DREDD:
EL JUEZ DEL APOCALIPSIS
Dredd
Pete Travis, 2012
¿Recuerdan esa película con
Sylvester Stallone en la que es un policía del futuro que anda en una moto
voladora y tiene como patiño a un insoportable Rob Schneider? ¿No? No los
culpo, la mayoría de la gente solemos confundirla con El demoledor (Brambilla, 1993); otra peli de Sly en la que es un
policía del siglo XX que es despertado de un sueño criogénico en el siglo XXI
para enfrentar al sanguinario criminal Simon Phoenix (Wesley Snipes). No sólo El demoledor se estrenó dos años antes,
sino que en todos los aspectos posibles (incluyendo el hecho de que el
vestuario no lo diseñó Gianni Versace como en El Juez [Cannon, 1995]), es superior.
De cualquier modo, El juez estaba basada en
el cómic británico 2000 A.D., creado por el escritor John Wagner y el dibujante Carlos
Ezquerra en 1977. Básicamente, el cómic habla de un futuro postapocalíptico en
el que EE.UU. se ha convertido en un desierto radiactivo, por lo que la
población se ha concentrado en la megalópolis Metro City One. Por supuesto, tal
promiscuidad ha generado un nivel de pobreza y criminalidad casi fuera de
control... Casi porque por eso el Ministerio de Justicia ha creado a los
Jueces, un grupo de policías de élite que están facultados para detener a los
criminales, juzgarlos y ejecutarlos en la misma escena del crimen.
En esta cinta, el juez Dredd (Karl Urban, a
quien quizá recuerden como Eomer en la trilogía de El señor de los anillos [Jackson 2001-2003]) es enviado al
megabloque habitacional con mayor índice de criminalidad en Metro City One,
conocido como Peach Trees, para investigar una nueva red de distribución de
drogas encabezada por la sanguinaria mafiosa Ma-Ma (Lena Headey). Pero la
misión de Dredd no consiste sólo en detener a la narcotraficante, sino también
en poner a prueba a la novata juez Anderson (la bella Olivia Thirlby), una
recluta que no pasó el examen para convertirse en juez, pero que ha despertado
el interés del Ministerio de Justicia debido a sus poderes psíquicos. Todo
parece marchar con normalidad hasta que Ma-Ma, en un intento desesperado por no
ser delatada por uno de sus secuaces aprehendido por Dredd, cierra las puertas
de Peach Trees, atrapando a los jueces, a los criminales y a gente inocente
dentro. Lo que está por desatarse será una verdadera guerra con el objetivo de
eliminar a los jueces a como dé lugar.
Sí, sin duda el fuerte de esta película no
es su argumento. Se parece a tantas otras películas del género de acción que el
listado sería larguísimo (me viene a la mente Duro de matar [McTiernan, 1988] casi de forma inmediata). A pesar
de ello, esta cinta logra mantener una cierta identidad que la distancia
incluso (o quizá sería mejor decir “sobre todo”) de aquella lamentable versión
con Stallone.
Y es que uno de los principales aciertos de
esta película es que combina elementos del cine de acción de décadas pasadas
con los de películas nuevas. Como quien diría: Ya no se hacen películas como
ésta.
Quizá el hecho de que la mayor parte de la
producción sea británica le dio un poco más de libertad creativa a esta peli,
lo que le permitió mostrar violencia de manera mucho más explícita. En ese
sentido, encontré esta película en el tono de las grandes cintas hiperviolentas
de Ciencia Ficción como Robocop
(Verhoeven, 1987) y La Fortaleza
(Gordon, 1992; una peli de acción dirigida por el maestro detrás de Re-Animator)… supongo que hace veinte
años esta película se habría convertido en un clásico de los autobuses
foráneos.
Aunque cabe aclarar que no vi esta cinta en
su formato original de 3D, sí pude percatarme de que muchas de las escenas de
acción fueron planeadas para este tipo de tecnología. Gracias a la Tercera
Dimensión, se puede ver cómo la sangre salpica en la pantalla, literalmente.
Honor a quien honor merece: Algunas de estas secuencias sí están muy bien
logradas; pero en otras la verdad es que la sangre sí se ve falsa (vamos pues,
se nota que es digital… y eso es horrible).
