JOHN CARTER ENTRE DOS MUNDOS
John Carter
Andrew Stanton, 2012
Para celebrar el centenario de la publicación de la primera novela de la saga de Barsoom, escrita por el posterior creador de Tarzán, Edgar Rice Burroughs, Walt Disney Pictures se lanzó a la tarea de adaptar al cine la primera aventura de John Carter en el planeta Marte, Barsoom para los nativos marcianos. La trilogía original de Burroughs se compone de las novelas Una princesa de Marte, Dioses de Marte y El Señor de la Guerra de Marte. A pesar de su espíritu completamente nacido de la literatura pulp y de su imaginario bastante naïve, se trata de una de las obras más influyentes de la literatura fantástica y muchos de sus conceptos fueron posteriormente retomados por sagas literarias de ciencia ficción como Dune de Frank Herbert, o de space operas fílmicas, como Star Wars de George Lucas.
En 1886, Edgar Rice Burroughs (Daryl Sabara) es notificado de la repentina y sorpresiva muerte de su tío, el capitán John Carter (Taylor Kitsch), veterano de la Guerra Civil Estadounidense, bajo extrañas circunstancias. Burroughs encuentra entre las pertenencias del finado, conocido por ser un arqueólogo aficionado muy excéntrico, un diario en el que relata el viaje que realizó veinte años atrás. En dicho viaje, Carter fue transportado al salvaje planeta de Barsoom, conocido por nosotros como Marte. En Barsoom, Carter encuentra un planeta moribundo sumido en la guerra por la sobreexplotación del reino de Zodanga; mismo que está a punto de someter a Helium, el último reino libre del planeta. Adoptado por los gigantescos marcianos verdes de cuatro brazos, los belicosos tharks, Carter se aliará con los heliumitas y vivirá un romance con su princesa, la hermosa Dejah Thoris (Lynn Collins), antes de caer en cuenta de que el destino de todo el planeta podría estar en sus manos.
Antes que cualquier otra cosa, he de admitir que me gustó esta película; sin embargo, no creo que sea buena y, lo que es peor, reconozco que es bastante fallida y mal lograda tomando en cuenta el potencial de la fuente original en que está basada.
El principal acierto de la película, sin duda, viene en el rubro del diseño. Tanto los escenarios como los vestuarios y los vehículos de la película proponen imágenes y diseños creativos e imaginativos, que realmente evocan las imágenes propuestas por el pulp de Burroughs. Una especie de mezcla entre Espadas y Hechizos y Space Opera (vamos, como lo que posteriormente sería He-Man).
Tanto la arquitectura como la moda de las diferentes razas de Barsoom son plenamente identificables y reconocibles. Los misteriosos therns, sacerdotes de la diosa Issus, llevan hábitos que recuerdan a los monjes medievales europeos; los palacios y la indumentaria de los hombres rojos, habitantes de Zodanga y Helium, están basados en la opulencia del Imperio Romano, mezclada en el caso de Zodanga con la estética medieval del Lejano Oriente; mientras que todas las manifestaciones cultuales de los salvajes tharks se asemeja a las de las tribus indígenas guerreras de las planicies de Norteamérica.
El diseño de las naves y vehículos retoma un poco de la estética Steampunk, logrando crear aparatos creíbles, pero lo suficientemente exóticos como para que parezcan obra de la ingeniería de otro planeta.
Las criaturas que pueblan Barsoom fueron diseñadas apegándose de forma bastante fiel a lo descrito por Burroughs en sus novelas. Ahora bien, el diseño de la fauna es bastante atinado, y me parece que tanto los monos blancos (gigantescos gorilas de cuatro brazos y sin pelo) como los thoats (especie de mezcla octópoda entre búfalos de guerra e hipopótamos que sirven de montura a los tharks) son de las criaturas más interesantes que propone la película.
Por otro lado, el elemento que sí creo que falló fue el diseño de los tharks. A pesar de que se respetó la apariencia física descrita por Burroughs en las novelas casi hasta en todo detalle, los rostros de estos gigantes verdosos fueron levemente modificados para parecer más humanos (un poco como los depredadores en Alien vs Depredador [Anderson, 2004]) y esto, señores, le da en la torre a todo el diseño. Los tharks, fieros guerreros que viven bajo la ley del más fuerte y un cruel código de honor, terminan pareciendo botargas de Disneylandia y ni siquiera la interpretación del excelente Willem Dafoe como Tars Tarkas (al menos como su voz), jefe de la tribu, logra salvarlos.
Asimismo, Woola, especie de mastín mortalmente fiel a Carter, es disminuido en un diseño infantilizado y una animación CGI bastante chafona.
