UNA
NAVIDAD DE MIEDO
La época navideña es una
para disfrutar con la familia, para celebrar los logros que hemos alcanzado
durante un año más de vida y para expresar a nuestros seres queridos lo que
sentimos por ellos... ¡Mentira! La Navidad es una época de consumismo insensato,
de compromisos adquiridos y de prisas. No es de extrañar que la tasa de
suicidios se incremente de manera exponencial en estas fechas.
Sea como fuere, algo que sí podría llevar a
uno a la locura es la tradición de repetir los mismos filmes navideños año tras
año. Mi pobre angelito (Columbus,
1990) y Mi pobre angelito 2: Perdido en
Nueva York (Columbus, 1992), El
regalo prometido (“Turboman”, pa’ los cuates; Levant, 1996), el remake de Milagro en la calle 34 (Mayfield, 1994),
Santa Cláusula (Pasquin, 1994) o la
mexicana e involuntariamente surreal Santa
Claus (Cardona, 1959) conforman el repertorio que cada año las televisoras
nos recetan para acompañar los festejos decembrinos.
¡Pero no más! En la tradición iniciada por Halloween (Carpetner, 1979),
prácticamente todos los días festivos tienen una película de horror inspirada
en ellos y la Navidad no podía ser la excepción. Así pues, para ampliar el
repertorio de películas navideñas más allá de las versiones dobladas —el
doblaje es bueno, pero pues no es lo mismo— de El extraño mundo de Jack y De
cómo el Odeón (así llamaron en México al Grinch) se robó la Navidad (Jones y Washman), propongo tres películas de
horror ambientadas en la época navideña... Bueno, la tercera sí la llegan a
pasar por estas fechas, pero no tanto.
1.- RESIDENCIA MACABRA
Black Christmas, Bob Clark, 1974
Existe un debate sobre si
fue esta película la iniciadora del género slasher propiamente dicho o si ese
logro debe atribuírsele a la mencionada cinta de John Carpenter. Personalmente
puedo decir que si bien en esta cinta ya hay elementos de dicho subgénero, la
verdad es que se trata más de una historia de suspenso que de una de horror, y
está más bien influida por el cine giallo
de Mario Bava y Dario Argento.
Empero, algo que llama mucho la atención de
esta película es la ausencia casi absoluta de las estilizadas escenas
sangrientas que caracterizaron al horror italiano de los sesenta y setenta o
que potencializaron la creatividad de los realizadores del slasher ochentero.
En Residencia macabra hay un par de
escenas de asesinatos, pero son las menos y son bastante tibias en comparación
con las de cintas como La masacre deTexas (Hooper, 1974). El terror en esta película nace de las llamadas
telefónicas del asesino que nosotros sabemos dónde está, pero sus víctimas no.
La historia de esta cinta es la de la
fraternidad femenil Pi Kappa Sigma, cuya casa se encuentra en las afueras del
pueblo universitario de Bedford. Las guapas chicas de la fraternidad, bajo el
cuidado de la alcohólica señora Mac (Marian Waldman), se preparan para las
fiestas navideñas cuando empiezan a recibir llamadas telefónicas obscenas de un
desequilibrado mental, quien amenaza con violarlas y matarlas. Cercana la Noche
Buena, el maniático se introduce en el ático de la casa de la fraternidad,
desde donde irá cazando a sus víctimas una por una.
Como lo he señalado en artículos
anteriores, las películas de horror y terror suelen ser, particularmente cuando
se les ve a la distancia, un interesante indicador de los miedos que acechaban
a la gente en su época. No por nada las cintas de finales de los sesenta y
principios de los setenta ubican la génesis de su terror en las comunas, los
hippies y el amor libre —gracias, Familia Manson—.
En el
caso de Residencia macabra hay una
marcada intención moralista hacia los jóvenes universitarios que se separan de
sus familias burguesas para ser tentados por la depravación y la inmoralidad de
la vida en una fraternidad. A este respecto llama la atención el personaje de Barb,
interpretado por la posterior Lois Lane, Margot Kidder, quien manifiesta de
manera libre su sexualidad y durante toda la película parece estar ebria o
drogada. Asimismo, tenemos a la señora Mac, quien es una especie de tía dulce y
bonachona enfrente de las muchachas, pero que tiene licor escondido por toda la
casa porque en realidad no soporta ser la niñera de este montón de chicas
rebeldes.
