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martes, 30 de diciembre de 2014

SOMOS LO QUE HAY. Porque cuando hay, hay y cuando no hay, pues no hay; pero aquí no sé si sí hay o de plano no hay... Y ahi'stá el detalle, chato.


SOMOS LO QUE HAY

Jorge Michel Grau, 2010

El cine nacional siempre ha tenido problemas con las películas de género. La razón es un misterio que ha parido un montón de temas de tesis de sendos campos de estudio, desde el cine mismo hasta la antropología. Quizá sea nuestra manía de querer meter a la fuerza nuestros temas nacionales en moldes extranjeros, o la egomanía de nuestros actores que se empeñan en representarse a ellos mismos en pantalla una y otra vez, o tal vez tenga que ver con las mafias sindicales y políticas que, a través del nepotismo y la burocracia, no permiten que se produzca cine de calidad en nuestro país.
    Sea como fuere, la cosa es que nuestras películas de acción nunca evolucionaron después del videohome, nuestras cintas de horror y ciencia ficción parecen comedias y nuestras comedias, cine porno. Mas si un género hemos logrado dominar, y es el que más reconocimientos nos ha dado a nivel nacional e internacional —reconocimiento que no popularidad, ésa nos la ganamos con las películas de Santo, el enmascarado de plata—, es el melodrama disfrazado de drama costumbrista… una especie de creatura de Frankenstein con el cuerpo de Anton Chekhov y el cerebro de Alejandro Casona.
    Por fortuna, a final de cuentas nada de esto tiene importancia porque el público mexicano casi no consume cine mexicano de todos modos. Y como diría Cleto “lo cual hace de todo esto un ejercicio inútil”.


    Así pues, esta película que pasó casi desapercibida por la cartelera de nuestro país gozó de un éxito considerable en el circuito internacional y de festivales; lo suficiente como para que se hiciera un remake en inglés titulado We Are What We Are (Mickle, 2013), que no es muy bueno, pero tampoco particularmente malo.
    Somos lo que hay narra la historia de una familia disfuncional y de bajos recursos de la Ciudad de México. Cuando el padre (Humberto Yáñez), un relojero de poca monta, muere de manera súbita en un centro comercial, deja desamparados a sus tres hijos: Alfredo (Francisco Barreiro), Julián (Alan Chávez) y Sabina (Paulina Gaitán), y a su esposa (Carmen Beato). La familia se desmorona y el negocio se viene abajo, la única solución parece ser apegarse a sus creencias y perpetuar el ritual que durante años han llevado a cabo: Secuestrar niños de la calle para comerlos. Ahora, Alfredo, el primogénito, deberá probar si tiene lo que se necesita para dirigir a la familia.


    Rigoberto Castañeda, el director de la renombrada Km 31: Kilómetro 31 (2006) —para bien o para mal, el máximo referente de cine fantástico y de terror en el México contemporáneo—, dice sobre Somos lo que hay que “En treinta años hablaremos de Grau, como hoy hablamos de Taboada o de López-Moctezuma.”[1]
    Es cierto. La película de Grau tiene el terror atmosférico de Taboada, aunque sin llegar a la genialidad de éste que bien podría denominarse un “gótico mexicano”, y lo kitsch de López-Moctezuma. Pero, por alguna razón, la cosa no termina de cuajar.
    Quizá sea el querer meter todos esos elementos en la ya mencionada fórmula del melodrama costumbrista; en el cual, debo admitirlo, la película tiene su mayor fuerza. Es muy interesante cómo se va contando la historia de esta familia durante la primera mitad de la cinta. El terror es muy sutil gracias al tono meticulosamente cuidado con el que se va examinando la psicología de los personajes y su cotidianeidad que, para cualquier otro, resulta extraordinaria y horrorosa.


     Por desgracia, todo lo que se construyó durante la primera mitad se desmorona rápidamente en la segunda. ¿Análisis de personajes? ¡Al demonio! Mejor que los tres hermanos se la pasen peleando todo el tiempo y que haya un personaje que sea homosexual no asumido... aunque no aporte realmente nada a la historia. ¿Tono parco y sobrio? ¡Nah! Mejor que haya una escena de balazos que, además, se ve medio piñata. Y al final ¿qué tal si metemos un epílogo completamente innecesario que, además, le da en la torre a toda la película?
    Según parece, éstas fueron las temerarias decisiones que tomaron los realizadores de la película… y con las que fracasaron miserablemente.
    La primera parte no es mala y, lo que es más, es intrigante y cautivadora, y sí le provoca a uno el suficiente suspenso como para querer saber qué va a pasar a continuación y seguir viendo la película. Por desgracia, desde la escena en el Metro Insurgentes (y he de admitir que siento debilidad por las películas cuyas locaciones reconozco a golpe de vista) hasta el final toda la cinta va cuesta abajo.


