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lunes, 5 de mayo de 2014

CAPITÁN AMÉRICA Y EL SOLDADO DEL INVIERNO. El nuevo producto del monopolio Disney/Marvel.


CAPITÁN AMÉRICA Y EL SOLDADO DEL INVIERNO
Captain America: The Winter Soldier


Anthony Russo y Joe Russo, 2014


Recuerdo que durante mucho tiempo estuve renuente a ver la primera película basada en este personaje, pues nunca ha sido uno de mis superhéroes favoritos; aunque sí me muestro parcial hacia el villano Red Skull como uno de los mejores. Además,  los créditos anunciaban que la había dirigido el inepto profesional Joe Johnston, autor de churros insoportables como Jumanji (1995), Jurassic Park III (2001) o El hombre lobo (2010). Sin embargo, cuando por fin le di la oportunidad, quedé gratamente complacido por cómo manejaron toda la historia y los elementos del universo del Capitán América.
    Para esta secuela, mi escepticismo renació; pero después de escuchar varios comentarios favorables sobre la cinta, me decidí a verla y, aunque me parece que es bastante diferente a la primera, he de decir que tampoco decepciona. En general, la opinión que he escuchado es que esta segunda entrega supera a la anterior, aunque no concuerdo.


    Esta secuela, cuyos hechos acontecen después de los sucedidos en The Avengers: Los vengadores (Whedon, 2012; me re-patean las traducciones redundantes de títulos, pero siempre pongo el título oficial para México en el blog), narra la historia de una conspiración para desaparecer a la agencia S.H.I.E.L.D. que incluye un atentado en contra de su director, Nick Fury (Samuel L. Jackson, que a pesar de que me cae tan bien, no me pareció que le cambiaran la raza al personaje) y todo un complot para acusar a Steve Rogers/ Capitán America (Chris Evans) por sedición. Al volverse un proscrito, Rogers es perseguido por un escuadrón de mercenarios liderados por el misterioso sicario conocido como Winter Soldier (Sebastian Stan) y sólo podrá recurrir a Natasha Romanoff/ Black Widow (Scarlett Johansson con un bronceado que se ve terrible en HD) y Sam Wilson/ Falcon (Anthony Mackie); pero… ¿En quién puede confiar realmente Rogers cuando parece que las más altas esferas del gobierno estadounidense están involucradas en la conspiración?
    Al igual que la cinta anterior, ésta me agradó bastante. Por supuesto, tiene sus fallas, pero en general se deja ver con un cubo grande de palomitas y otro de refresco. Las actuaciones son decentes, nada del otro mundo y, la piedra angular de todo el numerito, los efectos especiales, son bastante impresionantes. Algo que sí se agradece en ese rubro es el hecho de que los directores hayan tratado de hacer todo lo posible con efectos tradicionales y stunts, tratando de reducir al mínimo el uso del CGI.
    La trama de esta cinta es complicada y el guión es complejo; creo que más de lo usual en películas de este tipo, lo cual la vuelve muy interesante. Por desgracia, éste es también uno de los puntos débiles pues el resultado final es una película dispareja. Me refiero a que toda la primera mitad es una especie de thriller político aderezado con algunas muy bien logradas escenas de acción.



    Sin embargo, durante la segunda mitad de la peli, mandan a volar la trama y la llenan de esas escenas de acción que son espectaculares; pero que terminan por no llevar a ningún lado. Quizá no sobran del todo, pero después de la parte verborreica y llena de suspenso del principio, simplemente se ven fuera de lugar. Incluso parece que uno está viendo una película diferente.  Eso sí, la pelea del Capitán América contra el villano cuyo nombre da título a la película está muy bien lograda y es emocionante.  
    Sin embargo, el héroe que se lleva la película es sin duda Falcon. Creado por el legendario Stan Lee y el artista Gene Colan, Falcon fue el primer superhéroe afroamericano de Marvel Cómics y apareció por primera vez en Septiembre de 1969 en Capitán América #117. Originalmente se trataba de Samuel Thomas Wilson, un cetrero que vivía en Manhattan y entrenaba a su halcón llamado Redwing, y que después era reclutado por un grupo de supuestos cazadores que, según se revelaría más tarde, eran nazis bajo las órdenes de Red Skull. Rogers lo hace ver su error y Wilson toma la identidad de Falcon para reivindicarse. El mayor logro de esta cinta en el aspecto del diseño, a gusto de un servidor, fue cambiar el colorido traje de Falcon y lograr que no se viera ridículo en pantalla.



