VAMP
Richard Wenk, 1986
¿Quién dijo que los vampiros no
eran divertidos? Y no porque sus estupideces den risa involuntariamente, como
en Crepúsculo, sino porque hay algunas películas en las que los vampiros son
decididamente divertidos. En ésta, por ejemplo, las situaciones chuscas, el
erotismo y el tono general de teen movie de los ochenta se conjugan para crear
una deliciosa y ácida comedia que parece una mezcla entre La venganza de los nerds (Kanew, 1984) y Del crepúsculo al amanecer (Rodriguez, 1996)—de hecho, la trama de
esta última es tan similar a la de Vamp
que me huele a plagio—.
AJ (Robert Rusler) y Keth (Chris Makepeace),
son dos estudiantes universitarios que buscan entrar a la fraternidad más
popular del campus. Para ello, deberán organizar la fiesta más alocada que la
universidad haya visto jamás; pero, por supuesto, no lo lograrán sin contratar
algunas strippers. Así pues, AJ y Keith, acompañados del adinerado pero
socialmente incompetente Duncan (Gedde Watanabe), viajan al centro de la ciudad
al exclusivo club de desnudistas After Dark, el cual abre sólo después de la
media noche. Poco saben los atolondrados estudiantes que el club es en realidad
la fachada de una guarida infestada de vampiros liderados por la sensual
Katrina (Grace Jones).
¿Por qué todo lo que hace Grace Jones tiene
que ser tan extraño? Quiero decir, no es que esté mal, sólo es… raro. Me
refiero particularmente a la escena en la que se presenta al personaje de
Katrina, que más parece un performance digno de ser exhibido en el MoMA que el
número de striptease de un club para caballeros. La escena en sí es sexy, pero
también es inquietante y perturbadora en cierto sentido; como lo son las
vampiras de esta película o, para el caso, la misma Jones (quien, de hecho, fue
Chica Bond).
Toda la estética de la película es genial…
¡tan de los ochenta! La iluminación sobre todo deja a un lado el interés
realista para centrarse más en el expresionismo y en una estética glam de
colores chillantes y estridentes… eso, o las alcantarillas de la vida real sí
tienen lámparas verdes y rosas, y yo he sido ingenuo.
Sea como fuere, todo en esta película
atiende a una estética fashionista de los ochenta. Los vestuarios, maquillajes,
peinados y tocados de la Jones son excepcionales, deliciosamente kitsch. En
realidad lo son los de todos los involucrados, sólo hay que ver el peinado y el
atuendo de Allison (Deedee Pfeiffer, hermana menor de Michelle), pero los de
Katrina saltan a la vista por su exotismo y complejidad.
Y, ahora que lo pienso, en realidad para
ser una película sobre un club de desnudistas, las escenas de desnudos son
mínimas… de hecho, sólo puedo recordar una escena topless. Y es que el interés
de la cinta no se encuentra en eso, sino en la comedia. Un timing impecable se
conjuga con una química envidiable de los actores principales y un guión bien
escrito con varios gags bastante efectivos para crear una película muy
divertida en tono de comedia adolescente.
Y como todas las buenas películas de horror
y terror, ésta es una metáfora de otra cosa. Se refiere, de una forma bastante
evidente, al miedo y la excitación que constituye el rito de transición de ir a
un club de desnudistas. Caray, hace mil años cazábamos leones para demostrar
que nos habíamos convertido en adultos, hoy día vamos a ver tetas; son los
caminos de la vida.
Por supuesto, se trata de la emoción de
convertirse en un iniciado, y eso llega a causar temor también. Ahora bien, si
eso además incluye adentrarse en el nido de un clan de vampiros sedientos de
sangre dispuestos a convertirlo a uno en un muerto viviente para toda la
eternidad, bueno, pues la cosa se complica. Y eso es lo que descubren los
protagonistas de esta película.
Algo que es muy disfrutable en esta cinta
es la química entre los actores principales. Realmente parece que se trata de
un grupo de amigos universitarios que andan de juerga. Las actuaciones son
buenas y el guión es muy divertido, resultando así en interpretaciones de
personajes simpáticos y carismáticos, ¡Rusler excelente!
También los maquillajes son sobresalientes.
Grace Jones convertida en un vampiro con cara de gárgola es una visión
impactante, más cuando es resaltada por la iluminación expresionista. Se ve en
ella a una criatura voraz y viciosa, toda una “come-hombres” en el sentido
literal de tal epíteto.
Una película poco valorada que fue la joya
de muchos videoclubes, allá en los tiempos cuando existían, que si bien no es
una obra de arte, si es una visión alternativa del mito vampíricio; por no
repetir que es una comedia divertida muy en el mood de la época.
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