    En lo que sí se luce esta peli es en el fan service. Hay montones de referencias a películas de horror, siendo particularmente interesantes las que se hacen a La noche de los muertos vivientes (Romero, 1968), La masacre de Texas (Hooper, 1974) y Pesadilla en la calledel Infierno (Craven, 1984).
    Sin embargo, la que se lleva las palmas es la escena de la funeraria que es una calca de la escena de la funeraria en la seminal Cronos (Del Toro, 1992). Incluso Juan Carlos Colombo y Daniel Jiménez Cacho repitieron los papeles que hicieran hace ya más de veinte años en la ópera prima del director de Titanes del Pacífico (2013).
    Otros apartados en los que la película sale muy bien librada son los técnicos. La fotografía es excelente, usando claroscuros y tonos deslavados que realmente logran crear una atmósfera de escasez y pobreza.
    Asimismo, la música, que hace muchos guiños a la compuesta por Bernard Hermann para Psicosis (Hitchcock, 1960), es altamente efectiva y apoya a la narrativa de la película produciendo un efecto bastante perturbador en el espectador.


    El guión resulta accidentado… Como una autopista de lujo con baches. Me refiero a que las escenas en general están bien escritas y los diálogos, si bien se sienten un poco anquilosados por momentos, son eficientes y llegan en algunos puntos a la genialidad. Pero la argamasa que debe mantener unido todo el texto es aguada y tiene sendos huecos que hacen parecer que los elementos presentados hacia el final de la cinta son gratuitos.
    Y habrá quien no lo necesite, pero yo sí me quedé con ganas de que me explicaran por qué esta familia practicaba el canibalismo. Digo, si sólo lo hacían por comer carne en medio de la miseria en que vivían ¿Por qué lo convirtieron en un rito tan trascendente que regía sus vidas? O, si por el contrario, lo hacían por motivos religiosos ¿Por qué no se muestran otros elementos del rito? No es como en La masacre de Texas u Holocausto caníbal (Deodato, 1980) donde, a pesar de que no hay una explicación formal de las causas que llevaron a las comunidades mostradas en pantalla a cometer la antropofagia, ésta más o menos se explica a sí misma. 
    Será cuestión de gustos o mi esnobismo, pero odio la que, según parece, es el mayor descubrimiento del cine nacional después del desnudo: La escena de los tacos. De unas décadas para acá, parece que para que una película mexicana pueda certificarse necesariamente debe haber una escena en un puesto de tacos o taquería. Digo, ya sé que la película la hicieron en México, no hace falta que la autentifiquen; parece como si quien filma la película sintiera que no tendrá la aceptación del público nacional si no presenta dicha escena que “retrate la idiosincrasia nacional”.


    A final de cuentas, se trata de una película de terror diferente que sí logra ser perturbadora e inquietante. No sólo por el tema y la anécdota que narra, sino por el retrato que logra hacer de las instituciones mexicanas, llámense Familia o Policía. Sin embargo, produce un resultado bastante disparejo. La atmósfera y el tono magistralmente alcanzados al principio se vienen para abajo con una resolución inverosímil y un montón de elementos que, entre que parecen sacados de la manga y entre que no van con el tono de la cinta, le dan al traste a todo el numerito que pretendía ser una tragedia clásica.



[1] Lo tomé de la contraportada del DVD en región 4, ellos no especifican su fuente.


martes, 23 de diciembre de 2014

UNA NAVIDAD DE MIEDO. Especial de Navidad 2014.


 UNA NAVIDAD DE MIEDO

La época navideña es una para disfrutar con la familia, para celebrar los logros que hemos alcanzado durante un año más de vida y para expresar a nuestros seres queridos lo que sentimos por ellos... ¡Mentira! La Navidad es una época de consumismo insensato, de compromisos adquiridos y de prisas. No es de extrañar que la tasa de suicidios se incremente de manera exponencial en estas fechas.
    Sea como fuere, algo que sí podría llevar a uno a la locura es la tradición de repetir los mismos filmes navideños año tras año. Mi pobre angelito (Columbus, 1990) y Mi pobre angelito 2: Perdido en Nueva York (Columbus, 1992), El regalo prometido (“Turboman”, pa’ los cuates; Levant, 1996), el remake de Milagro en la calle 34 (Mayfield, 1994), Santa Cláusula (Pasquin, 1994) o la mexicana e involuntariamente surreal Santa Claus (Cardona, 1959) conforman el repertorio que cada año las televisoras nos recetan para acompañar los festejos decembrinos.  
    ¡Pero no más! En la tradición iniciada por Halloween (Carpetner, 1979), prácticamente todos los días festivos tienen una película de horror inspirada en ellos y la Navidad no podía ser la excepción. Así pues, para ampliar el repertorio de películas navideñas más allá de las versiones dobladas —el doblaje es bueno, pero pues no es lo mismo— de El extraño mundo de Jack y De cómo el Odeón (así llamaron en México al Grinch) se robó la Navidad (Jones y Washman), propongo tres películas de horror ambientadas en la época navideña... Bueno, la tercera sí la llegan a pasar por estas fechas, pero no tanto.
  

