EL JUEGO DEL MIEDO VII
Saw 3D
Kevin Greutert, 2010
La séptima entrega de la saga de cine de horror más exitosa de todos los tiempos intenta poner fin a la historia planteada hace casi una década. En esta cinta se busca amarrar todos los cabos sueltos, cerrar todas las líneas argumentales y no dejar cabida a una nueva secuela… Lo mismo que intentaron en su momento Pesadilla en la calle del Infierno parte III (Russell, 1987), Viernes 13: El capítulo final (Zito, 1984) o incluso, qué ironía, Saw III: El juego del miedo (Bousman, 2005).
En esta entrega, Bobby Dagen (Sean Patrick Flanery), sobreviviente de una de las trampas de John “Jigsaw” Kramer (Tobin Bell), ha fundado un grupo de ayuda para víctimas del sádico genio. Dagen, sin embargo, esconde su propio secreto. Mientras tanto, el exdetective Mark Hoffman (Costas Mandylor), discípulo de Jigsaw, hace todos los preparativos para terminar de una vez por todas con la obra de su mentor… y eso parece incluir asesinar a su viuda, Jill Tuck (Betsy Russell). Más víctimas de los juegos macabros de Jigsaw siguen apareciendo y el tiempo para el detective Gibson (Chad Donella), perseguidor y excompañero de Hoffman, está por terminarse.
Lo que más me gustó de esta cinta fue la historia. Quienes la escribieron en verdad se esforzaron por machar y empatar todos los cabos sueltos que se habían dejado en las cintas anteriores que, admitámoslo, ya eran demasiados. La saga de Saw ya empezaba a parecer serie de televisión. Sin embargo, en esta peli se retoman elementos de básicamente las seis entregas anteriores y se organizan para llevar a un desenlace final.
Algunas escenas son muy emocionantes y angustiantes, pero más que otra cosa eso se debe a una utilización efectista del 3D (o eso creo, porque la vi en formato normal). De hecho, la mayoría de las escenas de asesinatos me parecen bastante mal logradas, creo que incluso en la primera cinta había muertes más interesantes.
En esta secuela muchas de las máquinas de Jigsaw han perdido ese aspecto casero y hechizo que las caracterizó en las primeras entregas, lo que podría justificarse con el hecho de que ya no son obra de John Kramer; sin embargo, en esta cinta me parece que los artefactos mortales pasaban de lo inverosímil a lo francamente absurdo.
A lo largo de toda la saga los efectos de maquillaje han sido bastante desiguales. En algunas entregas son muy realistas y en otras dan pena ajena; incluso dentro de una misma película hay escenas que son impresionantes por sus efectos y otras que son impresionante…mente malas. En esta película, a excepción de una o dos, las escenas de tortura y asesinato más bien entran en la segunda categoría.
Y esto no debería ser un problema… ¡excepto porque se trata de una película de Saw! Quiero decir, realmente a eso es a lo que va uno al cine con estas películas, a ver formas creativas en las que descuartizan gente (puro Grand Guignol). Sin embargo, en esta cinta lo único que salva a la mayoría de las trampas de Jigsaw, como ya lo mencioné arriba, es el efecto 3D. Achaco la falla a dos elementos: Para empezar el abuso en la utilización del CGI, y el segundo, el más curioso, la sangre.
En el mundo de los efectos especiales hay dos formas básicas de formular sangre artificial para las películas: con jarabe de maíz y con glicerina; cada una de estas fórmulas tiene sus características propias y usos específicos. Sin embargo, en El juego del miedo VII no sé cómo formularon la sangre para que se viera tan terriblemente falsa. Quizá buscaban una sangre artificial más líquida que luciera bien en 3D; pero señores, en la mayoría de las tomas uno se da cuenta de que lo que ve en pantalla es pura agua pintada.
