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domingo, 21 de febrero de 2016

EL MONSTRUO DE LA LAGUNA NEGRA. Los monstruos de Universal VIII


EL MONSTRUO DE LA LAGUNA NEGRA
Creature from the Black Lagoon

Jack Arnold, 1954

La época de oro de los monstruos de Universal Pictures ha quedado atrás y de ser las piezas de terror gótico que impresionaban a las multitudes, habían pasado a convertirse en programación habitual de las matineés infantiles de fin de semana y de las funciones para citas de adolescentes en los autocinemas. Por no mencionar que cada uno de los monstruos había engendrado su propia prole de secuelas de dudosa calidad de las cuales creo que sólo se salvan La hija de Drácula (Hillyer, 1936) ‒que igual es malita, pero como pionera del cine lésbico es interesante‒ y Frankenstein contra el Hombre lobo (Neill, 1943)... por momentos.
    Los grandes nombres de Universal eran historia. Carl Laemmle y su hijo fueron despedidos en 1936 de la compañía que ellos mismos fundaron y Jack Pierce, el genial y tiránico artista de maquillaje detrás de iconos como la Creatura de Frankenstein o la Momia, había sido despedido bajo la nueva administración que convirtió a los estudios en Universal-International. Fue esta misma administración la que contrató a Bud Westmore, el más joven de los hermanos Westmore, reconocidos maquillistas que llegaron a rivalizar con Max Factor[1], como jefe del departamento.


    Del mismo modo, mientras los Lammle se habían enfocado en fastuosas superproducciones con altos presupuestos, los siguientes directores del estudio habían diversificado sus mercados produciendo seriales, cintas de serie B y las infames secuelas de las películas clásicas de monstruos. Además, con el inicio de la Era Atómica los intereses del público fueron cambiando, lo que orientó a las películas de monstruos de Universal en una dirección más cercana a la Ciencia Ficción que al Terror.
    Justo en este ánimo de la Ciencia Ficción, Universal produjo la clásica cinta Llegó del más allá (1953), basada en un relato de Ray Bradbury, dirigida por Jack Arnold y que hacía gala de la nueva tecnología del cine en 3D ‒ El 3D como tal existía desde mediados del siglo XIX con los famosos estereogramas, pero fue hasta la década de 1950 que esta tecnología se pudo aplicar a las imágenes en movimiento‒[2], estrenada el mismo año con la clásica película protagonizada por el inmortal Vincent Price, El museo de cera (de Toth, 1953).


    El éxito de Llegó del más allá alentó a Universal a seguir experimentando con la tecnología 3D, por lo que le asignaron otro proyecto a Arnold. Éste retomó la idea que le propuso el productor William Alland, quien fuera miembro del Mercury Theatre de Orson Welles. A Alland, a su vez, un asistente de cámara en la producción de la cinta Ciudadano Kane (Welles, 1942) llamado Gabriel Figueroa le relató una leyenda sudamericana sobre una salvaje tribu de hombres pez que vivían en el Amazonas.[3]
    El monstruo de la Laguna Negra sería la primera película con fotografía subacuática en 3D. Ésta sería posible gracias a la cámara especial diseñada por el fotógrafo Scotty Westmore[4] que consistía en dos cámaras cuyos lentes se encontraban separados a una distancia proporcional a la separación entre los ojos humanos y que rodaban en perfecta sincronización. Todo el aparato se encontraba resguardado en una carcasa sellada herméticamente.


    La historia como finalmente quedó trata sobre una expedición liderada por el Dr. Carl Maia (Antonio Moreno), quien descubre un fósil en la jungla del Amazonas que podría pertenecer a un eslabón perdido entre el ser humano y sus antepasados acuáticos. Poco sabe Maia cuando decide regresar a la locación acompañado de su hija Kay (la sexy Julia Adams), su colaborador y pretendiente de ésta, el Dr. Reed (Richard Carlson, quien se convertiría en el arquetipo del científico aventurero) y el empresario a cargo del Instituto de Ictiología, Mark Williams (Richard Denning), que el monstruo al que pertenecen los restos fósiles aún ronda el misterioso paraíso conocido como la Laguna Negra. Una vez que han llegado al lugar, la expedición tendrá que decidir entre volver y quizá perder el más importante hallazgo científico del siglo o quedarse y quizá no volver en absoluto.
    Ahora, como bien puede advertirse, el argumento de esta película es naïve incluso para la época. Y los parlamentos en los que el Dr. Maia asegura que la Tierra terminó de enfriarse hace 15 millones de años o que el Amazonas permanece intacto desde el periodo Devónico ‒que data de hace entre 420 y 360 millones de años, cuando la masa continental sobre la que se extiende el Amazonas ni siquiera se había formado‒ sólo vienen a rematar esta característica.   


    Sin embargo, algo que es muy interesante es que sí, se trata de una película dirigida principalmente a un público adolescente y que no tiene demasiadas pretensiones más allá de ser una “date movie”; pero nada es tan simple con Jack Arnold, quien siempre trataba de poner algún discurso político en sus cintas.
    En esta ocasión, la película habla de temas como la evolución y el ambientalismo[5]. Hay dos escenas en ella con un claro mensaje ecológico: La primera es en la que Kay está fumando en la cubierta del Rita, porque además en esta película todos fuman, y al terminar arroja su cigarrillo al agua. La cámara sigue al pitillo y después nos muestra una toma en la que éste llama la atención del monstruo, quien se encuentra escondido debajo de la superficie. La otra escena es en la que los científicos prueban la droga que usarán para sedar a la criatura y terminan con toda una laguna llena de peces muertos. 


