MIS REFRITOS FAVORITOS
Algunos teóricos de la Literatura
han argumentado que no hay nada nuevo bajo el sol, que todo está escrito y que
en toda la historia de la humanidad sólo hay cien argumentos originales; otros
estudiosos de la materia rebaten a los primeros diciendo que en realidad sólo
hay treinta y seis argumentos originales y que todo lo que se ha escrito son
variaciones sobre los mismos temas.
Muy aparte de la terrible crisis por la que
atraviesa la industria estadounidense del entretenimiento ‒no es un fenómeno
exclusivo del cine pues la televisión, la literatura “comercial”, el teatro
musical y hasta los videojuegos se hallan en el mismo predicamento‒ es un hecho
que los remakes, despectivamente
llamados “refritos” han existido siempre. Incluso en los albores del cine,
cuando éste se volvió sonoro, nuevas versiones de las películas silentes fueron
producidas para adaptarlas a las nuevas tecnologías.
Más tarde, el “refritear” una peli se volvió
una forma de asegurar un éxito. Es decir, en vez de arriesgarse produciendo
algo original, los empresarios dedicados a hacer películas usan algo ya
probado; quienes no conozcan la peli original, la verán como algo nuevo, y
quienes sí la vieron igual irán a verla aunque sea por puro morbo.
Generalmente, las nuevas versiones de los
clásicos suelen palidecer cuando se les compara con los originales. Sin
embargo, hay casos, excepcionales y más bien atípicos, en los que las nuevas
versiones de los clásicos encuentran un subtexto adecuado para su discurso y
llegan a ser tan buenas o a veces, sólo a veces, incluso mejores que las
originales.
A continuación presento una lista de los
remakes que considero son tan buenos como sus versiones originales, o incluso
meores... Y la mayoría son de Horror y Ciencia Ficción.
1.- LA INVASIÓN DE LOS USURPADORES DE CUERPOS (Invasion of the Body Snatchers)
Don Siegel, 1956 / Phillip
Kauffman, 1978
Basada en la novela de Jack
Finney, Los ladrones de cuerpos,
estas cintas narran la historia de una invasión extraterrestre en la que los
alienígenas clonan a los habitantes de nuestro planeta y los suplantan. En la
primera versión, la acción se desarrolla en el ficticio pueblo californiano de
Santa Mira, mientras que el remake,
cuyo reparto incluye a los geniales Donald Sutherland, Veronica Cartwright,
Leonard Nimoy (sí, el Mr. Spock original) y a un jovencísimo Jeff Goldbum,
ocurre en San Francisco.
La segunda versión prácticamente manda a
pasear a la novela y se enfoca en expandir los elementos planteados en la
primera cinta, tanto como que muchos críticos consideran que está en un punto
intermedio entre el remake y la
secuela.
Y creo que precisamente el punto fuerte de
este par de cintas es que encontraron un subtexto muy sólido y saberlo manejar
de forma exquisita para crear en el público una sensación de terror que pocas
películas han alcanzado. Mientras la peli de 1956 trata de ser una crítica al
McCarthismo, la de 1978 es una sátira de la sociedad consumista de su época.
Esta misma historia sería refriteada dos veces
más con Los usurpadores de cuerpos
(1994), realizada por el director underground
Abel Ferrara y en la que la acción se desarrolla en una base militar, y la
verdaderamente terrible Invasores
(2007), dirigida por Oliver Hirschbiegel y protagonizada por Nicole Kidman y
Daniel Craig. Ninguna de estas cintas roza siquiera el nivel de genialidad de
las primeras dos versiones y la de 2007, siendo amable, es bastante mala.
En el caso de la cinta de 1978, no sé si
habrá influido el hecho de que la primera vez que la vi fue en un maratón de
Halloween a la una de la mañana, pero me resultó una experiencia aterradora que
se ha repetido con cada visionado posterior. Las excelentes actuaciones, la
fotografía sombría, los excelentes efectos especiales y un par de escenas muy
bien construidas hacen de esta cinta una excelente propuesta. Aterradores
resultan tres elementos que se me quedaron muy grabados en la memoria: el
chillido de los alienígenas para delatar a los humanos, la escena de un clon
fallido indigente-perro y el hecho de que los extraterrestres suplantan a las
personas mientras duermen, por lo que los protagonistas deben mantenerse
despiertos constantemente, lo que afecta su percepción e incrementa su
paranoia.
