores de producción que se ven en toda la película. Al final todo, desde vestuarios hasta sets y, claro, música, termina teniendo una estética glam llena de brillitos dorados y superficies “diamantinosas”.
    Por supuesto, uno de los puntos a rescatar de esta cinta es la participación del excelente Max Von Sydow… que es un poco triste ahora que lo pienso: Después de ser el actor fetiche del gran Ingmar Bergman, terminó trabajando con Dino De Laurentiis en papeles secundarios tras no conseguir trabajo por su actuación en El Exorcista (Friedkin, 1973).
    ¿Y por qué Flash tiene que ser un atleta? Originalmente se suponía que era un astronauta, mas en esta versión lo convierten en quarterback de los Jets de Nueva York… Pero supongo que es mejor que la serie de dibujos animados de mediados de los 90 titulada Las nuevas aventuras de Flash Gordon (1996), donde era un prepo patinador; o en su más reciente encarnación, cortesía del Sci-Fi Channel (ahora conocido como Syfy), en la que era un corredor.

    Sea como fuere, además de la ya mencionada aparición de Von Sydow, la belleza de Ornella Muti (quien interpreta a la princesa Aura) y el ya clásico soundtrack compuesto por Queen, pocas cosas se salvan de esta cinta. Aunque, gustos culposos aparte, es necesario verla para tener el referente y entender la mitad de los chistes de Ted (McFarlane, 2012).

PARA LA TRIVIA: Originalmente, Kurt Russell audicionó para interpretar a Flash Gordon. Empero, a pesar de ser la primera opción de De Laurentiis para el papel, Russell terminó rechazándolo por considerar que le faltaba personalidad. Ironías aparte, tres años antes Kurt Russell fue rechazado por George Lucas cuando audicionó para el papel de Han Solo en Star Wars (Lucas, 1977) y quedó como finalista frente a Harrison Ford. 

2.- LA SOMBRA
The Shadow
Russel Mulcahy, 1994

Este héroe nació directamente en la radio como narrador del programa Detective Story Hour en 1930. Al año siguiente, varios de los episodios de dicha serie (o radionovela diríamos en México) fueron adaptados como novelas cortas escritas por Walter Gibson, mago y uno de los escritores fantasma de Harry Houdini, en una revista pulp. De ahí, el personaje fue llevado a los cómics, el cine, la televisión y los videojuegos.
    Aunque en los diversos medios a los que se ha adaptado la historia se le han atribuido diferentes orígenes a su protagonista con el pasar de los años, en general La Sombra es un vigilante enmascarado y encapotado con poderes psíquicos, cuya identidad secreta es el multimillonario Lamont Cranston… Sí, así es, este personaje es considerado la principal influencia de Batman.
    En la cinta, Lamont Cranston (Alec Baldwin en uno de sus peores papeles) es un yuppie (anacronismos aparte) descarriado que se enrola con la mafia mongola para terminar convirtiéndose en el poderoso traficante de opio Ying Ko. En ese momento, Cranston es secuestrado por agentes del tulku (una especie de embajador espiritual del Dalai Lama) quienes lo reforman y le enseñan a utilizar su poder en beneficio de la sociedad… además de la habilidad psíquica de volverse invisible ante los ojos de sus enemigos. Cranston regresa a Nueva York y se convierte en el vigilante conocido como La Sombra, que lucha contra el crimen para pagar a la sociedad el daño que alguna vez hizo. Sin embargo, a la ciudad llega también el temible Shiwan Khan (John Lone, interpretando a uno de los supervillanos mas maricas en la historia del cine), último descendiente de Genghis Khan y condiscípulo de Cranston, quien buscará continuar con el legado de sus ancestros al conquistar el mundo. ¿Su primera jugada maestra? Destruir la Ciudad de Nueva York con la ayuda de una bomba atómica (es ciencia ficción, pues).

