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lunes, 3 de junio de 2013

WILLOW. Un clásico de Espadas y Hechizos.

WILLOW

Ron Howard, 1988
Sinceramente desconozco la razón, pero durante la década de los ochenta el cine épico sufrió un cierto enamoramiento con las películas de alta fantasía. Quizá estas epopeyas fantásticas, partiendo de los mismos temas y conceptos que Star Wars, buscaban oponerse a la influencia de la supuesta ciencia ficción de ésta. Sea como fuere, el resultado de esta moda fue toda una pléyade de cintas con temas fantásticos, desde los ejemplos menos afortunados como Furia de titanes (Davis, 1981) o Conan, el destructor (Flesischer, 1984) hasta verdaderos clásicos del género como La historia sin fin (Petersen, 1984) o Leyenda (Scott, 1985).
    ¿Y qué tenía que decir Lucasfilm al respecto? Bueno, pues por principio de cuentas trató de contraatacar produciendo las entretenidas aunque nada sobresalientes La aventura de los Ewoks (Korty, 1984) y Ewoks: La batalla por Endor (Wheat, 1985, he de decir que ésta me parece muy superior), retomando a las criaturas que se supone se robaron nuestros corazones en El regreso del Jedi (Marquand, 1983) —¿A quién engaño? ¡Me encantaban los dibujos animados de los Ewoks!—
    Sin embargo, el plato fuerte de Lucasfilm, que de hecho terminaría con el auge de esta ola de películas fantásticas, estaba por llegar. Contando con argumento escrito por el mismo George Lucas (con una clara influencia de El Señor de los Anillos) y con un guión que incluye guiños a clásicos de la literatura como Las alegres casadas de Windsor o Sueño de una noche de verano de William Shakespeare, o la Odisea de Homero, Willow es una digna representante del género de Espadas y Hechizos.

    En un tiempo muy lejano que, como suele suceder en estas pelis, se parece a la Baja Edad Media pero no lo es, Willow Ufgood (Warwick Davis) es un joven campesino que vive con su familia en una aldea de Elwyns (enanos) con el anhelo de convertirse en un gran hechicero algún día. Cierta mañana, Willow encuentra un bebé daikini (humano) flotando en un arroyo cercano y decide rescatarlo para después entregárselo al primer humano que encuentre. Poco sabe Willow que este bebé es Elora Danan, la princesa que, según una antigua profecía, está destinada a derrocar a la malvada reina-hechicera Bavmorda (Jean Marsh) quien la busca desesperadamente para matarla. Ahora, con la ayuda de un par de brownies (duendes del bosque) y un humano proscrito llamado Madmartigan (un joven Val Kilmer queriendo hacerla de Han Solo), Willow deberá poner a salvo a Elora para así salvar al mundo.
    Como puede inferirse de la sinopsis anterior, en esta cinta no hay nada nuevo bajo el sol. No sólo la historia es de lo más común y corriente, sino que muchas de las escenas remiten a otras historias de Lucas como la saga de Star Wars o la de Indiana Jones. A esar de esto… o debido a ello, se trata de un melodrama de aventuras muy entretenido y divertido, aun con sus más de dos horas de duración.
    Los personajes son más bien simples y pueden ubicarse dentro de tipos perfectamente definidos. El héroe, el villano, la damisela en peligro, el ayudante mágico, los sirvientes cómicos, etc. Empero, estos personajes funcionan porque están bien escritos y porque el casting es simplemente genial. Muy aparte de que la peli básicamente gira en torno a Warwick Davis (quien se volvió uno de los actores recurrentes de Lucas luego de su interpretación del ewok Wicket), cada uno de los actores elegidos para la cinta está muy bien en su papel. Llamó mi atención la interpretación de la británica Joanne Walley como la hermosa princesa guerrera Sorsha, hija de Bavmorda.

