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martes, 23 de diciembre de 2014

UNA NAVIDAD DE MIEDO. Especial de Navidad 2014.


 UNA NAVIDAD DE MIEDO

La época navideña es una para disfrutar con la familia, para celebrar los logros que hemos alcanzado durante un año más de vida y para expresar a nuestros seres queridos lo que sentimos por ellos... ¡Mentira! La Navidad es una época de consumismo insensato, de compromisos adquiridos y de prisas. No es de extrañar que la tasa de suicidios se incremente de manera exponencial en estas fechas.
    Sea como fuere, algo que sí podría llevar a uno a la locura es la tradición de repetir los mismos filmes navideños año tras año. Mi pobre angelito (Columbus, 1990) y Mi pobre angelito 2: Perdido en Nueva York (Columbus, 1992), El regalo prometido (“Turboman”, pa’ los cuates; Levant, 1996), el remake de Milagro en la calle 34 (Mayfield, 1994), Santa Cláusula (Pasquin, 1994) o la mexicana e involuntariamente surreal Santa Claus (Cardona, 1959) conforman el repertorio que cada año las televisoras nos recetan para acompañar los festejos decembrinos.  
    ¡Pero no más! En la tradición iniciada por Halloween (Carpetner, 1979), prácticamente todos los días festivos tienen una película de horror inspirada en ellos y la Navidad no podía ser la excepción. Así pues, para ampliar el repertorio de películas navideñas más allá de las versiones dobladas —el doblaje es bueno, pero pues no es lo mismo— de El extraño mundo de Jack y De cómo el Odeón (así llamaron en México al Grinch) se robó la Navidad (Jones y Washman), propongo tres películas de horror ambientadas en la época navideña... Bueno, la tercera sí la llegan a pasar por estas fechas, pero no tanto.
  

1.- RESIDENCIA MACABRA
Black Christmas, Bob Clark, 1974

Existe un debate sobre si fue esta película la iniciadora del género slasher propiamente dicho o si ese logro debe atribuírsele a la mencionada cinta de John Carpenter. Personalmente puedo decir que si bien en esta cinta ya hay elementos de dicho subgénero, la verdad es que se trata más de una historia de suspenso que de una de horror, y está más bien influida por el cine giallo de Mario Bava y Dario Argento.
    Empero, algo que llama mucho la atención de esta película es la ausencia casi absoluta de las estilizadas escenas sangrientas que caracterizaron al horror italiano de los sesenta y setenta o que potencializaron la creatividad de los realizadores del slasher ochentero. En Residencia macabra hay un par de escenas de asesinatos, pero son las menos y son bastante tibias en comparación con las de cintas como La masacre deTexas (Hooper, 1974). El terror en esta película nace de las llamadas telefónicas del asesino que nosotros sabemos dónde está, pero sus víctimas no.


    La historia de esta cinta es la de la fraternidad femenil Pi Kappa Sigma, cuya casa se encuentra en las afueras del pueblo universitario de Bedford. Las guapas chicas de la fraternidad, bajo el cuidado de la alcohólica señora Mac (Marian Waldman), se preparan para las fiestas navideñas cuando empiezan a recibir llamadas telefónicas obscenas de un desequilibrado mental, quien amenaza con violarlas y matarlas. Cercana la Noche Buena, el maniático se introduce en el ático de la casa de la fraternidad, desde donde irá cazando a sus víctimas una por una.
    Como lo he señalado en artículos anteriores, las películas de horror y terror suelen ser, particularmente cuando se les ve a la distancia, un interesante indicador de los miedos que acechaban a la gente en su época. No por nada las cintas de finales de los sesenta y principios de los setenta ubican la génesis de su terror en las comunas, los hippies y el amor libre —gracias, Familia Manson—.