    En general, a lo largo de toda la peli se hace mucho énfasis en el argumento de que el monstruo es un animal salvaje que está siendo hostigado en su hábitat natural. Esto lleva también al viejo debate de la ciencia contra los negocios en cuanto a los descubrimientos se refiere, lo que me recordó mucho a cuestiones que cuatro décadas después plantearían películas como Parque Jurásico (Spielberg, 1993) y Congo (Marshall, 1995). Pero no se preocupen que, cumpliendo con la fábula, el empresario ambicioso muere presa de su ambición.
    En este último visionado que hice de ella noté increíbles similitudes con King Kong (Cooper y Schoedsack, 1933). Tanto que hasta me he puesto a reflexionar si no serán la misma película. Ambas hablan sobre un grupo de exploradores que viajan a una jungla en la que encuentran a una poderosa bestia prehistórica que, casualmente, se enamora de la chica que va con la expedición... y eso es otra cosa ¿Por qué los monstruos de las películas siempre quieren tener relaciones inter-especies? ¿Cómo se le llamará a esa desviación? ¿Antropofilia?


    Hablemos de eso abiertamente: Esta es una película con un profundo subtexto erótico. La escena de Kay nadando en un sexy y revelador traje de baño, demasiado atrevido para la época y que fue diseñado y confeccionado exclusivamente para Julie Adams[6] ‒quien era una de las estrellas más taquilleras de Universal y no quería hacer esta película, pero estaba obligada por contrato y en realidad se divirtió mucho durante el rodaje‒, es descrita por muchos estudiosos como una “estilizada representación de una relación sexual”[7]; por no mencionar que quizá sea la “escena de amor” más recordada de toda la saga de monstruos de Universal.
    Por cierto, muchas de las escenas acuáticas de Kay no fueron filmadas por Adams, sino por su doble Ginger Stanley.


    En muchos aspectos, esta película es la más explícita de la colección original de monstruos de Universal. No sólo en lo referente a las escenas subidas de tono de Julia Adams y su escandaloso traje de baño, sino también a la violencia. Es una de las pocas películas de esta serie en la que se ve sangre en pantalla. La combinación de violencia y sexo, que ya se había visto antes, pero en formas mucho más sugeridas, marcará la pauta del cine de horror y de explotación en las décadas siguientes.   
    Por no mencionar que muchos críticos han entendido, si bien hay que escarbar un poco más, un subtexto homoerótico al mostrar al Dr. Reed y a Mark con los musculosos torsos desnudos y pequeños shorts durante gran parte de la película. Para estos críticos que ambos personajes se disputen el afecto de Kay en un triángulo amoroso en el más clásico estilo de las películas de monstruos de Universal (recordemos Frankenstein [Whale, 1931] y El hombre invisible [Whale, 1933]) parece no ser tan relevante.


    Al respecto, lo que me parece muy interesante es el cambio radical de la visión del científico cinematográfico en la concepción de Arnold. Mientras que tradicionalmente el científico en películas de Ciencia Ficción como las diferentes versiones de Dr. Jekyll y Mr. Hyde o el Hombre invisible es un genio demente con un marcado complejo de superioridad ‒estereotipo que, de hecho, surge después de la Primera Guerra Mundial‒; en las películas de Arnold es un héroe aventurero, varonil y guapo. Incluso me atrevo a decir que Richard Carlson, quien protagonizara Llegó del más allá y El monstruo…, se convirtió en el arquetipo del científico heroico en el cine. Piénsenlo, el Profesor de La isla de Gilligan (1964-1967) es una clara parodia de Carlson, mientras que personajes como Grant (Stephen Boyd) en Viaje fantástico (Fleischer, 1966), Neville (Charlton Heston) en El último hombre... vivo (Sagal, 1971) y el Dr. Alan Grant (Sam Neill) en Parque Jurásico retoman el arquetipo creado por Reed.
     Basado en las características que he descrito, puedo afirmar que El monstruo de la Laguna Negra con su criatura ‒a quien a partir de ahora llamaré Gill-Man (en inglés hombre-agalla), que es el nombre con el que se refieren a él en la cinta‒ es la primera película de monstruos moderna. La cinta combina elementos del terror gótico de las primeras películas de Universal con novedosos elementos de Ciencia Ficción.[8] Hablando de las películas sobre las que ésta ha influido, me di cuenta de que son más de las que parecería. No sólo en copias obvias como La isla de los hombres pez (Marino, 1979) o La ciudad sumergida (Tourneur, 1965); sino que también se nota una poderosa influencia suya en Alien: el octavo pasajero (Scott, 1979), Depredador (McTiernan, 1987) o incluso Tiburón (Spielberg, 1975). Y por no dejar, mencionaré que también en la inmunda Anaconda (Llosa, 1997).


