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domingo, 30 de diciembre de 2012

EL HOBBIT

EL HOBBIT:
UN VIAJE INESPERADO

The Hobbit:
An Unexpected Journey

Peter Jackson, 2012

Cuando una saga se ha agotado y la historia no puede avanzar más sólo puede retroceder. El recurso de las “precuelas” no es nuevo en el cine en absoluto; como tampoco lo es, según lo ha demostrado George Lucas, el que sean productos meramente comerciales y carentes de espíritu. De veras, ni siquiera Valmont (Forman, 1989), la precuela de Relaciones peligrosas (Frears, 1988), le llega siquiera a los talones a la original; y eso que es bastante buena.
    Bilbo Baggins (Martin Freeman), un hobbit de la Comarca, debe abandonar su vida sencilla y cómoda en La Comarca para, azuzado por el mago Gandalf (Ian McKellen), embarcarse en una aventura con un grupo de enanos que buscan recuperar su reino de las garras del terrible dragón Smaug.
    La idea original de hacer una película basada en la primera novela de J.R.R. Tolkien surgió inmediatamente después de que Peter Jackson y su equipo terminaran con la Trilogía de El Señor de los Anillos. Por muchos contratiempos, siendo el principal de ellos el incumplimiento en el pago de regalías a Jackson por La Comunidad del Anillo, el proyecto se fue retrasando y apenas ahora, más de diez años después, pudo concretarse.

    Aún me acuerdo hace algunos años, cuando se suponía que El Hobbit iban a ser dos películas, producidas por Jackson y dirigidas por el mexicano Guillermo Del Toro. Por tantos retrasos, Del Toro salió del proyecto y el mismo Peter Jackson tomó las riendas. La otra decisión que se tomó casi de última hora y que afectaba directamente a la producción de las cintas fue que, en vez de adaptar la novela e dos películas, lo harían en tres.
    He de admitir que esta decisión de convertir El Hobbit en una trilogía me hizo desconfiar de inicio y me llenó de escepticismo. Quiero decir, El Señor de los Anillos fue un libro de 1250 páginas que se dividió en tres por razones comerciales; así la división de las películas resultaba natural. El Hobbit tiene apenas alrededor de 400 páginas, ¿y quieren hacer 3 películas de 3 horas con eso?
    Ahora que por fin pude ver esta película me doy cuenta de que mis sospechas eran fundadas. Con tal de que la historia diera para 3 películas, el guión fue alargado de forma artificial. Por principio de cuentas no tendría objeción al respecto, de no ser porque se notan las costuras y los parches por todos lados.
    Las escenas que fueron añadidas, así como sus personajes (algunas de las cuales incluyen pasajes de El Señor de los Anillos que fueron desechados de la primera Trilogía, como el de Radagast) se notan añadidos y mal integrados al conjunto y, en general, el ritmo suele disminuir en ellos. Transmiten ese desagradable sentimiento de que están pasando muchas cosas, pero en realidad no pasa nada.

    Con tanto tiempo extra, pudieron aprovechar para desarrollar a los personajes, porque en realidad la película sobrevive perfectamente con tres: Gandalf, Bilbo (Martin Freeman) y, por momentos, Thorin (Richard Armitage). El resto de los enanos, que son trece en total, son grises y poco interesantes y sólo están en escena haciendo bulto, a pesar de sus acertados y extravagantes diseños.
    Uno de los aciertos de la película es el planteamiento, el cual por cierto, fue una sorpresa para mí. La historia no está planteada como “lo que dará origen a El Señor de los Anillos (como lo hiciera Lucas con Star Wars)” sino que se plantea a partir de la trilogía original. Es decir, El Hobbit se nos presenta como un larguísimo flashback que Bilbo Baggins (Ian Holm) tiene justo momentos antes de que inicie la secuencia con la que abre La Comunidad del Anillo (Jackson, 2001).
    En el apartado de los personajes CGI, que en esta película son varios, quiero hacer notar el contraste entre el querido Gollum, magistralmente interpretado por Andy Serkis y el Gran Goblin, uno de los casos más lamentables de un casting de voz que he visto. El diseño del personaje es bueno, la interpretación del actor Barry Humphries es buena; lo que no funciona es el conjunto. Nunca pude aceptar que ésa era la voz del rey de los goblins.

    Finalmente, me agradó bastante cómo se manejó el formato 3D en esta cinta. Realmente creo que la experiencia de verla sí queda trunca si no es en este formato. Por otro lado, el revolucionario formato de HD en 48 cuadros por segundo no me convenció del todo. Quizás sea yo demasiado retrógrada, pero me gusta que las películas se vean como películas.
    En conclusión, no se trata de una mala película en absoluto; simplemente es una apuesta mucho más comercial (sí, según parece, eso es posible) e inferior sin duda alguna a cualquier entrega de la Trilogía original de El Señor de los Anillos. Es como oír un disco de un artista famoso cantando sus grandes éxitos, pero veinte años después. Habrá que esperar a ver qué le añaden a la edición extendida de esta película ya de por sí extendida innecesariamente.

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