El final, por cierto, también es aterrador.
PARA LA TRIVIA: En la versión de 1978 el actor Kevin McCarthy,
protagonista de la versión de 1956, hace un cameo; mientras que en la peli de
2007, Veronica Cartwright, quien interpreta a Nancy en la cinta de 1978, hace
un papel secundario.
2.- LA COSA DE OTRO
MUNDO (The
Thing From Another World / The Thing)
Christian Nyby, 1951 / John
Carpenter, 1982
Basada en la historia corta de
John W. Campbell Jr. titulada ¿Quién anda
ahí?, este par de películas narra la historia de un grupo de científicos
aislados en una base de investigación polar (ubicada en Groenlandia en la
primera versión y en la Antártida en la segunda) que entran en contacto con un
organismo extraterrestre, prácticamente indestructible, que amenaza con
destruir a la humanidad. En la versión de 1951 se trata de un ser proveniente
de un planeta en el que las plantas evolucionaron en seres inteligentes,
mientras que en la de 1982 es una criatura amorfa (que es un montón de carne,
viscosidad, dientes y tentáculos) que
replica a otras para pasar inadvertida y propagarse en este planeta.
Mientras que la peli original es un clásico
de la Ciencia Ficción, la versión de John Carpenter es una obra maestra que, en
la tradición de Alien: el octavo pasajero
(Scott, 1979), incorpora elementos del cine de horror e incluso del gore para crear una historia de paranoia
absoluta; el final, inspirado en un episodio de la serie de TV Dimensión desconocida (1959-1964), es
uno de los más geniales en las películas del género.
Los efectos especiales creados por Rob
Bottin (con una pequeña ayuda de su amigo, el gran Stan Winston), artista cuyos
créditos comprenden efectos de maquillaje en cintas como Aullido (Landis, 1984), Roocop:el defensor del futuro (Verhoeven, 1987), El vengador del futuro (Verhoeven, 1990) o Seven: Los siete pecados capitales (Fincher, 1995); son, convenientemente, fuera de este mundo y
constituyen secuencias no aptas para los débiles de estómago cuya crudeza y
realismo, de hecho, fueron en parte los causantes de su fracaso en la taquilla
y los múltiples ataques por parte de la crítica. A su favor diré que ésta es
una del puñado de películas que, en veintiocho años, me han podido revolver la
panza. Atención aparte merecen la criatura perro, el cráneo “mandibulado” de
Fuchs (Joel Polis) y la escena del desfibrilador (por mencionar sólo
algunas)... Y todo antes de que el CGI echara a perder los efectos especiales.
Mientras que la versión de 1951 utilizaba a
la criatura extraterrestre como una especie de metáfora del Comunismo; en la de
1982, y a pesar de que Carpenter lo ha negado varias veces, se entiende que la
criatura es una metáfora del SIDA. La paranoia y el terror nacen entonces de
que todos los personajes en la cinta se ven sanos y completamente normales,
pero sabemos que por lo menos uno de ellos está infectado con una forma de vida
extraterrestre. El final alternativo de la cinta (que no se utilizó,
afortunadamente) mostraba una escena en la que R.J. MacReady (Kurt Russell),
sobreviviente de la base antártica, se hace una prueba de sangre y confirma que
no está infectado.
Por cierto, esta cinta fue la primera de
Carpenter en no ser musicalizada por él mismo. Originalmente se había pensado
en Jerry Goldsmith (El planeta de los simios, Alien: El octavo pasajero)
para componer el score de la peli; pero tras declinar la oferta fue sustituido
por Ennio Morricone, (cuyas partituras incluyen la muy memorable El bueno, el malo y el feo, y La misión)
quien creó un soundtrack minimalista y aterrador, muy al estilo de lo compuesto
por Carpenter para Halloween.