La protagonista, la bella Jess (la otrora
Julieta Capuleto, Olivia Hussey), es también un personaje con un trasfondo
social interesante que además sí aportará mucho al posterior debate sobre si el
cine slasher cosifica a la mujer o la
empodera —para los fijados que le dan más importancia a esas cosas, claro
está—. SPOILER Jess descubre que
está embarazada de su novio y deberá escoger entre su brillante futuro o un
matrimonio para conservar el contrato social TERMINA SPOILER, lo que, a la postre, tirará una de las principales
líneas argumentales de la película.
A pesar de que toda la película avanza
bastante bien, el enfrentamiento final entre Jess y el asesino me parece
anticlimático y, por si eso fuera poco, el epílogo es poco satisfactorio. Aun
con estos tropezones, la película se deja ver y se disfruta.
Por cierto, esta cinta tuvo un remake infumable en 2006, protagonizado
por la bella Michelle “Llevo-veinte-años-de-carrera-sin-que-el-público-me-note”
Trachtenberg.
PARA
LA TRIVIA: Como pasa con frecuencia con este tipo de
películas, a Residencia macabra le fue bastante mal en la taquilla y fue
destrozada por los críticos al momento de su estreno. Fueron sus transmisiones
por TV y su popularidad en los videoclubes las que permitieron que la cinta
fuera reevaluada y elevada al estatus de clásico a lo largo de décadas posteriores.
2.-
NOCHE DE PAZ, NOCHE DE HORROR (T. del A.)
Silent Night, Deadly Night, Charles E. Sellier, Jr., 1984
O, como me gusta llamarle, El Santoclós asesino.
Aunque esta cinta es
básicamente un plagio de la obra maestra de John Carpenter sólo que con Navidad
en vez de la Noche de Brujas, tiene lo suyo. Y resulta ser lo suficientemente
entretenida como para merecer un visionado que no sea demasiado juicioso,
particularmente en la Edición Sin Censura. Además, hay un asesino serial
disfrazado de Santa Claus… Y bueno, ya, si de plano esos argumentos no bastan
para verla, hay un par de escenas de desnudos bastante cumplidoras.
La historia va así: El pequeño Billy
(Jonathan Best) y su familia fueron a visitar a su abuelo (Will Hare) en el
asilo por la Noche Buena. Sólo que el abuelo de Billy está senil y
prácticamente en estado catatónico y sólo despierta unos minutos, cuando está
solo con el niño, para revelarle la verdad acerca de Santa Claus: Que trae
juguetes a los niños buenos, pero también castiga a los malos.
De regreso por la carretera, un delincuente
disfrazado de Santa Claus asesina a los padres de Billy justo frente a sus
ojos. Billy es llevado a un orfanato donde crece sufriendo los brutales
castigos de la Madre Superiora (Lilyan Chauvin) hasta que es un guapo y fornido
muchacho.
La Madre Superiora le consigue a Billy (ya
de adulto interpretado por Robert Brian Wilson) un empleo en una juguetería y,
por azares del destino, éste termina disfrazándose de Santa Claus para la Noche
Buena. Pero la animadversión que siente por el gordinflón vestido de rojo, y la
retorcida conciencia del bien y el mal que le fue inculcada despertarán en
Billy el deseo de —sí, adivinaron— salir en Noche Buena armado con un hacha a
castigar a los chicos que se porten mal.
¿Qué les pareció esta tierna historia
navideña, amiguitos? ¡Bah! Ya les había dicho que es un plagio de Halloween. Incluso hay un personaje, el
de la hermana Margaret (Gilmer McCormick), quien conoció a Billy desde pequeño
y ha tratado de ayudarlo a adaptarse a la sociedad y que, cuando Billy empieza
con su masacre, acompaña a la policía y les explica los poderes y la historia
del origen del maniático al más puro estilo del Dr. Sam Loomis.