    Y sí, al momento de estar escribiendo esto, Batman inicia (Nolan, 2005) me empezó a oler a plagio a mí también.
    Aunque la propuesta visual de la película sí resulta atractiva (un Art Decó filmado en la mera mata del Art Decó) sus pobres valores de producción dan al traste con todo lo demás. A esto habrá que añadirle las escenas de pelea mal coreografiadas; las situaciones absurdas, que si bien son el pan nuestro de cada día en el cine de superhéroes, en esta cinta rayan en lo francamente idiota, y los efectos especiales bastante chafones (compárense con otras pelis de la época como Parque Jurásico [Spielberg, 1993] o El vengador del futuro (Verhoeven, 1990]). Se salvan, eso sí, los efectos ópticos logrados con pintura mate.
    Sin embargo, lo que siempre me molestó fue el maquillaje. La película mezcla elementos de las novelas pulp y de los comics por igual. Así pues, el aspecto visual del héroe fue tomado casi directamente de las ilustraciones de Vernon Greene para las tiras cómicas basadas en el personaje que aparecían en los periódicos. Pero como es prácticamente imposible que un ser humano tenga el perfil característico de Cranston, esto se “solucionó” aplicando un prostético falsísimo sobre la nariz de Baldwin; así como cejas postizas cuyo entramado es perfectamente visible en cámara… Además ¿por qué La Sombra sólo tiene nariz rara y cejas espesas cuando está disfrazado? ¿Es un mutante o algo así?

    En conclusión, esta película es uno de esos infortunados casos de una buena idea arruinada por una producción mediocre y ni la aparición de actores de la talla de Ian McKellen o Tim Curry en papeles secundarios, ni el extenso plan de mercadotecnia para publicitarla (que incluyó cómics, figuras de acción y un terrible videojuego para SuperNintendo) pudieron salvarla. Vamos, la trama es tan buena que Christopher Nolan se la fusiló para su Batman, pero el resto de la película simplemente no funciona.
    La moraleja de esta historia parece ser: Si quieres hacer una película de éxito, piratéate una película cuya propuesta era interesante pero que nadie vio (vamos, Hollywood lleva toda la vida haciéndolo).   

PARA LA TRIVIA: Según los registros el pulp enteramente dedicado a La Sombra fue el más exitoso de  todos los tiempos. En 1937 se estrenó un programa de radio en el que La Sombra era el protagonista. En esa ocasión, el héroe era interpretado nada más que por el legendario Orson Welles.

3.- EL FANTASMA
The Phantom
Simon Wincer, 1996


Creo que éste es mi héroe favorito de esta categoría. Creado como un personaje de tiras cómicas en 1939, El Fantasma no tiene súper poder alguno (aunque en la serie de dibujos animados Defensores de la Tierra [1986] podía convocar habilidades de animales de la selva) además de su fuerza, agilidad, inteligencia y reputación sobrenatural… ¡Ah, sí! Y un par de pistolas automáticas que maneja con destreza.
    Kit Walker es el vigésimo primer fantasma, ya que el traje y el “título” se han venido heredando de padre a hijo ininterrumpidamente desde el siglo XVI; de esta forma, cuando los enemigos de El Fantasma creían haberlo matado, su heredero tomaba su lugar, dando la impresión de que era inmortal. Las aventuras de este enmascarado suceden tanto en la Ciudad de Nueva York como en el ficticio país africano de Bengalla.

    En la película, Kit Walker (interpretado por el atractivo aunque poco carismático Billy Zane) se encuentra con el mercenario que asesinó a su padre y se entera de que éste busca las legendarias Calaveras de Tuganda, objetos místicos de gran poder. Siguiéndole la pista, El Fantasma descubre que Quill, el mercenario (James Remar) trabaja para el excéntrico multimillonario Xander Drax (Treat Williams, reconocido actor de películas malas) quien desea apoderarse de las Calaveras con propósitos megalómanos. Así pues, El Fantasma libra una carrera contra Xander por encontrar las Calaveras; en ella se reunirá con su exnovia, Diana Palmer (Kristy Swanson, la original Buffy: la cazavampiros) y se enfrentará a enemigos como la sexy Sala (Catherine Zeta-Jones en su segunda aparición en la pantalla de plata… y se ve increíble), además de que en el camino descubrirá su propio origen.
    Aunque en el momento de su estreno las críticas sobre esta cinta fueron encontradas, el tiempo se ha encargado de darle la razón a aquéllos que la llamaron mala cuando no pésima. Incluso en su estreno la película fue un increíble fracaso de taquilla (costó 45 millones de dólares y en taquilla no logró recaudar ni 18) que apenas si pudo recuperar su presupuesto en el mercado del video.
    Efectos especiales malos, un guión infantiloide, actuaciones tan malas que rayan en la caricatura, y una muy desafortunada realización de sets y decorados (se ven tan falsos todos) echan por tierra esta película rápidamente.