En la cinta, se supone que los primeros en
descubrir a La Cosa fueron científicos noruegos y que su campamento fue
diezmado por el alienígena. En 2011 se estrenó una precuela / remake, dirigida
por Matthijs van Heijningen, que cuenta la historia de estos
científicos; por desgracia, su paso por las salas de cine fue tan imperceptible
como la criatura del título. De hecho, no he podido ver esta versión; pero,
siendo justos, la de 1982 fue un fracaso de taquilla y más bien construyó su
muy nutrida legión de fans (entre los que me cuento) gracias a ese mercado tan
fértil en los 80 que fueron los videoclubes.
PARA LA TRIVIA: Aunque la película está ambientada en la Antártida,
las escenas en exteriores fueron filmadas en los glaciares de Canadá y Alaska;
mientras que los interiores se filmaron en un estudio en Los Ángeles. Para
recrear el ambiente gélido del Polo, logrando que los actores exhalaran vaho y
sus mejillas se sonrosaran, los constructores del set lo refrigeraban mediante
una tubería de nitrógeno líquido mientras se rodaba la película ¡En pleno Julio
californiano!
3.- LA MOSCA (The Fly. La versión original se
conoció en nuestro país como La mosca de
la cabeza blanca.)
Kurt Neumann, 1958 / David Cronenberg, 1986
El Mito de Prometeo (o Fausto o
Frankenstein, para el caso) es traído a la vida una vez más con estas cintas.
La primera de ellas está basada en la historia corta de Ciencia Ficción escrita
por el autor británico George Langelaan (1908-1969) y que fuera publicada en
1957 en la icónica revista Playboy.
En esta primera versión, el inventor André
Delambre (David Hedison) trabaja en su sótano en el nuevo invento que
revolucionará al mundo: una máquina teletransportadora. Gracias a un infortunado
accidente al experimentar la máquina consigo mismo, Delambre mezcla su cuerpo
con el de una mosca, resultando un hombre con cabeza de insecto y un díptero
con cabeza de humano.
En la versión de 1986, el científico
ermitaño Seth Brundle (Jeff Goldblum en el papel que lo inmortalizó),
subcontratado por las Industrias Bartok, crea en su laboratorio (el ático
mugroso de un edificio industrial en Toronto) una máquina teletransportadora. Pero
su vida cambia cuando conoce a la reportera Ronnie Quaife (Geena Davis, quien
de hecho era novia de Goldblum en aquellos tiempos) y se enamora perdidamente
de ella. Y como hormona mata neurona, en un arranque de celos, Brundle
experimenta el teletransportador en sí mismo, sin percatarse de que con él
entró una mosca. El resultado será una mutación en Brundle que, a diferencia de
la película original, se da de manera progresiva mientras el otrora científico
va transformándose en un grotesco insecto gigante.
Durante muchos años esta película ostentó
el título de la cinta con los efectos especiales más asquerosos de la Historia,
pues mientras Seth Brundle se va transformando en el monstruo que él
cariñosamente apoda “Brundlefly” (Brundlemosca) su cuerpo se llena de tumores,
pierde el cabello, los dientes, las uñas, las orejas y el pene. Y, por si todo
esto no bastara, Brundlefly también desarrolla un sistema digestivo de mosca,
por lo que vomita jugos gástricos sobre su comida para poder digerirla
fácilmente (sí, las moscas de verdad hacen eso).
Más allá de la metáfora o el simbolismo que
pueda manejar esta cinta, el elemento por el que la considero una obra maestra
es la sensibilidad de su creador, el legendario David Cronenberg, para crear un
protagonista complejo y completamente patético: Sí, Brundle se convierte en un
monstruo y su mente se va trastornando de manera directamente proporcional a la
forma en que su cuerpo se degrada; pero es imposible no sentir lástima por el
pobre tipo. Así pues, una mezcla de horror, asco y lástima elevan a este
científico del celuloide al nivel de un héroe de tragedia clásica.
Ésta es mi segunda película favorita del
Cronenberg clásico (la primera es Crash: Extraños placeres [1996], aquél de su etapa del “horror corporal”, en la
que sentía cierta obsesión por las deformidades físicas y se regodeaba
mostrándolas. Sin embargo, es loable la maestría del autor canadiense para
utilizar elementos propios del más crudo cine gore como herramientas narrativas que trascienden el morbo y que
realmente apoyan a las acciones dramáticas de la película.