    Como cabría esperar de una producción de Lucasfilm, los efectos especiales de esta cinta son de primera categoría y apenas si han envejecido en 25 años. De hecho, esta fue una de las primeras cintas en utilizar efectos en CGI (cosas súper básicas como morphings que ahora hace cualquier teléfono celular); pero sólo como apoyo de efectos físicos. Básicamente todas las técnicas de efectos especiales conocidas en la época se utilizaron en esta película, desde retroproyección hasta animatrónicos.
    A este respecto, dos escenas llamaron poderosamente mi atención. En la primera de ellas, Rool (Kevin Pollack) y Franjean (Rick Overton), dos brownies que representan la vis comica de la cinta, guían a Willow a través del bosque en busca de la hechicera Raziel. Lo que me impresionó de esta secuencia es que los diminutos brownies caminan a la par con Willow sin que se note algún tipo de fotomontaje o los marcados contornos negros tan típicos de las imágenes superpuestas con impresora óptica.
    La segunda escena que me impactó fue el enfrentamiento contra un gigantesco dragón de dos cabezas. Por principio de cuentas, el diseño del dragón, más cercano a un anfibio que a un reptil, me pareció bastante acertado. Esta escena utiliza la ya mencionada composición por impresora óptica, además de una criatura en stop-motion, además de puppets y un animatrónico de tamaño real. En verdad, filmar y editar esta escena debió ser una completa pesadilla, pero el resultado es impresionante. Se trata de una de los monstruos cinematográficos más realistas de la era pre-Jurassic Park (y de hecho, el equipo que lo creó fue el mismo).

    Asimismo, la producción es increíble. Cientos de extras, armaduras, caballos, criaturas… Vamos, Lucasfilm no reparó en gastos para crear esta epopeya. Los vestuarios son ricos y variados y sí logran reflejar las características de las diferentes razas involucradas en la trama. Las armaduras de Sorsha y Kael (Pat Roach), general del ejército de Bavmorda, son realmente bellas.  
    Otro aspecto de la cinta que me dejó impactado fueron las locaciones. Si bien muchos escenarios fueron construidos en estudios y otros tantos paisajes se lograron con maquetas y pintura mate, hay también muchas secuencias filmadas en paisajes naturales realmente asombrosos. Resaltadas por medio de una fotografía espectacular, estas locaciones sí me dejaron preguntándome “¿De veras existen lugares así?”
    Muchos críticos y cinéfilos, un servidor incluido, consideramos que Ron Howard, otrora estrella infantil de TV y luego director, es un artesano y no un artista. Un director sin personalidad ni voz propia sin un estilo o sello identificable en sus películas. Las cintas de este director las pudo haber dirigido cualquier otro director de bajo perfil y el resultado habría sido prácticamente el mismo. En esta película, Howard demuestra exactamente eso. No hay una voz autoral en absoluto en esta cinta, convirtiendo a Howard prácticamente en un instrumento de los productores.

    Sin embargo, en una película de este tipo este defecto llega a ser una virtud. Al dejar de lado discursos personales Howard pone su talento y su conocimiento del quehacer cinematográfico (vamos, porque el hombre los tiene) al servicio de la película. Se convierte entonces en un director cumplidor, conocedor de los elementos definitorios y característicos del género que está trabajando y, casi con lista en mano, los cumple para entregar un producto de calidad cuyo único fin es el entretenimiento.
    Así pues, Willow es una epopeya fantástica de inmensas proporciones. Me atrevería a decir incluso que es el Señor de los Anillos de su época. Mi conclusión es que Willow no es ni por mucho una joya del séptimo arte; sin embargo, sí es una de las obras cumbres del género, es una producción grandiosa y una película bien hecha que, sin duda, refleja lo más depurado de la moda por un subgénero.

PARA LA TRIVIA: En uno de los primeros tratamientos del guión de Star Wars escritos por Lucas, se narraba la historia de Luke y Leia, dos enanos parecidos a hobbits que habitaban en un planeta boscoso. La historia giraba más en torno a Leia, quien se enamoraba de Han Solo, un cadete de la Academia Estelar involucrado accidentalmente en la lucha contra el malvado Imperio Galáctico. En la historia de Willow hay aún muchos guiños a esa primera concepción de Star Wars.

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