    Gill-Man, quien es uno de los monstruos más reconocibles de Universal y muy probablemente sobre el que más merchandising se ha producido, es todo un icono por mérito propio. Su diseño y construcción fue encargado originalmente a Bud Westmore y Jack Kevan del departamento de maquillaje de Universal, pero su propuesta original fue rechazada. Una segunda propuesta era la de un monstruo de piel lisa y lustrosa, más parecido a una anguila, que en pruebas de cámara demostró no funcionar en absoluto. La versión final de la criatura fue la propuesta por la diseñadora Millicent Patrick, miembro del equipo de Westmore, que retomó la idea básica del diseño de éste, pero le dio un aspecto mucho más salvaje y primitivo.
    Aunque siempre me he preguntado: Si Gill-Man es un anfibio, de la época de los grandes anfibios, como lo explican en la película ¿Por qué tiene escamas?
    El traje del monstruo fue modelado en arcilla, luego moldeado y vaciado en espuma de poliuretano, con recubrimiento de látex y pintado a mano, para finalmente ser cortado en pequeñas piezas que se pegaban una por una sobre un leotardo usado por el actor en turno. Aunque en la mayoría de las fotografías promocionales Gill-Man aparece de color verde chillón y labios carmesí, o de un color broncíneo en el mejor de los casos, el traje original era de color verde musgo que le permitía camuflarse con la vegetación subacuática. La máscara usada para las escenas fuera del agua tenía además un mecanismo a base de tubos de aire comprimido que le permitía a la criatura mover las agallas alrededor de su mandíbula.


    Gracias a un gran trabajo de edición, la mayoría de los espectadores no nota que Gill-Man fue interpretado por dos actores diferentes. En las escenas fuera del agua, el disfraz de monstruo lo usaba Ben Chapman, un doble que había sido Marine y que alcanzaba la prodigiosa estatura de 1.99m.
     Para las escenas debajo del agua, Gill-Man era interpretado por Ricou Browning, un estudiante universitario de veintitrés años y nadador profesional que trabajaba en el rancho Wakulla Springs, donde fue filmada la película, y que fue seleccionado por los productores después de que les diera un tour por la locación y de hacer las pruebas de la cámara subacuática usándolo de modelo. A los realizadores les gustó la forma elegante y orgánica en la que nadaba Browning y lo contactaron para hacer el papel del monstruo. Los rumores que corrían desde aquella época decían que Ricou podía contener la respiración por cinco minutos; pero la verdad era que había un equipo de cuatro buzos con mangueras de aire cuidándolo. El mismo Browning dijo en una entrevista: “Puedo contener el aliento por bastante tiempo, pero si estás peleando y moviéndote y nadando rápido, estás usando tu oxígeno”.[9]  


    En la tradición inaugurada por Lon Chaney de que los actores que interpretaban monstruos en películas de Universal debían sufrir tortuosas transformaciones para convertirse en sus personajes El monstruo... no podía quedarse fuera. Para convertirse en Gill-Man, ambos actores debían vestirse con un ajustado leotardo sobre el cual eran pegadas, una por una, las piezas de hulespuma y látex que formaban la botarga de la criatura. Esto les permitía mayor movimiento que una botarga completa; pero tardaba entre dos y media y tres horas en su aplicación. Además, para asegurarse de que no se despegaran, las aplicaciones eran adheridas con pegamento industrial que a veces lograba filtrarse a través del leotardo y causaba dolorosas quemaduras en la piel de los actores.
    A esto se le suma la anécdota que cuenta que Arnold quería que Gill-Man se viera más torpe fuera del agua que dentro de ella, como la mayoría de los animales acuáticos, por lo que decidió agregar pesas de cinco kilos en los zapatos del traje del monstruo usado por Chapman para que caminara con torpeza. Por cierto, los sonidos que hace la criatura fuera del agua son los sonidos de una morsa.[10]



    Browning tampoco estuvo exento de los gajes del oficio de ser un monstruo de Universal, teniendo que interpretar al personaje “a ojo pelón” pues la máscara que usaba no llevaba ningún tipo de protección para los ojos y se rehusó a llevar goggles por la dificultad que representaría quitárselos si se llenaban de agua. Además, ya que la botarga estaba hecha de hulespuma, se hinchaba con el agua y se volvía muy pesada.
    También es mérito de la gran edición de la película que la mayoría de la gente no note que se filmó en dos locaciones muy diferentes: Mientras que las escenas del bote Rita en la Laguna Negra fueron filmadas en el estanque exterior en el complejo de Universal City, adaptado por los escenógrafos de la compañía para parecer una selva brasileña; las escenas debajo del agua y en las orillas de la laguna fueron filmadas en el rancho Wakulla Springs en Florida, donde el dueño había dejado a la flora del pantano crecer libre alrededor de un manantial de aguas cristalinas que resultó ser la locación perfecta para la película.


    Por último, quiero mencionar la música. Es increíble que en realidad muy poca música original se compuso para esta cinta y aun así el soundtrack funcione tan bien. Salvo por el estridente y extravagante leit motiv de Gill-Man, la mayor parte de la música usada en esta película fue compuesta para otros filmes, incluidos westerns, películas románticas y thrillers. El uso que se hizo de toda esta música fue muy inteligente, pues sirve para darle dramatismo a las escenas submarinas en las que el diálogo está por completo ausente.
    Esta es una de mis películas favoritas de monstruos de la Universal y probablemente una de mis favoritas de todos los tiempos. Quizás en la actualidad peca de naïve y el racismo apto para toda la familia de aquellos tiempos no sea bien recibido por los nuevos espectadores ‒ya saben, los indios son tontos y torpes, y saben mucho menos de la jungla que el hombre blanco, aunque llevan generaciones viviendo ahí‒; pero se trata de una gran película, una reinterpretación de la leyenda de la Bella y la Bestia que abriría la brecha para todo un subgénero. Además, Universal lanzó la edición en Blu-Ray 3D que permite ver la película tal y como fue concebida... ¡Y es toda una experiencia!


