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viernes, 28 de junio de 2013

INDIANA JONES Y LA ÚLTIMA CRUZADA. La aventura de los doctores Jones y el regreso de los Nazis ocultistas.


INDIANA JONES Y LA ÚLTIMA CRUZADA
Indiana Jones and the Last Crusade

Steven Spielberg, 1989

La última entrega de la trilogía original de Indiana Jones retomó muchos elementos, personajes y situaciones de la primera parte, y casi ignoró completamente la segunda. El guión es más complejo y logra una mezcla de acción, aventura y comedia casi tan equilibrada como la de la primera parte. También tiene un cierto sabor como a película de James Bond, influido por la incorporación al elenco de Sean Connery (incluso Allison Doody, quien interpreta a la Dra. Schneider, debutó como Chica Bond en 007: En la mira de los asesinos [Glen, 1985]) pues, como chiste local, Spielberg siempre se refirió al agente secreto británico como el padre de Indiana Jones.
    En 1938, Indiana Jones (Harrison Ford) es contactado por el multimillonario Walter Donovan (Julian Glover) para colaborar en una expedición que pretende encontrar el Santo Grial. Jones se rehúsa hasta enterarse de que el anterior líder de la expedición, capturado por los Nazis, no es otro sino su propio padre, el Dr. Henry Jones (Sean Connery). Así, con la ayuda de viejos aliados como Marcus Brody (Denholm Eliott) y Sallah (John Rhys-Davies), y de algunos nuevos como la bella Dra. Elsa Schneider (Allison Doody) —¡Ah, cómo hay gente con posgrados en esta película!— Jones se embarcará en una nueva aventura que lo llevará desde las soleadas calles de Venecia hasta la desértica Tierra Santa, pasando por el Festival de la Cultura Aria en Berlín.
    Los primeros quince minutos de película, los realizadores quisieron hacer una especie de retrospectiva, mostrando a Indiana Jones (en estas secuencias interpretado por el prematuramente fallecido River Phoenix, hermano mayor de Joaquin Phoenix) cuando era un adolescente miembro de los Boy Scouts. La escenita es simpática, eso que ni qué, tanto como que dio pie a la creación de una serie de televisión (Las aventuras del joven Indiana Jones [1992]) de corto tiempo de vida. Esta especie de prólogo es bastante entretenido, sobre todo si se deja la verosimilitud completamente de lado… pero qué más da, si ya lo hicimos con las dos películas anteriores, ¿qué no?

    Además, se dan explicaciones innecesarias como cómo fue que Indiana aprendió a usar el látigo, cómo se hizo la cicatriz de la barbilla, de dónde desarrolló su fobia hacia las serpientes, o cómo consiguió su legendario sombrero… ¡Y todo eso en quince minutos!
    El gancho para vender esta película al público fue la aparición de Sean Connery como el papá de Indiana Jones, y en ese sentido la peli cumple. De hecho, ambos actores tienen muy buena química en pantalla y es muy divertido ver las situaciones chuscas y embarazosas en las que el atolondrado profesor de Literatura Medieval mete a su hijo, quien ahora además de los enemigos y obstáculos del camino, deberá lidiar con su padre, emocionalmente distante y más afecto a las bibliotecas que a las aventuras.
    A diferencia de la peli anterior, el sentido del humor es más mesurado y mucho más puntual y básicamente se apoya en el timing entre Ford y Connery, más que en las situaciones. Supongo que quien escribió la película reparó en la necesidad de crearle algún impedimento tipo kriptonita a Jones y lo encontró en su padre, quien suele estorbar más que ayudar. Así pues, la vis comica de esta cinta resulta mucho más afortunada que la de su predecesora.

    Algunas escenas cómicas resultan muy divertidas. Sólo por citar algunas, puedo recordar cuando Indiana y su padre son prisioneros dentro de un castillo austriaco y cómo la torpeza de Henry resulta en el incendio de toda una sala, o la escena en la que los Nazis destruyen el automóvil que el cuñado de Sallah le había prestado. Y, sin duda una de mis favoritas, el encuentro cara a cara entre Indy y Adolf Hitler… no tiene precio.  
    El argumento de esta cinta es bastante más complejo que el de las anteriores, pues hay muchas vueltas de tuerca, muchos cambios de lealtades y muchos partidos oponiéndose a la búsqueda de los Jones.
    Aprendiendo de sus errores de la segunda entrega, la tercera sí fue muy cuidada en cuanto a los detalles y tanto los efectos especiales como las escenas de acción están a la altura de la primera cinta. En esta entrega de la saga, tanto escenarios como vestuarios y utilería se ven mucho más auténticos (de hecho, la mayoría de los uniformes utilizados por los Nazis en la cinta eran verdaderos uniformes Nazis de la Segunda Guerra Mundial), desde la recreación de un zeppelín alemán hasta la genial pelea entre Jones y el sádico coronel Vogel (interpretado por Michael Byrne, otro británico…) a bordo de un tanque blindado.

    En cuanto a los efectos especiales, éstos están mucho mejor hechos que en la segunda cinta y llegan incluso a compararse con los de la primera. También es interesante notar que Willow (Howard, 1989) y esta película fueron las primeras en las que Industrial Light & Magic, la compañía de efectos especiales de George Lucas, utilizaría imágenes completamente generadas por computadora. En esta cinta específicamente se utilizó CGI en la escena del “salto de fe”, cuando Jones tiene que caminar sobre lo que parece ser aire a través de un puente oculto por la perspectiva de la cámara.
    También me parece que las escenas de acción y los stunts en esta cinta son los mejores de toda la saga, además de que, influidas como ya lo dije anteriormente por James Bond y por la saga de Star Wars, son bastante más complejas y dinámicas que en las cintas anteriores de Indiana Jones. La escena de la persecución de motocicletas en la frontera austro-alemana es sensacional.
    Esta película resulta un buen cierre de trilogía. Conecta el hilo conductor de la historia con la primera cinta y le da a la saga redondez y conclusión. En general las tres películas me han resultado siempre bastante agradables, las tres tienen sus altibajos; pero en términos generales mantienen un nivel de calidad que las convierte en un epítome del género de aventuras. Creo que la única saga actual que podría comparárseles serían las películas de Piratas del Caribe (2003-2011), aunque su impacto cultural ha sido mucho menor.

    El mismo Steven Spielberg declaró en una ocasión que hizo esta película por dos razones: Pro principio de cuentas, quería redimirse después de las duras críticas que recibió la segunda parte. En segunda instancia, la hizo para cumplir con el compromiso que ya había establecido de antemano con Lucas de que Indiana Jones seria una trilogía. A pesar de todo, Spielberg también ha admitido que esta tercera entrega es su película favorita de la trilogía y tanto la crítica como la fanaticada concuerdan con él, considerándola la mejor cinta de la saga.
    Lo único que podría arruinar esta trilogía sería una innecesaria cuarta parte…

PARA LA TRIVIA: La idea original de George Lucas para esta cinta era situarla en una mansión victoriana embrujada. Sin embargo, en las primeras reuniones para la preproducción, Steven Spielberg disuadió a Lucas de esta popuesta, pues en ese entonces acababa de escribir Juegos diabólicos (Hooper, 1982) y no quería hacer algo similar.

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