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domingo, 9 de marzo de 2014

DREDD: EL JUEZ DEL APOCALÍPSIS. Pero esta vez sí lo hicieron bien.


DREDD: EL JUEZ DEL APOCALIPSIS
Dredd

Pete Travis, 2012

¿Recuerdan esa película con Sylvester Stallone en la que es un policía del futuro que anda en una moto voladora y tiene como patiño a un insoportable Rob Schneider? ¿No? No los culpo, la mayoría de la gente solemos confundirla con El demoledor (Brambilla, 1993); otra peli de Sly en la que es un policía del siglo XX que es despertado de un sueño criogénico en el siglo XXI para enfrentar al sanguinario criminal Simon Phoenix (Wesley Snipes). No sólo El demoledor se estrenó dos años antes, sino que en todos los aspectos posibles (incluyendo el hecho de que el vestuario no lo diseñó Gianni Versace como en El Juez [Cannon, 1995]), es superior.
    De cualquier modo, El juez estaba basada en el cómic británico  2000 A.D., creado por el escritor John Wagner y el dibujante Carlos Ezquerra en 1977. Básicamente, el cómic habla de un futuro postapocalíptico en el que EE.UU. se ha convertido en un desierto radiactivo, por lo que la población se ha concentrado en la megalópolis Metro City One. Por supuesto, tal promiscuidad ha generado un nivel de pobreza y criminalidad casi fuera de control... Casi porque por eso el Ministerio de Justicia ha creado a los Jueces, un grupo de policías de élite que están facultados para detener a los criminales, juzgarlos y ejecutarlos en la misma escena del crimen.

    En esta cinta, el juez Dredd (Karl Urban, a quien quizá recuerden como Eomer en la trilogía de El señor de los anillos [Jackson 2001-2003]) es enviado al megabloque habitacional con mayor índice de criminalidad en Metro City One, conocido como Peach Trees, para investigar una nueva red de distribución de drogas encabezada por la sanguinaria mafiosa Ma-Ma (Lena Headey). Pero la misión de Dredd no consiste sólo en detener a la narcotraficante, sino también en poner a prueba a la novata juez Anderson (la bella Olivia Thirlby), una recluta que no pasó el examen para convertirse en juez, pero que ha despertado el interés del Ministerio de Justicia debido a sus poderes psíquicos. Todo parece marchar con normalidad hasta que Ma-Ma, en un intento desesperado por no ser delatada por uno de sus secuaces aprehendido por Dredd, cierra las puertas de Peach Trees, atrapando a los jueces, a los criminales y a gente inocente dentro. Lo que está por desatarse será una verdadera guerra con el objetivo de eliminar a los jueces a como dé lugar.
    Sí, sin duda el fuerte de esta película no es su argumento. Se parece a tantas otras películas del género de acción que el listado sería larguísimo (me viene a la mente Duro de matar [McTiernan, 1988] casi de forma inmediata). A pesar de ello, esta cinta logra mantener una cierta identidad que la distancia incluso (o quizá sería mejor decir “sobre todo”) de aquella lamentable versión con Stallone.
    Y es que uno de los principales aciertos de esta película es que combina elementos del cine de acción de décadas pasadas con los de películas nuevas. Como quien diría: Ya no se hacen películas como ésta.
    Quizá el hecho de que la mayor parte de la producción sea británica le dio un poco más de libertad creativa a esta peli, lo que le permitió mostrar violencia de manera mucho más explícita. En ese sentido, encontré esta película en el tono de las grandes cintas hiperviolentas de Ciencia Ficción como Robocop (Verhoeven, 1987) y La Fortaleza (Gordon, 1992; una peli de acción dirigida por el maestro detrás de Re-Animator)… supongo que hace veinte años esta película se habría convertido en un clásico de los autobuses foráneos.


