EL
PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS
Prince
of Darkness
John Carpenter, 1987
Siempre he considerado a
John Carpenter un director eficiente. Es
un autor muy inteligente que hace suyas las reglas de los géneros y sabe
utilizarlas para sacar el mayor provecho posible de cada una de sus cintas. Halloween (1978), La cosa de otro mundo (1982) o Escape
de Nueva York (1981) son ejemplos claros de esta maravillosa comprensión
del director del cine de género. De tal suerte, aun cuando el material fuente
sea malo, si la cinta es dirigida por Carpenter tendremos la garantía de que al
menos será formalmente correcta. Es el caso de cintas menos afortunadas del
director como El hombre de las estrellas
(1984), Presas del diablo (2010) o El príncipe de las tinieblas (1987).
Este proyecto fue el resultado de un trato
que hizo Carpenter con Universal tras su no tan agradable experiencia al
dirigir la cinta de acción y fantasía de alto presupuesto Rescate en el Barrio Chino (1986). El director aceptó un convenio
para dirigir cuatro películas distribuidas por la Casa de los Monstruos y
producidas con presupuestos bastante modestos por estudios subsidiarios a
cambio de tener un control creativo absoluto.
La película, tomando una profunda
influencia lovecraftiana, narra la historia de un sacerdote (el inmortal Donald
Pleasence) a quien le es encomendado el cuidado de una iglesia abandonada en
cuyo sótano descubre un extraño tanque sellado, lleno con un misterioso
líquido. Tras analizar las escrituras anexas, el cura convoca a un grupo de
científicos de la Universidad de Berkeley, quienes confirman lo que tanto
temía: El líquido es en realidad el Anticristo, encerrado hace miles de años,
pero que ahora está a punto de liberarse para traer a su padre —que se entiende
que sería el Diablo, pero a quien en la película se refieren como el Antidiós—
a la Tierra para destruirla. ¿Podrán los científicos detenerlo antes de que sea
demasiado tarde?
Ahora bien, si tratar de explicar la religión
desde la física cuántica es una causa perdida ¿Qué les parece explicar el
satanismo? En realidad, la película se pone al servicio del discurso, que es
esta disertación pseudocientífica y pseudoteológica de la que poco puede
sacarse en claro. Por algunos momentos la cinta se ve muy similar a Infierno (1980), de Dario Argento, desde
el punto de vista de que parecen una serie de eventos sobrenaturales que se
suceden sin relación aparente... aunque uno tarda poco tiempo en encontrar una.
Esta película me despierta sentimientos
encontrados y me es difícil hablar de ella. Algunos de sus elementos me
encantan, pero otros en verdad los detesto. Y cada que la vuelvo a ver quedo
satisfecho, pero también un tanto confundido. Quizá no sea al único al que le
pase y por eso es que esta película ha tardado más de veinticinco años en poder
encontrar a su público.
Las actuaciones en general son buenas y la
película sí logra crear una atmósfera inquietante con muchas escenas de muertes
interesantes… para derribarlo todo de pronto con anticlimáticas y largas
escenas explicativas sobre algo que nos queda muy claro que a quien escribió el
guión —que fue el mismo Carpenter bajo el seudónimo “Martin Quatermass”, a
quien incluso se tomó la molestia de crearle una biografía falsa para los
boletines de prensa— no le quedaba claro.
Me gusta la idea de que los insectos y los
vagabundos (liderados por Alice Cooper, por cierto) se sientan atraídos hacia
la Iglesia y se conviertan en sirvientes del Anticristo —quizá porque me
recuerda un poco a los cómics de Spawn,
no lo sé, igual es una buena idea—. En general son escenas muy bien logradas.
Y ahora que lo pienso, creo que esta
película es eso justamente: Una colección de escenas bien logradas con poca sustancia
que las una... o con demasiada. Y si la propuesta fuera ésa, como en la citada
película de Argento, no habría problema; pero no. La cinta está intentando otra
cosa y me parece que fracasa.
Uno de sus puntos más débiles está en sus
personajes. Prácticamente no se toma ningún tiempo para desarrollarlos e
incluso la relación dizque amorosa entre Catherine (Lisa Blount) y Brian (Jason
Marsh) —quien con ese mostacho se parece increíblemente a Tom Atkins— se siente
forzada, y se entiende que sólo la metieron para poder hacer el final más
melodramático. Conforme la peli va avanzando, los personajes se empiezan a
sentir demasiados y se vuelven tan anodinos que francamente a uno no le importa
cuando los matan... SPOILER Es más,
está tan pobre el asunto que uno se siente un tanto decepcionado cuando al
final de la película sí logran salvar al mundo
TERMINA SPOILER.
