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jueves, 12 de septiembre de 2013

MILLENNIUM 2: LA CHICA QUE SOÑABA CON UN CERILLO Y UN GALÓN DE GASOLINA. El regreso de Lisbeth Salander.



MILLENNIUM 2: LA CHICA QUE SOÑABA CON UN CERILLO Y UN GALÓN DE GASOLINA

Flickan som lekte med elden


Daniel Alfredson, 2009

Después del éxito avasallador de Los hombres que no amaban a las mujeres (Oplev, 2009), era más que evidente que aparecería una secuela… por el éxito de la primera parte y porque Stieg Larsson escribió las novelas de Millennium como una trilogía desde un principio; de hecho, las tres películas fueron producidas a la par (método instaurado por Peter Jackson con su Señor de los Anillos) aunque fueron dirigidas por diferentes cineastas. Y vamos, todos queríamos saber más de la Salander.
    Después de resolver el misterio detrás de la desaparición de Harriet Vanger (Ewa Fröling), los caminos del exitoso periodista independiente Mikael Blomqvist (Michael Nyqvist) y la hacker antisocial, y ahora multimillonaria tras drenar una fuerte suma de dinero de las cuentas bancarias del empresario Eric Wenneström (Stefan Sauk), Lisbeth Salander (Noomi Rapace) se han separado. Ella acaba de regresar a Suecia después de unas largas vacaciones/desaparición en una paradisiaca isla del Caribe, mientras que él se encuentra en tratos con el joven periodista Dag Svensson (Hans Christian Thulin) para publicar un brutal reportaje sobre la trata de blancas en Suecia, mismo que pondría incómodos a miembros de las altas esferas del gobierno. Pero una noche, alguien irrumpe en el apartamento de Svensson y lo asesina a él y a su esposa a tiros, Blomkvist encuentra los cuerpos y la única pista: un revólver con las huellas digitales de Lisbeth Salander.

    Al igual que su predecesora, esta película es una especie de “resumen escolar” de la novela en la que está basada. De hecho, prácticamente toda la primera cuarta parte del libro, que incluye la idílica vida de Lisbeth Salander en el Caribe, su cirugía de aumento de busto y su “enfrentamiento” con un huracán quedan fuera. Y en general no debería haber problemas con eso, excepto por un pequeño detalle: En esta cinta sí se notan los huecos.
    Si bien la entrega anterior era equivalente casi en todo a su versión literaria, esta película sí queda a deber. Me refiero a que en esta cinta, al igual que en la novela, muchos personajes secundarios cobran importancia. El problema aquí es que estos personajes sí son necesarios para el desarrollo de la trama, pero como en la película anterior no se trazaron, en ésta parece como si aparecieran por generación espontánea; e incluso a veces ni siquiera se toman la delicadeza de decir quiénes son o qué función desempeñan o qué maldita vela tienen en ese entierro.

    Entre los aciertos de la peli podemos encontrar un muy buen ritmo y actuaciones eficientes. Aunque mucho del efecto de la peli viene del texto original de Larsson, la verdad es que en esta ocasión se nota más la adaptación al cine. Alfredson resulta ser un director más oriundo del lenguaje cinematográfico y logra una narración dinámica e interesante de una historia que en su versión impresa se construye casi exclusivamente a partir de flashbacks.
    Y es que en esta cinta la Salander tendrá que enfrentarse con su pasado porque, según descubrimos, se volvió antisocial y paranoica por una muy buena razón. De hecho, esta película está mucho más enfocada en dicho personaje; y precisamente de ahí viene su principal fallo.
    Algo que me encantó de la novela cuando la leí fue el suspenso y la expectativa que Larsson logró plasmar en sus páginas; el misterio, la incertidumbre. Y todo eso parece desaparecer en la película. A pesar de la parte anecdótica de la cinta y de los elementos sorpresivos con que cuenta, uno nunca siente que la hacker se encuentre verdaderamente en peligro. No se siente ese suspenso de la versión impresa gracias al cual a uno le urge terminar el libro para saber qué pasará con ella. Algo sucede en esta peli que uno sabe que todo terminará bien… y eso le da un poco al traste.


    Las actuaciones de todos son bastante competentes aunque, nuevamente, el casting no me acaba de convencer. Y creo que eso son puras manías de un servidor, a excepción de un personaje: Zalachenko (Georgi Staykov). Nunca terminó de convencerme de que él era el maléfico y sádico Salla… ni me convenció tampoco su maquillaje. Vamos, ni se ve que está quemado ni se ve que sea un anciano; se ve que se trata de un actor joven con plastas de látex en la cara.
    Con todo y todo, es una película bastante eficiente, sobre todo para los estándares actuales. Se trata de un buen thriller, aunque sí desmerece un poco en comparación con la cinta anterior y sobre todo en comparación con la novela en la que está basado. Por alguna razón, además, es la más corta de las tres películas.

 

PARA LA TRIVIA: La primera opción para interpretar al personaje del gigantesco matón Ronald Niedermann fue Dolph Lundgren (Ivan Drago en Rocky IV [Stallone, 1985]), He-Man en Los amos del Universo [Goddard, 1987]), pero rechazó el papel. Irónicamente, de haber aceptado, hubiese sido la primera vez que Lundgren actuara en una película producida en Suecia, su país natal.

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