Por otro lado, están las escenas que se ve
que fueron específicamente creadas para explotar el 3D. Me refiero a que se
supone que la nueva droga creada por el cártel de Ma-Ma, llamada SLO-MO, tiene
el efecto de hacer que el cerebro perciba la realidad en una centésima parte de
su velocidad normal. Así pues, bajo los efectos de esta sustancia, los
usuarios, y el público con ayuda de los lentes en 3D, experimentarán una
película en cámara lenta, con colores intensificados y matices irisados y donde
todo se ve lleno de filtros y efectos digitales. Puro artificio pues. Se ve
padre, pero en realidad aporta poco a la cinta. Por cierto que dentro de este
mismo conjunto de escenas se encuentran un par de “desnudos” gratuitos y más
bien tímidos.
La estética general de la película es
bastante agradable y me recordó a otras cintas de Ciencia Ficción como Cuando el destino nos alcance (sí, así llamaba la gente antes a Soylent Green [Fleischer, 1973]) con su visión pesimista de un
futuro marcado por la escasez, el hacinamiento y la pobreza. También, sólo a
título de observación, mencionaré que pude percatarme de que entre los
habitantes de Peach Trees prácticamente no hay personas caucásicas... todos son
latinasiáticos o negros.
Al respecto de los vestuarios puedo
comentar que en su mayoría son sencillos y realmente se ven poco futuristas.
Específicamente hablando de los vestuarios de los jueces, éstos me despiertan
sentimientos encontrados. Por un lado, me parece que se ven bien, vaya, sólo
parecen una versión modificada de un traje de motociclista y me encanta que se
hayan alejado lo más posibles de la propuesta glam y francamente ridícula que
diseño Versace hace casi dos décadas. Pero por otro lado, debo admitir que
aquel diseño estaba mucho más apegado a lo que se mostraba originalmente en los
cómics... Ahora que reflexiono al respecto, me doy cuenta de que quizá no me
gusta cómo se ve Dredd en los cómics, (cuyo look, según el mismo Ezquerra, se
basó en el de David Carradine en Death
Race 2000 [Bartel, 1975]) siempre me ha parecido que le sobra color.
Las actuaciones son cumplidoras, nada
sobresaliente en realidad. Es chistoso cómo Urban, al igual que Christian Bale,
tiene la creencia de que al ponerse algo que les cubra la cara automáticamente
debe engolar la voz. Ese es otro aspecto que me agradó de la cinta: Dredd jamás
se quita el casco (para mantenerse fiel al personaje del cómic, que hace lo
propio) y siempre mantiene su jeta de pocos amigos, al contrario de la peli con
Stallone en la que casi todo el tiempo llevaba el rostro descubierto (debe
haber sido una cláusula en el contrato de Sly, las estrellas de Hollywood
suelen pedir ese tipo de cosas).
No es
una gran película, pero sí una peli de acción entretenida. Además, es bastante
refrescante encontrar una cinta como ésta en medio del montón de películas de
acción para adolescentes que se han apoderado del mainstream en las últimas décadas. Divertida, sangrienta y retoma
la vieja tradición del héroe del melodrama de acción que siempre dice una frase
ingeniosa antes de despacharse a los criminales (lo cual, visto desde una
óptica realista, en realidad suena medio psicópata).
PARA
LA TRIVIA: Michael Biehn, quien gozó de moderada fama durante los
ochenta por su interpretación de héroes de acción y Ciencia Ficción, como el
cabo Dwayne Hicks en Aliens: El regreso
(Cameron, 1986) y Kyle Reese en Elexterminador (Cameron, 1984), auducionó para el papel de Dredd; pero fue
rechazado.
PARA
LA TRIVIA GEEK: El primer guión para adaptar al cine los
cómics de Judge Dredd se comenzó a escribir desde inicios de los ochenta. Sin
embargo, todo mundo le metió mano al guión y fue cambiado radicalmente con el
paso de los años. Finalmente, este guión se convirtió en la base para el guión
de Robocop, el defensor del futuro
(Verhoeven, 1987) y el proyecto para la peli de Dredd fue archivado hasta
mediados de los 90.
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