BALA DE PLATA
Silver Bullet
Daniel Attias, 1985
Ésta es la primera
película de horror que recuerdo haber visto. Quiero decir, medio me acuerdo de
haber visto Tiburón (Spielberg, 1975)
cuando estaba en el kínder en casa de uno de mis tíos; pero esas memorias son
nebulosas y prácticamente puedo decir que vi Tiburón hasta tiempo después, cuando ya estaba en la primaria.
Bala
de plata la vi cuando estaba por entrar a la primaria, una noche de
viernes, porque antes en Canal 5 los viernes por la noche pasaban películas de
terror y mi papá me dio chance de desvelarme pues no había clases al día
siguiente. La vi completa y desde que tenía seis años la recuerdo escena por
escena. Ahora que leí la novela en la que está basada, El ciclo del hombre-lobo, de Stephen King, me pareció un ejercicio
interesante volver a ver la película y hacer la comparación.
La cinta cuenta la historia de Marty Coslaw
(Corey Haim, a quien quizá recuerden como el nerdo Lucas en Lucas: la inocencia del primer amor [Seltzer,
1986]), un niño discapacitado, y su familia, quienes son típicos habitantes del
pueblito de Tarker’s Mill, una de esas idílicas comunidades rurales
estadounidenses que ya no existen (filmada en locación en Willmington, Carolina
del Norte). Justo antes del verano, una serie de brutales asesinatos comienzan
a estremecer al pueblo. Las víctimas aparecen descuartizadas salvajemente las
mañanas siguientes a la luna llena. Marty sabe que el asesino es uno de los
habitantes de Tarker’s Mill y también sabe que no es humano, sino que se trata
de una bestia sobrenatural. También sabe que tendrá que descubrir de quién se
trata antes de que la bestia lo atrape a él. Las únicas personas en quienes
Marty puede confiar son su hermana mayor Jane (Megan Follows) y su tío
alcohólico, Red (Gary Busey); pero ¿podrá Marty vencer la barrera de la
incredulidad antes de que el licántropo cobre a su siguiente víctima?
Quizá la principal diferencia entre la
novela original de King y la película es el tiempo. El título El ciclo del hombre lobo hace alusión a
que el periodo que transcurre desde que inicia hasta que se termina es de un
año, y los asesinatos ocurren sólo en las noches de luna llena, por lo que hay
uno cada mes. En la película, cuyo guión fue escrito por el mismo King, los
asesinatos comienzan al final de la primavera, justo cuando los niños están por
salir de vacaciones, y terminan en Halloween. Además, en la cinta se supone que
el licántropo se transforma varias noches al mes, no sólo en luna llena; pero
que es en éstas en las que su transformación es completa y es más poderoso.
Fura de eso y del cambio en las edades de
los personajes, el orden de algunos eventos y que algunos otros son dejados
fuera, como el asesinato de un vagabundo y la masacre de cerdos, el guión es
bastante fiel al libro. Otras diferencias a destacar serían el alcoholismo del
tío Red (que en el libro se llama Al, es veterano de Vietnam y no bebe) y la Silver Bullet, un híbrido
de silla de ruedas con motocicleta construido por él para Marty y que es un
elemento fundamental de la narración de la película... tanto como que le da
nombre.
La novela tiene un tono un poco más naïve y, como la gran mayoría de los
textos de King, es maravillosa describiendo la vida cotidiana de un pueblito.
Además, al menos en los primeros capítulos, la narrativa tiene incluso un ritmo
como de canción infantil muy particular. Aunque este ritmo se pierde en la
película, es sustituido por un tono de pesadilla que la impregna toda. Y la
escena de la pesadilla, propiamente dicha, del reverendo Lowe (Everett McGill) es
impresionante. Y la escena de la cacería ‒que es mucho más interesante en la
peli, además de súper sangrienta‒ me aterró cuando era pequeño.
Las actuaciones son buenas, particularmente
la del joven Haim ‒por cierto, ¿es mi imaginación o se parece increíblemente a
Fred Savage?‒ y la de Gary Busey, quien es el único rostro conocido en esta
producción de Dino de Laurentiis. Y creo que una mención aparte merecería la
interpretación de Ken Broadhurst como Herb Kincaid, un padre cuyo hijo, amigo
de Marty, es despedazado ‒también eso me impresionó desde la primera vez que vi
la peli‒ por el licántropo.
