BALADA
TRISTE DE TROMPETA
Conocida
en EE.UU. como The Last Circus
Pero
que en su natal España se tituló Balada
triste de trompeta.
Álex de la Iglesia, 2010
Desde que vi El Día de la Bestia (1995) me convertí
en fan de Álex de la Iglesia. Años antes ya había leído sobre él, pero en aquel
entonces no era tan fácil conseguir sus películas y uno tenía que andarlas
cazando en los festivales y convenciones (¿alguien recuerda la MECyF?). Su cine
me gusta por auténtico, porque cuando uno ve una peli de de la Iglesia sabe que
es de él, sabe que hay una tesis y una propuesta detrás de la acción
grandguiñolesca que se presenta en pantalla. Uno sabe, pues, que el hombre está
haciendo esa película, ésa específicamente y no ninguna otra, porque le gusta
hacer películas como ésa: irreverentes, grandilocuentes, absurdas y fársicas. Y
ése es precisamente el lenguaje de esta cinta.
Durante el inicio de la Guerra Civil
Española, el padre de Javier, el Payaso Tonto (Santiago Segura, tan bueno como
siempre) de un circo, es reclutado contra su voluntad por el Ejército Popular
Nacionalista y posteriormente encerrado en un campo de trabajos forzados.
Javier (Carlos Areces que ni mandado a hacer para el papel) jura venganza, pero
todo sale mal. Treinta años después, Javier trata de llevar la tradición
familiar y es contratado en un circo como el Payaso Triste. Ahí conocerá a la
hermosa acróbata Natalia (la hermosa actriz Carolina Bang) quien tendrá que
decidir entre el amor sincero pero trastornado de Javier o el amor violento,
salvaje y trastornado de su esposo Sergio (Antonio de la Torre), el Payaso
Listo del circo; todo esto ambientado en la década de los 70 en los alrededores
de Madrid.
Quizá después de la mencionada El día de la Bestia, ésta sea la
película más lograda de de la Iglesia. Bien es cierto que se nota un
presupuesto mayor que en sus otras realizaciones, pero también es cierto que el
sustento de la peli, su alma digamos, está ahí: se trata de un discurso muy
personal; de un Álex de la Iglesia, de ascendencia éuscara, recordando su niñez
en los últimos años de la dictadura franquista.
Perteneciente a la nueva generación de
directores hispanos, que incluye a Guillermo Del Toro y Robert Rodríguez entre
otros, el discurso de de la Iglesia sobre la dictadura del Generalísimo es muy
diferente al de sus contemporáneos que han abordado este tema (aún queda
pendiente la conclusión de la trilogía de Del toro sobre la Guerra Civil
Española, que se inició con El espinazo
del Diablo [2001] y continuó en El
Laberinto del Fauno [2006]).
En Balada
triste… de la Iglesia presenta una película que es un collage de géneros,
una historia que toma elementos del melodrama televisivo español, o del cine
musical de Raphael y Rocío Durcal, o del cine de acción ochentero de Hollywood
o de la nueva ola del gore europeo iniciada en Francia. Este gigantesco
pastiche, que incluye además múltiples hilos narrativos, sirve para reflejar el
carácter prácticamente esquizofrénico de los personajes; pero no sólo eso, sino
el carácter prácticamente esquizofrénico del franquismo.
Utilizando varios niveles de lectura, el
director usa esta película a un mismo tiempo como sublimación personal, y
también como una sátira y una metáfora y es que ¿qué fue el franquismo sino un
monstruo psicópata y posesivo creado por el ejército y la Iglesia? Eso es
precisamente lo que, en un nivel más profundo, está representando Javier. No a
la dictadura en sí, sino al día a día; a la España que se convirtió en una olla
a presión que no pudo contenerse por más tiempo.
El tono es grandilocuente y grotesco en
todo momento, irreverente y lleno de humor negro, como lo es siempre el cine de
Álex de la Iglesia. Sin embargo, en esta ocasión, el estilo se vuelve parte del
discurso: se trata del payaso triste, del Pierrot que cuando más sufre es
cuando más gracia causa. Así percibe el autor de esta cinta a su personaje y
así percibe el absurdo nacido de las contradicciones del gobierno franquista.
Las actuaciones son bastante decentes, pues
los actores logran llevar a sus personajes al nivel de una caricatura. Ayuda
sobre todo el hecho de que el casting fue muy minucioso, y cada actor está en
el personaje que debe, y todos los personajes, principales y secundarios, están
bien caracterizados (incluso Juan Viadas como un anciano Francisco Franco). Eso
sí, en esta cinta, de la Iglesia deja un poco de lado su filosofía de trabajar
casi exclusivamente con actores poco agraciados físicamente. Su película
anterior, Crimen ferpecto (2004), es
el epítome de esta forma de pensar.
El maquillaje es sobresaliente, sobre todo
para crear los efectos sangrientos de la cinta. Las muestras más interesantes
se ven al final, cuando un par de personajes quedan deformes.
Un presupuesto más holgado, como el que se
advierte en esta película, permitió a su director una puesta en escena más
dinámica, si bien el punto fuerte de la peli siguen siendo guión y dirección.
La inclusión de efectos CGI ayuda al creador a expandir las tomas y a acercarse
aún más a esa estética, tan particular del director vasco, influida fuertemente
por los cómics.
En esta película, además del cine español
de los setenta (atención a los guiños que hace el director a La semana del asesino, drama con
elementos de slasher producido en España en 1973 que en los autocinemas de
EE.UU. se conoció como Cannibal Man),
de la Iglesia se dio tiempo de homenajear películas de Hollywood hacia el
último tercio de la historia.
Principalmente, se notan escenas similares a La masacre de Texas 2 (Hooper, 1986), y la pelea climática es súper
parecida a la de Batman (Burton,
1989).
En conclusión, se trata de una película
divertida y provocativa; aunque bien es cierto que podría no ser del agrado del
público general. Las películas de Álex de la Iglesia siguen conservando ese
tono underground que las de Del Toro y Rodríguez han perdido, y ésta no es la
excepción. Quizá se queda corta como reflexión sobre la época de la dictadura
en España o sobre la Guerra Civil; pero es sin duda un ejercicio bien llevado a
término por su realizador, aun con su violencia gratuita, sus situaciones
inverosímiles y su historia dispersa… pero eso no hace sino acentuar su firma
autoral.
PARA
LA TRIVIA: A mediados de la década de los 90 se planeaba
adaptar al cine la exitosa saga de videojuegos Doom. En esa ocasión se pretendía que Álex de la Iglesia dirigiera
la película que sería protagonizada por Arnold Schwarzenegger, sin embargo, el
proyecto fue cancelado.
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