1.- RESIDENCIA MACABRA
Black Christmas, Bob Clark, 1974

Existe un debate sobre si fue esta película la iniciadora del género slasher propiamente dicho o si ese logro debe atribuírsele a la mencionada cinta de John Carpenter. Personalmente puedo decir que si bien en esta cinta ya hay elementos de dicho subgénero, la verdad es que se trata más de una historia de suspenso que de una de horror, y está más bien influida por el cine giallo de Mario Bava y Dario Argento.
    Empero, algo que llama mucho la atención de esta película es la ausencia casi absoluta de las estilizadas escenas sangrientas que caracterizaron al horror italiano de los sesenta y setenta o que potencializaron la creatividad de los realizadores del slasher ochentero. En Residencia macabra hay un par de escenas de asesinatos, pero son las menos y son bastante tibias en comparación con las de cintas como La masacre deTexas (Hooper, 1974). El terror en esta película nace de las llamadas telefónicas del asesino que nosotros sabemos dónde está, pero sus víctimas no.


    La historia de esta cinta es la de la fraternidad femenil Pi Kappa Sigma, cuya casa se encuentra en las afueras del pueblo universitario de Bedford. Las guapas chicas de la fraternidad, bajo el cuidado de la alcohólica señora Mac (Marian Waldman), se preparan para las fiestas navideñas cuando empiezan a recibir llamadas telefónicas obscenas de un desequilibrado mental, quien amenaza con violarlas y matarlas. Cercana la Noche Buena, el maniático se introduce en el ático de la casa de la fraternidad, desde donde irá cazando a sus víctimas una por una.
    Como lo he señalado en artículos anteriores, las películas de horror y terror suelen ser, particularmente cuando se les ve a la distancia, un interesante indicador de los miedos que acechaban a la gente en su época. No por nada las cintas de finales de los sesenta y principios de los setenta ubican la génesis de su terror en las comunas, los hippies y el amor libre —gracias, Familia Manson—.


    En el caso de Residencia macabra hay una marcada intención moralista hacia los jóvenes universitarios que se separan de sus familias burguesas para ser tentados por la depravación y la inmoralidad de la vida en una fraternidad. A este respecto llama la atención el personaje de Barb, interpretado por la posterior Lois Lane, Margot Kidder, quien manifiesta de manera libre su sexualidad y durante toda la película parece estar ebria o drogada. Asimismo, tenemos a la señora Mac, quien es una especie de tía dulce y bonachona enfrente de las muchachas, pero que tiene licor escondido por toda la casa porque en realidad no soporta ser la niñera de este montón de chicas rebeldes.
    La protagonista, la bella Jess (la otrora Julieta Capuleto, Olivia Hussey), es también un personaje con un trasfondo social interesante que además sí aportará mucho al posterior debate sobre si el cine slasher cosifica a la mujer o la empodera —para los fijados que le dan más importancia a esas cosas, claro está—. SPOILER Jess descubre que está embarazada de su novio y deberá escoger entre su brillante futuro o un matrimonio para conservar el contrato social TERMINA SPOILER, lo que, a la postre, tirará una de las principales líneas argumentales de la película.   


    A pesar de que toda la película avanza bastante bien, el enfrentamiento final entre Jess y el asesino me parece anticlimático y, por si eso fuera poco, el epílogo es poco satisfactorio. Aun con estos tropezones, la película se deja ver y se disfruta.
    Por cierto, esta cinta tuvo un remake infumable en 2006, protagonizado por la bella Michelle “Llevo-veinte-años-de-carrera-sin-que-el-público-me-note” Trachtenberg. 

  
PARA LA TRIVIA: Como pasa con frecuencia con este tipo de películas, a Residencia macabra le fue bastante mal en la taquilla y fue destrozada por los críticos al momento de su estreno. Fueron sus transmisiones por TV y su popularidad en los videoclubes las que permitieron que la cinta fuera reevaluada y elevada al estatus de clásico a lo largo de décadas posteriores.