    El monstruo de la Laguna Negra, al igual que todas las otras películas de monstruos de Universal, dio paso a secuelas de calidad desigual. Una segunda entrada titulada La venganza del monstruo de la Laguna Negra (Arnold, 1955) retoma la historia donde terminó la primera película y narra cómo un grupo de científicos captura a Gill-Man para llevarlo a un laboratorio y exhibirlo en un parque acuático, además de que cuenta con la participación de un jovencísimo Clint Eastwood interpretando a un personaje secundario. En la última parte de la trilogía, El monstruo de la Laguna Negra camina entre nosotros (Sherwood, 1956), Gill-Man es sometido a una cirugía que le permite respirar aire y lo vuelve más “humano”... con todos los problemas que ello conlleva. Aunque el arco argumental de las secuelas es inteligente y propositivo, su realización deja que desear y convierte lo que pudo ser una trilogía en una única película clásica y sus productos residuales.

PARA LA TRIVIA: El diseño de Gill-Man se basa en grabados hechos por exploradores del siglo XVI en los que se describe a las extrañas criaturas conocidas como Pez Monje y Pez Obispo. Según estas ilustraciones, se trataba de peces grandes que superficialmente tenían la forma de un monje dominico y un obispo con mitra, de este último además se decía que podía conceder deseos. A la fecha no se sabe con exactitud qué animales pudieron haber inspirado estas leyendas, pero las hipótesis más comunes sugieren al tiburón ángel, el calamar gigante, la foca, el lobo marino o incluso el celacanto como probables responsables.

     
    


[1] Sí, son la misma familia Westmore de la que provienen Michael y su hija Mckenzie, del reality show Face-Off.
[2] La implementación de tecnología 3D en las salas de cine ha sido un recurso constante cuando el público deja de asistir a ellas. En la década de 1950 el cine tuvo que competir contra la TV, en 1980 contra el video y en 2010 contra el streaming.
[3] MALLORY, Michael, Universal Monsters: A Legacy of Horror, Universe Publishing, New York, 2009. P.223.
[4] SKAL, David J., Back to the Black Lagoon, Universal Home Entertainment, 2000.
[5] WESTWOOD, Emma, Monster Movies, Pocket Essencials, Great Britain, 2008.
[6] Idem.
[7] SKAL.
[8] MALLORY.
[9] Citado en SKAL.
[10] WESTWOOD


jueves, 18 de febrero de 2016

DEADPOOL. No es otra tonta película de superhéroes... ¿o sí?


DEADPOOL

Tim Miller, 2016

Cuando me enteré de que iban a sacar una película de Deadpool muchas preguntas me vinieron a la mente. Digo, no pueden culparme por no tenerle fe a una película que originalmente sería la secuela de la insufrible X-Men orígenes: Wolverine (Hood, 2009) y que sería protagonizada por el cuate que hizo a Linterna Verde (Campbell, 2011) en su oligofrénica adaptación al cine. ¿Será buena? ¿Qué tan apegada estará a los cómics? ¿Qué no Deadpool ya había salido al final de la inmunda X-Men orígenes: Wolverine? Pero sin duda la más importante de todas mis preguntas fue: ¿Quién carajos es Deadpool? Bueno, perdón, no soy mucho de cómics de superhéroes. Ya después de un par de horas jugando Marvel vs Capcom 3 (Capcom, 2011) y otro par en Wikipedia decidí que me agradaba Deadpool y que quería ver su película.


    Lo que sí debe elogiarse de la cinta es su campaña publicitaria que resultó muy atractiva y que hizo de ésta la primera película clasificación R en superar los 120 millones de dólares en taquilla en su fin de semana de estreno, siendo la película para adultos más taquillera desde Matrix: Revoluciones (Hnos. Wachowski, 2003). Por momentos pienso que la campaña fue mejor que la película en realidad... y la película no me pareció mala.


    ¿Qué pasaría si El mundo según Wayne (Spheeris, 1992) fuera una película de superhéroes? Deadpool pasaría. No sé qué opinen ustedes; pero con el montón de música vieja, el humor irreverente, la autoconsciencia de la película y el montón de rompimientos de la cuarta pared esta película me recordó montones a aquélla que lanzara a la fama a Mike Myers... y que se volvió completamente incomprensible después de 1998.