Algunos críticos consideran que éste es
precisamente el mejor remake en la
historia del cine. Durante la década pasada sonó muy fuerte el rumor de una
tercera versión de esta historia que sería protagonizada por Adrien Brody, pero
la idea nunca se concretó.
PARA LA TRIVIA: Originalmente se había escrito un epílogo para la
cinta en el que Ronnie sueña con estar embarazada del bebé de Seth, y éste nace
de una crisálida con alas de mariposa en la espalda. La escena se filmó varias
veces, pero al final decidieron dejarla fuera de la película pues nunca
lograron que el bebé (un muñeco animado con Stop-motion)
se viera real. De hecho, el final de la cinta siempre me ha parecido demasiado
abrupto, y es que la última secuencia debía encadenarse con este epílogo.
4.-LA MANCHA VORAZ (The Blob. El remake fue conocido en
un principio en México como La mancha
voraz 2)
Yeaworth, Jr, 1958/ Russell, 1988
La versión original de 1958 fue
un clásico de las películas de serie B. Fue el primer rol protagónico del
legendario Steve McQueen (de hecho, en el poster de esta cinta aparece aún como
“Steven” McQueen), con malísimos efectos especiales (aun para la época), un
guión que pecaba de naïve y un tema musical hilarante (de veras, búsquenlo en
YouTube… “Beware of the Blob,/
it creeps and leaps/ and glides and slides/ across the floor/ right through the
door…”). Sea como fuere, le cinta se convirtió en un clásico y en un
referente obligado para los aficionados al cine de Horror y Ciencia Ficción.
El argumento de ambas versiones es
prácticamente el mismo y, de hecho, muchas escenas de la original fueron
repetidas en el remake. En uno de
esos pueblitos impopulares y aburridos que abundan en las películas gringas,
cae un meteorito a bordo del cual viaja un organismo del espacio exterior.
Dicho organismo es una especie de ameba gigante que absorbe prácticamente a
todo ser vivo que se le cruce por enfrente, y cada que lo hace va aumentando de
tamaño. Pronto, la indestructible “Mancha” se convierte en una amenaza que
podría acabar con el pueblo y quizá con el mundo entero si Brian Flagg (Kevin
Dillon), el adolescente motociclista paria del pueblo, no logra detenerla.
Ahora que lo pienso, creo que escogí puras
películas asquerosas para este artículo, jajaja… debe ser coincidencia. Y es
que esta película también tiene algunos efectos especiales muy influidos por el
gore que afectarán a los espectadores de temperamento más sensible.
Y es que en la primera versión, a pesar de
todo, los efectos especiales sí quedaban a deber durante la mayor parte de la
película. La Mancha no, por cierto (que de hecho era una vil bolsa de
polietileno rellena con espesante para malteadas), pero sí todo lo demás.
Escenas en las que es más que obvia la Perspectiva Forzada, otras en las que se
nota que la Mancha sólo está siendo rodada por una maqueta u otras en las que
se nota que los escenarios son de cartón.
Así pues, en esta segunda versión (en la
que, por cierto, se da una pequeña vuelta de tuerca en una subtrama sobre el
origen de la Mancha) los más sofisticados efectos especiales de su época se
combinan con la historia clásica para crear una nueva interpretación que por
momentos llega a superar a la original. Y, al igual que en la versión de
Carpenter de La cosa, babas,
tentáculos, y masas amorfas, sanguinolentas y viscosas están a la orden del día.
PARA LA TRIVIA: El personaje del reverendo Meeker (Del Close) y su
infortunado final (me encanta el epílogo de esta peli) bien podrían ser una
sátira al director de la versión original, Irvin S. Yeaworth Jr., cuya
propuesta cinematográfica era la de un “cine de horror con mensaje cristiano”
(WTF???).
A esta lista deberían agregarse
el refrito de La noche de los muertos
vivientes (Romero, 1969/ Savini, 1990) y el de su respectiva secuela El amanecer de los muertos (Romero,
1978/ Snyder, 2004), así como el de La masacre de Texas (Hooper, 1974/ Nispel, 2003); pero he decidido dejarlos
para mejor ocasión.
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