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domingo, 6 de marzo de 2016

DONNIE DARKO. "LA" Película de Culto.


DONNIE DARKO

Richard Kelly, 2001

Existen dos versiones de esta película. La edición regular de 113 minutos de duración y la Edición del Director de 133 minutos. Esta crítica es sobre la edición regular.

¿A qué se refiere el término “película de culto”? Según yo, para que una película se vuelva “de culto”, que no es lo mismo que “de arte” o “de autor” o “independiente” ‒términos que siempre me han parecido falaces‒, debe reunir ciertas características: Por principio de cuentas, debe ser poco conocida. También es recomendable que trate de algún tema poco popular o polémico, o que trate un tema convencional de forma polémica. Pero, sobre todo, lo que lleva a una película al estatus de “culto” es una nutrida legión de fans que, con frecuencia, pertenecerán a algún sector de la cultura “alternativa” y para los que la película significa un antes y un después en sus vidas... o algo así.


    Y Donnie Darko cumple cabalmente con todas esas características.
    La película trata sobre Donnie Darko (Jake Gyllenhaal, que ya se ve un tanto grandecito para el papel, pero qué le va uno a hacer), un adolescente depresivo de un típico pueblito suburbano clasemediero estadounidense ‒sí, de ésos que ya no existen más que en las películas‒ que vive en una familia tan disfuncional como típica ‒o eso me han enseñado Los Simpson‒: Los padres trabajan, aunque ella es una neurótica llena de estrés y el padre un desobligado, la hermana adolescente mayor (Maggie Gyllenhaal, hermana de Jake en la vida real) se la vive en la fiesta y la hermanita más pequeña es miembro de un equipo de porristas. Todo parece normal hasta que la turbina de un avión, de manera completamente inexplicable, cae una noche sobre el cuarto de Donnie. Menos mal que él no se encontraba dentro porque había salido de la casa persiguiendo a su amigo imaginario, Frank el Conejo (James Duval), un tipo metido en una escalofriante botarga de conejo, que se le aparece a Donnie en visiones para alertarlo sobre el Fin del Mundo con una voz tan serena y aterciopelada como perturbadora. Por órdenes de Frank, Donnie comienza a investigar cómo viajar en el tiempo para así salvar a la humanidad. Pero... ¿realmente está pasando todo esto o es sólo la alocada imaginación de Donnie en acción? ¿Es Donnie un héroe en ciernes o se trata sólo de un psicópata latente a punto de estallar?


    Y ya con esa sinopsis uno puede hacerse a la idea de que esta película es extraña y  muy densa. Y de verdad lo es. Densa y quizá más profunda de lo que uno podría imaginar. No sólo por toda la cuestión de los viajes en el tiempo y la psicología de Donnie que parece olla express, sino por el montón de detalles que adornan la historia y que vuelven a los personajes complejos y reales.


    Creo que al final el discurso de viajes en el tiempo y todo eso viene siendo lo menos importante... o bueno, no, porque en realidad ése es el hilo conductor de toda la historia. Pero es que en esta peli pasan tantas cosas. De verdad es como para que a uno le explote el cerebro.
A pesar de todo, la narrativa es lo suficientemente ágil como para mantenerlo a uno interesado todo el tiempo y en todas sus líneas argumentales simultáneamente. Eso es saber contar una historia.

    
    Y precisamente creo que son todos los elementos satelitales los que enriquecen la película y los que logran crear toda una mitología, todo un universo aparte... que es el nuestro, pero retorcido. O quizá no retorcido, sino sólo entendido con el cinismo y la desesperanza de los que fuimos adolescentes a finales del siglo pasado. O de los que lo fueron en la época en la que se ambienta la historia, finales de los 80, porque de hecho, me parece una cinta pionera en el retro de esa época.


    Eso fue algo que me gustó mucho de la cinta. La forma en la que mira la adolescencia. Ni cae en el amarillismo de Kids: Vidas perdidas (Clark, 1995) ni en lo ramplón ‒aunque divertido‒ de American Pie: Tu primera vez (Weitz, 1999). Los chavos en esta película son inteligentes, irónicos y ácidos... y uno de ellos podría ser un asesino seriala punto de empezar su carrera criminal. Me recordó un poco al tono de Daria. Y si películas como Quadrophenia (Roddman, 1979) hablan del desmadre de ser adolescente y de las pandillas, Donnie Darko habla de cosas más oscuras como el rechazo social, el bullying, la melancolía y que quizá, aun peor que ser delincuente juvenil, es estar completamente solo.


    Al final, Donnie es un muchacho buscando respuestas en una sociedad que es incapaz de dárselas. Padres, profesores, amigos. Todo mundo tiene respuestas y consejos, todo mundo parece saber cómo se hacen las cosas y todo mundo responde. Pero nadie le dice a Donnie lo que de verdad necesita saber.


    Y hablando de oscuridad ¿Esta película es oscura o qué? Me refiero a que la fotografía es oscura. Aun cuando las escenas son diurnas, están filmadas de tal forma que se crean interesantes claroscuros y sombras que generan no sólo una atmósfera, sino que reflejan el estado de ánimo de los personajes de un modo que el cine expresionista podría envidiar.
    Al mismo efecto contribuye el maravilloso soundtrack constituido por música ochentera y música nueva ‒bueno, bueno, nueva para cuando salió la película‒ con estilo retro.


    En oposición, se pueden mencionar los efectos visuales cuya manufactura dependió enteramente de la animación digital... ¡Y qué mal han envejecido!
    Así pues, la película es difícil de clasificar. Tiene elementos de película de terror adolescente ‒incluso hay sendas referencias a Stephen King‒, pero también tiene mucho de Ciencia Ficción y de drama familiar. También algunas escenas apuntan hacia la comedia estilo Teen Movie... pero siendo justos, también tiene algo de película de aventuras y mucho de Film Noir.


    En general, me gusta decir que se trata de un thriller, uno bastante heterodoxo. Lo mantiene a uno atento al montón de cosas que pasan en él durante su hora y cuarenta y cinco minutos de duración. Y siguiendo con el mood, creo que la principal cuestión que trata la cinta es precisamente aquélla que a todo el que ha sufrido una depresión adolescente le cruzó alguna vez por la mente: ¿Si muriera en este momento, cambiaría algo? ¿Le importaría a alguien? ¿Mi vida tiene algún propósito? Donnie descubrirá que la única respuesta que verdaderamente necesita, es la de estos cuestionamientos. Descubrirá que sí tiene un propósito en la vida. Y será devastador.

  


PARA LA TRIVIA: Para añadir un toque psicótico al personaje, Jake Gyllenhall rara vez parpadea en pantalla. 



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