    La película cuenta la historia de Wade Wilson (Ryan Reynolds), un exmilitar venido a menos que ahora trabaja como matón a sueldo y que acaba de encontrar el amor con la sexy Vanessa (Morena Baccarin, a quien seguro recuerdan por su aparición en el remake de la serie V: Invasión extraterrestre [2009-2011]... jajajaja ¡Claro que no! Nadie la vio, por eso la cancelaron después de la segunda temporada). Por desgracia, Wade es diagnosticado con cáncer terminal por lo que acepta la proposición de una misteriosa organización supuestamente dedicada a fabricar superhéroes que le ofrece una cura. Lo que no le dicen es que en realidad se dedican a hacer superesclavos y que el proceso implica torturarlos para despertar sus genes mutantes. Dicho proceso vuelve a Wilson indestructible, pero también lo deja deforme por lo que, una vez que logra escapar del laboratorio y dándose cuenta de que no puede regresar al lado de Vanessa, busca vengarse de Áyax (nombre real Francis, interpretado por Ed Skrein) el hombre que lo creó.


    Esta historia es contada a través de flashbacks, narraciones en off y fastforwards, como para taparle un ojo al macho y que no se note tanto que en realidad el argumento peca de simple. Incluso para una cinta del género. Digo... sólo es la historia del origen de Deadpool y su venganza, y ya. Es como Conan, el bárbaro (Milius, 1982); pero sin música apoteósica y con casi una hora menos de duración. Y con actuaciones decentes.


    Y claro, al tono de El mundo según Wayne se le suma mucho humor negro, escenas de sangre y tripas a la RoboCop que tanto se extrañan, y muchos chistes políticamente incorrectos y francamente manchados que también se agradecen. ¿O de qué otro modo debí interpretar que cuando hablan de Al (Leslie Ugams), la anciana negra ciega que es roomie de Wade, suena una canción de Ray Charles?


    Ése es otro buen punto. La película está plagada de referencias a otras películas y series de televisión y me gusta ver eso en la pantalla. Desde referencias tan inmediatas como Alien 3 (Fincher, 1992), la famosa línea de RoboCop: El defensor del futuro (Verhoeven, 1987) “Dead or alive you’re coming with me” o que Wade tenga como posesión más preciada en el mundo una figura de acción del Deadpool de X-Men orígenes, hasta cosas más difíciles de rastrear como el chiste que hacen sobre Downton Abbey o sobre Mick Jagger. Me pregunto cómo será ver esta película doblada al español, porque muchos chistes son juegos de palabras y albures en inglés...


    Francamente no me pareció la octava maravilla que andan diciendo por ahí; pero sí me gustó bastante. Además, es una película muy refrescante en un mercado sobresaturado de cintas de superhéroes, la mayoría de ellas dirigidas al público familiar. Según parece, Fox se dio cuenta de que su Universo Marvel no puede competir contra el de Disney, por lo que en vez de dar batalla llevaron sus películas en una dirección completamente diferente.


    Se trata de una cinta muy disfrutable, la verdad es que yo me la pasé riéndome a carcajadas durante la hora y media que dura... aunque no creo reírme tanto si la veo una segunda vez. Y aunque me instalo en mi onda de decir que Deadpool viene a ser una cruza de El mundo según Wayne con Spawn (Dippé, 1997), creo que la mejor definición y/o recomendación que puedo dar de esta película sería la que me dio mi hermano: “así como la platicas suena como Ted (McFarlane, 2013) pero con superhéroes”.  Así es. La primera película mainstream de superhéroes para adultos es una que parece que la escribió un niño de secundaria. Y eso es su principal atractivo al mismo tiempo que su gran desventaja, sólo puedo decir que me gustó.



PARA LA TRIVIA: Desde el año 2000 Artisan Entertainment estuvo en tratos con Marvel para hacer una película basada en Deadpool; pero en 2004 el proyecto pasó a manos de New Line Cinema quienes lo sacaron a subasta en 2005. En 2009 Twentieth Century Fox atrajo el proyecto y, después de muchas pruebas y de darle vueltas al asunto, se dio cuenta de que la película sólo funcionaría dándole libertad casi absoluta a los escritores.
    

  

viernes, 12 de febrero de 2016

EL RENACIDO. Y el Óscar es para... ¡el oso!


EL RENACIDO
The Revenant

Alejandro González Iñárritu, 2015

Estoy convencido de que Leonardo DiCaprio es uno de los mejores actores de su generación. Del mismo modo, González Iñárritu demostró con Birdman (2014) que es un cineasta capaz y un buen director de actores ‒aunque planeaba hacer primero El renacido, pero la preproducción fue tan chincha que hizo Birdman mientras la terminaba. Los dos ya demostraron lo que debían y el hacer una película que pide a gritos que la Academia reconozca su trabajo cae bastante mal. Es como cuando Salma Hayek hizo Frida (Taymor, 2002) o como cuando Ron Howard hizo Apolo 13 (1995)... o El luchador (2005)... o Frost/Nixon: La entrevista del escándalo (2008)... ¿Qué onda con Ron Howard?
    La película narra la historia de Hugh Glass (Leonardo DiCaprio), un cazador peletero en la frontera americana-canadiense en la década de 1820 cuyo campamento es atacado por los indios arikara. Mientras él y sus compañeros huyen, Glass es atacado por un oso grizzly que lo deja malherido. Sus compañeros lo rescatan, pero ante la necesidad de huir de los indios y comprendiendo el lastre en que se ha convertido Glass, deciden dejarlo para que muera. Empero, Glass sobrevive y se da a la tarea de cazar a John Fitzgerald (Tom Hardy en u papel que originalmente le ofrecieron a Sean Penn), el maldito que lo dio por muerto, lo enterró vivo y asesinó a su hijo para que no hubiera testigos.