 2.- NOCHE DE PAZ, NOCHE DE HORROR (T. del A.)
Silent Night, Deadly Night, Charles E. Sellier, Jr., 1984
O, como me gusta llamarle, El Santoclós asesino.

Aunque esta cinta es básicamente un plagio de la obra maestra de John Carpenter sólo que con Navidad en vez de la Noche de Brujas, tiene lo suyo. Y resulta ser lo suficientemente entretenida como para merecer un visionado que no sea demasiado juicioso, particularmente en la Edición Sin Censura. Además, hay un asesino serial disfrazado de Santa Claus… Y bueno, ya, si de plano esos argumentos no bastan para verla, hay un par de escenas de desnudos bastante cumplidoras.
    La historia va así: El pequeño Billy (Jonathan Best) y su familia fueron a visitar a su abuelo (Will Hare) en el asilo por la Noche Buena. Sólo que el abuelo de Billy está senil y prácticamente en estado catatónico y sólo despierta unos minutos, cuando está solo con el niño, para revelarle la verdad acerca de Santa Claus: Que trae juguetes a los niños buenos, pero también castiga a los malos.


    De regreso por la carretera, un delincuente disfrazado de Santa Claus asesina a los padres de Billy justo frente a sus ojos. Billy es llevado a un orfanato donde crece sufriendo los brutales castigos de la Madre Superiora (Lilyan Chauvin) hasta que es un guapo y fornido muchacho.
    La Madre Superiora le consigue a Billy (ya de adulto interpretado por Robert Brian Wilson) un empleo en una juguetería y, por azares del destino, éste termina disfrazándose de Santa Claus para la Noche Buena. Pero la animadversión que siente por el gordinflón vestido de rojo, y la retorcida conciencia del bien y el mal que le fue inculcada despertarán en Billy el deseo de —sí, adivinaron— salir en Noche Buena armado con un hacha a castigar a los chicos que se porten mal.


    ¿Qué les pareció esta tierna historia navideña, amiguitos? ¡Bah! Ya les había dicho que es un plagio de Halloween. Incluso hay un personaje, el de la hermana Margaret (Gilmer McCormick), quien conoció a Billy desde pequeño y ha tratado de ayudarlo a adaptarse a la sociedad y que, cuando Billy empieza con su masacre, acompaña a la policía y les explica los poderes y la historia del origen del maniático al más puro estilo del Dr. Sam Loomis.
    A pesar de las actuaciones más bien malonas y el ínfimo presupuesto de esta película, la verdad es que se deja ver. Es divertida y cumple con la cuota de las películas slasher de los ochenta: Escenas de asesinatos creativas. Mis favoritas son la de la chica empalada en las astas de un ciervo disecado y la del chavo decapitado en un tobogán de nieve.
    Además, hay una escena muy bonita (o algo así) que es una especie de parodia de De cómo el Odeón se robó la Navidad entre Billy y una niñita.


    Aunque Ud. No lo crea, esta película generó cuatro secuelas: Silent Night, Deadly Night Part 2 (Harry, 1987), que está armada con footage de la primera parte y como la mitad de footage original en el que el hermano menor de Billy, Ricky (Eric Freeman, uno de los peores actores que he tenido la desgracia de ver), enloquece igual que él; Silent Night Deadly Night III: Better Watch Out! (Hellman, 1989), en la que el cadáver de Ricky (ahora interpretado por la estrella de La masacre de Texas 2 [Hooper, 1986], Bill Moseley) es resucitado onda Frankenstein para continuar con su matanza; Initiation: Silent Night Deadly Night 4 (dirigida por el legendario Brian Yuzna, 1990), en la que una reportera investiga a un culto satánico que planea ofrecerla en sacrificio en Noche Buena y Silent Night Deadly Night V: The Toy Maker (Kitrosser, 1991), que es uh plagio de El juguetero del Diablo (Schmoeller, 1989), en el que un juguetero artesanal y su hijo fabrican juguetes asesinos para matar a los niños en Navidad —o sea, no sólo plagiaron El juguetero…, sino también Halloween III: El imperio de las brujas (Wallace, 1982)—.


    Lo impresionante no es que las últimas dos entregas de la saga sólo hayan aparecido en video, sino que haya habido cinco películas cuando la segunda ya era insoportable.

PARA LA TRIVIA: La película se estreno el mismo fin de semana que Pesadilla en la calle del Infierno (Craven, 1984) y, de hecho, la superó en ganancias en taquilla. El plan era que Noche de paz… estuviera en cartelera por tiempo limitado en algunos cines y que después se reestrenara de forma masiva en la Navidad de 1984; sin embargo, muchos padres alarmados con una película que mostraba a Santa Claus como un asesino en serie armaron una campaña contra la cinta, que finalmente logró que se retirara de las salas de proyección dos semanas después de su estreno.



