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lunes, 15 de abril de 2013

NOCHE DE MIEDO. El regreso de los vampiros adolescentes.


NOCHE DE MIEDO
Fright Night

Craig Gillespie, 2011

La marcada tendencia originada a mediados de la década pasada de refritear cuanta película sea posible, parece continuar. Ahora no sólo tenemos remakes y reboots de películas; sino también de series de televisión, series de dibujos animados, videojuegos y hasta líneas de juguetes. Algunos casos llegan al absurdo extremo de rebootear sagas de hace menos de diez años, como Spider-Man. En la mayoría de los casos, los remakes no logran ni pisarle los talones a las versiones originales; sin embargo, de vez en cuando sucede que un “refrito” es tan bueno como la peli que lo originó. En el caso de esta película, la versión original La noche del espanto (Holland, 1985), sigue siendo superior; pero esta nueva versión es bastante disfrutable y tiene momentos memorables.
    El adolescente (¡sí, cómo no!) Charlie Brewster (Anton Yelchin) vive con su madre (Toni Colette) en un apartado y exclusivo fraccionamiento suburbano en las afueras de Las Vegas, Nevada. Su vida es bastante ordinaria y hasta aburrida, hasta que su nuevo vecino, Jerry (Collin Farrell) se muda a la casa de al lado. Jerry sólo sale de noche, es soltero, atractivo, misterioso y encantador… ¡Ah, sí! Y es un vampiro.

    En estos tiempos es muy refrescante ver que alguien mezcla el cine vampírico con las teen movies sin que de cómo resultado “vampiros” que brillan con la luz del sol. Siguiendo con el tono de la cinta clásica de los ochenta, esta película se toma a los vampiros de un modo más irreverente. No es una comedia, sino una cinta de horror con elementos de comedia negra y, de hecho, sí busca ser un poco más seria que la versión original.
     También es interesante cómo las presuntamente antiguas reglas sobre los vampiros, como el que no pueden entrar a una casa sin ser invitados, el que arden con la luz del sol, el que le temen a los símbolos sacros o el que puede eliminárseles atravesando sus corazones con una estaca de madera, son puestas al día. En general sólo se trata de encontrar situaciones contemporáneas en las que estas reglas puedan aplicarse, y lo mismo hacía su predecesora en 1985.
    Las actuaciones por parte de los protagonistas son bastante decentes. Anton Yelchin, quien a lo largo de la década pasada se desempeñó en series de televisión hace un trabajo bastante convincente y tiene química en pantalla con la hermosa Imogen Poots (quien saltara a la fama con Exterminio 2 [Fresnadillo, 2007]) quien interpreta a su novia y a una damisela en peligro muy particular.

    Entre los intérpretes jóvenes de esta cinta destaca el trabajo de Christopher Mintz-Plasse (“Red Mist” en Kick-Ass [Vaughn, 2010]) quien por su físico parece haber nacido para interpretar nerds. Sin embargo, el físico no le serviría de nada si no hubiera trabajo de actuación de su parte, y en esta película su interpretación de Ed, el geek obsesionado con los relatos de fantasía y las computadoras, es más que sólida.
    Ed es, además, el primero en notar que Jerry es un vampiro y se propone darle caza ante la incredulidad y la burla de la gente que lo rodea. Y, de hecho, son el rechazo y la marginación social los factores que llevan al incipiente cazador de vampiros por un camino más oscuro. Algo que es muy notorio sobre este personaje es que es bastante más ñoño que su contraparte ochentera, digamos que es la versión light, del personaje; no por nada el freak drogadicto y de risa irritante interpretado magistralmente en la versión original por Stephen Geoffreys era apodado “Evil Ed”.
    Y hablando sobre las actuaciones de los veteranos en esta peli, he de decir que son excelentes. Encontramos a una Toni Collette magistral como siempre, haciendo gala de su capacidad camaleónica y dejando un poco de lado su vena independiente, al interpretar a una ama de casa abandonada por su esposo y que hace lo mejor que puede por tener una convivencia armónica con su hijo.

    En el caso de Colin Farrell, interpreta a un vampiro bastante más contemporáneo. Me refiero a que su planteamiento del personaje se aleja bastante, intencionalmente creo yo, del vampiro romántico/gótico interpretado por Chris Sarandon (quien de hecho tiene un cameo en esta cinta) en la peli original. Este vampiro no usa capas ni trajes anticuados, sino jeans y camisetas de tirantes. Tampoco es un seductor aristócrata europeo, sino más bien un encantador asesino serial al estilo de Ted Bundy.
    Sin embargo, quien se roba la película con su actuación es el británico David Tennant (mi Dr. Who favorito) con su interpretación de Peter Vincent. En la película original, Peter Vincent era interpretado por el genial Roddy McDowall (quien alcanzó la inmortalidad con sus papeles de Cornelius, Caesar y Galen en la saga cinematográfica y televisiva de El planeta de los simios) y se trataba de la estrella venida a menos de filmes sesenteros de terror; por eso su nombre es una combinación de los de Peter Cushing y Vincent Price. En esta versión, Peter Vincent es un ilusionista con imagen de rockstar (una clara parodia de Criss Angel) que ofrece fastuosos espectáculos en Las Vegas y con una incontrolable adicción por el alcohol y los objetos relacionados con el ocultismo.
    La música compuesta por Ramin Djawadi, conocido por sus composiciones musicales para la serie de TV Game Of Thrones y los videojuegos de la serie Medal Of Honor, es bastante adecuada y va completamente acorde con el tono ligero y campechano de la película; además de que deja ver una marcada influencia del compositor de cabecera de Tim Burton, Danny Elfman.

    Los efectos especiales no son particularmente sobresalientes y francamente prefiero los de la versión de 1985 que quizá no se veían tan reales; pero sí eran mucho más impresionantes.
    En general es una buena película… ¡Esperen! Acabo de caer en cuenta de algo: esta peli es una estafa. La razón por la que funciona tan bien es porque el guión es prácticamente una copia al carbón de la versión original de 1985. Los cambios son mínimos, el argumento es exactamente el mismo y hay escenas, e incluso diálogos completos, a los que sólo se les aplicó un “Copy/Paste”.
    En conclusión: es entretenida, sí, algunos chistes son buenos y, como lo mencioné arriba, vale la pena verla por David Tennant. No aporta mucho a la literatura vampírica y en general termina siendo una versión edulcorada (más dulce y con menos contenido) que la película original de 1985. Es buena para dominguear, pero no mucho más.

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