    No me malinterpreten. El renacido es una gran película. La manufactura no es impecable; pero sí muy buena. La dirección es sólida y la fotografía de Emmanuel “El Chivo” Lubezki, con una marcada inspiración de Gabriel Figueroa, es apabullante... excepto porque odio cuando usan cámara en mano para que las escenas de acción se vean como “de más acción”.
    Sin embargo, durante toda la peli pensé que estaba viendo una especie de reinterpretación de Cabeza de vaca (Echevarría, 1991), o una mezcla de Danza con lobos (Costner, 1990) con Apocalipsis ahora (Coppola, 1979)... aunque bien podría ser que simplemente todas las epopeyas son el Viaje del Héroe, en cuyo caso le ofrezco disculpas a Campbell y me callo.
    Otra cosa es que quizá la ambientación ayudó en gran medida; pero el soundtrack compuesto por el japonés Ryuichi Sakamoto, en su primera composición original para una película occidental desde 1998, me recordó muchísimo, sobre todo en el tercer acto de la peli, al de esa cinta prácticamente desconocida de los 90, Voraz (Bird, 1999).


    Ahora, cuando digo que la película la hicieron con receta, es porque básicamente incluyeron todos los clichés posibles que las películas incluyen para que les den Óscares; por ejemplo, los siguientes:
·         Está basada en (aunque más bien uno debería decir “inspirada” o “sugerida por”) una historia de la vida real.
·         Es una película de época y eso a la Academia le re-chifla.
·         Además, si esa época es parte de la historia de EE.UU., tanto mejor.
·         Como es una película histórica, se regodeará en un minucioso recreacionismo al cual se le irán sendos anacronismos que iremos notando hasta dentro de varios meses.
·         Narra la historia de un hombre, preferentemente con alguna discapacidad física o mental, que triunfa ante la adversidad.
·         Promueve algún tipo de racismo (indios, franceses ¿qué más da? Porque digo... ¿por qué en las películas los “nativos siempre se comen la carne cruda? Es como de peli de caníbales italiana).
·         El personaje principal representa un reto actoral... y si se trata de un personaje con alguna restricción motriz o de un actor guapo que deba actuar de feo, la Academia enloquece.
·         Es larga y lenta.
·         En realidad, el argumento es una fábula moralina.

Las actuaciones son muy buenas y es refrescante volver a ver una película donde la gente ‒y los animales‒ sangran cuando los hieren, contrario a la tendencia actual.


    Y hablando de animales, ¿qué onda con el oso? ¿Sólo a mí me pareció que se veía raro? ¿Alguien sabe cómo hicieron esta escena? ¿Se trata de un CGI y por eso se ve raro? ¿O se trata de un oso real que como ya estoy muy acostumbrado a que todo sea CGI se ve raro? ¡Ah, cómo extraño los animatrónicos! Con esos no había pierde... ¿O hicieron la escena con un animatrónico y como ya estoy muy acostumbrado a ver CGI por eso se me hizo raro?... ¿Ven? Ésos son los buenos efectos especiales, los que uno se pregunta cómo los hicieron. Bueno, no, la verdad es que sí se ve raro y me dejó con la duda.
    También la edición de pronto es extraña. Hay cortes duros y stablishments que me parecen redundantes. Supongo que muchos de ellos son para lucir la fotografía, que sí es muy buena.


    Y hablando de la fotografía, en la película hay varios rompimientos que me parecieron muy interesantes. Dejar que el vaho de los actores empañe la lenta de la cámara es una forma muy interesante de romper la cuarta pared y echar por tierra el “ilusionismo” de la película. Digo, como experimento me parece valioso, lo que no entiendo es en qué apoya al discurso; qué beneficio obtiene la narrativa de una película que cuidadosamente busca crear la ilusión de un lugar y una época determinados de que se rompa dicha ilusión. Casi parece como si el director y el fotógrafo hubieran hecho equipo contra el diseñador de producción ‒bueno, se sabe de la ríspida relación de González Iñárritu con Tom Hardy, quien de hecho intentó estrangularlo durante una discusión‒.
    La cinta misma termina con un rompimiento en el que hay que ser muy inocente ‒o poco malicioso, como se le quiera ver‒ para no pensar que Leo de verdad está suplicando un Oscar.
    Es una muy buena película, que se disfruta de principio a fin y que logra absorber al público en lo que sucede en pantalla... para expulsarlo de vez en cuando con rompimientos. Una experiencia disfrutable excepto por lo que mencioné al principio: es molesto el que no pueda uno sacudirse el pensamiento de “esta película la hicieron para ganar Óscares”.


    Además, está el cambio de lo que parecía ser Danza con lobos o Cabeza de Vaca y que en el tercer acto se convierte en El vengador anónimo con un final francamente anticlimático en el que se expone la moraleja de la historia un poco a fuerzas, aunque de modo elegante. Creo que esta cinta es de ésas en las que cada elemento por separado supera a la suma de las partes.
    Por cierto… Si estaban cocinando el corazón del caballo en una fogata y el tipo agarró el corazón recién salido del fuego con las manos desnudas ¿no se hubiera quemado? Digo, yo me cuido hasta de cómo agarro una tortilla que acabo de calentar en un comal y este cuate...