Con respecto a este final, es una especie
de Carpenter tratando de copiar a Carpenter. Me refiero a que los finales
agridulces son un poco un sello autoral del director, ese tipo de finales en
los que el héroe gana pero no gana del todo —nuevamente vienen a mi mente Halloween y La cosa de otro mundo—; sólo que en esta cinta no se siente
sincero.
Los efectos especiales son bastante
decentes —la secuencia de Catherine tomando la mano del Antidiós se ve increíble— y, de hecho, sí está padre que la película recurra más al desempeño de
sus actores que a efectos para asustar al público. En general, la cinta recae
más en la atmósfera y, si bien algunas muertes como al tipo al que se lo comen
los insectos o la científica que es impregnada con un parásito
demoniaco/extraterrestre son geniales, más que sustos lo que produce es una
sensación de angustia, de claustrofobia y de desamparo ante los horrores
cósmicos.
Otro de los elementos de esta película que
me encantan es el soundtrack. Compuesta por Carpenter y Alan Howarth, la música
de la película mantiene ese sonido minimalista electrónico que resulta
inquietante y que tanto le gusta a Carpenter. En su época, además, se usó la
más alta tecnología digital para crearlo.
En su estreno, El príncipe de las tinieblas tuvo una recepción decente en la
taquilla; pero fue vapuleada por la crítica. Muchos la acusaron de que el guión
era demasiado complicado y otros, de que la ciencia que presentaba era
demasiado compleja. Pero oigan, recordemos que La cosa… fue un fracaso en taquilla, pero que con los años y el
mercado de video-renta se ha convertido en un clásico del horror y el Sci-Fi
moderno... Sin embargo, no fue el caso con El
príncipe de las tinieblas.
Sobre su película, Carpenter reflexionó en
una entrevista:
Tomé
varias cosas de Lovecraft para El príncipe de las tinieblas, pero más que nada fue el tono.[1]
[…] Cuando estaba de
viaje en Nueva York […], me detuve en una librería y simplemente sucedió que
encontré The Cosmic Code de Heinz
Pagels. Ese libro describía el mundo subatómico y sus propiedades físicas —y la
falta de ellas— ¡Y mi mente voló! Pensé “¿Dónde ha estado esto? ¿Por qué nadie
ha hablado de esto antes?” Sentí que había algo sobre la mecánica cuántica y la
física de partículas que podría funcionar en una película de horror.[2]
Y cuando se le preguntó sobre
si creía que El príncipe… era su película más subestimada, Carpenter contestó:
Le
fue bien en la taquilla, pero está subestimada artísticamente. Nuevamente, no
creo que la gente la haya entendido del todo. Ciertamente no comparten mi
entusiasmo por la mecánica cuántica y esas cosas, pero sí, sin duda, es uno de
mis filmes más subestimados.[3]
Al respecto sólo diré que se trata de una
película muy honesta y eso siempre es encomiable. No es la típica película de
horror, sino algo —o por lo menos eso pretende— más profundo. Sí resulta
confusa y hasta desesperante en el primer visionado y al final se siente un
tanto anticlimática y mal lograda, pero en lecturas posteriores es interesante.
Me parece que su tono y su discurso son más apegados al Horror Cósmico de
Lovecraft que otras películas directamente basadas en sus textos como Resurrección satánica (que es el título
oficial en México de Re-Animator
[Gordon, 1985], me vengo enterando) o El
perfil del Diablo (título oficial en México de From Beyond [Gordon, 1986] ¿Quién traduce estas madres?). Ver esta
película es una experiencia interesante pero creo que, irónicamente, se
disfruta más si uno trata de no pensar demasiado mientras la ve.
¡Ah! Y encuentro muy curiosa la enorme
influencia que toma del cine europeo, particularmente de la citada Infierno de Argento. Y más curioso y
hasta sospechoso resulta la influencia que de El príncipe… toma la película producida por Argento y dirigida por
Michele Soavi La iglesia (1989), cuyo
argumento es increíblemente parecido.
PARA
LA TRIVIA: La escena en la que el vagabundo interpretado por Alice
Cooper empala a uno de los científicos con un triciclo es una especie de
auto-homenaje, pues Cooper usaba este truco en sus shows. De hecho, el triciclo
usado en la película era utilería suya.
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