EL POZO Y EL PÉNDULO
Die Schlangengrube und das Pendel
Harald Reinl, 1967
La versión que yo vi duraba 70 minutos; sin embargo, IMDB.com señala que esta película dura 85 minutos. A pesar de todo, no existen registros de diferentes cortes de la cinta.
A principios del siglo XIX, Roger Mont Elise, un viajero, llega a un pueblo buscando el Castillo Amanti. Todo mundo se aleja y se persigna ante la simple mención de dicho nombre pues, como descubrirá Mont Elise, el castillo está maldito. La razón es simple: El castillo perteneció al Conde Regula, quien fue descuartizado en castigo por asesinar brutalmente a doce vírgenes, pues según el Conde, con esto conseguiría la inmortalidad. Mont Elise logra llegar al castillo, acompañado de un extraño cura y la baronesa von Bravant, hija de la única mujer que pudo escapar del calabozo del sádico conde.
Y como bien puede uno darse cuenta por la sinopsis anterior, a pesar del título y de que en lo títulos iniciales la película se anuncia como “basada en la novela de Edgar Allan Poe”, la película no tiene prácticamente nada que ver con el cuento original del Maestro de lo Macabro. Tan es así, que sólo en Alemania Occidental, país en el que fue producida, se le conoce con el título de El pozo y el péndulo; en Reino Unido se llamó Castle Of The Living Dead y en México, El foso de las serpientes.
Una vez superado el sentimiento de que se ha sido estafado, la película es bastante disfrutable. Las actuaciones son las de cualquier melodrama camp de la época y de hecho recuerdan a las de las películas de horror de la Hammer, el diseño de arte es muy acertado y la aparición de Cristipher Lee como el Conde Regula es notable aunque sin duda breve.
Mención aparte merece la música. ¡Uno no puede sino adorar un soundtrack estridente y con grandes influencias de la música Surf y la música psicodélica! Es, sin lugar a dudas, un producto de su época que en la actualidad podrá parecer poco adecuado para una cinta de terror, pero que en su momento resultaba ideal para musicalizar una pieza de horror gótico como ésta.
Al respecto precisamente del horror en esta obra, he de señalar que me sorprendió gratamente. Para causar impacto en el público, la cinta mezcla diversos recursos que van desde tomas de un terror puramente sugerido, hasta escenas sangrientas y macabras con guiños al gore. Si bien es cierto que no se comparan con la destreza técnica de películas de horror de nuestros días, tampoco tienen nada que envidiarles.
Para concluir, quiero llamar la atención sobre mis dos escenas favoritas de este filme: La primera se trata de varias secuencias que suceden durante el trayecto de los personajes hacia el castillo maldito. La iluminación, la actuación y los movimientos de cámara se unen para crear la delirante atmósfera de una macabra pesadilla.
La segunda escena es precisamente la que da título a la película. Mont Elise se encuentra atado en una cámara de tortura con grotescas pinturas en las paredes y del techo de la cual baja lentamente un péndulo cuyo extremo es una cuchilla afilada. A pesar de la falsedad palpable en los decorados y en la cuchilla misma de este conjunto de secuencias, la edición logra generar una tensión y una expectativa magistrales; ¡lástima del desenlace anticlimático de la escena!
Ciertamente es una película entretenida y disfrutable, de una estética refinada y un lenguaje cuidado. A pesar de todo, la cinta ciertamente ha envejecido y el hecho de sólo tomar la obra de Poe como pretexto le ayuda muy poco a seguir vigente. Sin duda hará las delicias de los aficionados al llamado “cine de culto” y será interesante como parte del programa de algún maratón de cine de terror; pero se trata de una película bastante mediana con un par de momentos de genialidad, nada más.
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