    Sin embargo, a su favor sí tengo algo que decir. Además de la ya mencionada aparición de una Zeta-Jones de 27 años, me quito el sombrero ante los stunts de esta película.
    Y es que la mayoría de las escenas de acción están increíblemente bien realizadas. Mi favorita es aquélla en la que Walker persigue el hidroavión a bordo del cual se escapan los malosos. El Fantasma monta (a pelo, por cierto) su caballo, que galopa detrás del avión que vuela a unos metros del suelo; de pronto, se pone de pie sobre el lomo del animal galopante y de ahí salta para colgarse de uno de los flotadores del hidroavión para, acto seguido, izarse sólo con los brazos y abordarlo. La escena se ve muy real porque… ¡Es real! La complicada acrobacia se realizó en vivo frente a la cámara, sin efectos especiales, sin trucos de cámara ni cortes siquiera. Pero es que antes, cuando en una película se necesitaba algo así, uno no iba con un animador que hiciera toda la magia en una computadora; uno iba con un stunt que se montaba en un maldito caballo y hacia la condenada acrobacia.  

PARA LA TRIVIA: Al igual que en el caso del luchador mexicano Santo, el enmascarado de plata; El Fantasma gozó de una gran popularidad en Turquía, país donde se produjeron (al igual que con nuestro compatriota) varias películas apócrifas sobre el personaje.  

A esta lista añádase la crítica específica sobre la adaptación cinematográfica de John Carter que publiqué hace meses.
    También debería añadirse la nutrida serie de películas, aparecidas desde 1929 hasta 1980, que adaptaban las aventuras del genio criminal del pulp, el Dr. Fu Manchu; mismas que no reseño porque no he visto ninguna. Asimismo, habrían de sumarse las adaptaciones contemporáneas de dos héroes aparecidos en los programas de radio, El llanero solitario (Verbinski, 2013) y su bisnieto, El Avispón Verde (Gondry, 2011. Se supone que éste es descendiente directo de aquél, por eso usa el mismo antifaz); pero tienen fama de ser tan malas que ni siquiera yo, El Cinéfilo Incurable, las he visto.
    Y ya para cerrar, a modo de oráculo funesto, desde hace dos años anda a la deriva un proyecto para una nueva película de Flash Gordon. Del mismo modo, desde la década de los noventa se ha querido levantar el proyecto para adaptar al cine las aventuras de otro héroe creado por el dibujante Lee Falk (creador de El Fantasma), Mandrake, el mago; pero (quizá afortunadamente) hasta ahora sin éxito.

martes, 10 de diciembre de 2013

GOTHIC. El Romanticismo llevado a la pantalla.



GOTHIC

Ken Russell, 1986 

El director británico Ken Russell fue, sin lugar a dudas, el digno heredero de la tradición gótica de terror de la recientemente resurgida casa productora Hammer Films. Dicha productora, durante un periodo de alrededor de treinta años, se encargó de llenar las pantallas de cine de todo el mundo con reinterpretaciones de los monstruos clásicos de la Literatura Gótica que ya antes habían saltado a la fama en las películas de Universal Studios.
     Pero el cambio en el talante del público y el surgimiento del cine slasher, entre otros factores, llevaron a la Hammer a cerrar en la década de los ochenta. Sin embargo, ese tono gótico de un terror más refinado y más construido por una ambientación meticulosa (que de hecho, ya casi estaba ausente en las últimas producciones de Hammer) no desapareció del todo, sino que evolucionó y encontró en Russell a un artista ávido de experimentar con él.