3.- GREMLINS
Joe Dante, 1984

¿Qué pasa cuando juntas al director de Piraña (Dante, 1978) con el productor de Juegos diabólicos (Hooper, 1982) con el artista de efectos especiales de Verdugo de dragones (Robbins, 1981) y La mosca (Cronenberg, 1982)? Pues creas una película clásica, tan única en su estilo y en su tono que prácticamente inauguró un subgénero —¿O qué? ¿Ya olvidaron a los Critters (Herek, 1986)? ¿Y qué me dicen de Los Ghoulies (Bercovici, 1984)? ¿Y Troll: Criatura del mal (Buechler, 1986)?... Vaya, creo que debo hablar de todas esas películas después—; por no decir que, además, se ha convertido en un clásico navideño del calibre de Milagro en la calle 34 o Mi pobre angelito.
    Billy (Zach Calligan) y su novia Kate (la hermosa aunque prematuramente retirada Phoebe Cates) son dos típicos adolescentes que viven con sus respectivos padres en un pequeño pueblo de EE.UU. El padre de Billy, Randall (Hoyt Axton) siempre está de viaje de negocios ya que tiene el inverosímil oficio de ser un inventor. Durante una escala en el Barrio Chino de San Francisco, Randall le compra un increíble regalo de Navidad a Billy: Una pequeña criatura llamada Mogwai (¿Recuerdan esa escena del Especial de Noche de Brujas de Los Simpson III cuando Homero compra el muñeco de Krusty y le regalan “congul” maldito? Pues es parodia de esta escena de Gremlins). Sólo hay tres reglas para cuidar a un Mogwai: No exponerlo a la luz del sol, no mojarlo y nunca, pero nunca, darle de comer después la medianoche.


    Pero, por supuesto, si la gente fuera obediente la mitad de las películas no existirían o durarían diez minutos. Así pues, el mogwai llamado Gizmo —que se volvió un nombre de mascota muy popular por aquellos años— se reproduce y sus congéneres mutan en gremlins, una especie de duendes reptilescos con un humor muy negro e instintos asesinos que amenazan con expandirse por todo el pueblo creando caos, destrucción y situaciones cómicamente macabras.
    Recuerdo que la primera vez que vi esta película debo haber tenido cinco o seis años, precisamente la pasaron en televisión cercana a la Navidad. Y, si mal no recuerdo, de todos los que estábamos viéndola, pues la pasaron ya tare en la noche, fui el único que se quedó despierto hasta el final. Y nunca me he arrepentido, pues cada escena de esa cinta me fascinó desde ese momento.  


    Creo que esta película, junto con muchas de su estilo, pertenecen a un subgénero desaparecido: el del melodrama fantástico familiar. Películas que reunían a la familia frente a la tele y tenían un poco para todos. Quiero decir, en general es una peli de horror, pero una que pueden ver los niños y los abuelos, todos se divertían viendo a estos duendecillos correr, saltar y jugar bromas mortalmente pesadas a la pobre gente del pueblo —¿Recuerdan la escena de la viejita en las escaleras?—.
    Y hablando de esta época en la que Hollywood era más honesto —¡Imagínense eso!— no puedo dejar de llamar la atención sobre los efectos especiales de esta cinta. Lo he dicho antes y no me cansaré de repetirlo: ¡Ésos eran efectos especiales y no las chingaderas de ahora! Infinidad de trucos se utilizaron para dar vida a los gremlins, pero sin duda el que se llevó las palmas fue la utilización de animatrónicos para los primeros planos de las creaturas.


    Para controlar a cada gremlin animatrónico se necesitaban cinco titiriteros perfectamente coordinados que combinaban técnicas tradicionales de pupetteering con radiocontroles para hacer que estas creaturas no sólo actuaran; sino que fueran, por mucho, las estrellas del show. Recuerdo que alguna vez, hablando sobre los dinosaurios de Parque Jurásico (Spielberg, 1993), el Yoda de los animatrónicos, Stan Winston, decía que no se trataba de efectos especiales, sino de miembros del elenco. Los dinosaurios de Parque Jurásico eran estrellas que actuaban en escena junto con sus compañeros humanos. Pues creo que exactamente lo mismo puede decirse de los gremlins.
     Esta cinta generó una secuela que en su momento no entendí y no me gustaba. Ya después cuando crecí me di cuenta de que se trataba de una autoparodia y entonces cobró sentido para mí. Gremlins 2: La nueva generación (Dante, 1990) es bastante buena aunque sí desmerece en comparación con la primera. Se agradece el humor referencial y los cameos de estrellas del género como Christopher Lee o Robert Prosky, y, la verdad ¿Quién puede olvidar a los gremlins mutantes? ¡El gremlin araña es uno de los mejores monstruos del cine!


