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sábado, 17 de agosto de 2013

BALADA TRISTE DE TROMPETA. La irreverente mirada del irreverente Álex de la Iglesia sobre la no tan irreverente dictadura de Franco.



BALADA TRISTE DE TROMPETA

Conocida en EE.UU. como The Last Circus

Pero que en su natal España se tituló Balada triste de trompeta.


Álex de la Iglesia, 2010


Desde que vi El Día de la Bestia (1995) me convertí en fan de Álex de la Iglesia. Años antes ya había leído sobre él, pero en aquel entonces no era tan fácil conseguir sus películas y uno tenía que andarlas cazando en los festivales y convenciones (¿alguien recuerda la MECyF?). Su cine me gusta por auténtico, porque cuando uno ve una peli de de la Iglesia sabe que es de él, sabe que hay una tesis y una propuesta detrás de la acción grandguiñolesca que se presenta en pantalla. Uno sabe, pues, que el hombre está haciendo esa película, ésa específicamente y no ninguna otra, porque le gusta hacer películas como ésa: irreverentes, grandilocuentes, absurdas y fársicas. Y ése es precisamente el lenguaje de esta cinta.
    Durante el inicio de la Guerra Civil Española, el padre de Javier, el Payaso Tonto (Santiago Segura, tan bueno como siempre) de un circo, es reclutado contra su voluntad por el Ejército Popular Nacionalista y posteriormente encerrado en un campo de trabajos forzados. Javier (Carlos Areces que ni mandado a hacer para el papel) jura venganza, pero todo sale mal. Treinta años después, Javier trata de llevar la tradición familiar y es contratado en un circo como el Payaso Triste. Ahí conocerá a la hermosa acróbata Natalia (la hermosa actriz Carolina Bang) quien tendrá que decidir entre el amor sincero pero trastornado de Javier o el amor violento, salvaje y trastornado de su esposo Sergio (Antonio de la Torre), el Payaso Listo del circo; todo esto ambientado en la década de los 70 en los alrededores de Madrid.
    Quizá después de la mencionada El día de la Bestia, ésta sea la película más lograda de de la Iglesia. Bien es cierto que se nota un presupuesto mayor que en sus otras realizaciones, pero también es cierto que el sustento de la peli, su alma digamos, está ahí: se trata de un discurso muy personal; de un Álex de la Iglesia, de ascendencia éuscara, recordando su niñez en los últimos años de la dictadura franquista.

    Perteneciente a la nueva generación de directores hispanos, que incluye a Guillermo Del Toro y Robert Rodríguez entre otros, el discurso de de la Iglesia sobre la dictadura del Generalísimo es muy diferente al de sus contemporáneos que han abordado este tema (aún queda pendiente la conclusión de la trilogía de Del toro sobre la Guerra Civil Española, que se inició con El espinazo del Diablo [2001] y continuó en El Laberinto del Fauno [2006]).
    En Balada triste… de la Iglesia presenta una película que es un collage de géneros, una historia que toma elementos del melodrama televisivo español, o del cine musical de Raphael y Rocío Durcal, o del cine de acción ochentero de Hollywood o de la nueva ola del gore europeo iniciada en Francia. Este gigantesco pastiche, que incluye además múltiples hilos narrativos, sirve para reflejar el carácter prácticamente esquizofrénico de los personajes; pero no sólo eso, sino el carácter prácticamente esquizofrénico del franquismo.
    Utilizando varios niveles de lectura, el director usa esta película a un mismo tiempo como sublimación personal, y también como una sátira y una metáfora y es que ¿qué fue el franquismo sino un monstruo psicópata y posesivo creado por el ejército y la Iglesia? Eso es precisamente lo que, en un nivel más profundo, está representando Javier. No a la dictadura en sí, sino al día a día; a la España que se convirtió en una olla a presión que no pudo contenerse por más tiempo.
    El tono es grandilocuente y grotesco en todo momento, irreverente y lleno de humor negro, como lo es siempre el cine de Álex de la Iglesia. Sin embargo, en esta ocasión, el estilo se vuelve parte del discurso: se trata del payaso triste, del Pierrot que cuando más sufre es cuando más gracia causa. Así percibe el autor de esta cinta a su personaje y así percibe el absurdo nacido de las contradicciones del gobierno franquista.
    Las actuaciones son bastante decentes, pues los actores logran llevar a sus personajes al nivel de una caricatura. Ayuda sobre todo el hecho de que el casting fue muy minucioso, y cada actor está en el personaje que debe, y todos los personajes, principales y secundarios, están bien caracterizados (incluso Juan Viadas como un anciano Francisco Franco). Eso sí, en esta cinta, de la Iglesia deja un poco de lado su filosofía de trabajar casi exclusivamente con actores poco agraciados físicamente. Su película anterior, Crimen ferpecto (2004), es el epítome de esta forma de pensar.

    El maquillaje es sobresaliente, sobre todo para crear los efectos sangrientos de la cinta. Las muestras más interesantes se ven al final, cuando un par de personajes quedan deformes.
    Un presupuesto más holgado, como el que se advierte en esta película, permitió a su director una puesta en escena más dinámica, si bien el punto fuerte de la peli siguen siendo guión y dirección. La inclusión de efectos CGI ayuda al creador a expandir las tomas y a acercarse aún más a esa estética, tan particular del director vasco, influida fuertemente por los cómics.
    En esta película, además del cine español de los setenta (atención a los guiños que hace el director a La semana del asesino, drama con elementos de slasher producido en España en 1973 que en los autocinemas de EE.UU. se conoció como Cannibal Man), de la Iglesia se dio tiempo de homenajear películas de Hollywood hacia el último tercio de la  historia. Principalmente, se notan escenas similares a La masacre de Texas 2 (Hooper, 1986), y la pelea climática es súper parecida a la de Batman (Burton, 1989).

    En conclusión, se trata de una película divertida y provocativa; aunque bien es cierto que podría no ser del agrado del público general. Las películas de Álex de la Iglesia siguen conservando ese tono underground que las de Del Toro y Rodríguez han perdido, y ésta no es la excepción. Quizá se queda corta como reflexión sobre la época de la dictadura en España o sobre la Guerra Civil; pero es sin duda un ejercicio bien llevado a término por su realizador, aun con su violencia gratuita, sus situaciones inverosímiles y su historia dispersa… pero eso no hace sino acentuar su firma autoral.  

PARA LA TRIVIA: A mediados de la década de los 90 se planeaba adaptar al cine la exitosa saga de videojuegos Doom. En esa ocasión se pretendía que Álex de la Iglesia dirigiera la película que sería protagonizada por Arnold Schwarzenegger, sin embargo, el proyecto fue cancelado.


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