    En el caso de Residencia macabra hay una marcada intención moralista hacia los jóvenes universitarios que se separan de sus familias burguesas para ser tentados por la depravación y la inmoralidad de la vida en una fraternidad. A este respecto llama la atención el personaje de Barb, interpretado por la posterior Lois Lane, Margot Kidder, quien manifiesta de manera libre su sexualidad y durante toda la película parece estar ebria o drogada. Asimismo, tenemos a la señora Mac, quien es una especie de tía dulce y bonachona enfrente de las muchachas, pero que tiene licor escondido por toda la casa porque en realidad no soporta ser la niñera de este montón de chicas rebeldes.
    La protagonista, la bella Jess (la otrora Julieta Capuleto, Olivia Hussey), es también un personaje con un trasfondo social interesante que además sí aportará mucho al posterior debate sobre si el cine slasher cosifica a la mujer o la empodera —para los fijados que le dan más importancia a esas cosas, claro está—. SPOILER Jess descubre que está embarazada de su novio y deberá escoger entre su brillante futuro o un matrimonio para conservar el contrato social TERMINA SPOILER, lo que, a la postre, tirará una de las principales líneas argumentales de la película.   


    A pesar de que toda la película avanza bastante bien, el enfrentamiento final entre Jess y el asesino me parece anticlimático y, por si eso fuera poco, el epílogo es poco satisfactorio. Aun con estos tropezones, la película se deja ver y se disfruta.
    Por cierto, esta cinta tuvo un remake infumable en 2006, protagonizado por la bella Michelle “Llevo-veinte-años-de-carrera-sin-que-el-público-me-note” Trachtenberg. 

  
PARA LA TRIVIA: Como pasa con frecuencia con este tipo de películas, a Residencia macabra le fue bastante mal en la taquilla y fue destrozada por los críticos al momento de su estreno. Fueron sus transmisiones por TV y su popularidad en los videoclubes las que permitieron que la cinta fuera reevaluada y elevada al estatus de clásico a lo largo de décadas posteriores.



 2.- NOCHE DE PAZ, NOCHE DE HORROR (T. del A.)
Silent Night, Deadly Night, Charles E. Sellier, Jr., 1984
O, como me gusta llamarle, El Santoclós asesino.

Aunque esta cinta es básicamente un plagio de la obra maestra de John Carpenter sólo que con Navidad en vez de la Noche de Brujas, tiene lo suyo. Y resulta ser lo suficientemente entretenida como para merecer un visionado que no sea demasiado juicioso, particularmente en la Edición Sin Censura. Además, hay un asesino serial disfrazado de Santa Claus… Y bueno, ya, si de plano esos argumentos no bastan para verla, hay un par de escenas de desnudos bastante cumplidoras.
    La historia va así: El pequeño Billy (Jonathan Best) y su familia fueron a visitar a su abuelo (Will Hare) en el asilo por la Noche Buena. Sólo que el abuelo de Billy está senil y prácticamente en estado catatónico y sólo despierta unos minutos, cuando está solo con el niño, para revelarle la verdad acerca de Santa Claus: Que trae juguetes a los niños buenos, pero también castiga a los malos.


    De regreso por la carretera, un delincuente disfrazado de Santa Claus asesina a los padres de Billy justo frente a sus ojos. Billy es llevado a un orfanato donde crece sufriendo los brutales castigos de la Madre Superiora (Lilyan Chauvin) hasta que es un guapo y fornido muchacho.
    La Madre Superiora le consigue a Billy (ya de adulto interpretado por Robert Brian Wilson) un empleo en una juguetería y, por azares del destino, éste termina disfrazándose de Santa Claus para la Noche Buena. Pero la animadversión que siente por el gordinflón vestido de rojo, y la retorcida conciencia del bien y el mal que le fue inculcada despertarán en Billy el deseo de —sí, adivinaron— salir en Noche Buena armado con un hacha a castigar a los chicos que se porten mal.


    ¿Qué les pareció esta tierna historia navideña, amiguitos? ¡Bah! Ya les había dicho que es un plagio de Halloween. Incluso hay un personaje, el de la hermana Margaret (Gilmer McCormick), quien conoció a Billy desde pequeño y ha tratado de ayudarlo a adaptarse a la sociedad y que, cuando Billy empieza con su masacre, acompaña a la policía y les explica los poderes y la historia del origen del maniático al más puro estilo del Dr. Sam Loomis.
    A pesar de las actuaciones más bien malonas y el ínfimo presupuesto de esta película, la verdad es que se deja ver. Es divertida y cumple con la cuota de las películas slasher de los ochenta: Escenas de asesinatos creativas. Mis favoritas son la de la chica empalada en las astas de un ciervo disecado y la del chavo decapitado en un tobogán de nieve.
    Además, hay una escena muy bonita (o algo así) que es una especie de parodia de De cómo el Odeón se robó la Navidad entre Billy y una niñita.