    En el caso de Winter Soldier, su identidad secreta, James Buchanan Barnes, apareció desde el primer número de la serie original del Capitán América en 1941, creado por Joe Simon y el legendario Jack Kirby. “Bucky” se convirtió en el compinche del Capitán América (una especie de Robin, de hecho) y se creyó que había muerto en 1945, tratando de desactivar una bomba plantada por el Barón Zemo. Sin embargo, Bucky sobrevivió. Perdiendo un brazo, y sufriendo daño cerebral y amnesia, Bucky cae en las aguas congeladas del Mar del Norte y es rescatado por el Ejército Soviético, quienes lo lleva a Moscú, donde se le implanta un brazo biónico y se le programa como un asesino encubierto al servicio de la U.R.S.S. además de que tiene un amorío con Black Widow (¿Y quién no en el universo Marvel, por favor? Creo que es requisito para sacar una membresía de Blockbuster).
    La historia de ambos personajes (particularmente de Winter Soldier) fue más o menos adaptada fielmente al filme. Sería interesante ver cómo la seguirán desarrollando en posteriores entregas, pues en los cómics, Bucky toma el lugar de Steve Rogers cuando este muere (o eso creímos todos) al final de la saga Civil War.


    Algo que me ha gustado de ambas películas de Capitán América, es el tratamiento que le dan a su tema central: El patriotismo. Dejando muy aparte el que esta cinta sea un producto más del monopolio del entretenimiento Disney/ Marvel —¿Han notado que estos tipos tienen al menos dos películas en cartelera al mes?— me gusta cómo manejan este valor.
    Mucha gente con la que he hablado me ha señalado que se negó a ver la primera película porque “es pura propaganda gringa”. La verdad, cuando yo la vi me pareció que el tema era mucho más profundo (vamos, tan profundo como una película de éstas puede llegar a ser, tampoco es Cassavetes): precisamente se trata de un hombre que descubre la diferencia entre la mera propaganda y el verdadero patriotismo, y encuentra dicho valor dentro de él.


    El discurso en esta segunda parte va más o menos por el mismo tenor y es que ¿a quién puede acudir Rogers cuando las instituciones del estado al que juró proteger lo traicionan? Precisamente: al hombre común y corriente, representado en este caso por Wilson —Y si alguien está pensando que un tipo con alas mecánicas no es un hombre común y corriente, recuerden que estamos hablando del universo Marvel—. Así, el mensaje termina siendo que una Nación no es sus instituciones, sino su gente y que es precisamente la gente el único agente de cambio verdadero para un país (nada mal para Disney, ¿no?). Se incluye por ahí el dilema moral sobre si se debe sacrificar la libertad en aras de la paz, además.
    Así pues, se trata de una película palomera pero eficiente. No es la octava maravilla, pero resulta muy entretenida y la parte de thriller político está bien lograda. Quizá es demasiado larga, ya que la segunda parte no tiene prácticamente ningún sustento y son sólo peleas y balazos, se vuelve un tanto monótona después de lo denso del guión de la primera mitad. Esta película tiene un tono más “serio” que la original y deja atrás bastantes elementos “camp”. No es la mejor peli de superhéroes, pero es muy recomendable.



PARA LA TRIVIA: Según lo declaró en una entrevista, Robert Redford aceptó aparecer en esta cinta porque sus nietos son fans de los superhéroes de Marvel y quería que lo vieran en una de sus películas (hay que ver lo que hace la vejez).

SPOILER: En el epílogo de la cinta, ése que ya se volvió tradición en las pelis de Marvel y que es siempre una jugosa carnada para los fans, se presenta a los hijos de Magneto: La Bruja Escarlata y Quicksilver.


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