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jueves, 18 de diciembre de 2014

EL CIEMPIÉS HUMANO 2. ¿Digna sucesora de la primera?


EL CIEMPIÉS HUMANO 2
The Human Centipede II: Full Sequence

Tom Six, 2011

El fenómeno que ocurrió con la primera parte fue bastante peculiar, pues se trató de una película que apareció directamente en video y que prácticamente no tuvo ninguna difusión más que en la prensa especializada. Toda la publicidad se hizo a la antigüita, de boca en boca. En tan sólo un par de años, El ciempiés humano (Six, 2009), una de las películas más perversas jamás filmadas, se ha convertido en un referente no sólo para los entusiastas del cine de horror y el gore, sino de la cultura pop.
    Una secuela era de esperarse, como también podía anticiparse que sería una labor titánica superar a la primera parte. Por eso, el director Tom Six ni siquiera lo intentó y llevó la narración en una dirección totalmente diferente.


    De tal suerte, esta secuela es un ejercicio de metacine en el que se narra la historia de Martin (Laurence R. Harvey). Martin tiene retraso mental y es empleado en un estacionamiento de Londres, vive en un pequeño departamento sufriendo los maltratos de su madre castrante tras haber sido abusado sexualmente por su padre durante años y, posteriormente, por su psicólogo. El único desahogo que Martin encuentra en su infierno personal es una película que lo ha fascinado y que mira una y otra vez: El ciempiés humano.
    Pero Martin se ha obsesionado de forma malsana con la película, por lo que empieza a secuestrar personas, entre ellas la actriz Ashlynn Yennie que apareciera en El ciempiés humano, para recrear el infame experimento del Dr. Heiter, sólo que esta vez con doce individuos cosidos unos a otros en vez de tres.


    Esta cinta es un ejercicio de metacine en dos sentidos. Primero el que ya mencioné y, en segundo lugar, el hecho de que toda la película es una especie de homenaje a la legendaria Cabeza borradora (1977) de David Lynch. La segunda entrega en la trilogía de El ciempiés humano está filmada enteramente en blanco y negro y con sonido directo, además del hecho de que las locaciones se parecen a las de la película de Lynch. Así pues, esta película se trata sobre un fanático que trata de recrear su película favorita y, a su vez, fue hecha por un fanático que trata de recrear su película favorita.
    Por cierto, Tom Six declaró en alguna entrevista que el originalmente filmó esta película en color; pero que mientras la concibió siempre pensó en ella en blanco y negro, por lo que decidió convertirla en la edición.
    Si la primera película se jactaba de ser “100% medicamente exacta”, la segunda hace exactamente lo opuesto. Sí, tal cual, literalmente en la portada de la película dice “100% medically (in)accurate”. Así pues, tenemos una cinta que si bien no es más perturbadora que la primera, ni incluye escenas más crudas, sí es mucho más escatológica.


    Al respecto de esto, ¿recuerdan la escena del laxante en la primera película? Bueno, pues en ésta el director decidió incluir una que la supera. ¿Se imaginan eso con doce personas y heces salpicando por todos lados? Por cierto, para hacer todo el show aún más impresionante, el excremento es el único elemento de la película que aparece en colores.
    En general, la película tiene una colección de escenas bastante impactantes que podrían no ser aptas para los débiles de estómago o las personas fácilmente impresionables. Además de la evidente tortura y mutilaciones (que ahora se realizan con herramientas de ferretería en vez de instrumental quirúrgico), y la escena del laxante que ya mencioné, hay una escena de una mujer a la que le aplastan la cabeza, una escena de masturbación con lija y otra de una violación con alambre de púas, para cerrar con broche de oro con una predecible pero hilarante escena de un aborto demasiado espontáneo.
    Ahora bien, esta demostración de violencia explícita, perversión y gore es el quid del asunto y, si bien es lo que une esta secuela con su original, es también lo que la separa de ella.


    Me refiero a que la primera parte se vanagloriaba de ser gore realista —no lo era, en realidad tenía sendos fallos, pero el tono de todo el numerito contribuía con esta premisa— y esta segunda se convierte en un espectáculo de tripas y sangre que viola todas las leyes de la medicina, la biología, la física o, para el caso, el sentido común. La película termina convirtiéndose en un Grand Guignol contemporáneo que apela a dejar de lado la lógica por un rato y simplemente disfrutar de la sensación que provoca lo que se está mostrando en pantalla.
    A este respecto sí señalaré una serie de elementos que me llamaron la atención, porque está bien que quieran que uno entre en la convención y deje la lógica por unos momentos, pero de verdad que no puede dejar de notar cosas como que si las víctimas de Martin están encerradas en una bodega ¿Por qué no se escapan? Digo... a algunos los balearon en una o ambas piernas, ¿pero y a los que no? Sólo los ataron con cinta gaffer —y a la embarazada ni eso— y durante todo el resto de la película se la pasan contoneándose en un piso sucio como pescados en vez de, no sé, intentar desamarrarse unos a otros o ponerse de pie.


     Y el final… ¿Qué onda con ese final? Es ambiguo y en general creo que es un cliché. Y como bien lo dijo Brian en el episodio de Padre de familia titulado Lois mata a Stewie “No sé, creo que el público podría molestarse.”
     Me gustó mucho el juego que hace el director con Yennie. Quiero decir ¿cómo es posible que una misma actriz salga en dos entregas de la misma saga, haciendo al mismo personaje, si la segunda parte sucede en un universo completamente distinto? Pues así, a través de la metaficción.
    Otra cosa que me gustó fue que Six sigue demostrando un talento único para castear actores. Así como en la primera película gran parte del efecto era logrado por el particular físico del actor Dieter Laser, en esta segunda cinta se trata de emular ese mismo efecto con el actor Laurence R. Harvey quien, por cierto, ya está confirmado para El ciempiés humano III. Algo que vuelve más perturbador al personaje de Martin es el hecho de que no dice una sola palabra durante toda la película.


    A final de cuentas, se trata de una secuela que no logra llegarle a su predecesora; pero quizá haya que concederle que tenía unos zapatos muy grandes que llenar. Como ejercicio me parece muy interesante, pero sí llega a caer en lo ridículo y se convierte, más que en una película de horror, en una de repulsión.

PARA LA TRIVIA: La idea de esta segunda parte le surgió a Tom Six debido a que, al estar promocionando la primera película, una de las preguntas más frecuentes que le hacían en las entrevistas era qué creía que pasaría si el experimento del Ciempiés humano se llevara a cabo en la vida real.
   

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