    Aunque Ud. No lo crea, esta película generó cuatro secuelas: Silent Night, Deadly Night Part 2 (Harry, 1987), que está armada con footage de la primera parte y como la mitad de footage original en el que el hermano menor de Billy, Ricky (Eric Freeman, uno de los peores actores que he tenido la desgracia de ver), enloquece igual que él; Silent Night Deadly Night III: Better Watch Out! (Hellman, 1989), en la que el cadáver de Ricky (ahora interpretado por la estrella de La masacre de Texas 2 [Hooper, 1986], Bill Moseley) es resucitado onda Frankenstein para continuar con su matanza; Initiation: Silent Night Deadly Night 4 (dirigida por el legendario Brian Yuzna, 1990), en la que una reportera investiga a un culto satánico que planea ofrecerla en sacrificio en Noche Buena y Silent Night Deadly Night V: The Toy Maker (Kitrosser, 1991), que es uh plagio de El juguetero del Diablo (Schmoeller, 1989), en el que un juguetero artesanal y su hijo fabrican juguetes asesinos para matar a los niños en Navidad —o sea, no sólo plagiaron El juguetero…, sino también Halloween III: El imperio de las brujas (Wallace, 1982)—.


    Lo impresionante no es que las últimas dos entregas de la saga sólo hayan aparecido en video, sino que haya habido cinco películas cuando la segunda ya era insoportable.

PARA LA TRIVIA: La película se estreno el mismo fin de semana que Pesadilla en la calle del Infierno (Craven, 1984) y, de hecho, la superó en ganancias en taquilla. El plan era que Noche de paz… estuviera en cartelera por tiempo limitado en algunos cines y que después se reestrenara de forma masiva en la Navidad de 1984; sin embargo, muchos padres alarmados con una película que mostraba a Santa Claus como un asesino en serie armaron una campaña contra la cinta, que finalmente logró que se retirara de las salas de proyección dos semanas después de su estreno.



3.- GREMLINS
Joe Dante, 1984

¿Qué pasa cuando juntas al director de Piraña (Dante, 1978) con el productor de Juegos diabólicos (Hooper, 1982) con el artista de efectos especiales de Verdugo de dragones (Robbins, 1981) y La mosca (Cronenberg, 1982)? Pues creas una película clásica, tan única en su estilo y en su tono que prácticamente inauguró un subgénero —¿O qué? ¿Ya olvidaron a los Critters (Herek, 1986)? ¿Y qué me dicen de Los Ghoulies (Bercovici, 1984)? ¿Y Troll: Criatura del mal (Buechler, 1986)?... Vaya, creo que debo hablar de todas esas películas después—; por no decir que, además, se ha convertido en un clásico navideño del calibre de Milagro en la calle 34 o Mi pobre angelito.
    Billy (Zach Calligan) y su novia Kate (la hermosa aunque prematuramente retirada Phoebe Cates) son dos típicos adolescentes que viven con sus respectivos padres en un pequeño pueblo de EE.UU. El padre de Billy, Randall (Hoyt Axton) siempre está de viaje de negocios ya que tiene el inverosímil oficio de ser un inventor. Durante una escala en el Barrio Chino de San Francisco, Randall le compra un increíble regalo de Navidad a Billy: Una pequeña criatura llamada Mogwai (¿Recuerdan esa escena del Especial de Noche de Brujas de Los Simpson III cuando Homero compra el muñeco de Krusty y le regalan “congul” maldito? Pues es parodia de esta escena de Gremlins). Sólo hay tres reglas para cuidar a un Mogwai: No exponerlo a la luz del sol, no mojarlo y nunca, pero nunca, darle de comer después la medianoche.


