HITCHCOCK: EL MAESTRO DEL SUSPENSO
Hitchcock
Sascha Gervasi, 2012
Según parece, los genios también son seres humanos. También comen, duermen, se bañan y tienen esposas y matrimonios y conflictos matrimoniales. Aunque oriundos de diferentes temas han desacreditado el estudio de las biografías de los grandes autores por considerarlos ociosos; puesto que los grandes genios de la historia parecen ser humanos como otros cualesquiera, los hechos significativos en sus vidas necesariamente habrán de afectar su visión del mundo, sus emociones, sus sentimientos, sus pensamientos y, por consiguiente, sus obras. Drácula está plagada de referencias a la vida marital de Bram Stoker, el Macbeth de Roman Polanski está lleno de escenas que tratan de exorcizar los demonios del cineasta luego del asesinato de su esposa, etc.
Bajo este precepto es que se plantea la película Hitchcock: el amo del suspenso. En esta obra, basada en la novela de Stephen Rebello, se relatan los conflictos en la vida personal del autor de Vértigo, principalmente en su relación de pareja, que lo llevan mediante la sublimación de los mismos, a la sensibilidad requerida para filmar su obra maestra (sólo por escoger una): Psicosis (1960).
Toda la cinta es en sí un homenaje a la obra de Hitchcock lleno de referencias para los aficionados a ella. Incluso el tono mismo de la película en muchos momentos imita el tono de las pelis del Maestro del Suspenso, llegando a momentos de un humor fino, macabro y negro altamente efectivos.
Las actuaciones son excelentes y todos los involucrados logran hacernos olvidar que son actores interpretando un papel. Uno rápidamente se olvida de que no es Alfred Hitchcock quien saca a pasear a sus perros en pantalla, sino Sir Anthony Hopkins con un insuperable maquillaje de prostéticos de espuma de látex. Por supuesto que ver la actuación de Hopkins (o no verla, que ésa es la meta ideal del actor) es el evento principal de este filme, pero no opaca las actuaciones sobresalientes del resto del equipo, el guión sólido y bien construido y la maravillosa partitura musical.
Hablando a este respecto, el soundtrack es realmente bueno. Se trata de un score compuesto por Danny Elfmann, el compositor de cabecera de Tim Burton, quien imprime su sello característico y personal a la música de esta película, dotándola de un sentido de extrañeza y otredad que van más que de acuerdo con el carácter de la peli. La película, cual debe, abre con el tema del programa de TV de Hitchcok, Funeral para una marioneta.
Ya lo mencioné de refilón más arriba, pero quiero volver al punto de la caracterización pues es uno de los fuertes de esta peli. Éste es un ejemplo magistral de cómo se logra una buena caracterización: si el maquillaje es buenísimo, pero no hay un verdadero actor que lo sustente, por más Dragon Skin que se le ponga no va a funcionar. Por el otro lado, cuando se está interpretando a personas reales de las que abundan películas y fotografías, como Alfred Hitchcock o Janet Leigh (digo, cuántos Luis XIV ha habido en el cine y a nadie le importa cómo se vean porque, irónicamente, las imágenes del Rey Sol son escasas), aunque el actor sea muy bueno siempre queda la espinita de que nos hubiera gustado que físicamente se pareciera más a la persona real.
En esta cinta, tanto actuaciones excelentes como un meticuloso y convincente maquillaje se conjugan para traer de nuevo a la vida a Alfred Hitchcok y las personas que lo rodearon mientras se enfrascaba más y más en su obsesivo rodaje de Psicosis. El único punto débil en este rubro quizá sea la peluca de Helen Mirren, quien interpreta a Alma Reville, esposa del cineasta… digo, tanto como que noté que era una peluca. Pero mención aparte merecen las caracterizaciones de James D’Arcy, quien interpreta a Anthony Perkins; y Michael Wincott en el papel de Ed Gein, el asesino en serie de la vida real que inspiró la novela Psicosis, y cuya voz característica le da una dimensión insospechada al personaje. Pero es que uno los ve en pantalla y ¡son idénticos a sus contrapartes de la vida real! En el caso de D’Arcy/Perkins el parecido llega a ser un poco escalofriante.
La verdad es que disfruté enormemente esta película y la recomiendo con todo a gusto a todos aquéllos interesados en ver un delicioso ejercicio de metacine, en ver una interesante ficcionalización sobre la filmación de uno de los pilares del cine estadounidense o, simplemente, quienes quieran ver una condenada buena película. Lo que sí ha de aclararse antes es que no se trata de una cinta con espíritu documentalista ni biográfico sobre Psicosis ni sobre su autor, sino simplemente de una cinta de entretenimiento.
He de decir que uno no necesita ser experto en la obra de Alfred Hitchcock para disfrutar esta cinta; sin embargo, sí es verdad que se vuelve mucho más disfrutable cuando uno participa del montón de guiños para los fans y chistes locales de la peli.
PARA LA TRIVIA: La película originalmente se titularía Hitchcock and The Creation of Psycho (Hitchcock y la creación de Psicosis); pero a Anthony Hopkins le pareció un título terrible, por lo que se la pasó fastidiando a Sacha Gervasi hasta que el director accedió a cambiarlo (de cualquier modo, es Sir Anthony Hopkins, dudo que haya tenido que insistir demasiado).
Excelente crítica de excelente película.
ResponderBorrarTu crítica toca de manera muy puntual los aspectos que hacen que efectivamente esta película sea altamente recomendable.
Ah, muchas gracias... es que está re-buena.
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