    En esta ocasión, a través de ficción histórica, Russell nos presenta su interpretación de cómo pudo transcurrir uno de los eventos más celebrados en la historia de la Literatura: la noche del verano de 1816 cuando Percy Shelley (Julian Sands) y su novia Mary (Natasha Richardson) se hospedaron en la Villa Diodati, recinto veraniego a orillas del Lago Ginebra alquilado por el excéntrico poeta Lord Byron (Gabriel Byrne) y su subyugado médico particular y asistente personal, John W. Polidori (Timothy Spall). Tras la lectura del libro Phantasmagoriana, los jóvenes propusieron un concurso en el que contarían historias de terror. De este concurso resultaron dos novelas fundamentales de la literatura gótica: Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley y El Vampiro de Polidori.
    Éste es el hecho real del cual parte la peli. La parte de ficción y que se vuelve verdaderamente gótica es la explicación de Russell (no tan alejada de la realidad como podría suponerse en primera instancia) de los procesos que llevaron a estos jóvenes autores a tan macabras creaciones. Al calor del alcohol y el opio, los escritores vivirán una noche de terror en la que sus obsesiones, culpas, miedos, deseos reprimidos y bajas pasiones los sumirán en alucinaciones cada vez más vívidas y reales, pero... ¿Son en verdad alucinaciones o, tras una infausta sesión de espiritismo, los artistas han despertado a una entidad sobrenatural capaz de dar sustancia a los terrores más oscuros de sus mentes?

    En verdad, creo que nada me había preparado para el visionado de esta cinta. Por supuesto, recordando trabajos anteriores de Russell como Lizstomania (1975) o Estados alterados (1980) supuse que se trataría de una pieza excéntrica de fantasía oscura. Sin embargo, me llevé una grata sorpresa al encontrar una pieza de terror tan grandilocuente, exquisita y extravagante como el mismo Romanticismo.
    Las actuaciones son excelentes, aunque el tono de toda la película es exagerado de por sí. A pesar de ello, los actores logran transmitir una tensión emocional que va creciendo y logra transformarse en verdadero terror. Como en otras películas bien logradas del género, en esta cinta es más importante lo que se deja a la imaginación, lo que se sugiere al público, que lo que se muestra de manera explícita.
     No obstante lo anterior, la peli se las ingenia para prodigar toda una colección de imágenes verdaderamente escalofriantes, como la de un íncubo (supongo que eso es, estpá basada en una pintura cuyo título y autor no recuerdo) atacando a una indefensa Mary Shelley que de hecho se convirtió en el poster de la película. En un tono onírico que va desde la fantasía erótica hasta la más pura pesadilla, dichas imágenes comienzan a cobrar cada vez mayor y mayor fuerza a lo largo del relato; llevando a los protagonistas de la fascinación a la locura.
    La recreación histórica es también muy cuidadosa… Por lo menos la mayor parte del tiempo, pues una de las escenas más criticadas de esta cinta es aquélla en la que Lord Byron y Mary Shelley discuten en el salón de billar y la iluminación de las lámparas se ve a todas luces (ironía incluida) como luz eléctrica. Por todo lo demás, tanto los muebles como los vestuarios ayudan a construir la ambientación de un temprano siglo XIX.
    Aunque puedo decir que esta película realmente me gustó mucho, sí hubo un par de elementos que no acabaron de convencerme. El primero de ellos sería el casting; por favor, que no se malinterprete, los actores que aparecen en esta cinta son todos excelentes y en verdad representan su papel a la perfección. Empero, la edad de los actores bota un poco al principio; y es que cuando los Shelley pasaron las vacaciones en la Villa Diodati, Percy tenía 24 años y Mary, 19.
    A pesar de ello y de que Gabriel Byrne no se parece físicamente a Lord Byron, las interpretaciones están tan bien logradas que uno rápidamente manda a volar dichas trabas. Magistral la interpretación del genial Timothy Spall como John Polidori, el joven médico prodigio cuya adoración por Byron lo llevaría en una espiral de obsesiones y frustraciones en la que habría de encontrar la inspiración para su terrible vampiro, Lord Ruthven.
    La otra cosa que francamente no me gustó fue el epílogo. Después del frenético caleidoscopio de fantasía gótica que llega a verdaderas cumbres de terror que nos fue presentado, Russell pretende que aceptemos un anticlímax intencionado que quiere convertir todo lo anterior en una guía para turistas o una clase chafa de Historia.
    Sea como fuere, ambos elementos son más bien “peros” de una mente quisquillosa que tenía que mostrar algún aspecto negativo de la cinta en su búsqueda de cierta objetividad. Sin embargo, me encantó esta película y creo que se convertirá en una de mis favoritas de ahora en adelante; sobre todo, me encanta la visión profunda y perturbadora del más grande monstruo creado por el Romanticismo: George Noël Gordon, sexto Lord Byron. 