    Pero, por supuesto, si la gente fuera obediente la mitad de las películas no existirían o durarían diez minutos. Así pues, el mogwai llamado Gizmo —que se volvió un nombre de mascota muy popular por aquellos años— se reproduce y sus congéneres mutan en gremlins, una especie de duendes reptilescos con un humor muy negro e instintos asesinos que amenazan con expandirse por todo el pueblo creando caos, destrucción y situaciones cómicamente macabras.
    Recuerdo que la primera vez que vi esta película debo haber tenido cinco o seis años, precisamente la pasaron en televisión cercana a la Navidad. Y, si mal no recuerdo, de todos los que estábamos viéndola, pues la pasaron ya tare en la noche, fui el único que se quedó despierto hasta el final. Y nunca me he arrepentido, pues cada escena de esa cinta me fascinó desde ese momento.  


    Creo que esta película, junto con muchas de su estilo, pertenecen a un subgénero desaparecido: el del melodrama fantástico familiar. Películas que reunían a la familia frente a la tele y tenían un poco para todos. Quiero decir, en general es una peli de horror, pero una que pueden ver los niños y los abuelos, todos se divertían viendo a estos duendecillos correr, saltar y jugar bromas mortalmente pesadas a la pobre gente del pueblo —¿Recuerdan la escena de la viejita en las escaleras?—.
    Y hablando de esta época en la que Hollywood era más honesto —¡Imagínense eso!— no puedo dejar de llamar la atención sobre los efectos especiales de esta cinta. Lo he dicho antes y no me cansaré de repetirlo: ¡Ésos eran efectos especiales y no las chingaderas de ahora! Infinidad de trucos se utilizaron para dar vida a los gremlins, pero sin duda el que se llevó las palmas fue la utilización de animatrónicos para los primeros planos de las creaturas.


    Para controlar a cada gremlin animatrónico se necesitaban cinco titiriteros perfectamente coordinados que combinaban técnicas tradicionales de pupetteering con radiocontroles para hacer que estas creaturas no sólo actuaran; sino que fueran, por mucho, las estrellas del show. Recuerdo que alguna vez, hablando sobre los dinosaurios de Parque Jurásico (Spielberg, 1993), el Yoda de los animatrónicos, Stan Winston, decía que no se trataba de efectos especiales, sino de miembros del elenco. Los dinosaurios de Parque Jurásico eran estrellas que actuaban en escena junto con sus compañeros humanos. Pues creo que exactamente lo mismo puede decirse de los gremlins.
     Esta cinta generó una secuela que en su momento no entendí y no me gustaba. Ya después cuando crecí me di cuenta de que se trataba de una autoparodia y entonces cobró sentido para mí. Gremlins 2: La nueva generación (Dante, 1990) es bastante buena aunque sí desmerece en comparación con la primera. Se agradece el humor referencial y los cameos de estrellas del género como Christopher Lee o Robert Prosky, y, la verdad ¿Quién puede olvidar a los gremlins mutantes? ¡El gremlin araña es uno de los mejores monstruos del cine!


    Durante muchos años se ha esperado, al igual que con Los cazafantasmas (Reitman, 1984), una tercera parte de la saga; pero esto parece cada año más improbable. Además, seamos honestos, ¿quién va a querer ver gremlins en CGI?

PARA LA TRIVIA: Según la leyenda, los gremlins son
Traviesos espíritus menores de las herramientas y la maquinaria, lejanamente emparentados con gnomos y goblins. […] Hubo un tiempo en que los gremlins ayudaron a la humanidad. [Pero después] En lugar de ayudar, se dedicaron a aplicar su conocimiento de la <<esencia>> de los instrumentos y máquinas para complicar la vida de los humanos. [1]
Durante la Segunda Guerra Mundial, los aviones aliados sufrían desperfectos terribles  durante los vuelos, lo que fue achacado por los pilotos a los gremlins. La verdad era que los aviones eran producidos muy rápidamente y con materiales muy baratos, por lo que prácticamente se desarmaban en pleno vuelo.



[1] PAGE, Michael y Robert Ingpen, Enciclopedia de las cosas que nunca existieron, 15ª edición, Anaya, Madrid, 2002. P.71


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