PARA LA TRIVIA: La película fue filmada enteramente con luz natural ‒excepto por la escena dela fogata… y si la filmaron así en aras del realismo, entonces apoya mi crítica sobre la lente empañada de la cámara‒ y, al tener sólo tres horas de filmación por día, la producción se alargó por 80 días ‒en promedio, la filmación de la mayoría de las películas dura entre 30 y 45 días‒. Por no mencionar que el clima en la locación canadiense fue más cálido de lo que se esperaba, por lo que la filmación debió trasladarse a Argentina para concluir el rodaje. Ya que la película se tardó mucho más en su realización de lo que se había planeado y por lo tanto, se salió de presupuesto, comenzó a correr el rumor de que el director había perdido el control del proyecto.





miércoles, 3 de febrero de 2016

LEYENDA URBANA. O "Scooby Doo y así se hacen los chismes"


LEYENDA URBANA
Urban Legend

Jamie Blanks, 1998

Para la segunda mitad de los 90, el subgénero slasher[1] tuvo un muy marcado repunte. Esto debido enormemente a la influencia de la obra del maestro Wes Craven Scream: Grita antes de morir (1996), que rendía homenaje a la vez que satirizaba las películas slasher de los 70 y 80. El legado de Scream… se extendió como la varicela en un jardín de niños y engendró películas similares de diversas calidades. Entre esta nutrida legión llama la atención la cinta de la que hablaré en esta ocasión: Leyenda urbana.
    Seguro todos hemos escuchado una leyenda urbana alguna vez. ¿No? ¿No escucharon de ese niño que logró dar una vuelta de 360° en el columpio? ¿Y qué hay de ese circo que se ponía antes en el terreno donde ahora está su escuela? Bueno, pero seguro conocen a alguien que conoce a alguien a quien le sirvieron una hamburguesa de rata en Burger King/McDonald’s/KFC... ¿No? ¿De verdad? ¡Vamos! Les apuesto a que en su vecindario o unidad habitacional hay una casa que todos saben que en realidad es un burdel, aunque a nadie le conste. Bueno, ya. Supongo que no creen en ese tipo de patrañas, como que hay gente desalmada que pone navajas de rasurar entre los dulces que regala a los niños en Halloween, ¿verdad? ¿Y qué tal los que ponen hojas de afeitar en los pasamanos de los juegos infantiles en el parque?


    Éstas son leyendas urbanas. Rumores llevados al plano casi mitológico que se encuentran profundamente arraigados en la cultura popular y que, con mayor o menor grado de verdad, suelen tener algún subtexto precautorio o moralizante y cuya autenticidad jamás puede verificarse pues siempre le pasan al amigo de un amigo.
    Pues así como Scream… es un tributo a los slasher films, Leyenda urbana lo es ‒lo juro, me lo contó el primo de un amigo‒ a las leyendas urbanas.
    La peli narra la historia de Natalie (la hermosa Alicia Witt, cuya carrera por alguna extraña razón nunca acabó de repuntar), una estudiante en la prestigiosa Universidad Pendleton en la que los alumnos comienzan a ser asesinados brutalmente. El asesino trata de recrear leyendas urbanas populares entre los jóvenes y parece estar ligado a una leyenda urbana nacida precisamente en Pendleton veinticinco años atrás. Los cadáveres se acumulan y Natalie corre una carrera contra el tiempo para descubrir al asesino ¿Será el profesor de folklore que solía estudiar en la Universidad (nuestro querido Robert Englund, o Freddy Krueger pa' los cuates)? ¿O el estudiante de periodismo cuya ambición parece sobrepasar los escrúpulos (Jared Leto)? ¿O será que el culpable no es otro sino el decano Adams (John Neville, a quien quizá recuerden como el líder del Sindicato en Los expedientes X: Combate al futuro [Bowman, 1998])? Será mejor que Natalie detenga al asesino antes de que la escuela se quede sin plantilla estudiantil y de que ella protagonice su propia leyenda urbana.


    En general se trata de una película entretenida y divertida que prácticamente calca la fórmula de Scream... supongo que por eso es tan eficiente. Del mismo modo que la obra de Wes Craven, Leyenda urbana juega al whodunit[2] retando al espectador a que descubra al asesino antes de que sea revelado, en una dinámica completamente heredada del cine giallo[3].
    Si Scream… jugaba con los clichés de las películas clásicas de slashers, esta cinta nos pone a adivinar ¿De qué leyenda urbana se trata? Y es un juego divertido que retoma varios clásicos, como el maniático con un hacha escondido en el asiento trasero del auto, o el asesino que llama por teléfono a la niñera sola desde el desván de la casa ‒si recuerdan, esta leyenda urbana ya había inspirado la película Residencia macabra, clásico slasher (Clark, 1974) setentero‒, o una interpretación más o menos libre de Bloody Mary.


    Además, si bien en los 90 hubo un resurgimiento del slasher, los slashers noventeros engendraron su propia colección de clichés. Por ejemplo, el elenco conformado por jóvenes y bellos talentos como Michael Rosenbaum o Tara Reid antes de su cirugía plástica desastrosa y no olvidemos a nuestra 90’s sweetheart, Rebecca Gayheart (a quien quizá recuerden por Juegos peligrosos (Stein, 1999)... o quizá no, nunca fue una película muy popular), o la escena en la que cualquier personaje canta muy emocionado mientras conduce su automóvil
    Asimismo, hay apariciones de actores icónicos del cine de horror de los 70 y 80 interpretando personajes secundarios, como el mencionado Englund, Brad Dourif (a quien quizá recuerden por su papel de Grimma Wormtongue en El Señor de los Anillos: Las dos torres (Jackson, 2002), aunque ascendió al Olimpo del cine de horror por ser la voz de Chucky, el muñeco diabólico) o la bella Danielle Harris (veterana de la saga Halloween).