Pero por supuesto, la pregunta que más nos
interesa responder es ¿Qué tal se ve el hombre-lobo? El licántropo fue creado
por el Dr. Carlo Rambaldi, cuyos créditos incluyen al xenomorfo de Alien, el octavo pasajero (Scott, 1979);
el amigable alienígena de E.T., el
extraterrestre (Spielberg, 1982); los gusanos de arena de Dunas (Lynch, 1984) y el King Kong de
tamaño real para la versión de 1976 (Guillermin), entre muchos otros. Y quizá
no logra superar el efecto “Guy-In-A-Rubber-Suit” (“el tipo en el traje de
goma”), pero no se ve nada mal. Ni es tan extravagante como sus congéneres de El aullido (Dante, 1981), ni tan
demoniaco como su par de Un hombre loboamericano en Londres (Landis, 1981). Este hombre-lobo tiene una
personalidad propia y camina casi erguido por completo, y en general se ve bien
en pantalla. Son interesantes los planos detalle de sus ojos que, tanto en la
cinta como en el libro, son un elemento importante en la narración. Además, la
escena de la transformación, que es lo que vende una película de hombres-lobo,
es decente.
De hecho, la filmación comenzó sin que la
producción tuviera el traje completo del monstruo, el cual fue esculpido en
arcilla, moldeado en espuma de poliuretano y cubierto con pelo de oso, y su
construcción tomó tres meses. De hecho, si uno se fija, sí puede notar ciertas
inconsistencias entre los licántropos que aparecen a lo largo de la peli y que
se supone son el mismo. De Laurentiis siempre dijo que no había quedado
satisfecho con el hombre-lobo de esta película, ni en cuanto al traje ni en
cuanto a sus movimientos, lo que ofendió profundamente al actor que lo
interpretó ‒por cierto, en un ejemplo atípico, al humano y al licántropo los
hace el mismo actor‒, pues él era bailarín profesional y fue seleccionado por
la expresividad de su cuerpo.
Un aspecto que está mucho más desarrollado
en la película es el de la psique del hombre-lobo, quien tiene una personalidad
mesiánica y cree estar ayudando a las personas a las que asesina. Al contrario
del licántropo típico que se siente maldito y una amenaza para la sociedad, el
de esta película se acepta como es y, aunque no le gusta aquello en lo que se
ha convertido, tampoco siente que quiera detenerse. De hecho, el tercer acto de
la película es una especie de juego del gato y el ratón entre el hombre-lobo y
Marty. La identidad del licántropo quizá peca de obvia, pero cuando era niño me
impactó. ¡Ah! Por cierto, ni en la novela ni en la película se explica
claramente cómo fue que el hombre-lobo se convirtió en tal.
La música es adecuada y el leit motiv de la canción tema de la
película, una balada rock/pop titulada Joy
Ride, escrita por Jay Chattaway e interpretada por Rob M. Mathes, es
bastante pegajoso. Anécdota curiosa, el soundtrack de esta película fue una
edición muy limitada en LP que rápidamente se convirtió en un objeto de
auténtica colección.
Así pues, Bala de plata quizá no es la mejor película de hombres lobo; pero
tampoco es la peor ‒según yo, ese honor le corresponde a la inmunda Hombres lobo (Skinwalkers, Isaac, 2006)‒. Quizá sólo es algo impopular, por
razones ajenas a mi entendimiento. El crítico de cine Roger Ebert la nombró la
peor adaptación de una novela de Stephen King... pero él no vivió para ver el
remake de Carrie (Pierce, 2013) o,
quizá intencionalmente, olvidó las versiones para TV de El resplandor (1997) y Carrie (Carson, 2002) que, de hecho, son
malas porque se apegan demasiado al texto original. Quizá de lo que sí abusa Bala de plata es de los clichés
kingianos que ya conocemos hasta el cansancio, de hecho, más en la peli que en
el libro; pero en absoluto tengo empacho en decir que sí le guardo cariño a
esta cinta cuyo visionado es bastante satisfactorio o, por lo menos, divertido.
¡Ah! Y en la novela original, publicada en
inglés por Signet, uno de los principales atractivos son las 36 espectaculares
láminas ilustradas por el artista del cómic gótico Berni Wrightson, cuyos
créditos incluyen la primera serie de Swamp
Thing ‒personaje que creó al alimón con el escritor Len Wein‒ y la
maravillosa edición ilustrada de Frankenstein
de Mary Shelley, publicada originalmente por Marvel y actualmente por Dark
Horse. Por desgracia, en la edición en español publicada por DeBolsillo, las 12
láminas a color, que son casi todas magníficas ilustraciones del hombre-lobo,
fueron retiradas. Además, la traducción deja que desear.
PARA LA TRIVIA: Gary Busey se sentía muy identificado con su
personaje y realizó todos sus stunts
e improvisó la mayoría de sus parlamentos. Los realizadores no estaban muy
convencidos con la forma de trabajar de Busey; pero cuando Stepehn King, quien
estuvo para la realización de varias escenas, le dio su aprobación, no tuvieron
otra opción que dejarlo ser.
Guión
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1
|
Dirección
|
1
|
Actuación
|
2
|
Fotografía
|
1
|
Música
|
1
|
TOTAL
|
6
|
Me gusto mucho ver la película, solo fue un poco dificil de encontrar pero pude ver aqui https://play.satoshifree.xyz/v/g0skT91QaALDVS1
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