PARA LA TRVIA: La familia de turistas que aparece en el epílogo de la película visitando la Villa Diodati fue interpretada por Ken Russell y su familia.


lunes, 2 de diciembre de 2013

GUYVER: BIO-GUERRERO DEL FUTURO. Cuando los gringos le ponen las manos encima a los mangas...



GUYVER: BIOGUERRERO DEL FUTURO

The Guyver

Screaming Mad George y Steve Wang, 1991

Parte del equipo que dio vida a la inmortal Herbert West: Re-Animador (Gordon, 1985) se reúne un lustro después para llevar a la pantalla de plata la adaptación del manga ochentero Bio-Booster Armor Guyver, creado en 1985 por Yoshiki Takaya. El resultado es... ¡caramba! No sé cómo llamar a esta madre. Es entretenida por momentos, algunas de las escenas de peleas están bien… pero tiene muchos momentos francamente estúpidos. Se encuentra pues atrapada en dos mundos: es demasiado sangrienta y violenta para una película infantil, pero demasiado ramplona y simple para una película más madura.
    El Dr. Segawa (Greg Paik) huye de la compañía de biotecnología Kronos, en la que trabajaba, para tratar de ocultar el Guyver, un artefacto dejado en la Tierra por alienígenas ancestrales y que es una poderosa armadura que convierte a quien la use en un guerrero cyborg con cara de crustáceo. Pero Segawa es detenido antes de poder entregar el arma al agente de la CIA, Max Reed (Mark Hamill… sí, LUKE SKYWALKER pero con bigote) y ésta cae en manos del joven estudiante de artes marciales Sean Barker (Jack Armstrong). Barker deberá aprender a utilizar sus nuevas habilidades si desea salvar al mundo del plan urdido por  el malvado líder de los Zoanoids (interpretado por el genial David Gale) para convertir a la humanidad en una raza de mutantes.

    Y claro que con una trama como ésa uno no espera un guión elaborado, ni personajes profundos ni mucho menos… Quizá sólo esperaba que la gente se tomara en serio lo que estaba haciendo. Pero tratándose de Brian Yuzna, supongo que eso debió quedar fuera de la ecuación a priori.
    Sólo no sé… parece que los directores le pidieron a los actores que interpretaban a los Zoanoids que ejecutaran todos los movimientos clichés de botargas que se supieran. Hasta creo haber reconocido a los actores que hicieron el papel de las Tortugas Ninja en sus respectivas películas. Quizá estos monstruos no estaban planeados para asustar a nadie, pero ¿tenían que ser tan tontos? De por sí el guión es malo, y además los temibles extraterrestres hablan, sin que sus labios se muevan más que un par de patéticos espasmos, con voces metálicas y chillonas que hacen que todo el conjunto termine pareciendo un episodio de alto presupuesto de los Power Rangers. ¿Por qué un monstruo extraterrestre sería rapero?

