QUERER ES PODER
King of the Hill
Steven Soderbergh, 1993
Sin duda alguna, una de
las etapas más difíciles en la historia de Estados Unidos fue la conocida como
la Gran Depresión. Tras el colapso de la Bolsa de Valores en 1929, millones de
personas en EE.UU. perdieron todo su patrimonio y se vieron obligadas a vivir
en las calles o en condiciones al borde de lo infrahumano. Justo en esa época
es que se desarrolla la historia de esta película.
La peli narra la historia de Aaron
Kurlander (Jesse Bradford) y su familia, quienes sobreviven a duras penas
hacinados en un cuarto de hotel. La madre de Aaron (Lisa Eichhorn), padece
tuberculosis; su hermano menor (Cameron Boyd) parece no poder mantenerse
alejado de los problemas en la escuela y su padre (Jeroen Krabbé), un fracasado
vendedor de puerta en puerta, vive persiguiendo espejismos en su quijotesca
idea de buscar empleo. Los únicos que parecen interesarse en Aaron son su
profesora, la Srta. Mathey (Karen Allen, quizá el único rostro conocido, en
aquel entonces, en la película por Cazadores del Arca Perdida [Spielberg, 1981]), y Lester (un incipiente Adrien Brody),
un bribón timador con corazón de oro. Pero, conforme la situación de la familia
Kurlander se va volviendo cada vez más insostenible, Aaron irá descubriendo que
la única persona que puede ayudarlo a sobrevivir es él mismo.
Aunque el título que le pusieron a esta
película en español me causa una especie de enfermedad, creo que describe
bastante bien lo que la cinta es. Me refiero a que se trata de una producción
más bien pequeña, pero muy bien aprovechada. Las locaciones ‒la mayoría de
ellas en la verdadera ciudad en la que se ambienta la cinta, St. Louis,
Missouri‒ son pocas, pero la recreación histórica fue llevada a cabo
celosamente. Los vestuarios, la utilería y el mobiliario están súper cuidados ‒aunque
me surgió la duda sobre si los teléfonos en 1933 ya daban tono de marcar‒.
Lo primero que pude notar fue que la
fotografía es buena. Me gusta ese tono dorado que tenían las películas en los
90, ¿lo recuerdan? Aquí, la fotografía se vuelve preciosista al tratar de
capturar todos los detalles de lo que sucede frente a la cámara, realzando
incluso texturas y volúmenes. Además, logra transmitir esa atmósfera de
miseria, no sólo económica sino espiritual, que envuelve a los personajes.
En este rubro, también pude notar que
muchas de las tomas de la cinta son tomas cerradas. No sé si esto lo hicieron
para captar las sutilezas en las interpretaciones de los actores o si de plano
tomaron casi puros primeros planos porque no tuvieron presupuesto para
construir y ambientar sets más grandes. Sea como fuere, los planos cerrados se
convierten en una herramienta narrativa que nos permite acercarnos de manera
más íntima a los personajes ¡Incluso se siente angustia cuando las gotas de
sudor perlan el rostro de Aaron mientras alucina por el hambre!
También pude notar que muchas de las tomas
están emplazadas a baja altura, como si la cámara filmara a la misma altura de
los ojos de Aaron, lo que le da un sentimiento más personal y una perspectiva
única a lo que sucede en la historia. Además de crear un cierto distanciamiento
con el “mundo de los adultos”.
La película también muestra un marcado
contraste entre otros dos mundos: el de aquéllos que tienen que vivir en
tiendas de campaña en los parques porque lo han perdido todo, y el de los que
juegan golf los fines de semana en campos privados, ofrecen fiestas para
cientos de invitados y les dan trabajos frívolos a los primeros. Y cuando éste
último comienza a enredar al pobre Aaron, el chico no encuentra otra solución
más que huir de un mundo que no es el suyo.
Con frecuencia, los niños que protagonizan
películas son elegidos por los directores de casting por su carisma frente a la
cámara y no por sus habilidades histriónicas, y por esto los adultos que los
rodean suelen ser actores ya consagrados que soporten la carga actoral de la
cinta ‒Terminator 2: el Juicio Final
(Cameron, 1991), te estoy viendo a ti‒. Pero en ese sentido, ésta es una
película atípica. Las actuaciones de todos los involucrados son bastante buenas
y Bradford logra llevar el hilo conductor de la historia a través de su
interpretación de un muchachito mentiroso que inventa historias para que los demás
no se enteren de que su familia no tiene ni para amanecer.
En general, todos los niños que aparecen en
la cinta, incluida una Katherine Heigl adolescente en su segunda aparición en
pantalla, actúan muy bien.
Me llamó mucho la atención el personaje del
papá de Aaron, a quien la desesperación lo lleva a aferrarse a ideas absurdas y
a construir castillos en el aire. La actuación de Krabbé es buena y, aunque por
momentos raya en lo caricaturesco, no se siente botada o fuera de lugar. Quizá
tenga que ver con que el personaje del patrullero Burns, interpretado por el
siempre genial John McConnell ‒a quien con frecuencia le dan papeles de policía
y quizá lo recuerden por películas como El
cuervo (Proyas, 1994) o Django sin cadenas (Tarantino, 2012)‒, fue prácticamente sacado de los dibujos
animados de la época.
A pesar de esto, en el tercer acto el tono
de la película, que había tirado más hacia la travesura, se vuelve bastante más
oscuro, más sórdido. El protagonista comienza a descender en una espiral de
mala suerte combinada con fatalidad, en la que todos sus intentos por no
sucumbir fracasan y que nos hace dudar sobre si podrá salir avante al final.
Y ése es el único aspecto en el que siento
que esta película queda a deber: el guión. No es malo, pero tampoco es algo
espectacular. Simplemente es un guión correctamente escrito para un melodrama
de lo más formulario; que funciona, casi palomeando cada punto, según la
fórmula de un melodrama clásico al más puro estilo de Dickens. SPOILER Deus ex machina y castigo ejemplar para el antagonista incluidos al
final TERMINA SPOILER.
Querer es poder es una buena película que quizá no sobresalga
particularmente por su contenido; pero que puede jactarse de tener una
manufactura impecable. Además, es una cinta muy eficiente que cumple con su
cometido de crear empatía con su protagonista e identificarnos con él,
acompañándolo en su aventura... o, en este caso, desventura. Sobre todo, se
disfrutan su actuación muy por encima del promedio y su fotografía bella y
dinámica.
PARA LA TRIVIA: La película está situada en 1933. Hacia el
final, el padre de Aaron recibe una carta de la WPA. La Works Progress
Administration era una agencia gubernamental dedicada a dar trabajo a millones de
personas desempleadas en obras públicas; pero no fue creada sino hasta 1935.
Guión
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1
|
Dirección
|
2
|
Actuación
|
2
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Fotografía
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2
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Música
|
1
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Total
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8
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