SONÁMBULOS
Que
cuando la transmitían en Canal 5 la titulaban Los mutantes y en video se llamaba La maldición de los sonámbulos; pero cuyo título original en inglés
es Sleepwalkers.
Mick Garris, 1992
El cineasta californiano
Michael Alan Garris, mejor conocido como Mick Garris, es uno de esos personajes
de la industria hollywoodense que a uno le resulta difícil ubicar; pero que sin
embargo siempre ha estado ahí. Me refiero a que es una de esos artistas de los
que uno revisa su filmografía y no puede evitar exclamar “¿A poco es de él?”.
Empero, el estilo de este Maestro del Horror es plenamente identificable en
guiones como el de La Mosca 2 (Walas,1989)
o en la dirección de Critters 2
(1988) o, la que a mi gusto ha sido su obra maestra, la serie de televisión La mujer lobo de Londres (1990-1991).
Por desgracia, el sello autoral que separa
a Garris de simples maquiladores como Robert Zemeckis o Ron Howard no logra
sacar a flote este barco que parece haber sido construido con hoyos por todo el
casco desde el momento mismo de su concepción.
Por principio de cuentas, hay que mencionar
el Factor King. Muchos autores llegan a cierta etapa en sus carreras en la cual
pueden vender cualquiera de sus obras simplemente utilizando sus nombres. El
caso con Stephen King es que llegó a este punto demasiado rápido, tanto que
resultó contraproducente.[1]
Así pues, a pesar de lo que sugiere el
poster, esta cinta no está basada en ninguna novela de Stephen King. El
escritor nativo de Maine desarrolló el argumento de Los sonámbulos, pero le vio pocas posibilidades narrativas como
novela y lo abandonó. Poco después, retomó el escrito y lo convirtió en un
guión cinematográfico. Finalmente, todos los elementos se conjuntaron en una
película cuyo único mérito es ser un enorme e injustificado “Easter Egg” para
los fobocinéfilos.
El argumento cuenta la historia de Charles
Brady y su madre Mary, quienes acaban de mudarse al típico pueblito kingiano
que ahora resulta estar situado en California, como para variar las cosas. Los
incestuosos Brady son en realidad la última pareja de Sonámbulos, seres
ancestrales mitad felino, mitad humano que se mantienen vivos eternamente
robando la energía vital de jóvenes muchachas vírgenes —¿Qué tendrá King con
los gatos como ladrones de energía? ¿Recuerdan que en la película El ojo del gato (Teague, 1985) también
maneja este concepto?—. Charles ha puesto los ojos en su nueva víctima, la
inocente Tanya Robertson (la guapa Mädchen Amick, cuyo trabajo es mejor
recordado como actriz televisiva) con el único inconveniente de que corre el
riesgo de enamorarse de ella. ¡Ah, por cierto! Los Sonámbulos son
indestructibles, sólo vulnerables al ataque de sus acérrimos enemigos
ancestrales: los gatos domésticos.
No sé por qué Jim Whaley de Cinema Showcase, cuya crítica citaron en
la portada del DVD, se refiere a esta película como “aterradora”. Es
“terrible”, eso no lo dudo, pero no recuerdo un solo minuto de ella que me hay
provocado algo parecido al terror. En un par de escenas me reí como energúmeno,
no lo niego; pero por lo demás recuerdo que la vi por primera vez cuando tenía
diez años y desde entonces me pareció sosa y sin chiste.
Sin embargo, mi percepción de ella ha
cambiado con el pasar del tiempo. Ahora me parece hilarante.
Sobre todo recuerdo esa escena casi al
final de la película cuando Mary, la madre sonámbula, secuestra a Tanya, mata a
varios policías y se hace con el revólver de uno de ellos para luego dispararlo
en contra de un par de patrullas ¡que vuelan por los aires en medio de enormes
bolas de fuego! ¿Qué tenían las balas de ese revólver? ¿Napalm?
O justo antes de esa escena, cuando Tanya
se está dando un baño en la tina y se niega a salir hasta que llegue el sheriff
del pueblo llegue con el gato de la policía… ¿Es el único puto gato en el
pueblo? ¿No pudo abrir una lata de Whiskas en su puerta? ¿Por qué un patrullero
tiene un gato mascota al que lleva en sus misiones?
Los sonámbulos resultan personajes bastante
simplones y desabridos, excepto por Charley cuando está a medio transformar,
que goza de un humor negro y rapaz perfectamente copiado del Freddy Krueger de
las últimas tres entregas de la saga original de Pesadilla en la calle del Infierno (1984-1991), en las que parecía
que debía forzosamente terminar cada frase con la palabra “bitch!”.
Las creaturas que dan título a la cinta
cuando están completamente transformadas son increíblemente poco convincentes.
Es de verdad triste —o my cómico, depende de qué ángulo se le vea— cuando en
una película de monstruos el monstruo principal no funciona. En el caso de esta
cinta, los monstruos parecen fetos de gato con escamas y durante todo el tiempo
sufren del terrible efecto “Guy in a rubber suit” (incluso se veque a los
actores les resultaba difícil caminar con las máscaras tan pesadas que
llevaban).
Ahora, debo confesar que la razón por la que
sentí ganas de volver a ver esta peli, fue porque precisamente en la revista HorrorHound mencionaron que era una
especie de travesurilla para los fans del cine de horror debido a la cantidad
enorme de cameos que había en ella. Por supuesto, cuando estaba en cuarto o
quinto de primaria y vi esta madre, los pasé todos por alto; pero ahora sí
puedo mencionar que el principal —y quizá único— atractivo de esta película es
el contar con todo un desfile de celebridades.
Ahora sí puedo decir con conocimiento de
causa que en esta película vi cameos de Tobe Hooper como un forense de campo,
John Landis, Clive Barker y Joe Dante como laboratoristas forenses, Mark Hamill
como un oficial de policía y el mismísimo Stephen King como el cuidador de un
antiguo cementerio.
Así pues, el resultado final es una
película bastante inconsistente. Con momentos de horror que más bien dan risa,
momentos de acción que son mucho más hilarantes y momentos cómicos que la
verdad dan un poco de pena.
También es interesante ver cómo han
envejecido los efectos especiales que en aquélla época eran lo último de lo
último. Hay varias escenas en las que se hacen “morphings” con animación por
computadora, que en aquel entonces eran efectos de última generación y hoy día
los puedes hacer en tu teléfono celular.
Suelo decir que las películas basadas en
novelas de King, por muy malas que sean, son mejores que los libros; pero es
que en este caso ni a libro llegó. Y El
cazador de sueños es inmunda con o sin libro (Kasdam, 2003). Como sea, Sonámbulos es un caso triste de una idea
que quizá, tal vez quizá, pudo funcionar... Finalmente es un fusil de la
primera parte de Beowulf pero con creaturas-como-vampiros
y un toque de La marca de la pantera
(1942). Eso sí, la película no es un completo desperdicio porque salen muchos
gatos, incluido uno de esos simpatiquísimos gatos gordos casi al final.
PARA
LA TRIVIA: Esta es la primera película reseñada por el Cinéfilo
Incurable que no tiene ningún “Fun Fact” digno de mencionarse.
[1]
Como anécdota curiosa mencionaré que desde finales de los setenta y hasta
mediados de los ochenta, King publicó varias novelas bajo el pseudónimo de
Richard Bachman; esto lo hizo por consejo de su agente, quien notó una baja en
la venta de los libros de King porque estaba saturando el mercado.
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