La escena que me pareció una completa vacilada fue la del aparador de la ferretería. En verdad, los efectos son tan malos que yo pensé que se trataba de un plan publicitario de la ferretería que emulaba de forma barata las trampas de Jigsaw, así que, posterior a dicha escena, esperaba una explicación por el estilo. Y esperé… y esperé… y esperé hasta que caí en cuenta de que ¡se trataba de una auténtica trampa de Jigsaw! ¿De verdad? ¡Fue como ver una escena del Batman de Adam West en las pelis de Chris Nolan!
El ritmo de la peli es bueno, pero la mayor parte del tiempo no logra superar la fórmula ya tan gastada y lo predecible del guión. Quiero decir, uno ya sabe que quien se supone que debe superar las pruebas de Jigsaw suele ser más bien lerdo y que la persona en la máquina va a morir inminentemente. Si las trampas fueran pocas y los personajes estuviesen bien escritos, como en la primera y tercera partes, uno realmente se preocuparía por ellos; en esta cinta, al igual que en varias otras de la saga, la verdad es que a uno deja de importarle.
Como lo mencioné anteriormente, me agradó la historia de la película; sin embargo, el guión no le hace justicia. La película se siente claramente dividida en dos partes: por un lado, la historia del secuestro de Bobby Dagen y, por el otro, la historia de Jill y su persecución a manos del psicópata Hoffman. Francamente, la segunda historia, puesto que es la conclusión de la saga, es increíblemente más interesante que la de Dagen que por momentos incluso estorba y da al traste con el ritmo de la peli.
Para el cierre de la saga, me pareció genial el regreso del personaje del Dr. Gordon (Cary Elwes); aunque lo sentí terriblemente desaprovechado. Para el giro que decidieron darle al personaje creo que hubiera dado lo mismo que fuera cualquier otro.
Otra de las cosas que me han molestado de las películas de Saw desde la cuarta entrega es el hecho de Jigsaw siempre tiene un aprendiz cuya existencia es ignorada por todos. Haciendo cuentas, John Kramer no era entonces tan astuto como la primera película nos hizo creer, pues para esta séptima entrega parece que el tipo tenía toda una legión de fans ayudándole con sus trampas. Cuando se reveló al (llamémosle) “aprendiz de aprendices” acudió inmediatamente a mi memoria la imagen de Lionel Hutz, el abogado fracasado de Los Simpson, cuando empieza a llamar a sus “testigos sorpresa cada vez más y más sorprendentes”.
A final de cuentas, no es tan mala película como podría ser; pero sí es bastante mala. Como cierre de una saga de siete capítulos es increíblemente decepcionante, sobre todo porque uno como fan de las demás películas piensa en que de todas las posibilidades que el argumento les brindaba a los realizadores, escogieron las menos atractivas.
Finalmente, se anunció con bombo y platillo que ésta sería la última película de Saw. Empero, la primera peli costó un millón de dólares y produjo ganancias por cien, y la saga completa, con todo el merchandising que ha generado, se ha embolsado ganancias por 900 millones de dólares. No es de sorprender entonces que desde 2012 Lionsgate, compañía productora de la franquicia, haya filtrado el rumor de que planea nuevos filmes de Saw, aunque se habla de un reboot más que de una secuela.
Por su parte, Leigh Wannell y James Wan, creadores del concepto y de la primera película, abandonaron el proyecto después de la tercera película (y se nota) por “diferencias creativas”; pero han declarado en varias ocasiones que les encantaría regresar a trabajar en esta saga siempre y cuando Lionsgate les de control creativo para renovarla de alguna forma.
Así las cosas, parece que las secuelas de Saw seguirán apareciendo de forma mucho más injustificada y mucho menos sorpresiva que los aprendices de Jigsaw.
Increíble crítica. Me intereso tu argumento. Pero más allá de lo mala que pudo haberte sido, a mi me fascinó ignorando esos detalles que mencionaste. Espero que salga una nueva película, pero de no ser así seguiré repitiendo la saga completa como acostumbro.
ResponderBorrarSí, también yo me tuve que quitar lo fan mientras escribía la crítica, jeje. Se supone que ya es oficial que en 2017 sale "Saw: Legacy", la octava entrega.
Borrar