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jueves, 15 de enero de 2015

VAMP. Los vampiros se vuelven glam.


VAMP

Richard Wenk, 1986

¿Quién dijo que los vampiros no eran divertidos? Y no porque sus estupideces den risa involuntariamente, como en Crepúsculo, sino porque hay algunas películas en las que los vampiros son decididamente divertidos. En ésta, por ejemplo, las situaciones chuscas, el erotismo y el tono general de teen movie de los ochenta se conjugan para crear una deliciosa y ácida comedia que parece una mezcla entre La venganza de los nerds (Kanew, 1984) y Del crepúsculo al amanecer (Rodriguez, 1996)—de hecho, la trama de esta última es tan similar a la de Vamp que me huele a plagio—.
    AJ (Robert Rusler) y Keth (Chris Makepeace), son dos estudiantes universitarios que buscan entrar a la fraternidad más popular del campus. Para ello, deberán organizar la fiesta más alocada que la universidad haya visto jamás; pero, por supuesto, no lo lograrán sin contratar algunas strippers. Así pues, AJ y Keith, acompañados del adinerado pero socialmente incompetente Duncan (Gedde Watanabe), viajan al centro de la ciudad al exclusivo club de desnudistas After Dark, el cual abre sólo después de la media noche. Poco saben los atolondrados estudiantes que el club es en realidad la fachada de una guarida infestada de vampiros liderados por la sensual Katrina (Grace Jones).


    ¿Por qué todo lo que hace Grace Jones tiene que ser tan extraño? Quiero decir, no es que esté mal, sólo es… raro. Me refiero particularmente a la escena en la que se presenta al personaje de Katrina, que más parece un performance digno de ser exhibido en el MoMA que el número de striptease de un club para caballeros. La escena en sí es sexy, pero también es inquietante y perturbadora en cierto sentido; como lo son las vampiras de esta película o, para el caso, la misma Jones (quien, de hecho, fue Chica Bond).
    Toda la estética de la película es genial… ¡tan de los ochenta! La iluminación sobre todo deja a un lado el interés realista para centrarse más en el expresionismo y en una estética glam de colores chillantes y estridentes… eso, o las alcantarillas de la vida real sí tienen lámparas verdes y rosas, y yo he sido ingenuo.


    Sea como fuere, todo en esta película atiende a una estética fashionista de los ochenta. Los vestuarios, maquillajes, peinados y tocados de la Jones son excepcionales, deliciosamente kitsch. En realidad lo son los de todos los involucrados, sólo hay que ver el peinado y el atuendo de Allison (Deedee Pfeiffer, hermana menor de Michelle), pero los de Katrina saltan a la vista por su exotismo y complejidad.
    Y, ahora que lo pienso, en realidad para ser una película sobre un club de desnudistas, las escenas de desnudos son mínimas… de hecho, sólo puedo recordar una escena topless. Y es que el interés de la cinta no se encuentra en eso, sino en la comedia. Un timing impecable se conjuga con una química envidiable de los actores principales y un guión bien escrito con varios gags bastante efectivos para crear una película muy divertida en tono de comedia adolescente.


    Y como todas las buenas películas de horror y terror, ésta es una metáfora de otra cosa. Se refiere, de una forma bastante evidente, al miedo y la excitación que constituye el rito de transición de ir a un club de desnudistas. Caray, hace mil años cazábamos leones para demostrar que nos habíamos convertido en adultos, hoy día vamos a ver tetas; son los caminos de la vida.
    Por supuesto, se trata de la emoción de convertirse en un iniciado, y eso llega a causar temor también. Ahora bien, si eso además incluye adentrarse en el nido de un clan de vampiros sedientos de sangre dispuestos a convertirlo a uno en un muerto viviente para toda la eternidad, bueno, pues la cosa se complica. Y eso es lo que descubren los protagonistas de esta película.
    Algo que es muy disfrutable en esta cinta es la química entre los actores principales. Realmente parece que se trata de un grupo de amigos universitarios que andan de juerga. Las actuaciones son buenas y el guión es muy divertido, resultando así en interpretaciones de personajes simpáticos y carismáticos, ¡Rusler excelente!


    También los maquillajes son sobresalientes. Grace Jones convertida en un vampiro con cara de gárgola es una visión impactante, más cuando es resaltada por la iluminación expresionista. Se ve en ella a una criatura voraz y viciosa, toda una “come-hombres” en el sentido literal de tal epíteto.

    Una película poco valorada que fue la joya de muchos videoclubes, allá en los tiempos cuando existían, que si bien no es una obra de arte, si es una visión alternativa del mito vampíricio; por no repetir que es una comedia divertida muy en el mood de la época. 

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