    Aunque cabe aclarar que no vi esta cinta en su formato original de 3D, sí pude percatarme de que muchas de las escenas de acción fueron planeadas para este tipo de tecnología. Gracias a la Tercera Dimensión, se puede ver cómo la sangre salpica en la pantalla, literalmente. Honor a quien honor merece: Algunas de estas secuencias sí están muy bien logradas; pero en otras la verdad es que la sangre sí se ve falsa (vamos pues, se nota que es digital… y eso es horrible).
    Por otro lado, están las escenas que se ve que fueron específicamente creadas para explotar el 3D. Me refiero a que se supone que la nueva droga creada por el cártel de Ma-Ma, llamada SLO-MO, tiene el efecto de hacer que el cerebro perciba la realidad en una centésima parte de su velocidad normal. Así pues, bajo los efectos de esta sustancia, los usuarios, y el público con ayuda de los lentes en 3D, experimentarán una película en cámara lenta, con colores intensificados y matices irisados y donde todo se ve lleno de filtros y efectos digitales. Puro artificio pues. Se ve padre, pero en realidad aporta poco a la cinta. Por cierto que dentro de este mismo conjunto de escenas se encuentran un par de “desnudos” gratuitos y más bien tímidos.


    La estética general de la película es bastante agradable y me recordó a otras cintas de Ciencia Ficción como Cuando el destino nos alcance (sí, así llamaba la gente antes a Soylent Green [Fleischer, 1973]) con su visión pesimista de un futuro marcado por la escasez, el hacinamiento y la pobreza. También, sólo a título de observación, mencionaré que pude percatarme de que entre los habitantes de Peach Trees prácticamente no hay personas caucásicas... todos son latinasiáticos o negros.
    Al respecto de los vestuarios puedo comentar que en su mayoría son sencillos y realmente se ven poco futuristas. Específicamente hablando de los vestuarios de los jueces, éstos me despiertan sentimientos encontrados. Por un lado, me parece que se ven bien, vaya, sólo parecen una versión modificada de un traje de motociclista y me encanta que se hayan alejado lo más posibles de la propuesta glam y francamente ridícula que diseño Versace hace casi dos décadas. Pero por otro lado, debo admitir que aquel diseño estaba mucho más apegado a lo que se mostraba originalmente en los cómics... Ahora que reflexiono al respecto, me doy cuenta de que quizá no me gusta cómo se ve Dredd en los cómics, (cuyo look, según el mismo Ezquerra, se basó en el de David Carradine en Death Race 2000 [Bartel, 1975]) siempre me ha parecido que le sobra color.


    Las actuaciones son cumplidoras, nada sobresaliente en realidad. Es chistoso cómo Urban, al igual que Christian Bale, tiene la creencia de que al ponerse algo que les cubra la cara automáticamente debe engolar la voz. Ese es otro aspecto que me agradó de la cinta: Dredd jamás se quita el casco (para mantenerse fiel al personaje del cómic, que hace lo propio) y siempre mantiene su jeta de pocos amigos, al contrario de la peli con Stallone en la que casi todo el tiempo llevaba el rostro descubierto (debe haber sido una cláusula en el contrato de Sly, las estrellas de Hollywood suelen pedir ese tipo de cosas).
    No es una gran película, pero sí una peli de acción entretenida. Además, es bastante refrescante encontrar una cinta como ésta en medio del montón de películas de acción para adolescentes que se han apoderado del mainstream en las últimas décadas. Divertida, sangrienta y retoma la vieja tradición del héroe del melodrama de acción que siempre dice una frase ingeniosa antes de despacharse a los criminales (lo cual, visto desde una óptica realista, en realidad suena medio psicópata).


 PARA LA TRIVIA: Michael Biehn, quien gozó de moderada fama durante los ochenta por su interpretación de héroes de acción y Ciencia Ficción, como el cabo Dwayne Hicks en Aliens: El regreso (Cameron, 1986) y Kyle Reese en Elexterminador (Cameron, 1984), auducionó para el papel de Dredd; pero fue rechazado.

PARA LA TRIVIA GEEK: El primer guión para adaptar al cine los cómics de Judge Dredd se comenzó a escribir desde inicios de los ochenta. Sin embargo, todo mundo le metió mano al guión y fue cambiado radicalmente con el paso de los años. Finalmente, este guión se convirtió en la base para el guión de Robocop, el defensor del futuro (Verhoeven, 1987) y el proyecto para la peli de Dredd fue archivado hasta mediados de los 90.  
     
  
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