    Durante muchos años se ha esperado, al igual que con Los cazafantasmas (Reitman, 1984), una tercera parte de la saga; pero esto parece cada año más improbable. Además, seamos honestos, ¿quién va a querer ver gremlins en CGI?

PARA LA TRIVIA: Según la leyenda, los gremlins son
Traviesos espíritus menores de las herramientas y la maquinaria, lejanamente emparentados con gnomos y goblins. […] Hubo un tiempo en que los gremlins ayudaron a la humanidad. [Pero después] En lugar de ayudar, se dedicaron a aplicar su conocimiento de la <<esencia>> de los instrumentos y máquinas para complicar la vida de los humanos. [1]
Durante la Segunda Guerra Mundial, los aviones aliados sufrían desperfectos terribles  durante los vuelos, lo que fue achacado por los pilotos a los gremlins. La verdad era que los aviones eran producidos muy rápidamente y con materiales muy baratos, por lo que prácticamente se desarmaban en pleno vuelo.



[1] PAGE, Michael y Robert Ingpen, Enciclopedia de las cosas que nunca existieron, 15ª edición, Anaya, Madrid, 2002. P.71


jueves, 18 de diciembre de 2014

EL CIEMPIÉS HUMANO 2. ¿Digna sucesora de la primera?


EL CIEMPIÉS HUMANO 2
The Human Centipede II: Full Sequence

Tom Six, 2011

El fenómeno que ocurrió con la primera parte fue bastante peculiar, pues se trató de una película que apareció directamente en video y que prácticamente no tuvo ninguna difusión más que en la prensa especializada. Toda la publicidad se hizo a la antigüita, de boca en boca. En tan sólo un par de años, El ciempiés humano (Six, 2009), una de las películas más perversas jamás filmadas, se ha convertido en un referente no sólo para los entusiastas del cine de horror y el gore, sino de la cultura pop.
    Una secuela era de esperarse, como también podía anticiparse que sería una labor titánica superar a la primera parte. Por eso, el director Tom Six ni siquiera lo intentó y llevó la narración en una dirección totalmente diferente.


    De tal suerte, esta secuela es un ejercicio de metacine en el que se narra la historia de Martin (Laurence R. Harvey). Martin tiene retraso mental y es empleado en un estacionamiento de Londres, vive en un pequeño departamento sufriendo los maltratos de su madre castrante tras haber sido abusado sexualmente por su padre durante años y, posteriormente, por su psicólogo. El único desahogo que Martin encuentra en su infierno personal es una película que lo ha fascinado y que mira una y otra vez: El ciempiés humano.
    Pero Martin se ha obsesionado de forma malsana con la película, por lo que empieza a secuestrar personas, entre ellas la actriz Ashlynn Yennie que apareciera en El ciempiés humano, para recrear el infame experimento del Dr. Heiter, sólo que esta vez con doce individuos cosidos unos a otros en vez de tres.


    Esta cinta es un ejercicio de metacine en dos sentidos. Primero el que ya mencioné y, en segundo lugar, el hecho de que toda la película es una especie de homenaje a la legendaria Cabeza borradora (1977) de David Lynch. La segunda entrega en la trilogía de El ciempiés humano está filmada enteramente en blanco y negro y con sonido directo, además del hecho de que las locaciones se parecen a las de la película de Lynch. Así pues, esta película se trata sobre un fanático que trata de recrear su película favorita y, a su vez, fue hecha por un fanático que trata de recrear su película favorita.
    Por cierto, Tom Six declaró en alguna entrevista que el originalmente filmó esta película en color; pero que mientras la concibió siempre pensó en ella en blanco y negro, por lo que decidió convertirla en la edición.
    Si la primera película se jactaba de ser “100% medicamente exacta”, la segunda hace exactamente lo opuesto. Sí, tal cual, literalmente en la portada de la película dice “100% medically (in)accurate”. Así pues, tenemos una cinta que si bien no es más perturbadora que la primera, ni incluye escenas más crudas, sí es mucho más escatológica.


