MILLENNIUM 2: LA CHICA QUE SOÑABA CON UN CERILLO Y UN
GALÓN DE GASOLINA
Flickan som lekte med
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Daniel Alfredson, 2009
Después del éxito
avasallador de Los hombres que no amaban
a las mujeres (Oplev, 2009), era más que evidente que aparecería una
secuela… por el éxito de la primera parte y porque Stieg Larsson escribió las
novelas de Millennium como una trilogía desde un principio; de hecho, las tres
películas fueron producidas a la par (método instaurado por Peter Jackson con
su Señor de los Anillos) aunque
fueron dirigidas por diferentes cineastas. Y vamos, todos queríamos saber más
de la Salander.
Después de resolver el misterio detrás de
la desaparición de Harriet Vanger (Ewa Fröling), los caminos del exitoso
periodista independiente Mikael Blomqvist (Michael Nyqvist) y la hacker
antisocial, y ahora multimillonaria tras drenar una fuerte suma de dinero de
las cuentas bancarias del empresario Eric Wenneström (Stefan Sauk), Lisbeth
Salander (Noomi Rapace) se han separado. Ella acaba de regresar a Suecia
después de unas largas vacaciones/desaparición en una paradisiaca isla del
Caribe, mientras que él se encuentra en tratos con el joven periodista Dag
Svensson (Hans Christian Thulin) para publicar un brutal reportaje sobre la
trata de blancas en Suecia, mismo que pondría incómodos a miembros de las altas
esferas del gobierno. Pero una noche, alguien irrumpe en el apartamento de
Svensson y lo asesina a él y a su esposa a tiros, Blomkvist encuentra los
cuerpos y la única pista: un revólver con las huellas digitales de Lisbeth
Salander.
Al igual que su predecesora, esta película
es una especie de “resumen escolar” de la novela en la que está basada. De
hecho, prácticamente toda la primera cuarta parte del libro, que incluye la
idílica vida de Lisbeth Salander en el Caribe, su cirugía de aumento de busto y
su “enfrentamiento” con un huracán quedan fuera. Y en general no debería haber
problemas con eso, excepto por un pequeño detalle: En esta cinta sí se notan
los huecos.
Si bien la entrega anterior era equivalente
casi en todo a su versión literaria, esta película sí queda a deber. Me refiero
a que en esta cinta, al igual que en la novela, muchos personajes secundarios
cobran importancia. El problema aquí es que estos personajes sí son necesarios
para el desarrollo de la trama, pero como en la película anterior no se
trazaron, en ésta parece como si aparecieran por generación espontánea; e
incluso a veces ni siquiera se toman la delicadeza de decir quiénes son o qué
función desempeñan o qué maldita vela tienen en ese entierro.
Entre los aciertos de la peli podemos encontrar
un muy buen ritmo y actuaciones eficientes. Aunque mucho del efecto de la peli
viene del texto original de Larsson, la verdad es que en esta ocasión se nota
más la adaptación al cine. Alfredson resulta ser un director más oriundo del
lenguaje cinematográfico y logra una narración dinámica e interesante de una
historia que en su versión impresa se construye casi exclusivamente a partir de
flashbacks.
Y es que en esta cinta la Salander tendrá
que enfrentarse con su pasado porque, según descubrimos, se volvió antisocial y
paranoica por una muy buena razón. De hecho, esta película está mucho más
enfocada en dicho personaje; y precisamente de ahí viene su principal fallo.
Algo que me encantó de la novela cuando la
leí fue el suspenso y la expectativa que Larsson logró plasmar en sus páginas;
el misterio, la incertidumbre. Y todo eso parece desaparecer en la película. A
pesar de la parte anecdótica de la cinta y de los elementos sorpresivos con que
cuenta, uno nunca siente que la hacker se encuentre verdaderamente en peligro.
No se siente ese suspenso de la versión impresa gracias al cual a uno le urge
terminar el libro para saber qué pasará con ella. Algo sucede en esta peli que
uno sabe que todo terminará bien… y eso le da un poco al traste.
Las actuaciones de todos son bastante
competentes aunque, nuevamente, el casting no me acaba de convencer. Y creo que
eso son puras manías de un servidor, a excepción de un personaje: Zalachenko
(Georgi Staykov). Nunca terminó de convencerme de que él era el maléfico y
sádico Salla… ni me convenció tampoco su maquillaje. Vamos, ni se ve que está
quemado ni se ve que sea un anciano; se ve que se trata de un actor joven con
plastas de látex en la cara.
Con todo y todo, es una película bastante
eficiente, sobre todo para los estándares actuales. Se trata de un buen
thriller, aunque sí desmerece un poco en comparación con la cinta anterior y
sobre todo en comparación con la novela en la que está basado. Por alguna
razón, además, es la más corta de las tres películas.
PARA LA TRIVIA: La primera opción para interpretar al
personaje del gigantesco matón Ronald Niedermann fue Dolph Lundgren (Ivan Drago
en Rocky IV [Stallone, 1985]), He-Man
en Los amos del Universo [Goddard,
1987]), pero rechazó el papel. Irónicamente, de haber aceptado, hubiese sido la
primera vez que Lundgren actuara en una película producida en Suecia, su país
natal.
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