A pesar de las actuaciones más bien malonas
y el ínfimo presupuesto de esta película, la verdad es que se deja ver. Es
divertida y cumple con la cuota de las películas slasher de los ochenta:
Escenas de asesinatos creativas. Mis favoritas son la de la chica empalada en
las astas de un ciervo disecado y la del chavo decapitado en un tobogán de
nieve.
Además, hay una escena muy bonita (o algo
así) que es una especie de parodia de De
cómo el Odeón se robó la Navidad entre Billy y una niñita.
Aunque Ud. No lo crea, esta película generó
cuatro secuelas: Silent Night, Deadly
Night Part 2 (Harry, 1987), que está armada con footage de la primera parte
y como la mitad de footage original en el que el hermano menor de Billy, Ricky
(Eric Freeman, uno de los peores actores que he tenido la desgracia de ver),
enloquece igual que él; Silent Night
Deadly Night III: Better Watch Out! (Hellman, 1989), en la que el cadáver
de Ricky (ahora interpretado por la estrella de La masacre de Texas 2 [Hooper, 1986], Bill Moseley) es resucitado
onda Frankenstein para continuar con su matanza; Initiation: Silent Night Deadly Night 4 (dirigida por el legendario
Brian Yuzna, 1990), en la que una reportera investiga a un culto satánico que
planea ofrecerla en sacrificio en Noche Buena y Silent Night Deadly Night V: The Toy Maker (Kitrosser, 1991), que
es uh plagio de El juguetero del Diablo
(Schmoeller, 1989), en el que un juguetero artesanal y su hijo fabrican
juguetes asesinos para matar a los niños en Navidad —o sea, no sólo plagiaron El juguetero…, sino también Halloween III: El imperio de las brujas
(Wallace, 1982)—.
Lo impresionante no es que las últimas dos
entregas de la saga sólo hayan aparecido en video, sino que haya habido cinco
películas cuando la segunda ya era insoportable.
PARA
LA TRIVIA: La película se estreno el mismo fin de semana
que Pesadilla en la calle del Infierno (Craven, 1984) y, de hecho, la superó en
ganancias en taquilla. El plan era que Noche de paz… estuviera en cartelera por
tiempo limitado en algunos cines y que después se reestrenara de forma masiva
en la Navidad de 1984; sin embargo, muchos padres alarmados con una película
que mostraba a Santa Claus como un asesino en serie armaron una campaña contra
la cinta, que finalmente logró que se retirara de las salas de proyección dos
semanas después de su estreno.
3.-
GREMLINS
Joe Dante, 1984
¿Qué pasa cuando juntas al
director de Piraña (Dante, 1978) con
el productor de Juegos diabólicos
(Hooper, 1982) con el artista de efectos especiales de Verdugo de dragones (Robbins, 1981) y La mosca (Cronenberg, 1982)? Pues creas una película clásica, tan
única en su estilo y en su tono que prácticamente inauguró un subgénero —¿O
qué? ¿Ya olvidaron a los Critters
(Herek, 1986)? ¿Y qué me dicen de Los
Ghoulies (Bercovici, 1984)? ¿Y Troll:
Criatura del mal (Buechler, 1986)?... Vaya, creo que debo hablar de todas
esas películas después—; por no decir que, además, se ha convertido en un
clásico navideño del calibre de Milagro
en la calle 34 o Mi pobre angelito.
Billy (Zach Calligan) y su novia Kate (la
hermosa aunque prematuramente retirada Phoebe Cates) son dos típicos adolescentes
que viven con sus respectivos padres en un pequeño pueblo de EE.UU. El padre de
Billy, Randall (Hoyt Axton) siempre está de viaje de negocios ya que tiene el
inverosímil oficio de ser un inventor. Durante una escala en el Barrio Chino de
San Francisco, Randall le compra un increíble regalo de Navidad a Billy: Una
pequeña criatura llamada Mogwai (¿Recuerdan esa escena del Especial de Noche de Brujas de Los Simpson III cuando Homero compra
el muñeco de Krusty y le regalan “congul” maldito? Pues es parodia de esta
escena de Gremlins). Sólo hay tres
reglas para cuidar a un Mogwai: No exponerlo a la luz del sol, no mojarlo y nunca,
pero nunca, darle de comer después la medianoche.