    Al respecto de esto, ¿recuerdan la escena del laxante en la primera película? Bueno, pues en ésta el director decidió incluir una que la supera. ¿Se imaginan eso con doce personas y heces salpicando por todos lados? Por cierto, para hacer todo el show aún más impresionante, el excremento es el único elemento de la película que aparece en colores.
    En general, la película tiene una colección de escenas bastante impactantes que podrían no ser aptas para los débiles de estómago o las personas fácilmente impresionables. Además de la evidente tortura y mutilaciones (que ahora se realizan con herramientas de ferretería en vez de instrumental quirúrgico), y la escena del laxante que ya mencioné, hay una escena de una mujer a la que le aplastan la cabeza, una escena de masturbación con lija y otra de una violación con alambre de púas, para cerrar con broche de oro con una predecible pero hilarante escena de un aborto demasiado espontáneo.
    Ahora bien, esta demostración de violencia explícita, perversión y gore es el quid del asunto y, si bien es lo que une esta secuela con su original, es también lo que la separa de ella.


    Me refiero a que la primera parte se vanagloriaba de ser gore realista —no lo era, en realidad tenía sendos fallos, pero el tono de todo el numerito contribuía con esta premisa— y esta segunda se convierte en un espectáculo de tripas y sangre que viola todas las leyes de la medicina, la biología, la física o, para el caso, el sentido común. La película termina convirtiéndose en un Grand Guignol contemporáneo que apela a dejar de lado la lógica por un rato y simplemente disfrutar de la sensación que provoca lo que se está mostrando en pantalla.
    A este respecto sí señalaré una serie de elementos que me llamaron la atención, porque está bien que quieran que uno entre en la convención y deje la lógica por unos momentos, pero de verdad que no puede dejar de notar cosas como que si las víctimas de Martin están encerradas en una bodega ¿Por qué no se escapan? Digo... a algunos los balearon en una o ambas piernas, ¿pero y a los que no? Sólo los ataron con cinta gaffer —y a la embarazada ni eso— y durante todo el resto de la película se la pasan contoneándose en un piso sucio como pescados en vez de, no sé, intentar desamarrarse unos a otros o ponerse de pie.


     Y el final… ¿Qué onda con ese final? Es ambiguo y en general creo que es un cliché. Y como bien lo dijo Brian en el episodio de Padre de familia titulado Lois mata a Stewie “No sé, creo que el público podría molestarse.”
     Me gustó mucho el juego que hace el director con Yennie. Quiero decir ¿cómo es posible que una misma actriz salga en dos entregas de la misma saga, haciendo al mismo personaje, si la segunda parte sucede en un universo completamente distinto? Pues así, a través de la metaficción.
    Otra cosa que me gustó fue que Six sigue demostrando un talento único para castear actores. Así como en la primera película gran parte del efecto era logrado por el particular físico del actor Dieter Laser, en esta segunda cinta se trata de emular ese mismo efecto con el actor Laurence R. Harvey quien, por cierto, ya está confirmado para El ciempiés humano III. Algo que vuelve más perturbador al personaje de Martin es el hecho de que no dice una sola palabra durante toda la película.


    A final de cuentas, se trata de una secuela que no logra llegarle a su predecesora; pero quizá haya que concederle que tenía unos zapatos muy grandes que llenar. Como ejercicio me parece muy interesante, pero sí llega a caer en lo ridículo y se convierte, más que en una película de horror, en una de repulsión.

PARA LA TRIVIA: La idea de esta segunda parte le surgió a Tom Six debido a que, al estar promocionando la primera película, una de las preguntas más frecuentes que le hacían en las entrevistas era qué creía que pasaría si el experimento del Ciempiés humano se llevara a cabo en la vida real.
   

martes, 9 de diciembre de 2014

ALIEN VS DEPREDADOR 2. Ahí es cuando ese señor de "Los Simpson" grita: "¡Quiten eso! ¡Quiten eso!"


ALIEN VS DEPREDADOR 2
Aliens versus Predator: Requiem

Colin Strause y Greg Strause

Existen dos versiones de esta película: El corte para cine de 94 minutos de duración y la edición sin censura de 102 minutos. Las diferencias son mínimas, las dos versiones son horrendas.

Y originalmente sólo iba a hablar de la primera película, pero me seguí viendo la segunda. Decidí entonces dedicarle un par de líneas a esta secuela, pero vi que escribía y escribía, y nomás no terminaba de quejarme, así que decidí hacerla una entrada aparte.
    La acción comienza justo donde terminó la película anterior SPOILER con el nacimiento del alien híbrido, quien diezma a la tripulación de la nave de depredadores de la primera película TERMINA SPOILER, lo que ocasiona que ésta se estrelle en la Tierra, específicamente en un pueblito gringo de ésos que les encantan en las películas de monstruos. En pocos días, el pueblo se ve infestado de xenomorfos y casi nadie parece recordar que esta película se titula Aliens vs Depredador y que por ahí hay escenitas poco interesantes de un depredador (conocido para todo fin mercadológico como Wolf Predator) cuya misión es detener la propagación de los xenomorfos y limpiar toda evidencia de la presencia de cualquiera de ambas razas en nuestro planeta.