Ahora bien, esta película representó el año pasado el más estrepitoso fracaso de taquilla de los estudios Disney desde TRON (Lisberger, 1982). Sí, así de grave, pero ¿por qué? Aparte del diseño poco atractivo de las criaturas que ya he mencionado, según un servidor la caída en desgracia de esta película se debió principalmente a tres factores.
Por principio de cuentas tenemos las actuaciones. Es la primera vez que veo “actuar” a Taylor Kitsch, y la verdad es que no me gustó nada. Lo suyo, lo suyo, son las escenas de acción, porque básicamente sólo tiene que correr, brincar y hacer caras; pero en cuanto abre la boca pierde el encanto. El primer cuarto de la película, ambientado en el siglo XIX, es más discursivo y se llega a hacer pesado por lo soso de Kitsch. Del mismo modo, Lynn Collins, quien tuvo entrenamiento en teatro shakespeariano y llegó a interpretar a personajes de la talla de Porcia y Ofelia, se ve sobreactuada y fuera de lugar.
El segundo factor, debo decirlo, es la misma Lynn Collins. ¿De verdad no pudieron conseguir a una actriz más guapa y más joven para interpretar a Dejah Thoris? Digo, la Collins no es fea y está buenona… pero no tiene mucha más gracia; además de que viendo la película en Blu-Ray se le ven sus treinta y cinco años muy bien puestos. Y no es que esté mal, sólo que cuando uno lee a Burroughs se imagina que la mujer por la que un planeta entero entrará en guerra sería más bella… y unos diez años menor.
El tercer factor es algo tan curioso que resulta paradójico, pues precisamente la mayor fortaleza de la película se vuelve su mayor desventaja. Y es que, aunque sí se toma algunas licencias e incluye varios pasajes del segundo libro, en general el guión es bastante apegado a la novela… a una novela escrita hace cien años y que ya en su época era anacrónica. Quiero decir, en la época de Burroughs ya se sabía que no había vida en Marte (curiosamente, en la actualidad sabemos que sí la hubo), que la gravedad de dicho planeta era similar a la de la Tierra (no tan drásticamente inferior como lo plantea el escritor) y que sus satélites no se ven por las noches sino como un par de estrellas brillantes en el cielo pues son demasiado pequeños. A final de cuentas, la historia de la película resulta inverosímil y requiere que el público ponga demasiado de su parte para aceptarla.
Finalmente, aunque en cuanto a la parte anecdótica la película se apega al texto original, muchos elementos que lo caracterizaban quedaron fuera. No es de sorprender que Disney, acusada desde siempre de retrógrada y conservadora, haya decidido hacer una película muy políticamente correcta y no cargar con las ideologías reaccionarias de Burroughs. Así pues, elementos tan presentes en las novelas de la saga de Barsoom, y comunes en la literatura pulp, como el erotismo, el machismo, el racismo y el colonialismo fueron borrados casi por completo de la peli.
En ese mismo tenor está el asunto de la violencia. Al igual que otras sagas nacidas del pulp como Conan, el bárbaro, la saga de John Carter está llena de violencia explícita. En la película, redujeron sólo un poco de esta violencia. Para evitar tanto recato, la solución que hallaron fue dejar las escenas violentas pero ¡ponerle sangre azul a los marcianos para reducir el impacto! Así, todas las especies animales en Barsoom tienen sangre de un intenso color azul rey (sí, como muchos crustáceos). De tal suerte, en las escenas en las que Carter descuartiza enemigos a diestra y siniestra con su espada y queda empapado en sangre más bien parece que se hubiera metido a un excusado.
En conclusión, la película no me desagradó tanto como esperaba que lo hiciera y he de admitir que sí la disfruté en partes. Tiene sendas fallas que derivaron en que se convirtiera en un estrepitoso fracaso, sin embargo, Disney planea desquitar lo que pagó por los derechos de las novelas y ya anunció que sí producirá la segunda parte: John Carter: Gods Of Mars; a ver qué tal sale.
En general, mientras veía esta película, no pude quitarme la sensación de que se trataba de una oportunidad desperdiciada. De que el planteamiento y muchas cosas de la peli estaban bien, pero que hubieran podido explotarse mucho más si Disney no fuera la productora.
Esa no la he visto, pero la crítica me parece muy buena
ResponderBorrarHabrá que esperar la segunda...y leer los libros
Sí, están divertidos.
BorrarJaja. Te pasó lo mismo que a mí con el trailer de la peli de Jane Eyre.
ResponderBorrar