Pero, por supuesto, si la gente fuera
obediente la mitad de las películas no existirían o durarían diez minutos. Así
pues, el mogwai llamado Gizmo —que se volvió un nombre de mascota muy popular
por aquellos años— se reproduce y sus congéneres mutan en gremlins, una especie
de duendes reptilescos con un humor muy negro e instintos asesinos que amenazan
con expandirse por todo el pueblo creando caos, destrucción y situaciones
cómicamente macabras.
Recuerdo que la primera vez que vi esta
película debo haber tenido cinco o seis años, precisamente la pasaron en
televisión cercana a la Navidad. Y, si mal no recuerdo, de todos los que
estábamos viéndola, pues la pasaron ya tare en la noche, fui el único que se
quedó despierto hasta el final. Y nunca me he arrepentido, pues cada escena de
esa cinta me fascinó desde ese momento.
Creo que esta película, junto con muchas de
su estilo, pertenecen a un subgénero desaparecido: el del melodrama fantástico
familiar. Películas que reunían a la familia frente a la tele y tenían un poco
para todos. Quiero decir, en general es una peli de horror, pero una que pueden
ver los niños y los abuelos, todos se divertían viendo a estos duendecillos
correr, saltar y jugar bromas mortalmente pesadas a la pobre gente del pueblo
—¿Recuerdan la escena de la viejita en las escaleras?—.
Y hablando de esta época en la que
Hollywood era más honesto —¡Imagínense eso!— no puedo dejar de llamar la
atención sobre los efectos especiales de esta cinta. Lo he dicho antes y no me
cansaré de repetirlo: ¡Ésos eran efectos especiales y no las chingaderas de
ahora! Infinidad de trucos se utilizaron para dar vida a los gremlins, pero sin
duda el que se llevó las palmas fue la utilización de animatrónicos para los
primeros planos de las creaturas.
Para controlar a cada gremlin animatrónico
se necesitaban cinco titiriteros perfectamente coordinados que combinaban
técnicas tradicionales de pupetteering con radiocontroles para hacer que estas
creaturas no sólo actuaran; sino que fueran, por mucho, las estrellas del show.
Recuerdo que alguna vez, hablando sobre los dinosaurios de Parque Jurásico (Spielberg, 1993), el Yoda de los animatrónicos,
Stan Winston, decía que no se trataba de efectos especiales, sino de miembros
del elenco. Los dinosaurios de Parque
Jurásico eran estrellas que actuaban en escena junto con sus compañeros
humanos. Pues creo que exactamente lo mismo puede decirse de los gremlins.
Esta
cinta generó una secuela que en su momento no entendí y no me gustaba. Ya
después cuando crecí me di cuenta de que se trataba de una autoparodia y
entonces cobró sentido para mí. Gremlins
2: La nueva generación (Dante,
1990) es bastante buena aunque sí desmerece en comparación con la primera. Se
agradece el humor referencial y los cameos de estrellas del género como
Christopher Lee o Robert Prosky, y, la verdad ¿Quién puede olvidar a los
gremlins mutantes? ¡El gremlin araña es uno de los mejores monstruos del cine!
Durante muchos años se ha esperado, al
igual que con Los cazafantasmas
(Reitman, 1984), una tercera parte de la saga; pero esto parece cada año más
improbable. Además, seamos honestos, ¿quién va a querer ver gremlins en CGI?
PARA
LA TRIVIA: Según la leyenda, los gremlins son
Traviesos
espíritus menores de las herramientas y la maquinaria, lejanamente emparentados
con gnomos y goblins. […] Hubo un tiempo en que los gremlins ayudaron a la
humanidad. [Pero después] En lugar de ayudar, se dedicaron a aplicar su
conocimiento de la <<esencia>> de los instrumentos y máquinas para
complicar la vida de los humanos. [1]
Durante
la Segunda Guerra Mundial, los aviones aliados sufrían desperfectos terribles durante los vuelos, lo que fue achacado por los pilotos a los gremlins. La verdad
era que los aviones eran producidos muy rápidamente y con materiales muy
baratos, por lo que prácticamente se desarmaban en pleno vuelo.
[1]
PAGE, Michael y Robert Ingpen, Enciclopedia
de las cosas que nunca existieron, 15ª edición, Anaya, Madrid, 2002. P.71
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