    Parte esencial de un buen slasher es, por supuesto, la tradición del asesino enmascarado iniciada por Leatherface en La masacre de Texas (Hooper, 1973) y que fue seguida con fervor por películas como Halloween (Carpenter, 1978), El tren del terror (Spottiswoode, 1980) o Sangriento San Valentín (Mihalka, 1981). En el caso de Leyenda urbana, el homicida se siente un tanto falto de inspiración con su chamarra encapuchada y googles para esquiar. Como una versión sin personalidad del asesino de Sé lo que hicieron el verano pasado (Gillespie, 1997).
    Y por supuesto, ¿qué película slasher se jacta de serlo sin una secuencia de una chica pechugona corriendo en camiseta/escote? En este caso ese honor le corresponde a la Reid.   
    Y ahora, quisiera hacer un comentario sobre el contexto de la película. No me cansaré de decir que las películas de horror son termómetros sociales muy confiables. De tal suerte, ¿notan que la mayoría de los slasher de los 90 se desarrollan en escuelas? ‒H20: Halloween20 años después (Miner, 1998) me viene a la mente‒. Los chicos de aquella época estaban aterrados de ir a la escuela. Y no me refiero al miedo que nos da la escuela a todos en algún momento u otro de la vida; sino a miedo de verdad. Y es que en aquella época se dio mucha difusión a un problema que llevaba tiempo cocinándose: los tiroteos en escuelas. Quiero decir, finalmente, estamos hablando de la década que culminó con la Masacre de Columbine.


    En un sentido más profundo, esta película, al igual que la ya mencionada Scream o su cinta hermana Sé lo que hicieron el verano pasado, hablan de un miedo mucho más universal: El miedo a la Universidad. Seamos honestos, ¿quién durmió la víspera antes de su primer día en la Facultad? Además, con esas universidades pijas que aún mantienen el sistema de internado y que tan populares son en las películas estadounidenses, me imagino que la experiencia debe ser bastante más aterradora.
    En conclusión, ésta es una película divertida y sin mayores pretensiones que lo mantiene a uno bastante entretenido durante una hora y cuarenta minutos. Los asesinatos son más o menos ingeniosos y con escenas bien logradas, y la dinámica de Scooby Doo que siguen la mayoría de las películas de la época fluye de manera orgánica. Digo, sí es bastante malita ‒y no me hagan hablar de la secuencia en la que el “cadáver” del personaje de Harris parpadea‒; pero entretiene.


    La popularidad de la cinta fue suficiente como para engendrar dos secuelas Leyenda urbana 2 (Urban Legends: Final Cut [Ottman, 2000]) y Leyenda urbana 3 (Urban Legends: Bloody Mary [Lambert, 2005]) que más drásticamente que poco a poco, disminuyen su calidad y se alejan del concepto original de la primera. Creo que un poco la idea detrás de las secuelas era similar a la que tenía John Carpenter para la saga de Halloween: que cada peli fuera una historia independiente que girara en torno a una leyenda urbana... sólo que a nadie pareció importarle.
    A modo de cierre: Las actuaciones son mediocres en general ‒Gayheart raya en la caricatura en la escena climática de la cinta‒ y quizá la mayor desventaja de esta película es que, cuando se la compara con otras producciones como las que mencioné arriba, resulta bastante inferior e incluso a uno le dan ganas de dejar esta película y ver las otras y... ¿Saben qué? ¡Al demonio! Voy a ver Scream




PARA LA TRIVIA: No es casualidad que Alicia Witt, una actriz mayormente de televisión (aunque era la hija de Cybill Shepherd en su sitcom y cuando niña interpretó a Alia en la desafortunada Dunas [1984] de David Lynch), terminara con el rol protagónico de esta película. El papel fue ofrecido a prácticamente todas las actrices juveniles populares del momento, quienes lo rechazaron por una u otra razón. Así, una vez que Sarah Michelle Gellar, Reese Whiterspoon y Melissa Joan Hart se negaron a interpretar a Natalie, el personaje le fue ofrecido a Witt.
PARA LA TRIVIA GEEK: Danielle Harris y Brad Dourif volverían a compartir créditos, esta vez como padre e hija, en las Halloween de Rob Zombie.
EL SPOILER: En realidad, la identidad del asesino se revela varias veces a lo largo de la película si uno se fija en los apellidos de los personajes o si sabe latín.






[1] Término con el que se denomina a las películas de asesinos psicópatas, generalmente enmascarados, que matan a sus víctimas de formas brutales y creativas.
[2] “¿Quién lo hizo?” En inglés. Se refiere a las obras en las que el chiste es descubrir al asesino.
[3] Subgénero del cine de horror que mezcla el thriller detectivesco con elementos del horror. Se produjo principalmente en Italia con exponentes como Mario Bava o Dario Argento.