    Además, hay varias tramas secundarias: Una sobre la familia de Kelly (Reiko Aylesworth) una combatiente de Iraq que regresa a casa y que, casualmente, tiene un gran parecido físico con Sigourney Weaver. Por otro lado, está la historia de los dos hermanos que se reencuentran después de que uno de ellos saliera de prisión en una trama sospechosamente parecida a la serie de TV Prison Break (2005-2009).
    Por cierto que la mayoría de los actores que participan en esta película son actores de televisión y todos, prácticamente todos, son pésimos; por no mencionar que ninguna de las tramas secundarias es interesante u original, o terminan de integrarse como parte de la película.
    En general, toda esta película da esa sensación: Que está hecha de pedazos de otras cosas que no terminan de cuajar bien. El soundtrack, aunque no es malo, contiene muchas variaciones sobre temas del que compusiera James Horner para Aliens:El regreso (Cameron, 1986). A final de cuentas, esta película es como una de esas veces que uno quiere improvisar en la cocina y echa en una olla porciones de todo lo que le gusta creyendo que el sabor será genial... y al final resulta que no.


    Quizá el elemento más decepcionante de la cinta es el alien híbrido (cariñosamente conocido por los fans como Predalien) que tanto ansiábamos ver en pantalla. Su diseño no es tan malo, a pesar de que parece una cruza genética entre el depredador y el xenomorfo, en vez de un xenomorfo que se gestó en un depredador y que por ello adquirió algunas de sus características (como el Alien perro de Alien3 [Fincher, 1992]). Pero eso es una peccata minuta en comparación con cómo se comporta este alienígena. ¿Por qué carambas puede inocular embriones de alien de forma directa? O sea, con sólo unos minutos en pantalla echa por tierra todo el ciclo reproductivo del alien planteado a lo largo de cinco películas.
    Cuando los directores fueron cuestionados a este respecto, se la sacaron diciendo que lo que pasaba era que el Predalien era en realidad un alien reina en estado juvenil. ¡La manga del muerto, qué!
    El diseño que sí es más interesante es el del alien guerrero, que mezcla los diseños de Alien: La resurrección (Jeunet, 1997) y Aliens: el regreso (Cameron, 1986) de forma afortunada. Los xenomorfos son de color negro y tienen patas digitígradas, pero su cráneo tiene crestas y protuberancias. Lástima que durante prácticamente toda la película se la pasen brincando como chapulines y espantando gente de forma más parecida a la que usarían los gremlins.


    Lo que me hace pensar ¿Por qué esta película es tan condenadamente oscura? Entiendo que en algunas escenas sirva para crear una atmósfera lúgubre y para generar misterio alrededor de los xenomorfos; pero no se la jalen. De verdad, llega un punto en el que la cinta se vuelve desesperante porque no puede uno ver nada, ya que además de haber sido filmada con poca iluminación parce que en la edición usaron filtros para que se viera aún más oscura.
    Así pues, para cuando termina la película en un final completamente plagiado de El regreso de los muertos vivientes (O’Bannon, 1985), uno ya no sabe qué catástrofe es peor: Si la que vivieron los personajes o la que vivió el público con este desastre de película. Dicen los hermanos Strause que estaban muy emocionados por haber dirigido esta película, pues son grandes fans de las películas de Alien. ¡Mentira vil! Los fans no le hacen eso a sus ídolos. Esta película no fue dirigida por un par de fans, fue dirigida por una pareja de idiotas.


PARA LA TRIVIA: Como Fan Service, Bill Paxton fue contactado para aparecer en un cameo en esta película. Así el actor habría aparecido en la segunda película de la saga de Alien, en la segunda entrega de la de Depredador y en la segunda de Alien vs Depredador; sin embargo, el actor no pudo participar en la peli por compromisos de trabajo.



PARA LA TRIVIA GEEK: Un movimiento más que lógico por parte de Dark Horse Comics fue conseguir los derechos para publicar cómics basados en Prometeo (Scott, 2012). Aun así, las ventas de la editorial han sido muy bajas en los últimos años por lo que, copiando una vez más el modelo que tanto éxito les ha dado, este año lanzaron la saga Fire and Stone. Siendo el proyecto narrativo más ambicioso de Dark Horse, Fire and Stone es una especie de “Evento Marvel” que sucede simultáneamente en los títulos mensuales de Aliens, Predator, Alien vs Predator (estos tres ya habían sido cancelados, de hecho, pero los resucitaron para esta saga) y Prometheus, y que busca integrar en una sola línea temporal y argumental los eventos de las cuatro franquicias.