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domingo, 17 de marzo de 2013

LOS RITUALES SATÁNICOS DE DRÁCULA


LOS RITUALES SATÁNICOS DE DRÁCULA
The Satanic Rites of Dracula

Alan Gibson, 1973

La productora británica Hammer Film Productions fue la encargada de revitalizar el género de terror en la década de los 50. Todos los monstruos clásicos, creados con inspiración del Romanticismo y ya inmortalizados en el celuloide por Universal Pictures dos décadas antes, como Drácula, la creatura de Frankenstein y el Fantasma de la Ópera, recibieron en su momento su tratamiento Hammer. Las cintas inglesas de tan icónicos personajes eran más violentas, más eróticas, más sangrientas y, en cierto modo, buscaban acercarse más a los elementos característicos de la Literatura Gótica… además de que estaban en Technicolor.
    Las primeras cintas de la Hammer como The Horror of Dracula (Fisher, 1958) y The Curse of Frankenstein (Fisher, 1957) son consideradas por muchos críticos como obras maestras del género. Estas cintas vieron nacer además una de las parejas más prolíficas del cine de terror: la de los actores Peter Cushing (1913-1994) y Christopher Lee (1927); generalmente este último haciendo gala de su estatura sobresaliente al interpretar a los monstruos (Drácula, la criatura de Frankenstein y Kharis, la momia, entre otros).
    El interés comercial hizo de cada uno de estos iconos del cine una franquicia y, en el transcurso de las siguientes dos décadas, las secuelas proliferaron como hongos. Al principio sí se tenía una continuidad y una cronología definidas, pero conforme fue pasando el tiempo las mandaron al diablo. Los argumentos y los guiones eran cada vez más débiles y se apoyaban cada vez más en escenas exageradamente sangrientas y desnudos gratuitos.

    Esta película es un ejemplo de esas cintas de calidad dudosa de la última etapa de Hammer, apenas unos años antes de que la productora quebrara.
    La trama cuenta el caso de una unidad de Scotland Yard que, siguiendo la pista de un acaudalado aristócrata sospechoso de varias desapariciones, se encuentra con una secta satánica practicante del vampirismo y que realiza sacrificios humanos. Pero eso no es lo peor, sino que la secta es apenas un pequeño grupo de personas que buscan darle poder a su amo Drácula (Christopher Lee), quien ha fraguado un nuevo plan para apoderarse del mundo.
    Así es, esta película no puede ser mejor de lo que suena. No es, ni de chiste, tan mala como otras tantas de Drácula que he visto; pero tampoco es siquiera la sombra de lo que fueron las primeras películas de este personaje producidas por la Hammer. Hay, como siempre, una gran química en pantalla entre Lee y Cushing, el guión es moderadamente bueno y en general la película está bien contada.
    Algo que le ayuda mucho a esta cienta y que la aleja de ser un melodrama ramplón más es el préstamo que toma de otros géneros para enriquecer su narrativa. Sí, es una película de horror, pero toma además elementos del thriller policiaco, del cine de acción e incluso de la ciencia ficción.

    El erotismo que en las primeras producciones de Hammer, apegándose al espíritu gótico, permanecía más bien velado, en esta película es bastante “barato” e inmediato. La primera (y única, de hecho) escena topless de la película aparece antes de los primeros diez minutos. Además, hay por ahí varias escenas con sugerencias lésbicas que por su ingenuidad y pobre factura (… y sus vaporosos vestidos de tul) me recordaron mucho a Santo vs las Mujeres vampiro (Corona Blake, 1962).
    En general, creo que esta película bebe mucho de la fuente del cine italiano de los 60’s y 70’s. El soundtrack tiene ese tono guapachoso y psicodélico tan característico del cine de acción europeo de la época. Hay en esta cinta varias escenas de persecuciones automovilísticas que se ven simplemente deliciosas con dicha musicalización. Imaginen un auto compacto perseguido por dos cíngaros en motocicletas a través de Picadilly Circus… ¡Con esa música!
    Ya que entré en ese rubro, he de decir que las escenas de acción están decentes. No son particularmente buenas, pero tienen algunos stunts bastante impresionantes, balazos, sangre y vidrios rotos. Además de que no pude dejar de notar que en esta cinta la secta que adora a Drácula es la primera en utilizar un ejército de clones a la Star Wars; si no, ¿por qué todos los cíngaros se ven iguales? No fueron tan tacaños como para contratar a sólo dos actores y hacerlos parecer veinte… ¿O sí, Hammer Films?
    Ante tan terribles sucesos, Scotland Yard contacta al experto Van Helsing (Peter Cushing, como siempre) para ayudar con la investigación. ¿No es genial, además de harto conveniente, que siempre haya en Londres un descendiente de Abraham Van Helsing experto en el vampirismo? Quiero decir, ¿nadie de la familia Van Helsing se interesó por la Contaduría o Mercadotecnia? Digo, qué alivio para la humanidad, pero aun así no deja de ser curioso.

    Y ya que hablamos de la pobre humanidad ¿cuál es el plan de Drácula para dominar al mundo? El malvado Rey de los Vampiros tiene a un renombrado biólogo, ganador del Premio Nobel, trabajando para él en el cultivo de una cepa aún más letal y más rápida de la peste bubónica, misma que piensa liberar para secuestrar países y otras actividades megalómanas corrientes.
    Lo que es genial es la escena en la que podemos ver los efectos de esta súper-peste. El infectado comienza a desarrollar llagas y pústulas en toda su piel… se ve perfectamente que son apliques e látex, pero gracias a la iluminación de la escena y la actuación de la víctima se ven creíbles.
    Esta es considerada la última gran y verdadera película de terror de los estudios Hammer, y es fácil ver por qué. A pesar de que los valores de producción no decaen en momento alguno, es bastante claro que el público había cambiado y, después de los trabajos de Hitchcock y Argento, los fobocinéfilos buscaban emociones más fuertes y tramas más complejas y más psicologistas de lo que Hammer podía ofrecer y se esforzó en imitar.

SPOILER: Lo que sigue sin encantarme es la forma en que son destruidos los vampiros en esta cinta. Aunque sí respetan las reglas tradicionales para la destrucción de los no-muertos es cierto que, quizá por la falta de ideas, se fueron por las más impopulares.
     Las concubinas de Drácula son exterminadas al activar un aspersor contra incendios, ya que según algunas tradiciones, el agua daña a los vampiros. O sea que, de haberlo querido, la señora de la limpieza pudo acabar con ellas hacía mucho tiempo.
    Y el mismísimo Drácula es detenido por una zarza del árbol con el que se hizo la corona de Cristo (mis conocimientos en botánica son ridículamente pobres), para después recibir una estaca en el corazón. Es curioso que el atravesar el corazón del vampiro con una estaca sea considerado un método definitivo para detenerlo, cuando casi toda la literatura advierte que este procedimiento no mata al vampiro, sino que sólo lo detiene. ¡Qué más da! Así hay pretexto para hacer más secuelas… o no, porque la Hammer cerró y permaneció inactiva desde 1976 hasta 2010.

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