    Las actuaciones de todos los involucrados son bastante malas. David Gale y Jeffrey Combs vuelven a hacer dúo y, aunque su tiempo juntos en pantalla es breve, la química creada en Herbert West: re-Animador sigue ahí; ellos, cual cabría esperarlo, recurren a un estilo de actuación más propio del Grand-Guignol y que raya en la caricatura. Hamill, por su parte, se va por una vía mucho más mesurada pero muy inferior a cualquiera de sus escenas en cualquiera de las cintas de Star Wars (1977-1983). Quienes sí están completamente perdidos son los jóvenes protagonistas: Sean Baker (Jack Armstrong) y Mizky Segawa (Vivian Wu) cuyas actuaciones son más falsas que los Vazquez Sound.
    No hay que perder de vista la participación del legendario Michael Berryman cuyo particular físico le ha ganado papeles de monstruos en películas tan icónicas como el clásico de Wes Craven, Las colinas tienen ojos (conocida en México como El despertar del Diablo, pero quise usar el título que le pusieron en España por ser una traducción literal y porque allá no hay 4 películas llamadas “despertar del Diablo” 1974). Aunque su tiempo en pantalla, por lo menos sin botarga, es más bien breve y su personaje no deja de verse un poco fuera de lugar.
    Eso sí, esta cinta pertenece a esa época dorada de los efectos especiales en la que las botargas estaban bastante perfeccionadas y aún no se abusaba de forma absurda de las imágenes por computadora. Aunque en general los efectos de las criaturas son más bien malones, hay algunos otros que se ven bastante bien. Particularmente, todo lo que concierne al Guyver se ve decente, y por momentos hasta impresiona; y es que no hay nada más real que lo real. Supongo que si dicho artefacto es una armadura extraterrestre debe verse como un tipo dentro de un traje… ¿O no?

    En este rubro, los efectos especiales que sí son impactantes son aquéllos en los que el Guyver se activa y se pega al cuerpo de Sean (muy parecido al simbiote de Spider-Man) pues fueron logrados sin la ayuda de efectos por computadora o animación de ningún tipo, se trata de efectos físicos de la vieja escuela logrados con títeres y trucos de cámara. Y se ven geniales.
    Pero fuera de eso, creo que nada se ve genial en esta película. A pesar de ello, he visto efectos y guiones mucho peores… mucho peores en verdad. Creo que el principal fallo de esta cinta es no poder definir su tono. Nunca termina de quedar claro si se trata de una película para el público infantil como sus momentos de slapstick, personajes caricaturescos y efectos de sonido a la Looney Tunes parecen sugerirlo; o si se trata de una peli de artes marciales, violenta y con moderadas dosis de sangre.
    Este problema parece haber sido corregido en la secuela The Guyver: Dark Hero (Wang, 1994) pues el director quiso hacer una película más apegada al manga original y ésta recibió la clasificación R en EE.UU. (para mayores de 18 años), mientras que su antecesora fue clasificada como PG-13 (menores de 13 años podrían requerir supervisión adulta).
    Recuerdo que la primera vez que vi esta cinta fue en Cablevisión cuando tenía como siete años… No recuerdo en qué canal, pero fue el mismo en el que vi “joyas” del bajo presupuesto como Howard: el héroe (Lucas, 1991), Mi mamá es un lobo (Mischa, 1989) o Alien:Apocalipsis nuclear (Margheriti, 1989)… ¡Rayos! ¿Por qué ya no hay canales así? El punto es que en aquel entonces no supe cómo calificar a esta película y ahora, veintiún años después, sigo sin poder hacerlo… Hay partes muy malas, pero algunas otras tienen un atractivo fascinante.

    Eso sí, si aún sienten curiosidad por alguna adaptación a la pantalla del manga Bio-Booster Armor Guyver, es cien veces más recomendable la secuela o cualquiera de las series de anime u OVAs que sobre el personaje se produjeron.

ADVERTENCIA: El poster de esta cinta es engañoso y malintencionado pues, contrario a lo que sugiere, Mark Hamill nunca usa el Guyver en toda la película. Según parece, sólo trataron de colgarse de la fama del otrora protagonista de Star Wars para vender la película. 

PARA LA TRIVIA: En un guiño a los fans, el personaje interpretado por Jeffrey Combs es el “Dr. East (Dr. Este en inglés)”, pues su personaje en Herbert West: Re-Animador era el “Dr. West (Oeste en inglés)”.