Translate

lunes, 10 de junio de 2013

EL GRAN GATSBY. No es lo mismo "Romeo + Julieta" que 17 años después.


EL GRAN GATSBY
The Great Gatsby

Baz Luhrman, 2013

Siendo fanático de la película Romeo + Julieta (para bien o para mal, es la visión de la tragedia de William Shakespeare de mi generación), no podía evitar el atractivo de ver reunidos de nuevo a Leonardo DiCaprio, uno de mis actores favoritos por cierto, y el director Baz Luhrman… que no es de mis favoritos pero me agrada su forma estrafalaria de adaptar las obras literarias a la pantalla grande. Así pues, después de 17 años, ambos artistas se reúnen para crear una obra conjunta que se enriquece con las experiencias de ambos.
    Adaptada de la novela de F. Scott Fitzgerald, en esta cinta el escritor frustrado Nick Carraway (Tobey Maguire) se muda a una casa en la bahía de Long-Island donde su vecino, el misterioso multimillonario Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio), se ha hecho famoso por celebrar espléndidas fiestas salvajes cada fin de semana. Conforme Carraway se va adentrando más y más en el mundo de Gatsby, descubrirá las grietas que resquebrajan su aparente vida de ensueño, sus obsesiones y cómo el fin más puro puede corromperse por los medios más viles.

    Romántico empedernido como se ha mostrado el director australiano en todos sus filmes, en esta cinta resalta la relación de dos personajes que encuentran el amor. ¿Cómo nos relacionamos cada uno de nosotros con esa droga llamada “amor” cuando ésta entra en nuestras vidas? y ¿de qué nos enamoramos realmente? ¿De una persona? ¿De una idea? ¿De un estilo de vida? ¿Del dinero? ¿De las convenciones sociales? Éste es uno de los discursos propuestos por Fitzgerald en su novela y que Luhrman decide toar como eje central de su película.
    Por supuesto, el tráiler de la película vendía la estética glam tan característica en la obra de este director. Las imágenes en pantalla nos recuerdan las imágenes que tan deliciosas habían hecho a Romeo + Julieta (1996) y Amor en rojo (2001) —Moulin Rouge! Pa´los cuates—. En esta ocasión, las puestas en escenas teatrales y carnavalescas no podían quedar atrás, con coreografías minuciosas, música estridente, y colores saturados y chillantes, todo el primer tercio de la película está marcado por el ya conocido toque Luhrmaniano.
    Esto incluye también la narrativa. Durante todo el planteamiento de la historia, la narrativa es frenética y aturrullante. La cámara y la narración en off de Maguire son como un chismoso emocionadísimo contándonos el último rumor de moda, el chisme más delicioso, y lo cuenta con lujo de detalles, con tal riqueza de los mismos que casi parece que se le atorasen las palabras en la boca. Así es como la cinta nos presenta el desenfrenado y extravagante mundo de Jay Gatsby, justo como lo descubre Carraway… o por lo menos, la superficie de dicho mundo.

    La segunda parte de la peli profundiza en Gatsby y cómo vive el amor y su idealismo una vez que logra redescubrirlos. Muchas de estas escenas me recordaron al mismo Leo DiCaprio, vestido con camisa hawaiana y paseándose por las calles de Verona Beach (filmada, de hecho, en la Ciudad de México), sufriendo el shock de haber encontrado el amor por primera vez. En esta ocasión, no se trata de un Romeo quinceañero y surfer, sino de un acaudalado hombre de negocios que ha amasado una inmensa fortuna sólo para este momento: el de reencontrar el amor.
    Sin embargo, como el tercer acto de la película nos enseña, el dinero no compra la felicidad. Todo el dinero del mundo no pudo comprar el tiempo que Jay Gatsby había perdido. Una fortuna de proporciones obscenas no fue suficiente para cambiar el pasado, y ésa es la tragedia del personaje.
    Al final de la cinta, el tono se ha vuelto mesurado y la narrativa es íntima y preciosista. Es en este tercer acto en el que por fin, después de capas y capas de mentiras que se han  vuelto verdaderas y  verdades poco creíbles que descubrimos, acompañando a Carraway, al verdadero Gatsby. A un hombre que se convirtió en lo que la sociedad esperaba de él para complacer a una mujer… y que pagará el precio por ello.

    Por supuesto, el platillo principal de la película es la mancuerna Luhrman-DiCaprio aderezada con las especiadas narrativa y estética del autor; pero también en esta cinta se puede notar la evolución de Luhrman a nivel artístico y en términos de manejo del lenguaje cinematográfico. Vemos ahora a un director maduro conocedor de sus recursos e inteligente en su forma de administrarlos.
    Todas las actuaciones están al nivel y tienen momentos memorables. Al igual que toda la cinta, las actuaciones comienzan siendo exageradas y casi caricaturescas en un tono desfachatado que coquetea con la parodia; sin embargo, conforme la historia va avanzando los personajes dejan atrás sus máscaras sociales y muestran sus verdaderos colores, y es ahí donde los actores se dieron vuelo con interpretaciones naturalistas llenas de matices y sutilezas.
    En cuanto a la musicalización, su propuesta me pareció similar a Romeo + Julieta, en el sentido de que se trata de utilizar música contemporánea para revitalizar un clásico literario. Siendo el punto más criticable de la cinta, Luhrman declaró que su idea fue utilizar hip hop porque es el equivalente de nuestros tiempos al jazz de la época de Gatsby. Así pues, la música de la película nos lleva de la mano, junto con el inocente Carraway, a sumergirnos en el decadente mundo de los Locos Años 20 en Nueva York.

    Una película muy recomendable y muy disfrutable... a menos que a uno de verdad no le guste el cine de Luhrman. Sin embargo, ya se trate de adaptar una obra tan revisitada como Romeo y Julieta (hasta “Cantinflas” hizo su versión) o El gran Gatsby, que se ha adaptado al cine ya en cuatro ocasiones anteriormente (1929, 1949, 1974 y 2000), uno puede tener la seguridad de que la propuesta de Baz Luhrman será algo fresco y diferente, alejado de todo lo que se ha visto anteriormente.


<Anterior    Sumario 2013    Siguiente>     

No hay comentarios.:

Publicar un comentario